DOI: 10.18441/ibam.21.2021.78.225-234

 

 

 

 

NUEVAS APROXIMACIONES A LA REVISTA AMAUTA: REDES Y POLÉMICAS POLÍTICO-INTELECTUALES EN AMÉRICA LATINA

new approaches to amauta magazine: political-intellectual networks and controversies in latin america

Víctor Ramos Badillo

Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales-Universidad Nacional de San Martín, Argentina

varamosb@gmail.com

Desde hace un par de años, cuando todavía el tránsito social se mantenía constante, sin pandemia de por medio, se comenzó a editar libros sobre el papel de la revista Amauta desde distintas perspectivas. Un buen marco para reponer ese estado de la cuestión fue la inauguración en Madrid, en febrero de 2019, de la exposición Redes de vanguardia: Amauta y América Latina 1926-1930. El sitial otorgado a la producción material que circuló en las páginas de la famosa revista, editada por José Carlos Mariátegui en la segunda mitad de la década del 20, fue la excusa para reunir distintos archivos personales e institucionales de diversos países y exhibir los objetos materiales que compusieron la revista en sus poco más de cuatro años de existencia. La primera parada en Madrid fue clave para su visibilidad, porque permitió exhibirla en el Museo Reina Sofía, a la vez que su inauguración formaba parte de las actividades de la feria ARCO, permaneciendo incluso hasta mayo. Los meses siguientes la exposición habría de arribar a Lima, y, antes de terminar aquel año e inicios de 2020, a Ciudad de México. Esta ciudad no iba a ser la última parada de dicha exposición, sino la penúltima, puesto que la ruta museística concluyó en la ciudad de Austin, en Texas, cerrado antes de la fecha planificada debido a la pandemia. La mención a este itinerario transnacional no es en vano, pues se puede notar que hubo cierto hálito mariateguiano circulando en aquel 2019 y principios del año siguiente. Por esta razón, es muy posible que aquello haya sido un factor propulsor para que se publiquen un par de libros sobre la revista Amauta el año pasado, en medio de una situación sanitaria que nos tenía en la incertidumbre. En las páginas que siguen, dialogaré con dichas publicaciones, señalando sus elementos destacables y alguno que otro comentario o cuestionamiento a los planteamientos de los autores. En ese sentido, comenzaré con la aparición cronológica de dichos libros, de tal modo que se pueda comprender el contexto social que rodearon a las ideas propuestas.

Uno de los primeros libros surgidos de la exposición que comenté líneas arriba fue uno que llevó el mismo nombre, editado por Beverley Adams y Natalia Majluf. Si bien en las páginas de la revista Amauta se recoge material literario que ha sido investigado por la crítica especializada, la propuesta de las editoras (quienes también fueron las curadoras de la exposición) es aproximarse a aquel proyecto vanguardista desde las artes visuales, perspectiva que ha concitado el interés de una pequeña cantidad de investigadores. El camino a recorrer, entonces, es el de transitar por la producción visual que circuló alrededor y al interior de Amauta. Esto permite, como lectores, mapear el panorama artístico de la segunda década del siglo xx, época en la cual la vanguardia artística desplegó una operación estética que alteró los preceptos decimonónicos finiseculares, a la vez de comprender la recepción de dichas producciones culturales en el continente latinoamericano, un contexto donde la experiencia sociopolítica marchaba por un camino distinto al europeo. El libro está compuesto de cuatro partes sustanciales. En la primera, a modo de sumario iconográfico, se reúnen las portadas de los treintaidós números publicados de Amauta, anexándose al final una ficha bibliográfica donde se detalla el tamaño de la publicación, la continuidad de la impresión, la dirección asumida de los dos últimos números luego del fallecimiento de José Carlos Mariátegui, entre otros datos relevantes. Lo resaltante de este segmento es poder apreciar el diseño establecido en cada número. Si bien en los primeros cuatro volúmenes se repite sucesivamente la figura del inca con tocado, posteriormente se apreciará cómo la propuesta toma distintos matices, como lo señala posteriormente Natalia Majluf, en uno de sus ensayos incluido en el libro. Asimismo, esta parte se complementa con una cronología que recorre el itinerario de Mariátegui, desde su nacimiento y posterior vinculación con la cultura impresa, hasta concluir con su muerte temprana, pasando por una revisión rápida de cómo fue concibiendo su proyecto editorial desde sus viajes por Europa. Finalmente, y cerrando esta primera parte se publica un análisis de Fernanda Beigel de las dos presentaciones de la revista: la del primer número y la del número diecisiete, más conocida como “Aniversario y balance”, en el cual Mariátegui remarca su espíritu socialista. En este punto lo que se podría cuestionar la autora es la forma de comprender el formato “editorial” en tanto manifiesto. Si bien ella se propone leer ambas editoriales de Amauta como aquel formato textual, no señala la operación de lectura que estaría realizando para comprenderlo de ese modo. El punto a cuestionar no es su interpretación, sino el planteamiento señalado desde el título, pues no se desarrolla a lo largo de la redacción.

