DOI: 10.18441/ibam.21.2021.78.235-338

 

 

 

 

RESEÑAS IBEROAMERICANAS

IBEROAMERICAN REVIEWS

Blanca Santos de la Morena / Pablo Rojas / Alethia Alfonso-García / Nanette Rissler-Pipka / José Manuel López de Abiada / Cerstin Bauer-Funke / Ramón Alvarado Ruiz / Max Hidalgo Nácher / Regula Rohland / Danae Gallo González / Anne C. Wolfsgruber / Benjamin Loy / Josué Hernández Rodríguez / María Teresa Vera-Rojas / Mercedes Fernández-Paradas / Aurelio Martí Bataller / Begoña Villanueva García / Carlos Domper Lasús / Volker Jaeckel / Eduardo Ángel Cruz / Wolfgang S. Heinz / Maximiliano Gallo / Ricarda Musser / Raquel Gil Montero / Joaquín Fermandois / Teresa Huhle / José Zanca / Delia González de Reufels / Frederik Schulze / Mechthild Blumberg / Mariah Freitas Monteiro / Dorothee Weitbrecht / Jochen Plötz / Melisa Cabrapan Duarte / Jessica Prenzyna / Mechthild Blumberg / Maximilian Görgens

1 LITERATURA IBÉRICAS: HISTORIA Y CRÍTICA

Christoph Strosetzki (ed.): Miguel de Cervantes y el humanismo europeo. Berlin: De Gruyter 2019. 166 páginas.

Para comprender la figura de Cervantes, y poder realizar un acercamiento riguroso a su pensamiento y a su literatura, resulta necesario preguntarse tanto por su formación como por el papel que ocupa el alcalaíno dentro de las corrientes de su época. Dentro de esta senda, y a partir de diferentes perspectivas, este volumen colectivo se propone analizar las relaciones entre el escritor y el humanismo, el movimiento que definió las coordenadas de los debates intelectuales de la temprana Edad Moderna en toda Europa.

Por ello, para entender mejor la naturaleza humanista de Cervantes, hemos de partir de la advertencia de Lía Schwartz acerca de la imitación como rasgo fundamental tanto en el modelo clásico como en su reelaboración en las letras renacentistas y barrocas, alejado de las consideraciones de originalidad de la literatura contemporánea: “este arte de la imitatio revelaba cuáles habían sido sus lecturas y cómo se había preparado para ser un valioso escritor” (p. 6). El trabajo de Schwartz se acerca a un texto cervantino que ha gozado de poca fortuna crítica, El viaje del Parnaso, y rastrea sus fuentes clásicas tanto en la teoría literaria como en la práctica, en la forma y en el fondo (Horacio, Quintiliano, Luciano), a la vez que evidencia la circulación de la satura clásica en España y en Europa en el siglo xvi, con una dimensión muy amplía que supera los géneros. La asimilación de este modelo por parte del alcalaíno nos puede ayudar a entender a este Cervantes satírico, que eclosiona en el Quijote, y a superar el mito del ingenio lego.

Como punto de partida, Abraham Madroñal rescata la conceptualización del verdadero humanista que se dibuja, de manera complementaria según el estudioso, en Diego y Lorenzo de Miranda en el Quijote. La dialéctica que se establece ya desde el título entre este modelo de humanismo y los “falsos humanistas” conecta con la contribución precedente de Schwartz. El trabajo muestra que el escritor participa en las redes del humanismo y que se posiciona activamente en los debates más importantes de la intelectualidad renacentista, como manifiesta el hecho de que temas fundamentales en la literatura de Cervantes, y objeto de significativa reescritura como son la brujería o la cuestión morisca, sean asuntos de preocupación también para los humanistas de la época. A pesar de las reticencias a la sátira expresadas por el propio complutense en algunos de sus textos, Madroñal muestra cómo los prólogos y las páginas de Cervantes están repletos de parodia y crítica a los falsos humanistas.

La interesante contribución de Georges Güntert gravita en torno a dos aspectos puntuales de la producción literaria de Cervantes. Por un lado, la paradoja, que nos vincula a su vez con la sempiterna cuestión de la identificación autor-obra: “una vez que Cervantes comienza a experimentar con sus modelos irónicos y paradójicos, no queda lugar para valores absolutos” (p. 27). Por otro, y arrojando luz sobre las contradicciones derivadas del uso de la paradoja cervantina, destaca el perspectivismo, que Güntert no solo proyecta en los personajes, sino también en el ejercicio del propio autor. Seguimos descubriendo la participación de Cervantes en los debates estético-literarios de su época, donde sobresalen especialmente las polémicas con Lope de Vega, cuya posición en el canon condicionó la escritura y la reescritura cervantinas. Cervantes se inserta en un debate fundamental de la época, de herencia clásica, como es el caso de la verdad en la novela, con la rompedora propuesta del Quijote –el libro que no tiene modelo, pues es el primero de su género– y recoge el legado europeo de lo que Güntert llama “sátira social”, para narrar con propiedad el desatino.

También el trabajo de Jeremy Lawrence afirma el carácter inconcluso, contradictorio e irónico, la “ambivalencia” de la literatura cervantina. El crítico nos ofrece en primer lugar un repaso de la utopía en los modelos humanistas-renacentistas y clásicos, con Tomás Moro como centro, cuyos textos, según Lawrence demuestra con ejemplos del Quijote y de Rinconete y Cortadillo, Cervantes leyó e imitó. En este sentido, la herencia en Cervantes posiblemente consista en la capacidad de la utopía literaria, y especialmente del modelo de Moro, de implicar “así al lector en el juego ambivalente de proyectar utopías” (p. 48), búsqueda incansable del autor alcalaíno que se manifiesta en el si bien lo miras lector del prólogo a las Ejemplares. Frente a la dialéctica observada por la crítica entre el idealismo utópico de don Quijote y el realismo encarnado en las burlas e ironías del narrador quizá la grandiosidad de la novela consista en ofrecer una “visión utópica alternativa” (p. 61), en la que es posible la convivencia de contrarios, muy al gusto cervantino.

Hans-Jörg Neuschäfer rescata los textos epistolares contenidos en la segunda parte del Quijote. Centrándose como en el caso anterior en el tema de la utopía, analiza lo que considera las “primeras literarizaciones de las cartas humanistas” (p. 78), una tipología híbrida, entre lo llano y lo elevado, lo personal y lo público, que Cervantes bien pudo tomar como modelo, considerando la mezcla de estilos y el gusto por la dialéctica que subyace en las páginas cervantinas. Como bien advierte el estudioso, la parodia contenida en las cartas está matizada moralmente, se busca la inocente liberación que produce la comicidad sin ofensa –“imitación paródica [...] constructiva” (p. 79)–, creando a su vez la posibilidad utópica de convivencia como iguales, de amistad entre diferentes estamentos, donde los postulados humanísticos podrían materializarse.

Que los diálogos del Quijote beben en gran medida de los moldes renacentistas es algo que ya señala el propio Wolfgang Matzat al inicio de su trabajo. Considerando esto, la originalidad de la propuesta consiste en la aplicación de los análisis del modelo conversacional para entender la configuración afectiva de los personajes y su relación con el otro. De este modo, el análisis en un diálogo de la novela del uso de la mordacidad y la ironía por parte de Sancho y don Quijote, orientado al mantenimiento de la imagen personal en el contexto social, permite establecer una sólida conexión con el género del diálogo renacentista y particularmente con un autor tan representativo como Vives. Además, también se evidencian otros modelos de influencia en Cervantes, como puede ser la contraposición del humanismo cristiano de don Quijote a la prevalencia de los principios maquiavélicos o al modelo moralista de Mateo Alemán. Frente a ello, Matzat propone la permeabilidad de los postulados de la teología agustina en el pensamiento humanista y su importancia capital en el Quijote.

José Montero Reguera nos acerca a la abandonada faceta del Cervantes poeta y analiza la construcción del concepto en Cervantes, una manifestación estética de gran repercusión en la literatura áurea que Baltasar Gracián teorizará y que sitúa a nuestro autor en el centro de la renovación literaria en la transición del Renacimiento al Barroco. Compartimos la afirmación del crítico sobre la importancia de conocer las coordenadas de escritura de Cervantes, en las que sus contemporáneos actúan como modelos: “Para comprender a Cervantes como poeta hay que hacerlo desde los patrones y contextos con los que escribió sus poemas” (p. 103). Concretamente, Montero Reguera se centra en el uso del concepto aplicado a nombres en algunas poesías cervantinas, un motivo pertinente si consideramos la predilección del alcalaíno por el juego de significado nominal, presente en buena parte de su producción.

Jaume Garau realiza en su trabajo un breve repaso crítico que muestra que la cuestión de la religión en la literatura de Cervantes continúa tan abierta como lo estaba hace casi un siglo, tras la publicación de El pensamiento de Cervantes y la controversia surgida al respecto. Aunque, como el mismo estudioso advierte, su contribución al volumen es una síntesis de trabajos previos, el análisis de varios fragmentos de la novela póstuma de Cervantes ofrece argumentos para desvincular al autor de los postulados luteranos y rescata un tema de vital importancia para Cervantes como es la libertad. Quizá hubiera sido interesante una mayor profundización en las matizaciones entre las distintas órdenes religiosas acerca del libre albedrío mencionadas al final del trabajo, pues esta aproximación ayuda a ir más de las vinculaciones tradicionales de Cervantes con movimientos culturales y lo sitúa dentro del rico contexto teológico hispánico. Observamos cómo Cervantes no solo participa de los debates estético-literarios de su tiempo, sino también de las polémicas en los planos filosófico-teológicos, con el carácter integral humanístico que ello implica.

La contribución de Emmanuel Marigno Vázquez no solo se centra en lo recibido por Cervantes, sino también en su influencia posterior, presentando un panorama muy abarcador y quizá algo ambicioso: “un recorrido desde la Historia de las Ideas acerca de lo visual, arrancando en los conceptos helenísticos hasta Cervantes pasando por San Agustín; y por fin, intentaré esbozar el lugar que ocupó y sigue ocupando Cervantes en las expresiones visuales europeas” (p. 121). Del terreno de la imitación pasamos al de la ruptura deliberada con los modelos clásicos, al abandonar el perspectivismo cervantino las ideas absolutas en beneficio del relativismo. Cervantes es para Marigno “una figura entre siglos”, y esto es precisamente lo que el autor alcalaíno representa a la perfección y es un signo de los tiempos: la posibilidad de fusionar tradición con experimentación, de ser capaz de escribir tragedias quinientistas y unos años después de inaugurar la novela moderna. Debido a esta modernidad, se pregunta el crítico si es posible considerar a nuestro escritor “fuente de una forma de humanismo europeo renovado” (p. 129). El análisis de la influencia cervantina en la literatura y cultura francesas posteriores da una respuesta afirmativa y permite aproximarnos a la dimensión de la recepción cervantina en Europa, superando la condición localista que se ha atribuido tradicionalmente al humanismo español del siglo xvi.

Rafael Ramís Barceló continúa la senda de la recepción europea a la vez que ofrece una aproximación a la religiosidad en Cervantes. Su trabajo analiza las lecturas de novatores y escolásticos entre el siglo xvii y el xviii. En él, se muestra que la utilización del Quijote como soporte para desarrollar una ideología propia se dio ya en España antes de figuras reconocidas como el padre Isla, y que corrió de forma paralela –e incluso de forma previa– al nacimiento del cervantismo europeo. Como indica Ramís, “los escritores del siglo xviii encontraron en Cervantes, y especialmente en el Quijote, aquello que querían ver. Cada uno lo usó para defender sus ideas e intereses y se hallan referencias de todo tipo” (p. 141). Una advertencia que no debemos perder de vista al aproximarnos a la cuestión de la recepción cervantina.

El círculo se cierra con el trabajo de Christoph Strosetzki, que avanza hasta la influencia de Cervantes en los autores del romanticismo alemán y de la filosofía idealista alemana, un tema debatido desde el clásico The Romantic Approach to ‘Don Quixote’ de Anthony Close. El artículo comienza con una pertinente síntesis de los postulados del idealismo: la relación sujeto y objeto, o lo que es lo mismo, de lo interior con lo exterior. De que, según el idealismo, “el sujeto individual crea de forma análoga su realidad a partir de sí mismo y con su capacidad configuradora individual” (p. 149) es ejemplo notable don Quijote, cuya monomanía caballeresca –complementada por la manipulación de terceros, en el caso de la segunda parte– provoca una construcción ficcional y personal de la realidad en un ejercicio de idealismo, con el consiguiente choque entre mundos. Strosetzki plantea una cuestión clave para entender la dimensión universal y atemporal del Quijote y su capacidad de trascender: “¿cómo pudo suceder que el Volksgeist alemán de los tiempos de Schlegel pudiera reconocerse a sí mismo precisamente en una novela española, cuya aparición quedaba ya doscientos años atrás?” (p. 158).

El carácter integral del volumen se observa, por citar solo un ejemplo significativo, en la recuperación de la sátira clásica, tema presente en el primer y último texto. La mayor parte de los autores inciden en la naturaleza irónica, dialéctica y deliberadamente fragmentaria de la inmortal novela y de la literatura de Cervantes. Los motivos abordados tratan aspectos fundamentales de la producción cervantina estrechamente relacionados entre sí, como son la utopía o el cuestionamiento de la verdad ficcional. Las conexiones entre escritores sugeridas en los textos muestran la participación activa de Cervantes en los debates intelectuales de su tiempo, posicionándose con respecto a los postulados humanísticos y utilizando sus temas y recursos en la creación literaria. El carácter europeo queda demostrado en los trabajos dedicados a la recepción, donde se pone de manifiesto que Cervantes permea en diferentes corrientes filosóficas, estéticas y teológicas, más allá de las fronteras espacio-temporales. En suma, aun con las limitaciones propias de un volumen colectivo, que supone una suma de acercamientos individuales, Miguel de Cervantes y el humanismo europeo constituye una valiosa aportación que permite desterrar algunos mitos sobre la formación del escritor, sobre su posición en los círculos literarios e intelectuales de su tiempo y sobre la recepción del creador del Quijote.

Blanca Santos de la Morena
(Universidad de Jaén)

Álvaro Ceballos Viro: Las letras de la República. Luis de Tapia y los usos políticos de la literatura en la Edad de Plata. Madrid: La Oveja Roja 2021 (Colección Kamchatka, 1). 348 páginas.

El título principal del libro que reseñamos puede desorientar un tanto al lector. Este pudiera pensar que se va a encontrar con una obra que trata un periodo desde luego incitante de nuestras letras: la Segunda República. Sin embargo, tal cosa no es del todo cierta: de republicanismo se habla por extenso en estas páginas, pero sobre todo de los viejos republicanos: aquellos que ya profesaban ese credo a finales del siglo xix y especialmente en las dos primeras decenas del siglo xx. Hubo en ese periodo una rica corriente republicana de tono popular que contó con sus propios periódicos y revistas, en donde publicaron autores de enorme éxito que maridaron crítica social con humor dentro de unos cauces expresivos tradicionales, alérgicos a las modas extranjerizantes que pretendían importar las vanguardias. Álvaro Ceballos Viro piensa, con razón, que ese caudal poético dirigido a un público amplio, que contó con su beneplácito y estimativa, ha quedado posteriormente relegado casi a una nota a pie de página dentro de la historia de la literatura y, en cierta forma, uno de sus objetivos consiste justamente en sacar del olvido a personajes como Luis de Tapia, periodista y poeta de enorme éxito en su época hoy prácticamente olvidado.

Luis de Tapia aparece como referente en el título secundario del libro, pero lo que vamos a encontrar dentro de él no es una biografía al uso del autor, si bien no faltan curiosas informaciones al respecto. El escritor madrileño ejerce como especie de Macguffin que permite al autor tratar de temas muy diversos, centrados fundamentalmente en esa Edad de Plata que popularizara el maestro José-Carlos Mainer. El objetivo del profesor Ceballos Viro es desde luego ambicioso y queda sintetizado en las últimas páginas de su trabajo: “En el curso de esta investigación he cuestionado la operatividad de varias nociones que son moneda corriente en la historia y crítica de la literatura: entre ellas, la de habitus, la de campo literario, la épica de la modernidad, la idea de literatura comprometida y la oposición entre modernismo y vanguardia” (p. 308). En efecto, de todos estos asuntos se trata con pormenor a lo largo del libro y se hace, además, con rigor, con vehemencia y con un sustento documental ciertamente apabullante. No en vano el autor nos dice en el prólogo que, a la elaboración del presente volumen, ha dedicado una década de trabajo. Todas esas pretensiones podrían resumirse en una: “reivindico una historia literaria que no acepte un único criterio de legitimidad”, nos dice el autor en la página 308. ¿Por qué autores de tono popular, de ideología progresista y de expresión tradicional como pudiera ser el caso de Luis de Tapia han desaparecido del canon literario? ¿Por qué en cambio se presta tanta atención a la vanguardia ultraísta cuando fue un movimiento elitista que apenas repercutió en una sociedad más pendiente de la última zarzuela o de las novelas cortas que encontraba en el quiosco? Son estas algunas de las cuestiones que trata de elucidar Ceballos Viro en su libro. Recordemos a este respecto que al reseñar en estas mismas páginas la obra de Victoriano Alcantud Hacedores de imágenes apuntaba: “Hay que tener en cuenta […] que durante todo el periodo de la supuesta epifanía ultraísta los lectores españoles continuaron leyendo novelas naturalistas a 15 céntimos, memorizando poesías festivas y asistiendo a representaciones de género chico. Obviar todas estas prácticas culturales porque lo que tocaba entonces era la vanguardia sería de una cómica altanería”.1 El propósito de Las letras de la República va justamente en esa dirección: reivindicar propuestas que concitaron el aplauso del gran público pero que después han sido preteridas por los historiadores de la literatura. El objetivo nos parece desde luego noble pues proyecta luz sobre terrenos sombríos que sin duda ayudan a conocer con mayor profundidad ese campo literario del que nos hablaba Pierre Bourdieu y del que Ceballos Viro nos muestra, con ejemplos prácticos, muchas de sus limitaciones.

Para cumplir con su propósito, Ceballos Viro divide su libro en ocho apartados, de los cuales el primero ejerce como introducción. Los capítulos que de forma más directa tratan sobre Luis de Tapia, sin llegar a ser nunca el motivo principal de la obra, son el segundo, el séptimo y el octavo. El más biográfico es desde luego el segundo, titulado “Representar al pueblo”, en el que se ofrecen noticias sobre su discurrir vital. Por edad, Tapia podría insertarse dentro de la Generación del 98. Su poesía popular y de corte tradicional, así como su militancia en el republicanismo radical fue revestida de unas peculiaridades que lo individualizaron como creador: “El populismo de Tapia se opone no solo al prisma miserabilista, sino también al elitismo cultural” (p. 74).