La segunda parte está compuesta por un conjunto de ensayos que dan cuenta de los intercambios intelectuales y artísticos que se establecieron dentro y alrededor de la propuesta de Amauta. En total, se reúnen diez textos críticos, de los cuales comentaré los que me despertaron mayor interés. Natalia Majluf, en su ensayo “Izquierda y vanguardia americana. José Carlos Mariátegui y el arte de su tiempo”, que abre el conjunto de trabajos, se propone reconstruir las redes artísticas que forjó el Amauta desde sus emprendimientos revisteriles. Para ello, indaga en su archivo personal y la producción iconográfica que dejó exhibir en sus proyectos impresos. De este modo, no solo recompone su formación e itinerario estéticos durante su estadía en Europa, sino también visibiliza los límites a los que estuvo enfrentado en el contexto nacional para visibilizar producciones iconográficas vanguardistas, adecuadas a la realidad peruana, dentro de las páginas de la famosa revista. Quizás tenga algo de certeza la crítica de Majluf cuando señala la paradoja de que Amauta reclame una modernidad del componente indígena cuando lo que se muestra en sus imágenes es un presente estático, sin atisbos de modernidad, aunque también es posible entender esta práctica editorial como una estrategia de Mariátegui para poner en juego elementos temáticos para la circulación de su revista dentro y fuera del país y así generar un amplio circuito de lectores. Considero que no es recomendable limitar la lectura a un solo campo de acción, sino ponerla en relación con otros proyectos paralelos, de lo contrario se recurre a limitar las interpretaciones. En la reconstrucción historiográfica es recomendable tensionar las distintas hipótesis con diversos elementos contextuales, de modo que se sustenten coherentemente los planteamientos. Otro ensayo resaltante es “Construcciones estéticas de la realidad americana. Diálogos de vanguardia entre México y Perú 1926-1930”, de Natalia de la Rosa, el cual recupera algunos elementos dejados de vista por los investigadores de la vanguardia, como son los vínculos transnacionales. Las lecturas de revistas mexicanas que realizó Mariátegui será el puntapié para que la autora comience con su reconstrucción de los vínculos entre ambos países. En esa línea, los colaboradores internacionales también desempeñaron un papel crucial para forjar las redes político-intelectuales, como es el caso de Esteban Pavletich, peruano exiliado en México, quien puso en contacto a Mariátegui con los pintores revolucionarios para que publicaran en Amauta. Es sumamente valioso la tarea de la autora, pues recompone las redes de intercambio que se iban gestando no solo con Lima (por ejemplo, con la revista La Sierra), sino incluso también con la vanguardia puneña, específicamente con el Boletín Titikaka, donde llegaron a publicar algunos intelectuales mexicanos. Si bien De la Rosa reconstruye los vínculos intelectuales entre Perú y México, especialmente de los artistas que publican en las revistas de vanguardia, todavía queda pendiente un análisis pormenorizado del diálogo entre la forma gráfica y el contenido de los textos que la rodeaban. De este modo, se pudo haber logrado una mejor comprensión de la gramática revisteril de las publicaciones analizadas. En resumen, los ensayos incluidos en constatan las operaciones artísticas desplegadas en Amauta, así como las redes transnacionales que se iban estableciendo. Para matizar los ensayos, hubiera sido adecuado también no solo focalizar el lente sobre Mariátegui, sino también incluir a otras figuras nacionales que se sirvieron de la plataforma de Amauta para desarrollar sus proyectos editoriales. En los artículos apenas se mencionan estas redes, mas no se desarrolla. Hubiera sido sugerente abordar especialmente alguna red tangencial a la figura de Mariátegui, aunque eso ya será tarea de estudios pendientes por realizar, los cuales pueden tomar el impulso a partir del libro Redes de vanguardia.