Especialmente interesante es el capítulo tercero “Motivos para odiar la vanguardia”. Críticos conservadores como Luis Astrana Marín y medios próximos a la Iglesia católica se manifestaron de forma vehemente en contra del modernismo y la vanguardia, expresiones de raíz extranjerizante ajenas a la tradición española más próxima al realismo. Lo que nos muestra Ceballos Viro es que también desde posicionamientos progresistas se emitió en una onda similar, considerando a tales empresas minoritarias y clasistas. Las apreciaciones que realiza Ceballos Viro sobre el ultraísmo no son siempre acertadas y parten de premisas que necesitan ser matizadas. Veamos un ejemplo: en la p. 100 se apunta: “Es muy sintomático que los ultraístas se reclutasen entre los bohemios y los aficionados que habían quedado excluidos de las empresas comerciales modernistas”. Tal vez cuando uno lee las memorias de Cansinos Assens puede llegar a tales conclusiones, pero lo cierto es que en el ultraísmo se enrolaron numerosos escritores con estudios universitarios sin que faltaran los médicos o los licenciados en Derecho. Por otra parte, muchos de ellos se iniciaron en el modernismo y publicaron con normalidad poemas de esta veta en periódicos y revistas de la época. Después se percataron de que aquella manera estaba agotada y era imprescindible una renovación. Llama la atención la observación que realiza Ceballos Viro sobre “la alergia” que Tapia sentía hacia las metáforas, “tropo que no utiliza prácticamente en ninguno de sus miles de poemas” (p. 119). Téngase en cuenta que justamente el rasgo distintivo del ultraísmo fue el cultivo de la imagen (una faceta que después implementarían con maestría los hombres del 27 –quienes, por cierto, se iniciaron mayoritariamente en el ultraísmo–).

Más teórico es el apartado titulado “Los límites del campo literario” en donde somete a revisión los postulados de Pierre Bourdieu para llegar a la siguiente conclusión: “el modelo de campo bourdiano resulta insuficiente e impreciso para conceptualizar la vida literaria” (p. 152). Frente a esa mirada coercitiva, Ceballos Viro sostiene que “sería más acertado concebir la práctica literaria en la intersección de varios espacios simbólicos o sistemas culturales” (p. 156).

Curioso es ciertamente el capítulo titulado “El aspecto de los escritores” en donde se atiende a un asunto pocas veces estudiado cuando se analiza la obra de los autores. Se parte en él nuevamente de la teoría bourdiana, en esta ocasión sobre el habitus, que de nuevo muestra sus insuficiencias en la figura de Luis de Tapia pues este “era tradicionalista en lo cultural y progresista en lo político” (p. 193) y ello se refleja de forma contradictoria en su atuendo. Ceballos Viro compone un delicioso capítulo lleno de erudición, salpimentado de cuantiosos ejemplos extraídos de la prensa de la época, sobre las distintas modas imperantes a comienzos del siglo xx y cómo cada escritor las asumía o las rechazaba en función de su ideario estético. Sin embargo, no faltaban en este punto cuantiosas contradicciones.

Meduloso es el capítulo siguiente que, con sólidos argumentos, arremete contra el tópico de la literatura comprometida que, según la historiografía consolidada, nacería en España a finales de los años veinte. Sin embargo, ya desde los últimos años del siglo xix existió una prensa republicana que no era ajena a los problemas sociales, a la que habría que sumar la prensa anarquista o socialista o incluso, como apunta Ceballos Viro, la pluma conservadora de autores como Concha Espina o José María de Pereda que proponían sus propias recetas para los males sociales. La vanguardia, como apunta el autor, no siempre fue vista como un fenómeno progresista y buena prueba de ello son las críticas que recibieron tales movimientos por parte de la anarquista Federica Montseny acusándoles de falta de responsabilidad moral.

En los dos últimos capítulos resurge la figura de Luis de Tapia a quien se inserta con múltiples argumentos dentro del “republicanismo radical”. La llegada de la ansiada República constituye para él como para otras figuras de viejo pedigrí republicano una especie de decepción pues muchos de los valores por los que había luchado fueron traicionados o asumidos por políticos arribistas e intelectuales de aluvión, sin auténticas convicciones democráticas. Paradójicamente, al contrario de autores como Rafael Alberti, Luis de Tapia opta por el silencio durante la guerra por considerar que, en aquella coyuntura, la poesía debía callar y no convertirse en un arma de combate. Poco después vendrá el olvido.

Libro de indudable interés en el que se dan cita asuntos variados pero que dialogan armónicamente entre sí, Álvaro Ceballos Viro ha conseguido ofrecernos un auténtico fresco de la literatura española de las tres primeras décadas del siglo xx en el que se deshacen de forma sugestiva no pocos lugares comunes, ayudando a proyectar miradas nuevas, limpias de anteojeras, sobre un periodo de nuestras letras ampliamente diseccionado. Las letras de la República es un libro muy incitante, de lectura amena y de sólida erudición, que obliga a la reflexión, aunque sea para disentir, un alarde de finura intelectual que debiera verse recompensado con el acceso a un público más amplio del que habitualmente transita por este tipo de terrenos.

Pablo Rojas
(Universidad Nacional
de Educación a Distancia, Talavera de la Reina)

Daniel Aguirre Oteiza: Ghostly Poetry: History and Memory of Exiled Spanish Republican Poets. Toronto: University of Toronto Press 2020. 369 páginas.

This Ghostly Poetry: History and Memory of Exiled Spanish Republican Poets de Daniel Aguirre Oteiza se divide en dos partes. La división no es gratuita, dado que la primera sección consiste en la acuñación de las preguntas de investigación y las teorías que apelarían a responder o, cuando menos, a comprender la complejidad de las respuestas tentativas. La segunda parte comprende las propuestas de lecturas, con la complejidad ya asumida. El hilo conductor de Aguirre Oteiza se compone de esta serie de preguntas que constantemente alimentan más cuestionamientos.

Las cuestiones principales serían: (1) averiguar cómo la producción de identidad nacional se une a la poesía como forma discursiva, en el contexto de la Guerra Civil española; a partir de ella, se intenta (2) dilucidar qué se debate en la actualidad respecto a la relación entre memoria e historia. Por último, Aguirre Oteiza examina (3) cuál es el potencial político y único de la poesía escrita en el exilio, si se considera, como él estima, que el periodo histórico desde donde se observa (primer tercio del siglo xxi) está marcado por discursos narrativos de memoria colectiva.

Camino a las respuestas, el autor acuña la idea de poesía ghostly, traducida como ‘espectral’ o ‘fantasmal’. Entiende que la poesía del exilio de autores como Jiménez, Cernuda, Aub, Segovia y Machado tiene un cronotopo peculiar, al tratar temas y lugares fuera del contexto donde escribieron. Dicha característica se incrementa conforme transcurre el tiempo, porque a la escritura con distancia geográfica se suma el alejamiento temporal. Aguirre Oteiza también declara que los poemas del exilio poseen un tejido verbal complejo y por tanto requieren lecturas minuciosas.

La justificación para nombrar y estudiar desde la complejidad yace en dos aspectos. Por un lado, la necesidad que tiene de problematizar la idea de nación, apoyada en un cúmulo de géneros discursivos (la poesía, entre ellos) cuyo factor común parece sostenerse en una sola idea de memoria colectiva, entendida como una voz uniforme ligada a hechos históricos. Emplea nociones de deconstrucción para cuestionar la uniformidad. De hecho, hace ver que la memoria colectiva consiste más en una noción con fines políticos que en una cualidad poética subyacente en todo texto. Por supuesto, hay memoria y esta se relaciona con hechos históricos, pero no es exactamente colectiva, sino más bien un cúmulo de testimonios que no son uniformes, como sí lo es un discurso político al respecto. Aguirre Oteiza emplea memoria y testimonios como parte de la jerga para leer y criticar los textos.

El segundo rasgo de complejidad que permite las lecturas mencionadas consiste en que los poetas y poemas elegidos permiten valorar intratextualmente las voces (voices) y las expresiones o lo expresado (voicings) como algo divergente y heterogéneo, inasible en la unicidad que lo colectivo-nacional representa hoy. El autor también se hace eco de Jahan Ramazani para respaldar dos factores que permiten la diferenciación entre voces y expresiones: los poemas analizados ejemplifican formas discursivas intergenéricas y transnacionales. Es decir, acopian o parten de discursos similares acuñados en otras formas, como códigos civiles, noticias, novelas, canciones, rezos, fotografía incluso –si se considera un uso retórico extendido–; y escriben desde otro lado, con lecturas en otras lenguas y provenientes de otras geografías y modos de producción. Aguirre Oteiza propone una lectura abierta a la pluralidad, no solo porque haya varios autores, sino porque apunta a quienes investigamos exploremos la diversidad subyacente en cada obra. En lo referente a los poemas exílicos es interesante subrayar que la memoria colectiva es cuestionada y el autor no intenta sustituirla con otra suerte de memoria, al contrario, enfatiza la cualidad enigmática del pasado como evento que no regresará y elimina nociones unívocas como historia nacional monolingüe.

Las lecturas se distribuyen alrededor de un vacío que ejemplifica mejor los efectos que la violencia que una guerra civil ocasiona. Esto último potencializa las consecuencias del título porque cuestiona las investigaciones que aceptan la idea de memoria colectiva basadas en los poetas y poemas que él analiza. Asimismo, al crear este vacío, la violencia y sus efectos se hacen visibles discursivamente: nada, nadie puede cerrar ese vacío porque toda recolección histórica o poética tendrá por fuerza voces y expresiones (voices y voicings) que faltarán. Lo pueden circundar, pero no llenar.

El capítulo de Max Aub, con la selección de poemas, es el mejor modelo de lo anterior, en particular los comentarios y críticas en torno a Antología traducida. En ella, hay heterónimos y biografías inventadas que dan cuenta de dislocaciones de voces, tiempos, espacios, lenguas. Algunos críticos señalan su condición de judío exiliado como pauta para este libro, pero Aguirre Oteiza da un paso más. Explica que, más allá del despliegue lingüístico y geográfico, las voces y expresiones de Antología traducida capturan memorias testimoniales que resultan heterogéneas y dislocadas, no solamente por la condición de exilio, sino por el vacío formado alrededor de un pasado que ya no es y de una idea que no prosperó, la República. Es entonces cuando, para Aguirre Oteiza, el texto de Aub cobra más sentido: no es la broma de un erudito, sino la pluralidad de voces testimoniales y puede abonar la memoria de la guerra y el exilio precisamente porque no intenta unificar voces, expresiones, ni formas discursivas.

This Ghostly Poetry responde a algunas de las preguntas que enuncia. Acepta que a la poesía como forma discursiva se une la producción de identidad nacional, pero el enlace es forzado y corresponde a agendas políticas, como sucede con la misma noción de identidad nacional. El texto apenas inicia la enunciación sobre qué está en debate en la relación memoria e historia. Entre los elementos cuestionados están: memoria colectiva, univocidad en las formas discursivas, historia única y, sobre todo, el uso de la poesía como (re)presentación de una memoria colectiva incuestionable y única. Respecto al potencial político y único de la poesía exílica, Aguirre Oteiza aclara que este potencial existe en tanto se acepte que la poesía no es un discurso político. Esto es, la potencia subyace en lo indecible de la poesía. Esto se relaciona con lo expresado por filósofos como Jacques Derrida y Alain Badiou: la fuerza, que no la esencia, de la poesía estriba en aquello que no dice. Sin embargo, lo indecible no conduce a un arrobamiento místico o romántico. Todo lo contrario, muestra aquello-que-es, sin hacerlo explícito. Esto significa que la supuesta unión de la poesía con discursos narrativos de memoria colectiva unívoca no es real ni permanente. En el mejor de los casos, es un enlace que converge más con testimoniales, si y solo proviene de comunidades, no desde una jerarquía de organización mono-nacional. Las poéticas enlazadas con testimonios son, por lo tanto, heterogéneas y múltiples, como la antología de Aub.

Una tarea pendiente para Aguirre Oteiza y el resto de quienes estudiamos literaturas ibéricas consiste en incorporar textos de otras comunidades o regiones lingüísticas, étnicas –no solamente políticas– cuyas formas discursivas (como la poesía o la narrativa) no fueron integradas al conjunto que llamamos ‘memoria colectiva’, si nos abocamos a los poemas del exilio, ni a la historia de la literatura, si se piensa fuera del cronotopo del libro. Ahora bien, el autor hace bien en cuestionar la noción de memoria colectiva a partir de lecturas críticas. Queda por explorar qué sucede y cómo se consideran testimonios, historias, comunidades y lenguas en formas discursivas escritas durante el mismo periodo en geografías que hoy son comunidades autónomas. Esto quizá sea materia para una investigación futura.

Alethia Alfonso-García
(Universidad Iberoamericana,
Ciudad de México)

Francisco Javier Ochando: Salvador Dalí: siete poemas sobre lienzo: un estudio de las relaciones entre su pintura y su poesía (1923-1950). Jaén: Universidad de Jaén 2019 (Estudios literarios. ‘El Niño de Noche’ Miguel Hernández y su Tiempo; 3). 350 páginas.

Tenemos en nuestras manos uno de los raros libros sobre la poesía de Salvador Dalí –un artista, un pintor conocido por sus cuadros surrealistas–. Francisco Javier Ochando estudia el Dalí menos conocido, el Dalí escondido, el escritor y poeta. En siete capítulos analiza los siete poemas que se refieren más o menos explícitamente a cuadros de Dalí. Mientras que mucha gente conoce las famosas pinturas El gran masturbador (1929) o La metamorfosis del Narciso (1936), los poemas correspondientes son casi desconocidos. Desde la edición de la obra escrita completa de Dalí en 2003-2006 (y la traducción del catalán al castellano), la visibilidad de esta obra literaria ha aumentado considerablemente. Sin embargo, es un gesto de deferencia reimprimir los siete poemas en el anexo del libro de Ochando. Las referencias a los cuadros o manuscritos no se limitan a las siete imágenes imprimidos en el anexo (de buena calidad), por lo cual los lectores tienen que consultar otras fuentes. Asimismo, el gran número de referencias a la obra de Dalí (a la pintura y otras formas artísticas como el guion cinematográfico, etc.) y al mundo literario y artístico de los siglos xix y xx en general demuestra la riqueza y la profundidad del conocimiento del autor. Las referencias se encadenan de una manera muy interesante que propone interpretaciones o explicaciones sin favorecer un determinado enfoque interpretativo.

Los siete capítulos y poemas son presentados en orden cronológico, reflejando el desarrollo artístico y biográfico de Dalí desde 1922 hasta 1948. En los primeros poemas cortos “Caligrama” y “Las sirenas”, de los años veinte, el joven Dalí se demuestra como representante de las diferentes vanguardias españolas, inspirado por el ultraísmo (Gómez de la Serna, Guillermo de Torres, etc.) hasta llegar al surrealismo. Es prueba de la perspicacia de Ochando que indique también la influencia de Apollinaire y Lautréamont que comparten Dalí y sus contemporáneos vanguardistas. Resulta en un “gusto por la sangre, el crimen y la muerte” (p. 30) y el interés por los tipos marginalizados de la sociedad madrileña. En este tiempo, Dalí forma parte del grupo de la Academia de Bellas Artes y la Residencia de Estudiantes, donde se encuentra con Lorca y Buñuel. Ochando reconstruye la personalidad del artista con ayuda de citas de sus escritos autobiográficos. De todas formas, hay que recordar que Dalí es bien conocido por sus juegos específicos que mezclan su obra y su vida para engañar a los lectores y espectadores. Por ejemplo, la visita al taller de Picasso en 1926 era sin duda muy importante en la vida y la creación artística de Dalí (cf. p. 22); no obstante, Ochando no se refiere ni en este contexto ni en otro lugar de su estudio a los poemas u la obra teatral de Picasso desde 1935. En general, la situación de los artistas-escritores (Dalí, Picasso, Miró, Duchamp, Rusiñol, Picabia, Cahun) en las vanguardias demuestra semejanzas, variando en cuanto a los estilos individuales. Ochando no se centra en estas interrelaciones, optando por analizar la influencia de los autores más canónicos; sin embargo, merecería la pena considerar en estudios futuros esta perspectiva comparativa que todavía no ha merecido la suficiente atención crítica.

El interés de Dalí en los tipos sociales que constata Ochando ya en el capítulo primero (p. 30) se muestra también y muy claramente en el poema “Las sirenas” (1925) y en los cuadros Burdel o el Nocturno de Madrid (p. 52). Con las referencias a Charles Baudelaire, Edgar A. Poe y Walter Benjamin, Dalí evoca todo el imaginario del siglo xix con la flânerie, la femme fatale y las masas. Comparte con sus colegas surrealistas particularmente la influencia de Benjamin y su lectura de Baudelaire, y las pautas del surrealismo repercuten muy claramente en su estilo literario/poético: refiriéndose a Raymond Roussel, Ochando habla “de la técnica ‘de fragmentación de palabras’” y de “mundos latentes dentro de lo inconsciente” (p. 62). Es exactamente esta técnica literaria la que se puede detectar en los poemas de Picasso u otros artistas.

En su “época lorquiana” de 1927-1928, Dalí pintó La miel es más dulce que la sangre, trabajó con Lorca y Buñuel en la película Un chien andalou y escribió el poema “Mi amiga y la playa” y el ensayo San Sebastián; Ochando explica esta red verdaderamente intermedial destacando motivos comunes y las técnicas visuales (fotográficas) empleadas tanto en la literatura como en la pintura. La pregunta si con “mi amiga”, Dalí se refiere a Lorca o a su hermana (Anna Maria) o a otra persona se queda sin resolver, y otra vez tenemos que recordar con el autor que Dalí juega con “un ‘falso recuerdo’” (p. 130).

Después de 1928 empieza la época de Gala, y los juegos con la autoimagen del artista y con la imagen de la pareja van aumentando en sus poemas y en sus pinturas. Los tres poemas largos “El gran masturbador”, “El amor y la memoria” y “La metamorfosis del Narciso” forman todos parte de la obra artística de Dalí y expresan una identidad sexual lúdica que Ochando comenta aludiendo a Freud, a la mitología antigua, a la leyenda de Guillermo Tell y a los surrealistas. La figura de Guillermo Tell es la conexión entre los poemas y los cuadros. Otros elementos de conexión son Gala y “el concepto temporal” que es particularmente interesante en la combinación entre la pintura y la literatura (p. 181).

Dado que el concepto temporal, con la memoria, el falso recuerdo, etc. es tan importante para la interpretación de Ochando, sorprende que no considere a Henri Bergson y su obra La materia y la memoria.

Resumiendo, podemos constatar que el libro agrega importantes lecturas a las interpretaciones puramente visuales de los cuadros. Las lecturas de los poemas no solo se demuestran como ayuda para explicar el arte de Salvador Dalí, sino también como valioso complemento de la historia literaria y cultural de las vanguardias.

Nanette Rissler-Pipka
(Universität Göttingen,
Niedersächsische Staatsund Universitätsbibliothek
Göttingen)

Manuel Alberca: Maestras de vida. Biografías y bioficciones. Málaga: Editorial Pálido Fuego 2021. 592 páginas.

La biografía es un género literario que aún no ha alcanzado en España el prestigio y la recepción que tiene en otros países europeos. Ello es debido probablemente a su estatuto genérico, a medio camino entre las normas o los preceptos literarios y los historiográficos. Se pueden señalar otros indicios que parecerían acertados, como el caso de las grandes casas editoriales españolas, que desde hace tiempo han venido considerando que es más beneficioso para sus haberes contratar traducciones de biografías escritas en otras lenguas o encargar biografías ad hoc a hispanistas europeos. Acierta posiblemente Alberca cuando señala en una conferencia y resume en la p. 18 del libro que no se conoce a biógrafos de lengua española que hayan sacado de una biografía lo suficiente para poder pagar los gastos que genera hacerla. La biografía parece ser por tanto todavía un género que resulta arriesgado practicar. A ello se suma, además, el hecho de que no es tan sencillo de abordar como a primera vista pudiera parecer, debido a su estatuto a la vez definido e inconcreto; y ello a despecho de la sencilla definición que le corresponde a la biografía: “Relato biográfico sobre un individuo que ha sido escrito y contado por otro”.

El ensayo que valoro comenzó su andadura con el encargo que cursó la editorial Espasa en 2001 al profesor Manuel Alberca: escribir una biografía del autor de Luces de bohemia para la colección “Vidas de escritores”. Como revela el autor en la nota aparecida en Zenda2, el futuro biógrafo aceptó la oferta “con más entusiasmo que oficio”; sin embargo, coronó la obra de manera convincente y satisfactoria para ambas partes: Valle-Inclán. La fiebre del estilo (2002). El estudioso observa en la nota citada que no quedó insatisfecho con lo alcanzado, pese a ser consciente de que se había contagiado del “virus” biográfico, por lo que siguió esforzándose en aclarar qué había de verdadero en las leyendas y los mitos sobre el autor de Tirano Banderas. El resultado fue una nueva monografía que el autor no duda en calificar de “canónica” en la nota de Zenda, titulada esta vez La espada o la palabra. Vida de Valle-Inclán (2015); y es seguro que no se equivoca en el epíteto, dado que esta segunda biografía fue galardonada con el Premio Comillas, que es la máxima compensación que se otorga en España al género biográfico.

Adelanto que en las páginas del último tercio de Maestras de vida encontrará el lector el capítulo noveno, que corresponde a la nutrida sección titulada “La ‘cocina’ del biógrafo”, pues deseo subrayar que es a la vez libro en el libro, tratado y manual del profesor, amén de ventana con vista al paisaje de la biografía para aprendices y adelantados (pp. 359-477). Ello es así, porque en este capítulo confluyen precisamente aspectos varios de la teoría y la práctica del canon biográfico; y, además, porque el autor aborda en este compendio destinado a los deseosos de conocer sucesivamente los elementos más característicos del género biográfico in toto: desde los componentes de la construcción del personaje a los biografemas o detalles menores del sujeto, de la poética de la biografía a la sintaxis narrativa, de la persona modal al sujeto que se vislumbra tras el personaje. En fin: de la aplicación del esquema de la consabida pareja historia (o sea, los acontecimientos que configuran el relato) y discurso (e. d., la forma en la que son presentados los acontecimientos) a varias dualidades más, entre las que figuran la avenencia o conformidad entre el rigor histórico y la maestría literaria. Y ello sin que el biógrafo deje de considerar que la ficción ronda –o incluso trata de penetrar en ella– la biografía. Alberca abunda en ejemplos prácticos procedentes de biografías varias perfectamente elegidos para ilustrar la teoría, que sin duda agradecerán los interesados que los consulten. Me limito a entresacar dos ejemplos referidos a Borges y a García Márquez, ambos traumáticos para los escritores y los dos recogidos por varios de sus biógrafos. En el primer caso, la lesión fue generada por su progenitor, cuando Borges tenía 19 años y aún vivía en Ginebra: “[...] su padre quiere iniciar a su hijo en el sexo, le lleva a un prostíbulo y paga a la prostituta para que se acueste con Jorgito. El resultado fue un verdadero fiasco. [...] de ahí saldría la famosa cita que se considera la cifra resumida de esta experiencia decisiva: ‘Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres’” (p. 443).

El pasaje referido al autor de Cien años de soledad, que el Nobel colombiano recoge además en su autobiografía Vivir para contarla y su biógrafo Dasso Saldívar desarrolla en García Márquez. El viaje a la semilla, dice así: “[...] la razón hay que buscarla en el viaje que, en 1950, con 25 años, hace el escritor con su madre a Aracataca, para vender la casa de los abuelos en la que Gabito había vivido de niño hasta los 10 años. La casa era sombra de lo que había sido; la ruina y el abandono se había apoderado del sitio, pero esto no impidió que la máquina del tiempo se pusiera en marcha. [...] en 1965, cuando García Márquez se pondría a escribir [...] Cien años de soledad [...] fue un viaje iniciático y decisivo [...]. En ambos casos los biógrafos han encontrado la clave explicativa de toda la vida de sus biografiados en un único hecho [...]” (pp. 443-444).

Otro texto breve y muy original es la auto-reseña que Alberca había escrito con ocasión del Premio Comillas, concedido, como sabemos, a su segunda biografía de Valle-Inclán. Se trata de un texto que seguía inédito y que recoge en la “Adenda” de Maestras de vida, titulado “El enigma-Valle-Inclán: La espada y la palabra [...] Auto-reseña” (pp. 539-545). En esa nota, Alberca sale al paso a las primeras biografías de Valle-Inclán, y en especial a la de Ramón Gómez de la Serna, que había tenido una recepción considerable y varias reediciones, por lo que la crítica había considerado al autor biógrafo principal de Valle-Inclán. Sin embargo, pese a que fueran al menos cinco los escritores y críticos que habían publicado biografías de don Ramón, la imagen del escritor resultaba aún excesivamente literaria, artificiosa e incluso histriónica. Alberca se propuso enmendarla al socaire de sus biografías “desmitificadoras”, sabedor, empero, de que era imposible escribir una biografía del autor de las Sonatas “definitiva”, debido sobre todo a las muchas penumbras que empañan su imagen. Alberca cita al respecto un pasaje de “El secreto de Valle-Inclán”, la semblanza de Manuel Azaña, quien lo trató mucho en los últimos años de su vida: “Valle-Inclán, el hombre más altanero, con nadie se confiesa, nunca declara su secreto sentir” (p. 543).

Es hora de subrayar que Alberca es uno de los mejores conocedores de las teorías de la autoficción y de los subgéneros autobiográficos, con publicaciones señeras, entre las que es de rigor destacar El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción (2007) y La máscara o la vida. De la autoficción a la antificción (2018), ensayo que ha sido reseñado en el número 72 de esta revista. De ahí que nuestro experto pueda afirmar que la biografía es un género “crítico y receloso consigo mismo”, porque incorpora “temas y formas propias de géneros como el ensayo, la historia y la autobiografía” (p. 288). O que testifique que la autobiografía y la biografía “son géneros vecinos y, por supuesto, diferentes”, y que “se superponen y se complementan” (p. 22).

Veamos los demás capítulos, hasta aquí todavía sin tratar.

Los primeros cuatro capítulos de Maestras de vida tratan de manera sistemática y exhaustiva las características, las especificidades y condiciones epistemológicas particulares del género autobiográfico (pp. 37-183). En los capítulos quinto y sexto traza un panorama histórico de las evoluciones y los cambios de la biografía en su devenir. En el séptimo (pp. 247-315) el estudioso describe y clasifica tanto las múltiples “formas y variantes del género” como los “registros limítrofes”, que en ocasiones pueden desconcertar o ser confundidos con otros registros confinantes. En el octavo (pp. 317-357) se consideran las aptitudes y “posibilidades como método crítico-literario”. (El capítulo noveno, “La ‘cocina’ del biógrafo”, ha sido glosado arriba.) El décimo (pp. 479-512) versa sobre las “posibilidades y los principios constitutivos” de las biografías memorables.

En la entrada –sin título– de veinte páginas, Alberca responde a preguntas relativas a los beneficios que aportan los conocimientos biográficos relacionados con tres cuestiones concretas: a) sobre el escritor y la justa comprensión y el equitativo análisis de su obra; b) sobre las dificultades que suponen para el biógrafo el recurso a textos autobiográficos como documento seguro y fehaciente, puesto que difieren al menos en cuanto al punto de vista de la persona narrativa se refiere (que en la autobiografía suele ser la primera persona, p. 23); y c) sobre la biografía, término bimembre (bios/graphein), que se ha transmutado en los últimos tiempos en creadora de ficciones que han superado el formato tradicional de antaño (e. d., el libro, sobre todo), hasta penetrar en otros medios audiovisuales y otros soportes y tecnologías con ánimo de potenciar el narcisismo biográfico del personaje (por ejemplo, vídeos de conmemoraciones varias o de defunciones de escritores, etc., pp. 32-33).

A fuer de sincero, ratifico que, si en la introducción del ensayo el autor afirmaba que su deseo y su propósito era colmar huecos “de la bibliografía española” y contribuir en un futuro manual o “breviario de urgencias para biógrafos o para personas interesadas en esta clase de trabajos” (p. 35), al llegar a la última página del estudio constatamos que Alberca cumple con creces, que ha superado en mucho sus objetivos, que el lector que cada uno somos queda admirado de sus saberes y de su capacidad de pulsar acordes insospechados, incluso para los expertos en el género biográfico. A lo dicho se suman las exhaustivas referencias bibliográficas, el índice onomástico y la referencia de los títulos de las obras biográficas tratadas.

Cabe además añadir que hay otros aspectos colaterales a la teoría biográfica en el libro; son asuntos que permiten seguir y calibrar las décadas del borboteo y la efervescencia de las teorías literarias desarrolladas en Francia en los años que parten de los comienzos del nouveau roman y se van desarrollando al socaire de los trabajos seminales de Roland Barthes, y corren a la par del structuralisme et post-structuralisme hasta concluir con El demonio de la teoría. Literatura y sentido común de Antoine Compagnon (1998), alumno de Barthes e ingeniero de puentes y caminos. Eran años en los que se daban altas correlaciones entre las teorías literarias y la literatura sensu stricto. Seguir esa senda y mostrar los aspectos que tendrían cierto interés en la presente reseña sobre la biografía y las bioficciones superaría con creces el cometido y sentido de la reseña.

Maestras de vida es un ensayo que conjuga de manera magistral la teoría y el análisis de la biografía, la erudición y la capacidad divulgadora, la enseñanza y la precisión en un lenguaje ajustado, conciso y hermoso. No en vano percibimos casi en cada página que la crítica es a la vez epistemológica y deontológica, como bien muestra Compagnon; y, a la vez, como quería Barthes, la crítica debe ser asimismo creación eficaz de textos para comprender y analizar con preponderancia textos literarios.

José Manuel López de Abiada
(Universität Bern)

José Romera Castillo: Teatro de ayer y de hoy en escena. Madrid: Editorial Verbum 2020. 442 páginas

Con su libro Teatro de ayer y de hoy en escena, José Romera Castillo, catedrático emérito de Literatura Española de la UNED, presenta una visión de conjunto muy informativa y detallada por donde discurre parte del teatro español a lo largo de su trayectoria y la actualidad que comporta.

En “Prolegómenos” (pp. 11-44), Romera Castillo presenta una selección de actividades llevadas a cabo en el Centro de Investigación de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías, fundado en 1991 y dirigido por él, relacionadas con el teatro: seminarios internacionales, proyectos de investigación, tesis de doctorado, publicaciones, etc., con el fin de enmarcar el gran panorama que detalla luego en los 18 capítulos de que consta el volumen. En efecto, en estos capítulos (pp. 45-439) se examina con pertinencia un amplio abanico de estudio que va desde el teatro áureo hasta el teatro de la más rabiosa actualidad. Veamos.

En capítulo 1, “Teatro clásico a escena” (pp. 45-74), se estudia tanto las publicaciones del SELITEN@T como las investigaciones sobre este periodo, poniendo de manifiesto la presencia en los escenarios españoles y americanos del teatro clásico; en el 2, “Cervantes a escena en el IV centenario de su muerte” (pp. 75-102), examina las puestas en escena de las obras de Cervantes con tal motivo; en el 3, “Entrelíneas teatrales del xix” (pp. 103-114), hay referencias al teatro de este siglo en escena; el 4, “Dos figuras históricas a los escenarios” (pp. 115-135), versa sobre Fernán González y Guzmán el Bueno; en el 5, “Entre trovadores anda el espectáculo” (pp. 137-152), el profesor Romera se detiene en obras de García Gutiérrez y Giuseppe Verdi; en el 6, “Panoramas sobre teatro de los siglos xx y xxi” (pp. 153-184) expone la gran labor científica del Centro de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías en este espacio cronológico; en el 7, “Teselas de un mosaico teatral español en los inicios del siglo xxi” (pp. 185-215), presenta las prácticas escénicas y los diversos congresos organizados por Romera Castillo y su equipo sobre los diversos temas relacionados con el teatro este periodo; en el 8, “Espacios en el teatro actual en español: algunas modalidades peculiares” (pp. 217-228) subraya la importancia de la categoría del espacio para la creación teatral, examinando diversos espectáculos al respecto; en el 9, “Apostillas sobre los Premios Max de teatro (2016)” (pp. 229-247), se examinan estos premios de teatro en sus diversas modalidades; en el 10, “El teatro como hilo de unión entre España-Europa y Europa-España: algunas calas” (pp. 249-273), se estudia con diversas ejemplificaciones estas relaciones; en el 11, “Creadores teatrales a los escenarios de hoy a través de técnicas metateatrales” (pp. 275-283) se examina la presencia del metateatro en los escenarios actuales; en el 12, “Algo más sobre dramaturgias femeninas en los inicios del siglo xxi” (pp. 285-307), se aborda esta aspecto sobremanera importante para la producción teatral en España hoy; en el 13, “Dramaturgas argentinas estudiadas en el SELITEN@T” (pp. 309-316); en el 14, “Teatro y homosexualidad: el World Pride Madrid 2017” (pp. 317-336); en el 15, “Teatro y erotismo: sex o no sex” (pp. 337-362), se examina, respectivamente, lo enunciado en los títulos de los capítulos; en el 16, “Teatro y música: el caso de Antonio Gala” (pp. 363-389); en el 17, “Musicales a escena: la fiebre del oro” (pp. 391-422), presenta datos sobre El Rey León y Mamma Mia!, entre otros; y, finalmente, en el 18, “Apostillas teatrales” (pp. 423-439), se traen a colación algunos mitos españoles y otros temas en la escena de hoy.

De tal manera, el volumen Teatro de ayer y de hoy en escena ofrece una excelente visión de los resultados de la investigación. Todos los capítulos van acompañados de una rica documentación bibliográfica, reproducciones de carteles, fotos de puestas en escenas y de teatros. La presentación detallada es de gran utilidad para todos los investigadores que deseen obtener una visión general de las diversas investigaciones, actividades y publicaciones del Centro de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías, así como de la producción teatral en España.

Cerstin Bauer-Funke
(Westfälische Wilhelms-Universität Münster)

2 LITERATURA LATINOAMERICANA: HISTORIA Y CRÍTICA

Mabel Moraña: Momentos críticos. Literatura y cultura en América Latina. Bogotá: Universidad de los Andes 2018. 496 páginas.

Mabel Moraña es un referente de la crítica latinoamericana en la actualidad. Ello se sustenta en su amplia obra, en la que reflexiona sobre diversos tópicos del presente y del pasado, por lo regular en un ejercicio transdisciplinario. El presente libro está integrado por artículos independientes que están unificados con una intención. En palabras de la autora, busca “crear puentes entre espacios diversos del saber, entre experiencias socioculturales, registros lingüísticos, culturas y dominios disciplinares”. Así, el libro suma a su ejercicio reflexivo siempre desde el baluarte de los estudios literarios y culturales.

Si bien guarda similitud en cuanto al título con su libro Inscripciones críticas. Ensayos sobre cultura latinoamericana (2014), la diferencia estriba en la modulación del pensamiento más desde la literatura, sin dejar, por supuesto, el tratamiento cultural. Con respeto de aquel, hay temas que se nota han sido madurados en el diálogo y con mejor sustento. También, se puede ver la reiteración en tópicos que denotan una continuidad y que requieren irse repensando; por ejemplo, el papel del intelectual en un contexto globalizado, la oposición entre nacional-cosmopolita, nociones de identidad, etc. Elementos que, precisamente, se conectan entre sí como “momentos críticos de una exploración ideológica de la cultura”.

Aun cuando se precisa el origen del contenido como artículos independientes, se nota un trabajo de selección y articulación que da unidad a las ideas expuestas bajo tres apartados. El primero está dedicado a los estudios literarios, dónde la autora trabaja temas como la producción poética, el género ficcional y el testimonial, entre otros. Hay, también, un cuidado en la línea cronológica que comprende desde la colonia hasta el presente; importa el punto de partida, ya que es donde se adquiere una conciencia criolla y ahí se asienta la fundación del canon literario y crítico americano. La pregunta que conduce este apartado es, ¿cuándo surge la institucionalización de la crítica y la historia literaria latinoamericana previo a la constitución de los estados nacionales? Lo anterior porque se descarga en el siglo xix el peso de adquirir una identidad como nación una vez lograda la independencia. Moraña habla ya de una cultura colonial en la que está manifiesta la tensión con la cultura criolla pese al dominio del conquistador y donde es posible, también, identificar ya una crítica e historiografía como prácticas reivindicativas.

Acusa la escasez de estudios críticos al señalar la abundancia de estudios monográficos y el hecho de que los críticos coincidencia en señalar a Andrés Bello como el iniciador de la crítica literaria de nuestro continente. Pero, nuestra autora identifica que el texto Discurso en loor de la poesía da validez a la poesía como una práctica consagrada por su ‘valor moralizante’ y que comprende las diferentes manifestaciones humanas. Para ella, lo que se ha realizado no son ejercicios críticos, sino, en el mejor de los casos, composiciones laudatorias. A la par de lo literario es posible identificar una formalización del mundo cultural que se afirma en los siglos xvii y xviii, también, como objeto de reflexión y análisis. Así, tanto la historia literaria como las “memorias” forman parte de una crónica cultural americana en la que es posible ver las tensiones generadas por un proceso cultural diferenciado en el Nuevo Mundo.