Ahora bien, lo resaltante del libro no es la tercera parte, en lo que comúnmente denominamos catálogo, compuesto por el relevamiento de material de archivo y gráfico expuesto en las distintas ciudades, sino la parte siguiente y última, en la cual se reconstruyen las redes intelectuales que articuló José Carlos Mariátegui desde Lima, cuyo elemento cohesionador era la revista Amauta. Esta labor encomiable, que fue posible gracias a Pablo Cruz, Natalia Majluf y Ana Torres, sigue una organización por orden alfabético, donde se reúnen los distintos países y ciudades con los cuales Mariátegui estableció contactos e intercambios epistolares con destacados intelectuales de la época. Asimismo, se realiza un listado detallado de las personas con las cuales tuvo comunicación y de las revistas que se vincularon al proyecto revisteril vanguardista. Si bien solo en algunos países se resumen brevemente la hoja de vida de ciertos intelectuales, el lector debe considerar esto como una primera aproximación y no como la definitiva. Reconstruir las redes con los escritores e intelectuales que formaban parte del campo, posiblemente otorgue pistas para nuevos planteamientos sobre la historia cultural y política latinoamericana.

El segundo libro a comentar se titula Crónicas marcianas. Revista Amauta a 90 años de la vanguardia peruana, compilación de la poesía publicada en Amauta, realizada por Mario Pera y el poeta Roger Santiváñez. Este libro está formado por dos partes. La primera, compuesta por los prólogos de los seccionadores, y la parte restante por la poesía recopilada de acuerdo a los cánones señalados por dichos autores. Propongo discutir ahora ambos prólogos, pues recogen ideas un tanto controversiales, especialmente el escrito por Pera. En su escrito, este autor introduce los componentes contextuales que rodearon a la producción de la poesía vanguardista peruana. Apelando a textos de carácter histórico, así como a artículos que contienen intercambios epistolares y a datos estadísticos aparecido en revistas del siglo xx, Mario Pera repone los elementos que fueron condición de posibilidad para que los poetas vanguardistas optaran por estilos divergentes, ya sea a nivel de la forma, así como del contenido. Un elemento a destacar dentro de estudio es el momento cuando transcribe la carta que Xavier Abril remite a Emilio Adolfo Westphalen desde Madrid, con el fin de que la vanguardia pueda nuclearse en torno a ciertos ideales estético-políticos, poco después de la muerte de Mariátegui. Asimismo, no es menor el detalle del autor colocado en la recomposición de revistas e intelectuales y escritores que se nuclearon en torno a dichos proyectos revisteriles, pese a que la continuidad no fue uno de sus mejores aliados. Sin embargo, el punto controversial planteado por el autor reside en que, en su perspectiva, no es posible hablar de vanguardia nacional, debido a que no se rompió con los elementos de la tradición, ni tampoco de vanguardia poética, pues no hubo movimiento alguno que reuniera las voces poéticas en torno a un ideal cohesionador. Respecto a este último punto, considero que es discutible, puesto que, si bien en el campo literario no se encontró algún elemento unificador de las demandas, el campo político permitió reunir, años más tarde, a los poetas apristas en torno a un libro que editaron los escritores militantes, titulado El año trágico. En este, se reúnen voces como las de Alberto Hidalgo, Serafín Delmar, Julián Petrovick, Magda Portal e, incluso, el reconocido escritor indigenista Ciro Alegría. Como se señalaba, si bien este proyecto impreso vio la luz años después, el compromiso revolucionario estuvo gestándose durante el periodo de la publicación de Amauta, por lo que no es preciso señalar que no hubo cohesión en la poética, pues en buena cuenta el espíritu político marchaba al lado las prácticas estéticas de los poetas, sin la necesidad de que la obra adquiera una posición militante frente a los lectores. De ahí que el libro mencionado sea producto de la efervescencia política de aquellos años convulsos. Ahora bien, respecto a la inexistencia de una vanguardia nacional, esto también puede someterse a una criba de ideas. Todo depende desde qué ángulo estemos viendo la composición de una vanguardia en un contexto donde la modernización estaba en plena gestación. No es posible comparar el contexto peruano con el mexicano o argentino, en donde el cosmopolitismo tuvo un papel clave dentro del contenido de la obra de los escritores. Además, el hecho de que Lima tampoco rompa rotundamente con elementos conservadores de la época tiene su correlato a nivel político, pues la República Aristocrática mantenía y reproducía factores elitistas a nivel social, lo cual impedía la consolidación de una burguesía nacional que sea cercana a los ideales modernos. Estos elementos, por más que sean o parezcan evidentes, modelaron la aisthesis de los poetas peruanos, por contra parte a las lecturas que consumían y circulaban en aquellos años. Respecto al segundo prólogo, de Roger Santiváñez, se puede señalar que su propósito es de carácter ilustrativo, pues se limita a incluir algunos versos de poetas vanguardistas, para comentar luego componentes e ideas socioculturales de la época, así como las influencias de ciertas tradiciones. Particularmente, considero que es un prólogo que rescata pasajes de poetas un tanto desconocidos para el circuito típico de escritores de la vanguardia, sin embargo, la citación de los versos a la par de la redacción del prólogo impide visualizar por completo el sentido del poema.