Por tanto, tendría que ser en las poéticas coloniales donde habría que ubicar la fundación del canon, así como el avenimiento “del pensamiento teórico-crítico e historiográfico”. Porque es aquí donde se puede apreciar ya la aplicación de contenidos estéticos legitimados por la tradición clásica y que rigieron en su momento la creación literaria definida por la ideología del dominador. Así, podríamos estar hablando, ya no de poéticas de la literatura, sino de poéticas de la historia literaria y, también, de una ciudad letrada colonial.

No se trata de una mera reproducción o apropiación, los productos literarios de la época permiten inscribir a América en los relatos de la cultura occidental, y desde ellos es posible escribir su historia. Por ejemplo, en el caso de Espinosa Medrano se puede identificar un valor productivo e interpretativo dado el valor exegético que la crítica le confiere. Hay, pues, para Moraña una hermenéutica criolla que crea sujetos, así como una producción ideológica de esa práctica cultural. Se trata de un espacio letrado en el que la letra es vista como un mecanismo de autorización que instaura un orden discursivo. Se consolida así un proyecto historiográfico como contra-discurso que reemplaza la verdad establecida por la verdad científica e histórica cuyas bases están en la documentación.

Hay que destacar las alusiones de la participación de la mujer en la construcción historiográfica, mismas que son un aporte y un reconocimiento de la voz femenina, de la presencia de la mujer con relación a las letras coloniales más allá de figuras canonizadas a manera de una genealogía del discurso femenino que forma parte, también, de ese pasado.

Siguiendo esa secuencia cronológica y el énfasis en el pensamiento criollo, para la autora hay una promoción de sujetos sociales y de sistemas de afiliación sectorial. Los conceptos ‘patria’ y ‘nación’ empiezan a manejarse como “ideologemas que guían la fundación del proyecto historiográfico americano” con miras a establecer desde ya una “República de la Letras”.

Para Moraña, el Barroco desempeña un papel importante en la valoración de esa producción poética que propone problemas crítico-historiográficos. Adquiere una significación relevante porque se plasmará en todo el desarrollo posterior de la literatura continental como resultado del proceso de imposición cultural y de una reproducción ideológica del dominado. En todo momento acompaña con textos que resultan iluminadores para comprender la problemática que plantea.

Es este periodo el del surgimiento de la conciencia criolla y de su posicionamiento como proceso reivindicativo, ya que la producción literaria, por un lado, expresa la integración del sistema dominante y, por otro, provee las formas y tópicos que denuncia la colonia como una sociedad represiva. Pero, el Barroco reclama una revisión, desde la periodización que se hace, por ejemplo, hasta ampliar un canon colonial porque debe verse como fundacional de la cultura hispanoamericana en el que se consolida la conciencia criolla.

Una vez trazadas esas líneas pasa revista, ya en el siglo xx, a la narrativa testimonial, cuyo aporte discursivo reside en su tono disruptivo y de justificación. Para nuestra autora se trata de un género a contracorriente que intenta anular la distancia entre el autor y el mundo representado. Un género diverso que comprende desde los testimonios de la lucha revolucionaria hasta los testimonios de la resistencia popular en el Cono Sur, siempre como relatos desde el margen. De nuevo, enfatiza el testimonio y la biografía femenina, aspecto que ya destacamos y que es importante porque permite desde el sujeto enunciador femenino iluminar la cultura dominante a la cual ha estado supeditada, y su testimonio es tanto una denuncia como un afán de reivindicación.

Los aspectos que le ocupan al final de este apartado tiene que ver con problemas que aquejan al presente y que obligan a reformular los conceptos de la crítica literaria desde la globalización cultural y el nomadismo. Ejemplo sobran para hacer las vinculaciones del orientalismo y la modernidad en América Latina. Lo anterior permite releer la historia continental en todos sus niveles de acuerdo con las nuevas formas de desmontaje ideológico y de crítica cultural.

El segundo apartado del libro tiene que ver con los temas de identidad, cultura nacional y tópicos andinos que resultan relevantes para la autora, ante todo, porque expresa que la región andina es un lugar de observación donde conceptos “como territorialidad, el localismo y el cosmopolitismo problematizan el tema de las identidades y obligan a repensar sus bases y sus alcances”. Si bien, en el apartado anterior el énfasis está en el pasado colonial aquí, el problema de identidad está asociado con el desarrollo de las culturas nacionales posterior al periodo de la independencia. Ya que es ahí donde se visualiza la nación como una unidad político-administrativa a la que se articulan cuestiones como la marginalidad, la violencia, la colonialidad, la transculturación.

El siglo xix representa un proyecto ambicioso al respecto, ya que la tarea consiste en articular formas de organización social y política en una diversidad de diferentes aspectos como lo étnico y lo ideológico. Si bien los conceptos de identidad y nación parecen trillados, la misma autora se pregunta si vale la pena seguir insistiendo en ello. Baste recordar las discusiones que motivaron el inicio del siglo xx con la intención de acentuar una identidad con el territorio local misma que se ve embestida por la presencia de las vanguardias. Justamente, para Moraña es que tiene vigencia y que no es hablar más de lo mismo porque sigue siendo un proceso de tensión entre lo local y lo global, ante todo, en el contexto que vivimos. De ahí que debamos repensar el tema de las identidades incorporando la fragmentación, la pluralidad, la sectorialización.

Se trata, por tanto, de articular el período formativo de las literaturas nacionales al proceso de formación e institucionalización de la nación. Orientado por la ideología de la transculturación como discurso crítico presente en las últimas décadas. De lo que se trata es de dar cuenta de las dinámicas globales para nada ajenas a nuestra historia ya que pareciera ser una ‘de especificidad sociocultural’. Ello permite, siguiendo el orden de ideas incorporar a la discusión las nociones del indigenismo enfrentado también a este proceso.

Para ejemplo, está la figura de Mariátegui y “la cuestión nacional” como tensión entre la interpretación discurvisa y el estatus epistemológico. Para el escritor peruano es fundamental recuperar al indio como sujeto histórico y político desde los márgenes de la nación moderna. De ahí también la vigencia de su pensamiento y su inclusión en los nuevos debates que tiene como punto de controversia la descolonización del saber-poder

Las dinámicas globales marcadas, también, por el flujo migratorio, redefinen al sujeto colectivo y sus formas de pensamiento. Son resignificaciones culturales que acentúan el concepto de multiculturalismo. Los textos subsiguientes de este apartado son ejemplos que refuerzan lo que consideramos uno de los puntos centrales de la obra: la tensión entre lo nacional y lo extranjero, lo local y lo global. Sucede con Antonio Cornejo Polar y los debates actuales del latinoamericanismo ante el discurso eminente derivado de la realidad migratoria que pone nuevamente sobre la mesa la noción del sujeto como una pluralidad étnica, lingüística e ideológica. También se ejemplifica con la controversia entre Arguedas y Cortázar en la que se replantea la función intelectual y las relaciones de cultura y política. Dos posturas que se estereotiparon bajo el cosmopolitismo europeizante y el telurismo militante.

Para Moraña importa repensar y proponer nuevos conceptos por la crisis generalizada de grandes proporciones durante la década de los años ochenta. No se pueden dejar de lado los cambios profundos que ahí ocurrieron y la significación que adquirió para reformular de nueva cuenta el concepto de identidad, por ejemplo, en la diáspora propiciada por el periodo de las dictaduras. Momento, también en el que pareciera haber un debilitamiento del paradigma de la cultura nacional por el cambio tecnológico y el enfrentarse a nuevas formas discursivas como resultado. Cambios, pues, que como ella señala, sin lugar a duda, afectan la geopolítica del conocimiento al ser notoria una desaparición de las fronteras disciplinarias, así como una hibridación de prácticas intelectuales.

El tercer y último apartado versa sobre el latinoamericanismo y los estudios culturales. Son artículos más cortos, más bien como ideas esbozadas para seguir profundizando en los temas ahí propuesto. En algunos casos podría verse como un señalamiento a otros de sus libros que versan sobre esos temas. Por ejemplo, el último apartado que trata sobre Pierre Bordieu remite a su libro Bordieu en la periferia. Capital simbólico y campo cultural en América Latina (2014). No quiere decir que demeritemos lo aquí expuesto, al contrario, remata muy bien los temas tratados con anterioridad, ya que aquí acudimos a una revisión del presente que engloba la diversidad del continente. Acentúa los conceptos de lo local, lo regional, lo nacional y lo global como aspectos inseparables de una problemática compleja. Abarca temas como el multiculturalismo, el posnacionaliso o los afectos.

Invita a reflexionar sobre los imaginarios posnacionales cuestionados por los flujos migratorios y que obligan a una reconfiguración y reterritorialización del latinoamericanismo. Habla desde su propia experiencia en la academia norteamericana, en la que identifica una rearticulación, por ejemplo, de los latino studies y de los estudios peninsulares. Lo pone de nueva cuenta como un territorio asediado y en resistencia, a imagen de lo sucedido en la época colonial. Por eso los estudios culturales no pueden perder de vista la acción intelectual y la recuperación de lo político. Debe haber, por ende, un disciplinamiento de los estudios culturales con esa orientación que incorpore nuevos tópicos en su agenda, como el multiculturalismo como estrategia de emergencia.

Finalmente, este libro es de una lectura imprescindible, en la que hay que destacar el binomio de lo literario y lo cultural. Son ideas en movimiento que buscan explorar, como ella misma lo dice “nuevas avenidas para una crítica latinoamericana capaz de empezar a leer a nueva luz una producción que presentaba nuevamente un desafío crítico”. Pienso, por ejemplo, lo que sucedió a finales del siglo xx con el grupo del Crack y las declaratorias de la antología McOndo, plasmadas en conjunto después en el libro Palabra de América. Ahí comparten las preocupaciones que Mabel Moraña pone aquí a discusión: el papel del escritor de cara al siglo xxi, la presencia de nuevas tecnologías, una nueva etapa político-social después de la caída del Muro y lo que eso implicó en cuanto a redefinir una identidad, no solamente individual, sino también colectiva. Es, por tanto, un libro que obliga a reflexionar acerca del lugar de las humanidades dentro de un panorama de cambios ideológicos y disciplinarios fundamentales, donde la literatura y la cultura siguen teniendo un lugar preponderante.

Ramón Alvarado Ruiz
(Universidad Autónoma de San Luis Potosí, San Luis Potosí)

José Luis de Diego: Los autores no escriben libros. Nuevos aportes a la historia de la edición. Buenos Aires: Ampersand 2019. 242 páginas.

“Los autores no escriben libros” es una frase de Roger Stoddard recordada con frecuencia por Roger Chartier para indicar la importancia de la historia material y de la mediación en la comunicación literaria, de la que se ocupa la historia del libro y de la lectura. Esa frase es la que toma José Luis de Diego para titular un libro en el que, partiendo de las herramientas de la historia material de la cultura y, particularmente, del espacio de pensamiento abierto desde la década de los ochenta por autores como Robert Darnton y Roger Chartier, De Diego trae nuevas aportaciones a la historia de la edición.

No es casual que De Diego parta de un texto citado en un libro de Chartier, ni que el volumen arranque con una reconstrucción de una historia reciente del campo y de la configuración de sus procedimientos y problemáticas más allá de la Argentina. Ese gesto nos muestra, en primer lugar, la conveniencia del conocimiento de esa historia para la práctica efectiva de dicho estudio. Y, en segundo lugar, cómo De Diego se inserta naturalmente –y con ello inserta al campo argentino– en esa historia internacional del problema (una historia de la que podríamos decir que, a priori, no le incluye).

Esa necesidad de ir más allá del contexto nacional sin por ello olvidarlo es un punto de llegada del recorrido de un autor que desde ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-1986) (La Plata: Al Margen, 2001) hasta la actualidad, pasando por libros como Editores y políticas editoriales en Argentina (1880-2000) (dir. José Luis de Diego. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006) y La otra cara de Jano. Una mirada crítica sobre el libro y la edición (Buenos Aires: Ampersand, 2015), ha ido ampliando progresivamente el radio de su indagación al tiempo que ha ido complejizando su objeto de estudio. En el texto que abre el libro (“Editores, políticas editoriales y otros dilemas metodológicos”) aparecen toda una aserie de “alternativas dilemáticas” (p. 13) entre editores y políticas editoriales; libro, edición y lectura; nacional y mundial; disciplinario e interdisciplinario; y cuantitativo y cualitativo que De Diego no pretende superar, sino desplegar. De hecho, a esas alternativas cabría añadir una más: la que opone a la teoría y a la historia. Aunque De Diego no la incluya como tal, su actitud aparece ya en las primeras páginas de su texto para justamente delimitar su espacio de pensamiento: “No se trata, en rigor, de dilemas, sino de retos que, planteados como arduas encerronas en el nivel de la reflexión teórica, a veces solo llegan a resolverse en el trabajo de investigación aplicado a casos específicos” (p. 13). De ese modo, la perspectiva empírica de De Diego no pierde de vista que las controversias teóricas, sin duda necesarias, no aceptan respuestas unilaterales, sino que su validez se juega en “el estudio específico de casos” (p. 20).

Ese primer texto, que constituye una presentación histórica y teórica de algunos de los principales hitos y problemáticas de un campo de estudios plural, fue, de hecho, presentado en Alcalá de Henares en un encuentro organizado por Fernando Larraz, Josep Mengual y Mireia Sopena, titulado “Hacia un marco metodológico y teórico para la Historia de la Edición”, que reunió a investigadores españoles y argentinos para pensar conjuntamente problemas teóricos y metodológicos en torno a la historia de la edición y cuyos resultados se han publicado en Pliegos alzados. La historia de la edición, a debate (Gijón: Trea, 2020).

En ese recorrido, se percibe “la necesidad de superar las barreras nacionales en nuestros estudios sobre historia de la edición” (p. 53) para estudiar una industria que está cada vez más integrada en “un mercado mundial” (p. 53). Desde sus primeras investigaciones hasta este libro puede percibirse un trabajo de problematización de las categorías teóricas y de progresiva abertura del radio de visión que permiten entender la especificidad de procesos que desbordan los marcos nacionales. Así, como señala De Diego, “el mercado de libros en lengua española funciona como un sistema, regulado por un equilibrio inestable” (p. 24), por lo que se hace posible estudiar las relaciones cambiantes entre espacios nacionales dentro de dicho mercado. De ese modo, la “época de oro” de la edición argentina, datada entre 1938 y 1953 –en la que se calcula que el 80% de los libros que circulaban por España provenían de Argentina–, está ligada en gran medida a la Guerra Civil española (147). Tras el período que va de 1954 a 1958, en el que se produjo un declive en la producción del libro argentina, en los años sesenta volvió a crecer. Ello permite ver que el llamado boom de la edición de la segunda mitad de los sesenta supuso, más que un crecimiento exponencial de la industria editorial, un cambio de dinámica. En vez de exportar libros, en un contexto de recuperación de la industria española, el mercado argentino apostó por las ventas en un mercado interno en crecimiento y una desespañolización de sus catálogos. Por lo demás, y siguiendo este mismo recorrido, los procesos de concentración empresarial de las últimas décadas vuelven inadmisible “un lugar común repetido en la Argentina” que postula “que el mercado del libro español es controlado por los españoles” (p. 190), cuando ya las grandes empresas editoras han pasado a formar parte de grandes conglomerados transnacionales. En esta misma línea, el último estudio del libro (“La literatura y el mercado editorial”) presenta el proceso de concentración empresarial que ha llevado a la transnacionalización de los grandes conglomerados editoriales y mediáticos, estudia la aparición de pequeñas editoriales especializadas y analiza algunas de las dinámicas actuales del campo. Junto a editoriales como Beatriz Viterbo, De Diego presta atención a editoriales cartoneras como Eloísa Cartonera. Por lo demás, el autor se ocupa en “Redes intelectuales y proyectos editoriales en América Latina” del Fondo de Cultura Económica, Ercilla, Sudamericana, Monte Ávila, Biblioteca Ayacucho, Eudeba, el CEAL y tantas otras, y estudia la transición de editores como Arnaldo Orfila del FCE a Siglo XXI y de Boris Spivacow de Eudeba al CEAL.

Como muestran las investigaciones de De Diego, el estudio de la edición es múltiple e implica constantemente la toma de decisiones en el recorte de objeto y en su problematización. E, igualmente, permiten ver que la discusión no puede plantearse en función de términos ni puramente teóricos ni meramente empíricos, ya que –como muestran sus propios trabajos– toda investigación se inscribe en unas coordenadas histórico-geográficas problemáticas que no permiten simplemente trasladar los métodos de estudio de un contexto a otro, pero sí hacerlos friccionar con otras prácticas, discursos y objetos.

Max Hidalgo Nácher
(Universitat de Barcelona)

Robert Kelz: Competing Germanies. Nazi, Antifascist, and Jewish Theater in German Buenos Aires, 1933-1965. Ithaca / London: Cornell University Press / Cornell University Library 2019. 355 páginas.

Este libro contribuye en forma muy significativa al estado de la cuestión de los teatros de habla alemana creados hace 80 años en Buenos Aires por inmigrantes de habla alemana. Enriquece y matiza el panorama de los estudios sobre el exilio alemán estudiando el Freie Deutsche Bühne (Teatro Alemán Independiente), creado por Paul Walter Jacob a comienzos de la Segunda Guerra Mundial con actores exiliados por los nacionalsocialistas, y el segundo teatro estable, el Deutsches Theater, que actuaba en y desde Buenos Aires durante el mismo período, dirigido por Ludwig Ney, que se conoce como Neybühne (Teatro Ney). Incluye en sus observaciones las visitas del grupo Deutsches Schauspiel, desde la Alemania fascista, en 1934 y del Teatro Riesch, asentado en el sur de Brasil. Completa luego la historia de los dos teatros hasta su disolución a fines de los años 60, cuando la embajada alemana atrajo a Buenos Aires el grupo teatral dirigido por Reinhold Olschevsky desde Chile.

Una pregunta del libro es hasta qué punto los dos teatros que se formaron a fines de los años 30 no se dirigían en forma hermética a públicos opuestos, o si desde el comienzo los límites eran traspasables, de modo que permitieran un acercamiento de las posturas después de terminada la Segunda Guerra, cuando cesaron las hostilidades políticas. Pero más que esto, Kelz también observa políticas paralelas en estos dos teatros: por un lado, la política de obviar el lúgubre destino mediante la representación de comedias, por el otro, la introducción de cambios significativos en las obras que se representaban. Cambios que, en el caso del Teatro Ney, exacerbaban el nacionalismo de las obras, con la finalidad de convencer a sus espectadores de la continuidad de espíritu entre las obras clásicas del teatro alemán con su propia ideología nacionalsocialista. Y en el caso del Teatro Alemán Independiente, suprimiendo elementos que pudieran hacer peligrar la existencia del teatro en el ambiente argentino de comienzos de los años 40, propicio al fascismo.

Luego de describir las metas de su libro y el panorama de la investigación previa, y de un capítulo sobre la situación de los germano-hablantes en Argentina, Kelz dedica su segundo capítulo a las trayectorias de Paul Walter Jakob, de Ludwig Ney y de algunos otros importantes actores en el escenario que despliega en los capítulos centrales, el 3, sobre el Teatro Alemán Independiente y el 4, dedicado al Teatro Ney.

Estos dos capítulos se ocupan de la instalación competitiva y la organización de los dos teatros, y traen cuidadosos análisis de las obras representadas y de la forma de representación, basados en las críticas que el autor rebuscó con mucha dedicación en periódicos y revistas asequibles en diferentes bibliotecas, ante todo de Alemania y Argentina.

Innova Kelz con respecto a la historia del teatro alemán en Buenos Aires por su interés por el Teatro Ney, que pese a su larga actuación no ha sido estudiado hasta ahora por otros autores. Se desarrolla la trayectoria y actuación de este teatro (cap. 4, pp. 171-225) analizando los distintos tipos de obras presentadas. El Teatro Ney comparte con el Teatro Alemán Independiente la preferencia por las comedias, pero las comedias a las que se refiere no pertenecen, como las del otro teatro, al repertorio internacional contemporáneo, sino al propiamente germano, mostrando obras dedicadas al campesinado destinadas a reforzar el nacionalismo del público. Ludwig Ney es descrito como un convencido adherente al nacionalsocialismo. Sus máximas y prácticas coinciden con las del teatro nazi en Alemania, según se muestra con sólidas citas, muchas de ellas extraídas sorprendentemente de la revista Der Deutsche in Argentinien, el boletín del frente de trabajo (Deutsche Arbeitsfront). Otras citas provienen del Deutsche La Plata Zeitung y de la revista Die Brücke, editada por el Club Alemán entre 1942 y 1944, entre otros. La teoría y práctica del Teatro Ney referente a la representación y el enunciado –la estricta escuela de pronunciar bien– de los textos clásicos alemanes se remontan a modelos en la lejana patria y calcan sus metas. A los grandes poemas dramáticos de Schiller, Goethe, incluso Lessing, se les adjudica actitudes y sentidos premonitorios de los ideales de camaradería, de una sociedad sin clases, de obediencia a un líder que se concretaría en el hitlerismo. Ney fue invitado a Buenos Aires por autoridades nazis en 1937, cuando estaba en el Paraguay. Su teatro estuvo establecido a partir de mayo de 1938. Fomentado por subvenciones de la embajada alemana pudo trabajar intensamente en la realización de las obras sin tener que orientarse por la compulsa de tener que vender sus puestas. En esto, estaba mucho más libre que su competidor Paul Walter Jakob, que encontró, sin embargo, un camino para mantener su troupe a lo largo de cinco años de nutridos programas.

Un subcapítulo (pp. 217-225) se dedica a sendas obras escritas en la Argentina por dos profesores de la Goethe Schule, residentes desde hacía varios años en el país, Otto Czierski y Werner Hoffmann (este había llegado en 1934 y estrenó la obra en 1942). Al trabajar un tema sudamericano, la historia de Ulrico Schmidl, el primer cronista de la conquista de los países del Plata, Hoffmann realza los mismos valores de germanidad que definen la postura del Teatro Ney, pero amplía la perspectiva hacia aspectos positivos del nuevo mundo que no se circunscriben a aquellos términos –y quizá por esta causa no fue representado por el Teatro Ney, sino por un grupo ad hoc–.

En el capítulo 3 (pp. 90-170) Kelz agrega a la bibliografía existente, bastante frondosa, sobre el Teatro Alemán Independiente un aspecto que faltaba en ella: cuidadosos y nutridos análisis de varias obras clave. Muestra cómo Jacob y su elenco adaptaban la selección de las obras a la difícil situación de cada momento, sin ceder a las presiones desde el lado sionista de preferir obras políticas (pero cuya puesta habría hecho peligrar la supervivencia material, mientras que sí la aseguraban las comedias que se presentaban preferentemente). Analiza también los cambios introducidos en algunos textos para que las obras pudieran representarse sin escándalo en el ambiente tendiente al fascismo (no solo entre los alemanes) de la Argentina de comienzos de los años 40.

El quinto capítulo presenta otra fase de la vida teatral germana en Buenos Aires, en la que, en cierto sentido, se invierten los roles de los dos grupos antagónicos. Jacob se granjeó desde 1945 en adelante el apoyo material y espiritual desde Bonn (ya que hasta 1952 faltó en Argentina una representación diplomática, que a fines de 1951 año fue reanudada por el embajador Hermann Terdenge), pero fue a costa de escisiones en su público y su elenco. Invitó a famosos actores alemanes a actuar en Buenos Aires, con mucho éxito internacional, pero se desmoronó su troupe, perdió parte de su público y el Tageblatt fue achicando las críticas que dedicaba a su trabajo. Finalmente, Jacob volvió a Alemania para volver a integrarse como director en el Teatro de Dortmund. En cambio, Ludwig Ney, luego de dos años de silencio, volvió a formar su elenco, llamado ahora Deutsche Bühne (Teatro o Escenario Alemán), retomó su programa de clásicos alemanes y comedias, y cultivó la acción teatral tal como venía haciéndolo durante la guerra, aclamado por el diario Freie Presse y la revista Der Weg. Él también estuvo relacionado con actores que invitó desde Alemania y logró una integración con la última ola de inmigrados de habla alemana, fugitivos por haber sido nazis o emigrados que temían el comunismo o una nueva guerra. Pero su camino lo llevó ante todo a integrarse en la cultura argentina; de ferviente nacionalista se convirtió en mediador de culturas, realizando giras por el interior en las que se presentaban las obras traducidas, logrando para ello ahora subvenciones de instituciones estatales argentinas. Solo en 1955, en los festejos de los 150 años de Schiller, se acercaron entre ellos exponentes de los dos grupos.

Ambos dejaron huellas visibles en el mundo teatral argentino: el Teatro Ney formó a jóvenes hijos de alemanes que luego se insertaron en la escena argentina; entre los actores del de Jacob se perfilaron, entre otros, el vienés Jacques Arndt, que actuó en numerosas películas locales y en la radio y Hedi Crilla, cuya escuela de actuación hizo mella en las generaciones que la cursaron.

Con estos excelentes capítulos el libro constituye una gran contribución a los estudios del período signado en la Argentina en otra forma que en Alemania por el nacionalsocialismo y sus víctimas.

En vista de esto, no quisiéramos aquí discutir los números en el comienzo del primer capítulo y en el comienzo del quinto. Los números son falaces en la historia de los alemanes en la Argentina. Pero, aunque sean contradictorios en varios autores, no conviene dar para un mismo fenómeno los números 100.000 y 40.000 sin discutir las razones de tal disenso (véase pp. 226-227) o hablar de 40.000 “war criminals” que llegaron a estas costas. Es sabido que ingresaron muchos conocidos nazis, pero toda esa inmigración de posguerra que llevó a que, en las calles de Villa Ballester o Quilmes, en el Gran Buenos Aires, todavía se escuchara el alemán hasta casi fines del milenio no puede ser caracterizada de buena fe como criminales de guerra.

Un problema del título es que parece anunciar tres grupos teatrales, de los que uno sería el judío. De hecho, ya funcionaba entonces un teatro judío en Buenos Aires, el IFT (Ídisher Folks Teater, Teatro Popular Judío; Kelz lo menciona en p. 54), fundado en 1932, que hasta los años 50 representaba solo obras en ídish. Paul Zech vio representado en este teatro una obra suya traducida al ídish. Pero el título de Kelz no se refiere a este teatro, sino a lo que era judío del Teatro Alemán Independiente y al interés que tomaban en él los sionistas, que formaban un grupo particular entre los emigrados.

Una pequeña observación final: dedicado a la emigración de germano hablantes en un país de habla hispánica, el libro, que está escrito en inglés, brinda todos los nombres de instituciones y de obras en traducción a este idioma. Simplemente dice: Strength through Joy por Kraft durch Freude, The Devil’s General por Des Teufels General (El general del diablo). Los únicos que se salvan son los títulos de diarios y revistas. No resulta fácil para cualquiera, en consecuencia, hacer uso del nutrido y muy útil “Index” (pp. 333-355).

Es un libro rebosante de datos, rico en las perspectivas que abre y con muchas informaciones nuevas, una contribución original a los estudios sobre nazis y antinazis en Argentina.

Regula Rohland
(Universidad de Buenos Aires
y Centro DIHA-Universidad
Nacional de San Martín,
Buenos Aires)

Gabriele Knauer / Ineke Phaf-Rheinberger: Caribbean WorldsMundos CaribeñosMondes Caribéens. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2020 (Bibliotheca Ibero-Americana 177). 414 páginas.

El libro que reseñamos supone una refrescante y recomendada revivificación de la tradición universitaria alemana de estudiar el Caribe desde sus inherentes pluralidades. Así entienden las editoras Gabriele Knauer/Ineke Phaf-Rheinberger la contribución de este volumen en su introducción, en la que trazan una genealogía clara de su obra en la labor que la asociación SOCARE iniciara en la década de los ochenta. Las editoras hacen especial hincapié en la labor de Ulrich Fleischmann (in memoriam), uno de los fundadores y mayores propulsores de dicha asociación. Con este fin, abren el volumen con una sección honorífica al estudioso. En esta, en primer lugar, se reproduce su artículo “The Formation and Evolution of a Literary Discourse. One, Two, Three Literatures” de 1994 y, en segundo lugar, Stephanie Fleischmann da una panorámica de la labor académica de su padre (1938-2011). De este modo, se muestra, por tanto, cómo el trabajo de Fleischmann cristaliza por su aproximación metodológica interdisciplinar el tenor del volumen que “viaja” –siguiendo la metáfora de las editoras– a través de los campos académicos. Son precisamente las disciplinas que cultivara Fleischmann –lingüística, estudios literarios y culturales, estudios transdisciplinarios con un desvío hacia la biblioteconomía y las ciencias de la información– las que sirven de base de estructuración del mismo.

Sigue el artículo de Ulrike Mühlschlegel/Christoph Müller, que constituye la sección “Library and Information Science Study”, en el que informa sobre las bibliotecas, los bancos de datos más relevantes y el mundo editorial en la zona caribeña. Con sus casos de estudio esbozan la historia y las funciones de las bibliotecas nacionales en Cuba y en la República Dominicana, el sistema bibliotecario de varios países y las características del mundo editorial. También se dedican a la descripción de las bibliotecas digitales útiles, como la Digital Library of the Caribbean o la Banque Numérique des Patrimoines Martiniquais.

“Linguistic Studies” contiene seis artículos: los de Jessica Stefanie Barzen, Miguel Gutiérrez Maté, Silke Jansen e Ingrid Neumann-Holzschuh/Evelyn Wiesinger se dedican al estudio de fenómenos bien distintos, pero coinciden en ofrecernos nuevas perspectivas, las cuales se deben a una combinación innovadora entre diferentes tipos de análisis y un enfoque interdisciplinar. Así retoman la diversidad inherente al Caribe enfatizada en la introducción y, al mismo tiempo, evidencian el enfoque interdisciplinar como factor unificador. Los artículos de Andre Klump y Gabriele Knauer/Alejandro Sánchez Castellanos coinciden, además, en el análisis del uso de la lengua en diferentes ámbitos públicos. Barzen encabeza el apartado con su artículo sobre el criollo de Samaná. El criollo de Samaná se considera como offshoot variety del criollo haitiano y se estima que su desplazamiento ha estimulado, entre otros aspectos, la conservación de rasgos más arcaicos. El estudio se dedica al análisis de la conservación de la ‘h aspirada’ basándose en entrevistas con 31 bi-/trilingües. Los resultados se comparan, además, tanto con las representaciones en los documentos más antiguos, como con el Dictionnaire étymologique des créoles français d’Amérique (DECA). Mediante este análisis novedoso, no solo aporta nuevos datos sobre el influjo de las variedades de oil (franciano/normando) en la creación del criollo haitiano y la presencia de la ‘h aspirada’ desde su formación, sino que actualiza la relación del criollo haitiano con otros criollos.

Gutiérrez Maté, por su parte, compara el palenquero (lengua criolla, Colombia) con el portugués del norte de Angola (sobre todo el de Cabinda, cuyas variedades evidencian una reestructuración parcial). El autor ilustra las semejanzas –a saber, un intenso contacto entre un sustrato kikongo y un superestrato iberorrománico– y los resultados divergentes para delimitar los procesos de criollización y los de reestructuración. Propone que la presencia de variedades L2 en ambos procesos puede ayudar a aclarar las dinámicas involucradas. Compara varios fenómenos morfosintácticos apoyándose en los primeros resultados obtenidos de su trabajo de campo en Angola/Colombia y en la bibliografía existente. Aunque algunas de sus observaciones sean más bien preliminares, plantea la idea prometedora para futuros trabajos de que los criollos presentarán estructuras más divergentes con respecto al influjo del sustrato, ya que “están en parte moldeadas ‘creativamente’ por universales lingüísticos” (131) y que las L2 tenderán a manifestar más calcos.

Silke Jansen trata la indexicalidad de género (IDG) en el caribe insular (variedad diacrónica), la cual consistía sobre todo en el uso divergente de parejas léxicas según el género de los hablantes (p. ej., los hombres decían nouna ‘luna’, las mujeres, cati, del caribe/arawak, respectivamente (cf. 143). Su estudio exacto de fuentes históricas permite extraer nuevas conclusiones: la IDG parece orientarse según el género del hablante –algo que contrasta con trabajos anteriores– y se materializa sobre todo a nivel léxico y en ciertos ámbitos de la morfología. Para aclarar la génesis de la IDG, toma en cuenta la construcción de la identidad y trabajos arqueológicos recientes que presentan al Caribe como “a series or as overlapping interaction spheres […] and communication networks” (155). Esta interesante línea de investigación permite suponer que la IDG está estrechamente vinculada con dinámicas de grupo y relaciones recurrentes entre la población masculina de las islas y los pueblos Kalina del continente.

Klump analiza el gran debate que se desató sobre el uso del francés en la CARICOM cuando en 2011 el presidente de Haití, J. M. Martelly, exigió la ratificación del francés (y no del kreyòl ayisyen) como lengua de trabajo de dicha organización. Klump lleva a cabo un análisis del discurso y presenta –de manera algo concisa– los argumentos de las diferentes posturas. Mientras que la mayoría de las intervenciones en Haití favorecieron el uso del kreyòl en la CARICOM, la comunidad francófona mostró su plácet sobre la selección del francés. Aunque se revelaran tendencias a incluir el kreyòl como lengua de trabajo durante el convenio de 2018, el asunto sigue pendiente. Knauer/Sánchez Castellanos se dedican al estudio de Cartel Político y Social (CPS) en el espacio público de Cuba tomando la teoría del paisaje lingüístico (PL) como punto de partida, aunque su análisis también presenta modificaciones de la misma; p. ej., en vez de analizar el PL a través de un mapping, lo exploran a partir de compilaciones periódicas de los CPS. Los CPS destacan por su carácter top down y en gran parte monolingüe y funcionan sobre todo en tres campos: el ideológico, el económico y el social. Los autores cristalizan las diferentes etapas de los CPS y las examinan teniendo en cuenta factores sociales y las relaciones icónicas, indexicales e intertextuales que parecen vinculadas al discurso revolucionario y la historia reciente de Cuba.

Cierran el apartado Neumann-Holzschuh/Wiesinger con su interesante artículo sobre elementos no provenientes del francés en el léxico de los criollos de Guyana (CG) y de Luisiana (CL). Así, las autoras llevan al lector a las periferias del espacio criollófono basándose en conceptos geolingüísticos. Analizan el léxico sistemáticamente mediante el DECA y revelan datos que, sin duda, dan la base a toda una serie de estudios de gran alcance. Descubren que un 11% del léxico de los criollos de base francesa en América (CFA) no proviene del francés. Poniendo bajo lupa los CG y CL, se encuentran solo 410 o bien 452 de los 4580 lemas no provenientes del francés y que sí existen en los demás CFA. Además, mientras que el CG comparte un 59% de estos lemas con las lenguas criollas del centro, el CL solo coincide en un 26%, lo cual parece corroborar su estatus periférico. Las autoras también se dedican a los africanismos, amerindianismos y las particularidades regionales. Los resultados demuestran el rol de los factores demográficos y socio-culturales en la formación del léxico e invitan a reconsiderar las nociones de ‘centro/periferia’.

En la sección “Transdiciplinary Studies” Jenny Morín Nenoff/Gabriele Knauer llevan a cabo un muy completo análisis lingüístico-discursivo de la evolución del concepto de ‘cuentapropista’ en función de los distintos modelos económico-sociales cubanos para demostrar cómo se instituye este como “ideologema de la alteridad” (256) que dificulta se desarrollen medidas políticas adecuadas para impedir la precarización de estos agentes socioeconómicos. Phaf-Rheinberger adentra al lector en el poco consensual estado de la cuestión sobre el papiamentu en Curazao a partir de la correspondencia de Rodolfo Lenz y John de Pool, cuya transcripción hasta ahora inédita se reproduce al final del artículo. La autora se centra en el análisis –quizá algo escueto– de la relación íntima que tenía la literatura escrita en papiamentu a finales del siglo xix y principios del xx con la del mundo hispanohablante en su opción de reproducir la diversidad social que evitaba la literatura publicada en holandés en la isla en ese periodo.