Respecto a la selección, se puede comentar que es una aceptable organización por parte de los autores. Si bien ellos agrupan en la primera parte a algunos nombres eximios, durante la lectura de las demás secciones, reunidas mediante las temáticas de los poemas, también es posible encontrar distintos elementos que exceden al agrupamiento propuesto por Pera y Santiváñez. Esto no quiere decir que ambos lo hayan hecho de la manera equivocada, sino que los poemas mismos pueden organizarse de acuerdo a las pistas que persiga el lector especializado. Como una primera selección aproximativa, funciona bien, aunque también fue posible llevar a cabo otros anudamientos, los cuales dependerán de la forma de reunir la poesía vanguardista según las tendencias experimentales que se reúne al interior de Amauta. Antes de pasar al siguiente libro, debo mencionar un cuestionamiento frente al posicionamiento crítico que debería tomarse en los estudios literarios. Esto tiene que ver con ciertos estudios canonizados como, por ejemplo, los de Mirko Lauer. Este crítico pudo haber dado una primera introducción detallada de la vanguardia peruana, sin embargo, todavía queda un largo camino por contrastar los datos arrojados en sus estudios, para evitar citarlos como si su exploración sea la definitiva. Señalo esto último, pues en una investigación personal, encontré que Lauer omite a un codirector de una revista de vanguardia y, en su lugar, coloca a un escritor vanguardista que solo aparece como director en el primer número. Fallas como esta también deben existir en una u otra parte. Recomponer ese campo revisteril de las vanguardias es una tarea que, poco a poco, los investigadores vienen realizando en los últimos años. Y es ese camino que Pera y Santiváñez impulsan con la publicación de Crónicas marcianas, titulo basado en unas palabras de la poesía de Julián Petrovick.