Los dos primeros artículos de la siguiente sección “Cultural and Literary Studies” se complementan armónicamente en tanto que el corpus de Jana Gohrisch corrobora en otra área lingüística las tesis Anja Bandau. Bandau se centra en el rol de los textos coloniales en los estudios postcoloniales a partir del estudio de caso de la literatura de la Révolution de Haití y Gohrisch trata la tematización de la esclavitud en la literatura caribeña anglófona post-abolición. Los textos post-coloniales anglófonos usan en ocasiones registros muy similares, si no idénticos (cf. Bandau 289) en la representación del “negro” a pesar de servir para diferentes argumentarios que domestican a los afrodescendientes (cf. 293). Estos, como hiciera el bon négre en los textos coloniales francófonos, se someten voluntariamente y, por lo tanto, con cierta agencia e ingenio a satisfacer las necesidades de sus antiguos amos en base a una interiorización de la ética protestante de clase media (cf. Gohrisch 323). Los artículos de Andrea Gremels, Paola Ravasio, Juan José Vélez-Peña y Sinah Theres Kloß analizan diferentes productos y prácticas culturales desde los años treinta del siglo xx a la actualidad: la revista Tropiques en Martinique, el vinilo Negritud de Eulalia Bernard en Costa Rica, documentales sobre la rumba cubana, la bomba y la plena puertorriqueña, la arquitectura y la moda de la comunidad hindú de Guyana. Los autores dilucidan lo que consideramos una variante discursiva de la lógica domesticadora de los grupos minorizados en las diferentes vertientes de los discursos de democracia racial que ocultan la desigualdad social, “racial” y de género que reina en el Caribe: la homogeneización blanqueadora y “occidentalizadora” de la nación y su apropiación blanqueada e invisibilizadora de la cultura de origen africano o afrodescendiente y/o de otros grupos minorizados, como los hindúes Madrassi de Guyana. Ambos grupos tienen en común, además, ser considerados poco respetables por la sociedad mayoritaria por provenir de clases sociales trabajadoras (cf. Vélez Peña 380, 388; Kloß 399). Así, estos artículos se constituyen como contraparte de los que abrían esta sección, ya que demuestran –si bien no todos recurren a esta aproximación teórica– el funcionamiento de la colonialidad del poder y su vigencia actual. Ejemplo de ello es la instrumentalización castrista de la rumba –surgida de la interculturalidad, pero practicada mayoritariamente por descendientes de personas africanas esclavizadas o trabajadoras– que la elevó a símbolo nacional para obtener divisas turísticas y para elevar en su ideología marxista al obrero “desetnizado” como el miembro más venerado del país, un discurso que no se corresponde con el “rechazo racista de la rumba, por parte de ciertos grupos en Cuba” (Vélez Peña 380).

Asimismo, los autores enfatizan las estrategias adoptadas por los afrodescendientes y otros grupos minorizados transculturados para hacer frente a la violencia epistémica. Gremels examina en la revista Tropiques la alianza revolucionaria entre el surrealismo de Breton y la negritud en su tratamiento “de lo maravilloso” como “método de lucha” (337) “para liberar las fuerzas vitales suprimidas por la lógica colonial que dicta la auto-percepción de inferioridad y una conciencia del yo que se funda en la negación” (333). Esta llamada al empoderamiento la retoma Eulalia Bernard en los años setenta en Costa Rica, como examina de manera especialmente lúcida Ravasio en su análisis de la “estética transmedial” del vinilo Negritud (p. 353). Ravasio analiza el texto, la música y la oralidad performada en este vinillo que combate a la comunidad imaginada “mestiza, hispanohablante y católica costarricense” (p. 348) y demuestra cómo Eulalia –descendiente de la diáspora negra secundaria o diáspora proletaria intercaribeña de finales del siglo xix y principios del siglo xx (349)– se inserta en una comunidad imaginada supranacional afrodescendiente y, por lo tanto, multilingüe y multicultural, que oscila entre identificaciones africanas y caribeñas.

Por último, Kloß muestra los procesos de estilización arquitectónica, de la vestimenta y del peinado “creole” del que se constituirá como “gurú” en grupos hindúes Madrassi en Guyana. Así, el autor cierra el volumen con un artículo que da una vuelta de tuerca más a las lógicas homogeneizadoras. Kloß desentraña cómo un grupo religioso minorizado y devaluado por el grupo mayorizado se apropia de estrategias típicas de la sociedad mayorizada para alcanzar respetabilidad a través de la acumulación de capital económico, lo que le provee, a su vez, de capital cultural.

Como ha mostrado el análisis de los focos principales, este volumen es un claro ejemplo de la necesidad de aproximarse al estudio del Caribe teniendo en cuenta su historia común y sus consecuencias en el presente. Sus contribuciones demuestran la efectividad de la aproximación metodológica interdisciplinar y multilingüística a sus productos y prácticas lingüístico-culturales que proponen sus editoras. Por eso mismo, hubiera sido más consecuente estructurar el volumen en torno a temáticas o momentos históricos que enfaticen el propósito de este libro (en vez de colocar las contribuciones en apartados de disciplinas estancas) e iniciar al lector en la temática con un encuadre teórico metodológico que también presentara los artículos en torno a temáticas o aproximaciones epistemológicas comunes o diferenciales. No obstante, no cabe duda de que este volumen destaca por la variedad y alta calidad de los trabajos expuestos y que se alcanza su propósito de manera efectiva.

Danae Gallo González
(Justus-Liebig-Universität Gießen) / Anne C. Wolfsgruber
(Humboldt-Universität zu Berlin)

Álvaro Santana-Acuña-Acuña: Ascent to Glory. How One Hundred Years of Solitude Was Written and Became a Global Classic. New York: Columbia University Press 2020 384 páginas.

Los estudios dedicados a la producción y recepción de artefactos culturales han experimentado una innegable productividad en las últimas décadas. Esto vale sobre todo para cierta corriente de acepción sociológica que abarca, para nombrar solamente algunos, desde los trabajos de Pierre Bourdieu y Roger Chartier hasta estudios más recientes dedicados al mercado del libro como el de John B. Thompson sobre los Merchants of Culture (2010) o el más reciente de Clayton Childress, Under the Cover: The Creation, Production, and Reception of a Novel (2019). Sin embargo, se puede observar una persistencia del hábito insuperable de la crítica literaria y del mercado del libro de ignorar o hasta velar las condiciones concretas de esos fenómenos de producción y de circulación de esos artefactos culturales (y literarios en particular); siguen prevaleciendo sofisticadas estrategias de mitificación tanto de la obra literaria como de su autor/a, que tiende a seguir una noción, en términos benjaminianos, aurática del arte y a ocultar las condiciones complejas operando en la creación artística mediante lo que Álvaro Santana-Acuña-Acuña en su brillante estudio sobre Cien años de soledad (CAS) llama “el momento newtoniano”: la reducción de las contingencias de la creación y del éxito de una obra a favor de un mito.

Frente a ese panorama, el primer gran mérito del estudio de Santana-Acuña es que va en contra de ese realismo mágico de la crítica y del mercado para hacer visible los múltiples y complejos factores que determinan la construcción de un clásico, como ha sido el caso de la obra de Gabriel García Márquez (el autor colombiano por su parte pareciera haber estado perfectamente consciente de la necesidad de ese tipo de mitos, lo que explica su desconfianza frente a la visibilidad de dichos procesos de creación a la que se refirió una vez en una entrevista con Playboy arguyendo que “es como si te pillaran en ropa interior”). En ese sentido, el trabajo de Santana-Acuña ‘desviste’ el mito de CAS con las herramientas de la sociología cultural que opone a las categorías del mito un enfoque en el funcionamiento de la industria cultural y de sus objetos. Esta, sin embargo, no se considera desde la nostalgia adorniana sino desde la fascinación por la complejidad de estos procesos para contar, en palabras de Santana-Acuña, “la historia social” de una obra literaria como CAS. Eso implica considerar, en primer lugar, los procesos de comodificación operantes en el mercado del libro y el uso de categorías y de un vocabulario correspondientes: el autor es un emprendedor cuyo éxito depende fundamentalmente de los contextos comerciales, tecnológicos y personales, de los “cultural brokers” capaces de conferirle visibilidad a su obra. Siguiendo esta lógica, el punto de partida del libro en el primero de un total de ocho capítulos es la deconstrucción del mito de la soledad en la que habría concebido y escrito García Márquez esa novela más vendida de la literatura latinoamericana. “Mever before had the solitary wrtier been so accompanied as a creator” (p. 10), afirma Santana-Acuña al analizar cómo la escritura y la publicación de CAS se debían de manera clave a una “networked creativity”. Con un impresionante detallismo Santana-Acuña describe cómo García Márquez hacía circular los capítulos de CAS entre amigos escritores y críticos y publicaba adelantos en diferentes revistas para luego integrar las reacciones de ese amplio público lector durante el proceso de escritura. El mito de la obra solitaria, de esta manera, queda desvalidado, tanto más porque Santana-Acuña demuestra que dicho fenómeno de un trabajo de creación colectiva aplicaba de igual manera para el proceso de escritura de los demás autores del boom como Fuentes, Donoso o Vargas Llosa.

Sin embargo, para que esta poderosa red de autores pudiera efectivamente constituirse, una serie de procesos y condiciones previos tenían que darse. Con gran talento de síntesis, Santana-Acuña traza esa historia previa al boom al analizar la invención de la etiqueta “literatura latinoamericana” como condición de su posterior exportación al mundo. Más que una constelación fortuita de un grupo talentoso de autores, el boom en esa perspectiva es captado como un proceso determinado por una integración regional y una cierta estandarización estética que se forjaba mediante un nuevo espacio social y estético común conformado por autores, críticos, revistas, editoriales, traductores, premios, etc. Esta observación, al igual que la descripción del trasfondo político de la guerra fría, del papel de la revolución cubana o de la dimensión transatlántica con Barcelona como centro de ese nuevo mercado transnacional no son novedades para el lector informado; pero Santana-Acuña tiene el don de comprimir y narrar ese trasfondo de manera muy concisa e ilustrativa, por ejemplo cuando retrata las problemáticas condiciones de la creación literaria antes del boom con su precariedad absoluta del mercado del libro latinoamericano, tirajes bajísimos, falta de circulación y la imposibilidad de vivir de la escritura. En ese sentido, cabe destacar el inmenso horizonte del estudio de Santana-Acuña y su capacidad de interrelacionar los grandes trasfondos políticos e históricos con la importancia de actores y fenómenos particulares. Estos últimos abarcan, entre otras, desde el rol de determinados ‘gatekeepers’ hasta factores como la falta de papel en la industria española hasta finales de los años 50 (cuya superación fue un criterio decisivo material para el boom de las décadas siguientes) o el rol de la censura franquista y del imaginario pan-hispanista.

Al analizar los múltiples factores que contribuyeron al éxito de CAS, el estudio de Álvaro Santana-Acuña nunca cae en la tentación de un relato teleológico, sino que, muy por el contrario, exhibe la consciencia de las enormes contingencias del mercado del libro y del factor del azar. Esto queda claro, por ejemplo, cuando el autor plantea que, si CAS se hubiera publicado, como era posible, con un editor de menor alcance (como Ediciones Era) en vez de una casa editorial de envergadura continental como Sudamericana, probablemente la falta de circulación y un “framing” totalmente diferente del libro hubieran conducido a que “another book would have occupied its position as the exemplary New Latin American Novel” (pp. 67-68). En relación a ello, es muy ilustrativo también el último capítulo del libro, que presenta cinco novelas latinoamericanas publicadas más o menos en la misma época que CAS, pero que no contaron con una recepción comparable. Así, por ejemplo, García Márquez y CAS, de haberse quedado el autor en Barranquilla en vez de dar el salto a México y a Europa, bien podrían haber corrido la misma suerte que novelas temáticamente parecidas a CAS como Los sangurimas del escritor ecuatoriano José de la Cuadra (publicada en 1934) o Casa grande del coetáneo colombiano de García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, que nunca trascendieron el estado de obras regionales. Parecido es el argumento en los casos de Lezama Lima y Paradiso (novela canónica pero no un clásico de público de masas por su complejidad formal), así como en el caso de El obsceno pájaro de la noche de José Donoso (que vio frustrado un éxito mayor por su personalidad y peleas personales con personas importantes dentro del campo literario de su tiempo) o del indigenismo de Arguedas.

Desde esa consciencia ‘contrafactual’ del estudio de Santana-Acuña se logra entender mejor la coincidencia de una serie de factores favorables en el caso de García Márquez que contribuyeron a ese “ascenso a la gloria” de CAS y de su autor: más allá de entender desde sus inicios el proceso creativo como actividad colectiva, también se destacan los años de aprendizaje estético y comercial de García Márquez y la pertinencia al grupo de artistas llamado “la mafia” en Ciudad de México. Es la perspectiva sociológica de Santana-Acuña la que confiere un nuevo valor analítico a estos hechos biográficos archiconocidos: así, por ejemplo, las actividades mal remuneradas de García Márquez en el mundo de la publicidad o en revistas de interés general no se reducen a meros episodios del genio en gestación, sino que se interpretan como importantes lugares de aprendizaje de García Márquez para entender, en un sentido sociológico, el gusto y los intereses de los que años más tarde serían su nuevo público lector. No obstante, hay que subrayar el hecho de que el estudio de Santana-Acuña nunca cae en una especie de positivismo absoluto en cuanto a su noción de la obra literaria. Reiteradamente, el autor insiste en el papel de la imaginación en el sentido de un potencial necesario para la realización de un ‘acontecimiento literario’ como lo fueron CAS y el boom. En el caso de García Márquez, ese paso decisivo fueron la estadía en México y la resultante posibilidad de concebirse y de ser concebido como un autor latinoamericano y no como un escritor colombiano. Resulta fascinante seguir esos procesos de concienciación de García Márquez que Santana-Acuña desarrolla a raíz de numerosos documentos de archivo, tal como cuando se refiere a la amplia colección de críticas de sus propios libros que coleccionaba y comentaba el autor colombiano o cuando en un ejemplo de critique génétique se analizan variaciones en la trama, las figuras y el lenguaje de CAS en base de los diferentes manuscritos de la novela de entre 1966 y 1967.

Mientras que los primeros cuatro capítulos son dedicados a la concepción y la creación de CAS, la segunda parte del estudio se dedica a iluminar los factores detrás del enorme éxito global de García Márquez y su obra cumbre con más de cincuenta millones de ejemplares vendidos y traducciones a más de 95 idiomas. La hipótesis que guía las reflexiones de Santana-Acuña es que dicho éxito no se basaba tanto en la labor de unos pocos individuos, sino que se debía a una compleja red de agentes y fenómenos que contribuyeron a la larga vida de la obra. Abarcando desde editores y libreros, premios y academias, hasta fenómenos materiales dedicados a CAS como estatuas o edificios, así como diferentes productos de consumo o el famoso campo petrolífero Macondo en el Golfo de México donde estalló la plataforma Deepwater Horizon en 2010. El recorrido del estudio se base en datos de 1967 a 2020 en más de 45 idiomas y de más de 90 países para fundamentar esa hipótesis. Su objetivo es relativizar la idea de la influencia de la crítica literaria profesional a favor del poder y de la importancia de lectores “comunes” para la longevidad de un clásico como CAS. Estos últimos, según Santana-Acuña, han adquirido una nueva visibilidad a través del mundo digital y la consiguiente posibilidad de poder observar nuevas formas de “cultural brokerage” (175). A través de análisis de reseñas de la red, por ejemplo, en Amazon, el estudio de Santana-Acuña da cuenta de las múltiples “indexaciones” de la novela desde el punto de vista de ese público y contribuye a explicar su continuo éxito porque ayuda a entender cuáles son los factores que llevan a ese público lector a conferirle importancia a una obra como CAS.

Esa forma de mezclar los testimonios de los coetáneos más famosos de García Márquez con las de lectoras y lectores anónimos de todo el mundo posee un atractivo innegable. Sin embargo, en esta segunda parte el libro ostenta una tendencia a una acumulación a ratos confusa de citas y anécdotas, de saltos entre esferas, lugares y tiempos, por lo que algo más de estructura hubiera sido útil. Algo superficial resulta también la parte que destaca la amplia recepción de CAS en otras literaturas del mundo: hubiera sido ilustrativo profundizar al menos en uno o dos breves ejemplos de cómo efectúan esas obras a nivel intertextual la referencia o la apropiación de CAS dentro de un contexto, digamos, nigeriano o chino. De manera parecida, hay una serie de puntos en los que el lector del libro de Santana-Acuña echa de menos una mayor problematización de algunos de los fascinantes detalles que el estudio colecciona. Ejemplos de esto serían, en la primera parte del libro, la pregunta de cómo podía ser que una institución como el Center for Inter-American Relations, que se situaba en las políticas de contención estadounidense de la Guerra Fría, pudiera, al mismo tiempo, promover la traducción de un título como CAS de la mano de un autor como García Márquez, quien tuvo prohibida su entrada a EE UU durante décadas. O, aún más importante: una perspectiva más crítica sobre la inmensa comodificación de la obra de García Márquez y sus consecuencias. La ausencia de este punto sorprende por el hecho de que justamente la sociología cultural reciente ha invertido no poco trabajo en investigar las transformaciones en las estructuras mismas del capitalismo cultural, capaces de explicar mejor esas formas de apropiación de artefactos estéticos por parte de otros segmentos del mercado para agregarle una plusvalía a sus productos de consumo. Hubiera sido sumamente interesante saber la opinión de Santana-Acuña acerca del papel de García Márquez y sus obras en esos procesos de estetización del consumo (vinos o marcas de ron dedicados a su obra son ejemplos que nombra el autor); también hubiera permitido una perspectiva más crítica detrás del discurso a veces demasiado celebratorio de Santana-Acuña en la segunda parte del libro con respecto a la vida globalizada y mercantilizada de CAS: ¿en qué sentido puede resultar problemático si una empresa petrolera como BP utiliza el nombre de Macondo en el contexto de su negocio destructor o un gobierno colombiano autoritario los mundos imaginativos de García Márquez para vender su marca país en el exterior?

A pesar de estos detalles y de un discurso didáctico a ratos algo excesivo (cuando el autor explica que el adjetivo gongorista viene de Góngora o que Harold Bloom fue uno de los críticos más influyentes del mundo), Ascent to Glory es un libro extremadamente erudito y entretenido. No solamente constituye un hito en los estudios críticos sobre la obra de García Márquez y el boom, sino que también representa una colección abundante de la vitalidad cultural de Cien años de soledad en el mundo y a través del tiempo, que se dirige de igual manera a un público especializado y a todas esas lectoras y lectores ‘comunes’ quienes tanto contribuyeron a transformar la novela de García Márquez en el clásico mundial que es.

Benjamin Loy
(Universität Wien)

Fernando A. Blanco (ed.): La vida imitada. Narrativa, performance y visualidad en Pedro Lemebel. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2020. 302 páginas.

La editorial Iberoamericana Vervuert publica La vida imitada. Narrativa, performance y visualidad en Pedro Lemebel, necesario volumen a cargo de Fernando A. Blanco en calidad de editor, prologuista y autor que reúne quince artículos en torno a la figura del escritor y performer chileno Pedro Lemebel (1952-2015), estrella radiofónica, cronista de las sexualidades disidentes en Chile, creador de la inolvidable Loca, personaje representativo del colectivo proletario y homosexual en la brecha histórica de la dictadura y el sida, y de la lengua marucha, la única voz capaz de formular las pasiones en los márgenes de la historia y la sociedad. Los ensayos se agrupan acertadamente en torno a tres secciones, “Perfiles y testigos”, “Crónicas y ficción” y “Performance, cultura radial y cine”, para componer un sólido volumen cuyo objetivo confeso es revitalizar las aproximaciones críticas al corpus del artista multidisciplinar que fue Lemebel dando cuenta de los aspectos menos explorados del mismo, y se lee, al mismo tiempo, como un emocionante homenaje académico a su figura.

Abre la sección “Perfiles y testigos” el crítico y editor Ignacio Echevarría con su “Conversación en Radio Tierra”, un ameno relato con sorpresa narrativa final que indaga en el punto de inflexión del breve idilio literario que mantuvieron Pedro Lemebel y Roberto Bolaño: una tarde radiofónica llena de desaciertos y malentendidos que marcó el inicio de las desavenencias entre ambos. Para ello, Echevarría arma un certero testimonio, además de prolijo en detalles, que se sostiene en la reconstrucción de los antecedentes al programa radiofónico de Lemebel, de la propia emisión y de los desencuentros posteriores. Le sigue la interesante indagación a cargo de Jorge Fornet, director de Casa de las Américas, bajo el título de “Un escritor que se expone”, de la impronta mutua que dejaron Lemebel en Cuba y Cuba en Lemebel durante las dos visitas que hizo el escritor chileno a la isla. Una huella que es posible seguir a través de tres dispositivos: las crónicas lemebelianas desde La Habana, la memoria de su espectacular intervención en la sala de la institución cultural cubana y, por último, un intercambio de correos electrónicos con el propio Fornet que se interrumpe drásticamente poco antes de su muerte. A continuación, Fernando A. Blanco nos brinda la oportunidad de asistir en “La Frida no envejeció. Yo soy la Frida envejecida”, la última performance de Pedro Lemebel”, mediante su emotivo testimonio, a la genial puesta en escena que llevó a Lemebel a encarnar a una Frida Kahlo que nunca llegó a ser, una Frida envejecida, catártica, reflexiva sobre la vida y la muerte justo en la frontera difusa que la enfermedad traza entre ambas. Jovana Skármeta, por su parte, realiza un mapeo mediático de un mediático Lemebel en “La obra literaria de Pedro Lemebel en los medios de comunicación”, desde la primera nota de prensa sobre la primera intervención de las legendarias Yeguas del Apocalipsis hasta el éxito de crítica de Tengo miedo torero, pasando por la censura, las polémicas, las portadas y, en última instancia, la victoria literaria. Para certificar la vocación mezclada, compleja y variada del volumen, y cerrar la primera sección, nada mejor que las declaraciones del propio autor sobre los mapuches, sus padres, los sueños y un sinfín de anécdotas en la singular y motorizada “Entrevista: ‘El corazón de Pedro Lemebel’” por Montevideo que le hizo Roberto Echavarren en 2009.

La sección “Crónicas y ficción”, por su parte, profundiza en las conexiones y las ramificaciones de la obra del Pedro Lemebel sobre todo narrador, perfórmata y activista, pero también cronista. Sucede así con el imprescindible “Nostalgia de la oscuridad: acción clandestina y amor furtivo en Tengo miedo torero de Pedro Lemebel” de Brad Epps, que arroja luz sobre la estructura especular de la única novela de Lemebel, preñada de paralelismos y antagonismos, contradicciones y sincronías, coexistencias y divergencias, utopía y distopía, ruina y memoria, adentrándose así de lleno en el valor de la memoria histórica en Lemebel. Con “El mariposario enfermo: Pedro Lemebel y las metástasis de archivo”, que tal vez estaría mejor ubicado en la sección anterior, dado su marcado carácter testimonial, Javier Guerrero rememora su encuentro terminal con el escritor a propósito de la posibilidad de un archivo de manuscritos, inéditos, recortes e imágenes, y propone un recorrido por crónicas, manifiestos, acciones y fotografías en relación a la violencia y la enfermedad que hace encajar las primeras piezas del puzle Lemebel. Gilda Luongo, por su parte, activa la mirada CSI, que diría Rodrigo Fresán, o el “ojo sospechoso”, como lo llama ella misma, en el apelativo “¿La ciudad de las mujeres? Una ética-política en tus crónicas, Pedro Lemebel” para establecer una necesaria y solicitada lectura en clave feminista, queer, decolonial. La última pieza del bloque la encaja “Modalidades de violencia y resistencia política en Tengo miedo torero de Pedro Lemebel”, a cargo de Cristián Montes Capó, que supone una nueva aportación al estudio de su única novela en su acertado rastreo de las múltiples formas de violencia –violencia de estado, estructural, sistémica, machista– que golpean Chile durante la dictadura de Pinochet, época ominosa en que transcurre el relato de la Loca del Frente.

La última sección del volumen, “Performance, cultura radial y cine” refleja con mayor claridad el compromiso de ampliar los estudios críticos sobre Lemebel y su obra atreviéndose con puntos de vista novedosos y temáticas no tratadas con anterioridad, al menos no lo suficiente, y se abre con dos textos que ratifican este empeño: “La práctica de la performance de Pedro Lemebel”, de Dieter Ingenschay, que da cuenta de la meticulosidad, la reflexión y el pulso, así como la intención política subversiva o memorialística que subyacen en su actividad performativa, y “El neoprén como materialidad intertextual en las dos últimas performances de Pedro Lemebel: Desnudo bajando la escalera y Abecedario” de María José Contreras Lorenzini, que explica la elección del adictivo pegamento, a la vez poderoso combustible y lacra social, en algunas de sus actuaciones. “La fotografía en la obra de Pedro Lemebel” de Florencia San Martín nos propone examinar con detenimiento, de la mano de Barthes, entre otros, algunas de las instantáneas que aparecen distribuidas a lo largo de sus publicaciones, conformando así un corpus alternativo que opera en contra de las dictaduras políticas y de mercado para, en última instancia, reivindicar el papel de los cuerpos femeninos disidentes. “La loca cuerda: Lemebel y el cine”, firmado por el crítico literario y cinematográfico Jorge Ruffinelli, describe y comenta la adaptación al cine del relato “Blokes” en el cortometraje de Marialy Rivas del mismo título, junto a los documentales dedicados al autor chileno, Pedro Lemebel, corazón en fuga de Verónica Quense y Lemebel de Joanna Reposi. “Un cielo en un infierno cabe: Cancionero de Pedro Lemebel” de la investigadora canaria Ángeles Mateo del Pino demuestra sobradamente la poderosa influencia de las emisiones radiofónicas del escritor chileno tanto en las crónicas como en la novela Tengo miedo torero, y nos traslada hábilmente al tiempo en que el escritor chileno se convirtió en voz, en una voz fundamental, habitual, familiar, capaz de conectar con un público mucho más amplio, y también más popular, que aquel al que podía aspirar el libro impreso. Cierra la sección y el volumen el preciso “Canciones y cantantes en la obra de Pedro Lemebel”, por Daniel Party y Luis Achondo, que evidencia no solo la importancia de las canciones y los cantantes en las crónicas del autor chileno sino la estrategia que subyace en cuanto a reclamar la atención sobre su texto, sobre su crítica social, sexual o política, e incluso la jerarquía que existe entre las mismas.

Concluye así, sin leer a Pedro leyéndole, un volumen necesario que se suma a la ingente actividad crítica sobre un artista polifacético, fundamental para entender las letras hispánicas desde Chile a finales del siglo pasado y comienzos de este. No solo valiosa contribución crítica al estudio del corpus lemebeliano, sino, al mismo tiempo, necesaria celebración y reivindicación del autor, del activista, de la persona. Un verdadero viaje crítico, a la vez una apuesta y una experiencia literaria, que puede contar, entre sus numerosos aciertos, el de subrayar la veracidad de aquello que escribiera Roberto Bolaño: “Nadie llega más hondo que Lemebel”.

Josué Hernández Rodríguez
(Universidad de Las Palmas de Gran Canaria)

Valladares-Ruiz, Patricia: Narrativas del descalabro. La novela venezolana en tiempos de revolución. Woodbridge: Tamesis 2018 (Colección Támesis. Serie A: Monografías, 380) 192 páginas.

“Contratiempo, infortunio, daño o pérdida”, así registra el DRAE la definición para descalabro, pero más que referirse solo a la adversidad o al perjuicio producidos como consecuencia de un hecho desafortunado, el descalabro también nos lleva a pensar en irrupción y en caos porque, como sugiere su origen etimológico, descalabrar es producir una herida en la cabeza que, inevitablemente, causa daño, pérdida de rumbo y confusión.

Este término constituye el núcleo conceptual de la investigación que la profesora e investigadora venezolana Patricia Valladares-Ruiz lleva a cabo en Narrativas del descalabro. La novela venezolana en tiempos de revolución. Este libro analiza las formas a partir de las cuales el descalabro de la política nacional se ha transformado en una de las temáticas predominantes y objeto recurrente de representación de la narrativa venezolana actual y ha delineado, en buena medida, el espacio de la ficción literaria venezolana del siglo xxi. Como bien demuestra Valladares-Ruiz a lo largo de su libro, estas narrativas además han adquirido un potencial crítico al devenir en herramienta de reflexión en el presente sobre el autoritarismo y la crisis social, política y económica del periodo revolucionario, así como sobre fracaso político del Estado moderno venezolano.

La vigencia de este libro reside precisamente en la aproximación que hace a la narrativa –principalmente novelas– venezolana del siglo xxi desde la agudeza de identificar el descalabro como una de las experiencias que define el imaginario venezolano y el campo cultural venezolanos actuales. Aun cuando buena parte de estos relatos parecieran continuar la tradición de lo referencial nacional de la narrativa venezolana precedente, Valladares-Ruiz demuestra que la práctica literaria del nuevo milenio en Venezuela se ha constituido en un ejercicio de resistencia que ha repercutido asimismo en la recepción de los discursos públicos, todo ello como parte del impacto que ha generado en la sociedad venezolana la instauración de la llamada Revolución bolivariana a partir de 1999 con la llegada al poder de Hugo Chávez Frías.

Así, desde la “Presentación” del libro, Valladares-Ruiz da cuenta de las transformaciones del campo cultural venezolano que se producen a partir de 1999 –y que se han recrudecido debido a episodios como la enfermedad y muerte de Chávez, la sucesión y gobierno de Nicolás Maduro, las protestas estudiantiles de 2014 y 2017, la crisis alimentaria y sanitaria de 2016, entre otros–, enfatizando las carencias de un corpus literario revolucionario que tuviera el impacto que sí han tenido y continúan teniendo las narrativas disidentes que cuestionan los discursos hegemónicos y la reescritura de teleologías históricas impuestos por dicho proceso revolucionario. De esta forma, Narrativas del descalabro. La novela venezolana en tiempos de revolución presta atención al fenómeno ocurrido con la novela venezolana en el siglo xxi, la cual “se ha erigido como un observatorio crítico y creativo de la escena política en la Venezuela del periodo revolucionario” (p. ix), especialmente a partir del análisis de las propuestas estética y políticas de quince textos narrativos –catorce novelas y un libro de crónicas– publicados entre 2002 y 2015, que exploran diferentes estrategias discursivas –alegóricas, especulativas o referenciales– y que conducen a Valladares-Ruiz a examinar “cómo estas ficciones hacen tambalear la reescritura de la historia, el nuevo contrato social y el culto personalista a Hugo Chávez, al tiempo que denuncian las contradicciones del aparato ideológico de la Revolución y el Estado fallido”, a la vez que analiza “los mecanismos de inscripción de subjetividades disidentes en estos textos y su capacidad de vehicular compromisos políticos y éticos desde el quehacer literario” (p. x).

Esta ambiciosa a la vez que rigurosa investigación organiza dichas ficciones en cuatro grupos temáticos precedidos por un excelente capítulo introductorio en el que elabora una sólida panorámica del campo literario y editorial venezolano de las últimas décadas y su relación con el contexto sociopolítico venezolano durante la Revolución Bolivariana. Asimismo, y en una constante que define el ejercicio crítico de este libro, nos encontramos como característica común a todos los capítulos el mérito de leer la actualidad literaria a partir de la contemporaneidad e inmediatez de muchos de los acontecimientos políticos que la contextualizan y que son oportunamente registrados en el libro.

El primer capítulo, “Campo cultural y narrativas disidentes del periodo revolucionario” sirve de marco introductorio para establecer el contexto histórico, social, económico y literario en el que se inscriben tanto las novelas como los análisis de las mismos. La importancia de este capítulo reside en el hecho de ofrecer una perspectiva amplia y documentada sobre acontecimientos que pueden escapárseles a investigadores e investigadoras de otros contextos diferentes del venezolano, pero, sobre todo, destaca por reflexionar sobre la directa repercusión que tuvieron en el campo literario venezolano las políticas culturales de Hugo Chávez y su gobierno para implementar lo que Valladares-Ruiz llama “la hegemonía revolucionaria” –políticas culturales que, como señala más adelante, resemblan aquellas que han estado al servicio de la Revolución Cubana–. Esto último constituyó así no solo un punto de inflexión en las políticas culturales estatales, sino que fue también la razón de las tensiones que se produjeron al interior del campo cultural venezolano y que repercutieron finalmente en la persecución, exclusión y autoexclusión del respaldo institucional para los y las escritores disidentes con el gobierno. En consecuencia, la creciente autonomía de este grupo de escritores y escritoras se tradujo en una rápida concienciación sobre la responsabilidad del ejercicio literario y en la emergencia de iniciativas privadas, ajenas al gobierno, que resultaron en la creación de un sistema de promoción y gestión culturales –editoriales, premios, etc.– paralelo al estatal, el cual fue rápidamente objeto de ataques políticos y víctima de la crisis económica que comenzó a agudizarse aún más en Venezuela a partir de la segunda década del siglo xxi.

En este contexto, como recoge Valladares-Ruiz, el público lector tuvo también un lugar protagónico al reclamar ficciones que pudieran explicar el porqué de la realidad nacional, de allí sin duda la importancia que adquirieron la novela –particularmente las de corte histórico– y el ensayo, así como las diferentes publicaciones periódicas y las iniciativas editoriales que respaldaron el fenómeno de la creciente popularidad de la literatura venezolana entre lectoras y lectores principalmente de este país, porque, aun a pesar de la diáspora y de la relativa popularidad de ciertos escritores y escritoras venezolanos en el exterior (donde el grueso de estos publica en la actualidad), el público lector de estas narrativas y de las más recientes ha sido y continúa siendo mayoritariamente venezolano.

De esta forma, apunta Valladares-Ruiz, la polarización política vino a ocupar y a ser uno de los factores determinantes para la creación de espacios y prácticas para la producción cultural –los concursos literarios son otro ejemplo de esto último–, alimentando la existencia de un campo cultural venezolano alternativo al régimen bolivariano, y por ello víctima de la crisis económica y de la vigilancia estatal. Aunque el libro podría haberse enriquecido aún más de haber incluido una reflexión un poco más detallada y analítica de las ficciones revolucionarias adeptas al régimen, los argumentos que abordan las dinámicas del campo cultural alternativo nos permiten visionar la amplitud de temáticas y experiencias críticas que recorren este universo literario, “tales como la represión de subjetividades disidentes y otras manifestaciones de la violencia de Estado, la delincuencia, las alarmantes cifras de homicidios, la crisis energética, el desabastecimiento, la corrupción política, el clientelismo y la militarización de los espacios públicos” (6). La idea de la disidencia –de sujetos y narrativas disidentes– constituye una aproximación interesante para nombrar el posicionamiento que caracteriza a estas ficciones, aun cuando el uso esta terminología pierda peso en los capítulos posteriores.

Como he mencionado anteriormente, el “itinerario crítico” que desarrolla Narrativas del descalabro. La novela venezolana en tiempos de revolución se organiza en cuatro capítulos definidos a partir de cuatro ejes temáticos: las novelas de la violencia y el descalabro social, la aproximación a la crisis política a partir de la experiencia migratoria, la representación de la inmediatez política y, finalmente, la representación ficcional de la historia política de la Venezuela contemporánea. Los y las autoras que integran el corpus varían por su trayectoria, así como por el lugar de publicación de sus textos. En este sentido son pertinentes las observaciones generales que hace Valladares-Ruiz en relación con las desigualdades entre los y las escritores venezolanos, donde estos tienen una mayor presencia en el quehacer literario nacional; así como el apunte de las diferencias de clase y raciales que caracterizan la tramas argumentales de las novelas analizadas, en las que “los personajes predominantes son mayoritariamente hombres, pertenecientes a los estratos sociales medios y altos, educados (muchos de ellos intelectuales), urbanitas (casi siempre caraqueños), heterosexuales, blancos y adversos al Gobierno revolucionario”, mientras que los personajes identificados como “chavistas” son representados como “partidarios del gobierno, de clase baja, con menos educación formal, provincianos, homosexuales, no blancos, extranjeros y practicantes de cultos afrovenezolanos”. Estas diferencias han traído como consecuencias la “monopolización discursiva de subjetividades subalternas –a excepción de ciertos grupos, como las minorías sexuales– por parte del Gobierno revolucionario”, así como la respuesta, por parte de los discursos disidentes, de construir un “nosotros” igualmente totalizador y excluyente (pp. 21-22).

En correspondencia con los ejes críticos en torno a los que se ordenan las propuestas literarias de estos relatos, el capítulo dos, “La narración del mal: violencia, crisis moral e institucional en la novela venezolana del siglo xxi”, analiza un corpus de novelas en los que las formas estructurales, performativas y simbólicas de la violencia adquieren dimensiones catastróficas cuando están atravesados por un contexto político que a su vez la motiva. El colapso institucional, la degradación social y política y la representación de urbes decadentes atraviesan estas novelas desde diferentes géneros literarios que desafían la tendencia referencial de la narrativa venezolana; así nos encontramos con el análisis del extrañamiento distópico de Nocturama de Ana Teresa Torres (2006), la novela de tintes detectivescos La más fiera de las bestias de Lucas García (2011) y la conjugación de sátira política y el suspenso en Nosotros todos de Manuel Acedo Sucre (2012). A partir del cuidadoso análisis de estos textos, Valladares-Ruiz consigue demostrar cómo “la narración del mal se apuntala en la dimensión trágica del reordenamiento político y socioeconómico de los últimos lustros. En esta empresa, el espacio nacional contemporáneo es representado por urbes caóticas y hostiles en las que las subjetividades disidentes reaccionan ante la perversión del cuerpo social, al enfrentarse tanto a un régimen dictatorial y corrupto como a una criminalidad desatada que se alimenta de la anomia” (p. 52).