Los dos libros que comentaré a continuación fueron publicados el año pasado, lo cual constata el resultado de dos emprendimientos editoriales latinoamericanos, pese a que la situación pandémica no auguraba buenos tiempos para la industria del libro en esta región. El libro María Wiesse en Amauta. Los orígenes de la crítica de cine en el Perú, de Mónica Delgado, es un encomiable trabajo de sociología de la literatura. Menciono esto pues la autora, quien es además crítica de cine, se sumerge en distintas revistas de la década del 10 y del 20, para recomponer el contexto de producción y circulación de las revistas que incluían un apartado dedicado al cine. Este trabajo de investigación –ya de por sí agotador e incluso erróneamente adjudicado solo a historiadores–, le permite a la autora identificar, en la escritura dedicada a la sección cultural de la época, algunos posicionamientos ideológicos constantes. El libro está compuesto por cuatro partes, una conclusión y una pequeña selección de facsimilares de los textos publicados por Wiesse en la revista Amauta. En el capítulo primero, Delgado introduce la llegada del cine al espacio público. Para ello, se sirve de fragmentos de la revista Variedades, donde se materializa discursivamente el imaginario estereotipado de la clase alta frente a los “usos” sociales del cine por parte de las clases populares. De este modo, mediante el archivo hemerográfico, la autora puntualiza cómo entendían las élites la sociabilidad de los estratos bajos. El segundo capítulo es lo mejor que se ha investigado y escrito –hasta el momento– sobre las primeras críticas de cine en el Perú. Delgado propone detenerse en el tipo de crítica que se está produciendo en la época, así como cuáles son los elementos temáticos constantes dentro de los y las redactoras. Pero el mérito de este libro no está solamente en reconstruir el espacio de la crítica cinematográfica, sino en visibilizar cómo esta también reflexiona sobre el marco contextual que envuelve a la proyección fílmica, es decir, sobre cómo se sitúa ante la realidad social y cultural. Esto no fue algo a lo que escapó Wiesse, como se comprobará en los siguientes capítulos. En el tercero, Mónica Delgado disecciona la crítica cinematográfica de Wiesse en la revista Amauta. Cabe resaltar que, al momento de aparecer su sección dedicada al cine, ella ya había publicado otros textos sobre música y literatura en la misma revista, por lo que no fue su primera incursión dentro de ella. Justamente la autora, para no pasar abruptamente al análisis de su crítica cinematográfica, se detiene antes en algunas de sus ficciones, para analizar a nivel ideológico lo que encierran estas. Posteriormente, Delgado resalta adecuadamente el intercambio de opiniones que sucedía en aquel momento, para ilustrar mejor el espacio periodístico ligado al cine. Esta labor de contraposición discursiva le permite ver más allá de la figura de Wiesse, de tal modo que, en un primer momento, recoge la crítica producida en otras revistas contemporáneas. Este contrapunteo de voces críticas le posibilita a Delgado delimitar mejor el camino para introducir su análisis. En un segundo momento, la autora realiza una tipificación de las distintas escrituras optadas por la intelectual que analiza, en donde va percibiendo la elaboración de un primer intento de abordar la crítica de cine según su propio lenguaje, además de posicionarse en contra de la norteamericanización de la industria cinematográfica. Delgado ausculta el discurso de Wiesse en las páginas de Amauta, tratando de encontrar el sentido en algunos apartados donde pareciera que la crítica de cine reforzara patrones ideológicos del contexto. En algunos casos, la autora del libro logra dar con una posible respuesta ante lo indiscernible, aunque en otras ocasiones superpone su mirada a los elementos, de tal modo que su interpretación se encuentra tensionada entre lo que pensaba encontrar y lo que efectivamente encontró. Un momento donde se puede comprobar esto es en la sección donde se sorprende de la coexistencia de elementos reaccionarios dentro de Amauta, lo cual es algo contradictorio para Delgado, pues se distanciaría de las palabras emitidas en su primer editorial. Esta sorpresa ante semejante condición permitirá que se responda a sí misma señalando que la propuesta de Mariátegui habría sido la de generar polémica, aunque todavía la respuesta permanece flotando sin tomar mejor sustento. Esta inquietud, que también fue planteada con otras palabras por Mario Pera en el prólogo del libro anterior, va a ser más detallado en el próximo libro que comentaré en un momento. En la cuarta y última parte del libro, Delgado pone sobre el tapete los condicionamientos morales y sociales que permearon a la visión de Wiesse respecto a la censura de filmes. Esta visión, se sugiere, habría que comprenderla a partir de la figura femenina cuidadora del hogar, a la cual se adscribió María Wiesse. Vale la pena recalcar que la investigación de la autora desplegada en el libro está basada en su tesis de licenciatura, aunque no es la misma del todo, pues añadió el último capítulo del libro En líneas generales, el libro de Mónica Delgado permite visibilizar la tensión que va suscitándose antes y durante la publicación de los textos de Wiesse, dejando abierto hacia el final del libro otras posibilidades de interpretación de quien sería la primera crítica de cine en Perú.

El cuarto y último libro a comentar es Hacia una modernidad arcaica. Amauta, Mariátegui y la querella en torno al indigenismo, de Claudio Berríos, publicado el año pasado por la editorial chilena Inubicalistas. El texto se divide en tres secciones fácilmente identificables. La primera está limitada al contexto peruano posguerra con Chile y cómo los rezagos coloniales todavía se mantuvieron, pese a que el modelo gubernamental era el de la república, y fueron un factor determinante para forjar el espíritu antiololigárquico dentro de la intelectualidad vanguardista a inicios de siglo xx. Los usos constantes por parte del autor de dos o más libros de intelectuales reconocidos en el campo de las ciencias sociales limitaron el desarrollo de algunas ideas esbozadas, puesto que existen hoy en día mayores trabajos a los señalados por el autor. Pese a este desajuste, el primer capítulo introduce elementos histórico-políticos que cabe la pena resaltar, pues para un lector no familiarizado con las vanguardias, este libro le será de mucha ayuda. En esta sección, Berríos introduce poco a poco los títulos de revistas que posteriormente van a componer el campo de revistas, articulador de los deseos modernizantes de parte del conjunto de escritores peruanos. La siguiente sección permite al autor trazar mejor su recorrido, como es el tema dedicado a las distintas tendencias que circulan al interior de los indigenismos. Claudio Berríos reconstruye el ambiente de época para replantear de un modo distinto cómo la polémica sobre el indigenismo va ganando muchos más adherentes. Así, no solo se centra en el papel histórico-político que cumplió dicho proceso, sino que añade el comentario sobre las producciones ficcionales aparecidas en revistas, de tal modo que opte momentáneamente por un análisis estético-ideológico. De este modo, el autor va introduciendo la “querella”, como titula el libro. Pero más que “querella”, palabra que apenas se utiliza dos o tres veces a lo largo del texto, hay otra palabra que cobrará relevancia muy pronto, que es la palabra “polémica”. El empleo de esta última permitirá saldar algunas cuestiones que permanecieron abiertas no solo en este libro, sino incluso también en el par de libros anteriores. El autor comprende la lógica de Amauta en un sentido amplio y convocante, lo cual le permite situar en distintos registros a las voces que confluyen en esta plataforma revisteril. Así, el proyecto de Mariátegui no residiría en delimitar el indigenismo al sistema conceptual ideado por su persona, sino en introducir en el debate al indio en tanto sujeto histórico-político, lo cual permite poner en tensión algunos presupuestos aceptados de antemano. De esta manera, lejos de pensar que en las páginas de Amauta se encontrará solamente una nueva visión del indio, acorde a los planteamientos modernizantes de Mariátegui, en la revista se manifiestan las diversas directrices que introducen las y los intelectuales de la época, en donde incluso se puede apreciar la continuidad de elementos conservadores o reaccionarios, si lo leemos desde la propuesta ideológica mariateguiana. Sin embargo, como nos recuerda Claudio Berríos, Amauta no se limitó a los deseos personales del introductor del marxismo en América Latina –de ahí el equívoco en verlo de ese modo–, sino que fue un proyecto que excedió a su persona, pues lo que buscaba era generar un espacio donde se discutiera diversas problemáticas, en las cuales el planteamiento más cohesionado habría de resistir a la polémica. En el tercer capítulo, el autor da un salto provocador y propone pensar la articulación de indigenismo y marxismo en el proyecto de Mariátegui. Esta sección se destaca, puesto que intenta reflexionar sobre el papel que desempeñaron las lecturas marxistas heterodoxas en la formulación de su pensamiento. En ese sentido, pese a que no abordó como minuciosidad esta última idea, considero que el autor ha puesto la primera piedra en la reconstrucción de la pendiente historia de la lectura del marxismo en Mariátegui.

Respecto a los elementos que habría que criticar del libro, considero apenas dos cuestiones. En primer lugar, si bien es cierto que Berríos se limitó a detallar la polémica suscitada en Amauta, hubiese también sumado en parte la mención a los distintos indigenismos que circulaban en otras revistas contemporáneas. Es cierto que lo menciona a grandes rasgos, pero la puesta en relación con lo que se publicaba en otros impresos hubiera dado mayor relevancia al papel desempeñado por la revista Amauta. El segundo punto que merece un comentario es la poca argumentación en el fundamento del título del libro. Cabe aclarar que si bien Berríos propone este para situarse en las antípodas del libro de Vargas Llosa (La utopía arcaica), apenas en las conclusiones busca dar sustento a lo que debería haber recorrido parte del libro. No se trata de que el título del libro hubiera estado presente en cada capítulo, pero sí por lo menos en cada uno en donde se hubiera intentado condensar una crítica al ideal occidental del Nobel peruano. De ahí que esto se quiera suplir recién en el último apartado, cuando a lo mejor hubiera sido planteado con anterioridad, sin la necesidad de esperar al cierre del libro.

Como hemos podido observar, sobre la revista Amauta distintas propuestas se han ido produciendo en los últimos dos años. Dos libros de los que comentamos aquí, como son Redes de vanguardia y Hacia una modernidad arcaica plantean una aproximación a la revista desde los diálogos y los intercambios intelectuales que fueron consolidándose a lo largo de la publicación de los distintos números. Este par de libros se entronca con algunos artículos de Ricardo Melgar Bao y la propuesta trabajada por Fernanda Beigel en La epopeya de una generación y una revista, aunque avanzan un poco más allá, pues delimitan mejor un subgrupo en el abordaje de Amauta (tanto por el lado de la gráfica y el debate sobre el indigenismo, respectivamente). Por otro lado, tanto Crónicas marcianas como María Wiesse en Amauta se focalizan en una perspectiva que remarca la producción de una o varios intelectuales y el papel que desempeñaron sus escritos. Sobre el primer libro, se puede decir que es el primer intento de recoger parte de la producción estética publicada en las páginas de Amauta. Así como este, también es posible agrupar con otras temáticas diversos textos publicados en dicho proyecto revisteril. Y respecto al trabajo de Delgado, si bien ya existían algunos artículos anteriormente que han abordado el análisis de intelectuales dentro de Amauta, su propuesta de lectura e interpretación sobrepasa los límites de esta revista al momento de recomponer los textos paralelos que circularon en la época, lo cual permite mapear mejor el intercambio de ideas en la cultura impresa peruana. En resumen, como se ha podido observar, la aproximación a la revista Amauta (y, por ende, a las revistas literarias) es un campo de que va tomando poco a poco el interés de la crítica latinoamericana. El enfoque que las y los autores plantean en estos libros no son los únicos, sino que depende mucho con que perspectivas uno se sitúa frente a la revista. Abordarlo por cuestiones particulares es válido, aunque impide ver la sintaxis que está operando en todo su conjunto, la cual tiene que ver con el horizonte político-intelectual hacia donde apunta la revista, el cual se deja entrever a partir del formato de la edición (la maquetación, la gráfica y la tipografía empleada, entre otros), como a nivel de las ideas insertas en los textos. En el caso concreto de Amauta, el ideal mariateguiano apuntó a modernizar las letras peruanas e introducir el socialismo en el espectro político-ideológico nacional, no sin antes introducir debates extraterritoriales y problematizar la hermenéutica marxista con la realidad peruana.

Títulos reseñados

Adams, Beverly/Majluf, Natalia, ed. 2019. Redes de vanguardia: Amauta y América Latina 1926-1930. Madrid/Austin/Lima: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía/Blanton Museum of Art/Museo de Arte de Lima. 350 páginas.

Berríos, Claudio. 2020. Hacia una modernidad arcaica. Amauta, Mariátegui y la querella en torno al indigenismo. Santiago de Chile: Ediciones Inubicalistas. 214 páginas.

Delgado, Mónica. 2020. María Wiesse en Amauta. Los orígenes de la crítica de cine en el Perú. Lima: Editorial Gafas Moradas. 186 páginas.

Pera, Mario/Santiváñez, Roger, selec y pról. 2019. Comunicaciones marcianas. Revista Amauta a 90 años de la vanguardia peruana. Lima: LANCOM Ediciones. 268 páginas.