El tercer capítulo, “País sin retorno: la experiencia migratoria en narrativas del periodo revolucionario”, presta atención a las narrativas que se producen en el marco de la diáspora venezolana de las últimas dos décadas para demostrar las complejas relaciones que definen a “los personajes desplazados con el país de origen”, y para enfatizar “el tratamiento literario de sujetos marginados y alienados por la crisis política” (p. 54). Este capítulo analiza las novelas de Juan Carlos Méndez Guédez Una tarde con campanas (2004) y Tal vez la lluvia (2009), y la novela Blue Label/Etiqueta azul (2010) y el libro de crónicas Los desterrados (2011) de Eduardo Sánchez Rugeles. El objetivo general de este capítulo, como explica Valladares-Ruiz, es proponer “un análisis de la experiencia migratoria y la construcción de un territorio otro como lugar propicio para el cuestionamiento de las identidades nacionales y para la representación de las relaciones entre sujetos migrantes y sus entornos socioculturales (de origen y acogida)”, para ello presta atención a las tensiones y las escisiones –geográficas, culturales, afectivas– que definen la cotidianidad de los personajes de estos textos, así como a las experiencias de desarraigo que se producen a partir de “la inscripción de tensiones sociopolíticas que delinean la imposibilidad de apropiarse o de recuperar territorios emocionales ahora transformados en no lugares”, todo lo cual “empuja a estos personajes a refugiarse en ínsulas personales que se erigen como artefactos posmodernos de resistencia” (p. 55).

“Alegorías de la inmediatez política” es el título del capítulo cuatro. Las novelas de este grupo se caracterizan por ser alegorías de denuncia política en las que “la representación de las intercepciones entre conflictos individuales y colectivos surge el retrato de un cuerpo nacional doliente, cuyo orden social e instituciones han sido fracturados por el ejercicio político” (p. 86). Este capítulo se ocupa principalmente del análisis de El complot de Israel Centeno (2002), El último fantasma de Eduardo Liendo (2008), Las peripecias de Teofilus Jones (2009) de Fedosy Santaella y Ausencias deja la noche (2010) de Gonzalo Himiob Santomé; como demuestra esta investigación, estos textos parten de la contemporaneidad y se apoyan en estructuras dicotómicas y en paralelismos históricos entre los regímenes personalistas representados en la ficción y el gobierno de Hugo Chávez. A partir de registros narrativos que abarcan desde la sátira política, la novela de la dictadura, la novela testimonial, lo fantástico y las narrativas distópicas, las novelas analizadas en este capítulo coinciden, afirma Valladares-Ruiz, en “la representación de la crisis ideológica del proyecto revolucionario, en la denuncia del nacionalismo populista y en su resistencia ante un régimen autoritario y personalista. Apoyadas en su carácter coyuntural, las experiencias traumáticas representadas en estas novelas revelan las grietas del relato hegemónico impuesto por la maquinaria revolucionaria, sugiriendo así novedosas estrategias para re-imaginar la nación venezolana y sus nuevos contratos sociales” (119).

La necesidad de pensar el presente político mediante el artefacto literario adquiere mayor relevancia en las ficciones históricas analizadas en el quinto y último capítulo. Titulado “Reescritura de la historia política venezolana en novelas del periodo revolucionario”, este capítulo reúne algunas de las más representativas ficciones históricas de este periodo para demostrar una de las tendencias narrativas de los últimos años: la necesidad de revisión del pasado histórico para explorar y reescribir tanto la figura de la derrota como el fatalismo histórico que determinaría el destino de la nación. Las novelas analizadas en este último apartado –El pasajero de Truman (2008) de Francisco Suniaga, La ciudad vencida (2014) de Yeniter Poleo, Rosalía (2008) de Sebastián de la Nuez, y Patria o muerte (2015) de Alberto Barrera Tyszka– tienen en común el hecho de revisitar diferentes episodios de la historia nacional: los gobiernos militares del primera parte del siglo xx, el fracaso de los movimientos guerrilleros de los años sesenta, el “Caracazo” de 1989 y la enfermedad y muerte de Hugo Chávez. Asimismo, como identifica Valladares-Ruiz, estos relatos comulgan porque “desarticulan versiones hegemónicas de la historia política, interpelan el pasado e identifican antecedentes de la crisis política del siglo xxi, abren espacios para personajes y eventos apartados de los discursos históricos oficiales y, en otros casos, proponen versiones de la historia desde perspectivas subalternas” (p. 121).

Narrativas del descalabro. La novela venezolana en tiempos de revolución destaca por el hecho de no limitarse a construir un mapa temático de la literatura venezolana contemporánea, sino por ofrecer una aproximación crítica a novelas que responden a un contexto social determinado, pero que exploran, a su vez, formas literarias para narrar el presente. En ese sentido, resulta imprescindible resaltar los esfuerzos de Valladares-Ruiz por inscribir la narrativa venezolana en la tradición y las tendencias literarias latinoamericanas, consiguiendo abrir líneas de diálogo con novelas del dictador o con narrativas posmodernas que “abordan pasados traumáticos –mayoritariamente situados en la segunda mitad del siglo xx–, desde donde emergen críticas emocionales y políticas del presente” (pp. 123-124). Asimismo, uno de los grandes méritos de este libro es el hecho de establecer diálogos y relaciones intertextuales con la narrativa y la producción artística y cultural venezolanas tanto precedentes como contemporáneas a los textos analizados, ampliando así de manera caleidoscópica las aristas y las dimensiones estéticas de la producción literaria venezolana del siglo xxi.

María Teresa Vera-Rojas
(Universitat de les Illes Balears)

3 HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES: ESPAÑA

Gloria Quiroga Valle (Dir.): Trazas y negocios. Ingenieros empresarios en la España del siglo xx. Granada: Comares 2022. 291 páginas

El libro Trazas y negocios. Ingenieros empresarios en la España del siglo xx, dirigido por Gloria Quiroga Valle aborda un tema de investigación, lo ingenieril, que ha concitado especial interés en los últimos años desde los puntos de vista del capital humano y la tecnología con aportaciones relevantes, especialmente en los últimos años. Entre estas, sin ánimo de exhaustividad, a título ilustrativo, cabe mencionar de los textos publicados en España, la magna Colección Técnica e Ingeniería en España, coordinada por el profesor Manuel Silva y editada por la Real Academia de Ingeniería, Instituto “Fernando el Católico” y Prensas Universitarias de Zaragoza desde 2007, de la que hasta la fecha se han editado nueve tomos.

Se han publicado monografías dedicadas a ingenieros, por ejemplo, la de Carlos Larrinaga de 2007, El ingeniero de caminos Manuel Pieroncely (1818-1884): modernización y obra pública en la España del siglo xix, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del País Vasco. También artículos como los de Antonio Jesús Pinto Tortosa y Mercedes Fernández-Paradas de 2021, “Melitón Martín Arranz (1820-1886): ingeniero promotor del despegue de la industria gasística española” y “La saga de los ingenieros británicos y su contribución a la industria del gas en Francia y España (1776-1884)”, aparecidos respectivamente en las revistas Llull. Revista de la Sociedad Española de las Ciencias y de las Técnicas y Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia.

Disponemos de trabajos acerca de colectivos de ingenieros y/o en determinados periodos cronológicos. Por ejemplo, los de Ramón Garrabou, de 1982, Enginyers industrials, modernització económica i burguesía a Catalunya (1850-inicis del segle xx) (L’Avenç); Fernando Sáenz Ridruejo, de 1990, Ingenieros de caminos en el siglo xix; Juan Pan-Montojo, de 2005, Apostolado, profesión y tecnología. Una historia de los ingenieros agrónomos de España (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos); Marc Ferri Ramírez, de 2008, El ejército de la paz. Los ingenieros de caminos en la instauración del liberalismo en España (1833-1868) (Universitat de València); Lino Camprubí, de 2017, “Los científicos e ingenieros de Franco”, en la revista Investigación y ciencia; Adoración Álvaro-Moya, de 2014, “The Globalization of Knowledge-Based Services: Engineering Consulting in Spain, 1953-1975”, en la revista Business History Review; y Darina Martykánová, de 2007, “Por los caminos del progreso. El universo ideológico de los ingenieros de caminos españoles a través de la Revista de Obras Públicas (1853-1899)”, en la revista Ayer, y, de 2020, “Reconstruir en dominio y generar riqueza: los ingenieros en las colonias españolas durante el siglo xix”, en la revista Illes i Imperis. Estudios de las sociedades en el mundo colonial y post-colonial. Esta autora coordinó en 2020 el monográfico del número 43 de la revista Historia y Política titulado “Los ingenieros y el poder en la España Contemporánea”, en los que Rafael Barquín Gil y Carlos Larrinaga analizan el papel de los ingenieros de caminos y ferrocarriles en España entre 1840 y 1877, Darina Martikánova y Juan Pan Montoyo abordan el desempeño de los ingenieros españoles en la construcción del Estado liberal entre 1840 y 1900, Benjamín Brenel estudia a los ingenieros constructores de pantanos en el franquismo, y Jorge Lafuente del Cano y Pedro Pablo Ortúñez Goicolea, la figura de Leopoldo Calvo-Sotelo, ingeniero, político y empresario en relación a la integración de España en la entonces Comunidad Económica Europa. Igualmente, constituyen una gran aportación los numerosos artículos publicados sobre esa temática en revistas, sobre todo, en Documentos de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, TST Transportes, Servicios y Telecomunicaciones, Quaderns d’història de l’ingenyeria y Revista de Ingeniería DYNA.

Pues bien, el libro que aquí comentamos contribuye con solvencia a complementar la historiografía referida a ingenieros de diversas ramas de esta profesión –agrónomo, caminos, naval, textil, militar…–, centrándose en algunas de las figuras más relevantes que también fueron empresarios en actividades económicas fundamentales en la España del Novecientos.

La obra se estructura en 13 textos repartidos en tres bloques. El primer bloque, denominado Contextos y transiciones se compone de dos textos. El primero, de Clara Eugenia Núñez y Gabriel Tortella, “Empresa e Ingeniería en España, una breve introducción histórica”, en el que sitúan, con maestría, en su contexto histórico el papel del ingeniero y del empresariado, así como las relaciones entre ambos. Para ello, comienzan con los ingenieros del Renacimiento, que concentraron su actividad en arquitectura, técnica militar y obra pública, algunos de ellos magníficos, que dependieron de la ingeniería italiana. Como consecuencia de la crisis económica y política del seiscientos, la actividad ingenieril retrocedió, habrá que esperar a la segunda mitad del Setecientos para que se recuperase. El ochocientos significó un punto de inflexión debido a la industrialización que no hubiera sido posible sin el concurso de los ingenieros.

El segundo, de Eloy Álvarez Pelegri, “Técnica, ingeniería y transición energética”, analiza, con rigor, un tema tan de actualidad como la transición energética, pero con una mirada hacia el pasado, en concreto, el tránsito del gas de alumbrado a eléctrico, destacando que no tuvo lugar una sustitución de una energía por otra, por lo que ese proceso se extendió en el tiempo.

El segundo bloque, denominado “Transiciones”, se abre con el capítulo de Alfonso Ballestero, “Juan Urrutia Zulueta (1866-1925), el visionario del negocio eléctrico”. Nacido en 1866 en la localidad alavesa de Amurrio, estudió en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Minas de Madrid. Ballestero examina, con solvencia, su participación decisiva en los inicios y la consolidación del sector eléctrico en España en diversas empresas, sobre todo en dos especialmente relevantes, Hidroeléctrica Ibérica e Hidroeléctrica Española. También pone de manifiesto su desempeño en la representación de las empresas eléctricas en la Comisión Permanente Española de la Electricidad y la fundación en 1920 de la Asociación de Productores y Distribuidores de Electricidad que presidió hasta su muerte en 1925. Asimismo, indaga acerca de los textos de hidroelectricidad sobre que escribió y su participación en la política.

El capítulo de Mercedes Cabrera dedicado al madrileño “Nicolás María de Urgoiti (1869-1969): el papel y la prensa”, examina, con buen hacer y en base al archivo de este personaje, a un empresario que tuvo muy presente la necesidad de modernización de España, y que resultó fundamental en el proceso de concentración de la industria papelera que se materializó en la constitución de La Papelera Española (1901) y la Central Papelera (1914).

Pablo Díaz Morlán, en “José Orbegozo Goróstegui (1870-1939)”, analiza con maestría este personaje, oriundo de San Sebastián, fue uno de los grandes ingenieros de la eléctrica Iberdrola. De él nos explica sus orígenes, juventud y recorrido profesional.

El estudio de Álvaro González Gascón y Santiago González Cascón, “José Ortiz Echagüe (1866-1980): la consolidación de la industria aeronáutica”, supone una gran contribución al conocimiento de esa actividad, ya que Ortiz Echagüe tuvo grandes responsabilidades en la empresa Construcciones Aeronáuticas (CASA) que fundó en 1923. Su estrategia, consistente en una adecuada planificación de la demanda y la financiación de su diseño, resultó exitosa.

La excelente aportación de Luis German Zubero, “Mariano Lozano Colás (1892-1974), el empresario ingeniero del azúcar”, se detiene en ese sector agroindustrial, uno de los más importantes en determinadas zonas del país, especialmente en la zona en la que Lozano Colás nació, Aragón, en concreto, en el municipio de Daroca de la provincia de Zaragoza. Se formó como ingeniero agrónomo en Madrid. Merced a las relaciones familiares con la empresa EBRO, desempeñó en la misma puestos de gran responsabilidad desde los que impulsó la expansión de la remolacha en la cuenca del Duero.

Por su parte, Manuel Peña Díaz y Francisco Contreras Pérez, en “El ingeniero Carceller (1894-1968): de Tarrasa al mercado global”, se centra, con rigor, en la figura de Demetrio Carceller Segura, oriundo de Las Parras de Castellote (provincia de Teruel), nacido en el seno de una familia humilde. Los autores analizan su devenir, como ingeniero industrial, logró convertirse en uno de los mejores ingenieros especialistas en el sector de los hidrocarburos, fue subdirector técnico de Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo S. A. (CAMPSA) y director general de la Compañía Española de Petróleos S. A. (CEPSA). También examinan su desempeño como ministro de Industria y Comercio entre 1940 y 1945. Por último, estudian su trayectoria como gran empresario, a finales de los años 1940 fue el líder de un grupo financiero constituido con accionariado del Banco Comercial de Tarrasa, del que surgió el Banco Comercial Transatlántico.

Gloria Quiroga Valle, en “José Entrecanales Ibarra (1899-1900), el ingeniero profesor”, investiga, con solvencia, acerca de este personaje, nacido en Bilbao, docente y profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, que destacó sobremanera como empresario en el sector de la construcción. Destaca que, entre 1931 y 1970, fue gerente de Entrecanales y Távora (EyTSA), empresa a la que continuó vinculado de diversas maneras hasta 1981. También que acometió obras de gran entidad en base a la excelencia técnica. También analiza cómo dejó constancia de su conocimiento en sus artículos de la Revista de Obras Públicas dedicados a escusas, puertos, puentes, el dique seco de Cádiz y en metodología para estructuras y cimentación.

José Luis García Ruiz, en “José María López de Letona y Núñez del Pino (1922-2018)”, aborda con maestría la figura de ese burgalés nacido en una familia de militares que estudió ingeniería de caminos, canales y puertos. Su primer despeño como ingeniero, fue en Vías y Construcciones (hoy en día integrada en ACS). Ahora bien, es más conocido por su faceta como político, de la mano de Laureano López Rodó –ambos pertenecían al Opus Dei–, tuvo responsabilidades en la Comisaría del Plan de Desarrollo. Entre octubre de 1969 y enero de 1974 fue ministro de Industria, en este desempeño resaltan su contribución al desarrollo del sector del automóvil. También fue gobernador del Banco de España entre agosto de 1976 y marzo de 1977.

Jesús María Valdaliso, en el texto “Enrique de Sendagorta Aramburu (1924-2018), del mundo naval al aeroespacial, la energía y las infraestructuras”, realiza una importante contribución al conocimiento de este ingeniero naval, oriundo de Plencia (Vizcaya). De su trayectoria destaca logros, entre ellos, que fue Jefe de la Oficina Técnica de Motores y de la Oficina de Motores de la Sociedad Española de Construcción Naval, y miembro de la Royal Institution of Naval Architects, fundador de Mecánica de la Peña, perteneciente a la empresa SENER Técnica Industrial y Naval. Esta sociedad, entre otras actividades, se dedicó a la energía nuclear. También desarrolló una faceta como político, ocupando los puestos de director general de Comercio Exterior y director general de Expansión Comercial, siendo, junto con López Bravo, los artífices de la política española en relación a la exportación durante la etapa del desarrollismo franquista.

Raúl Molina Recio, en “Damià Mateu (1863-1935) y Marc Birkigt (1878-1953): la sintonía entre los negocios y el desarrollo tecnológico”, fundamenta con solvencia, su texto dedicado a Damià Mateu i Bisa y Marc Birkgt, el primero empresario industrial, el segundo ingeniero, cuya actividad resultó fundamental en los orígenes de la industria automovilística en España mediante la Hispano-Suiza. Su investigación pone especial énfasis en el desarrollo de esta empresa, en base a documentación de su archivo, lo que les permite ofrecer datos y análisis novedosos.

El capítulo de Miguel Muñoz Rubio, “El Talgo, de mito de Goicoechea a tres de Oriol”, ofrece una visión bien fundamentada en base a documentación inédita, acerca de la aportación de Alejandro Goicoechea y de la familia Oriol, en especial, José Luis Oriol y Urigüen, acerca de la invención y puesta en práctica del tren Talgo que renueva en buena medida lo conocido sobre este asunto.

El libro se cierra con el tercer bloque compuesto por un único y magnífico texto de Ángel Simón y Fernando Rayón, titulado “El papel de los ingenieros en la sociedad del siglo xxi” referido a nuestros días. Para ello, abordan el análisis etimológico de los términos ingeniero-ra e ingenio, cuál es el objetivo de la ingeniería y, en relación, a esta, el significado del acrónimo VUCA, que reúne los conceptos de “volatidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad”. También analizan la biografía y los resultados empresariales de figuras de gran éxito a nivel mundial en ámbitos como la ingeniería, computación, redes sociales, etc., como Jeff Benzos, Bill Gates, Steve Jobs…, algunos de ellos sin la titulación oficial de ingeniero.

Les invitó a disfrutar, como yo lo he hecho, de la lectura de este libro, pronto se convertirá en una obra de referencia para los estudiosos de la historia de la ingeniería, la técnica y la empresa en España, dado la diversidad de actividades que desarrollaron los personajes que los autores han analizado con gran rigor científico,

Mercedes Fernández-Paradas
(Universidad de Málaga)

Xavier Doménech: Un haz de naciones. El Estado y la plurinacionalidad en España (1830-2017). Barcelona: Edicions 62, Ediciones Península 2020. 383 páginas.

Con toda probabilidad, cualquier lector puede sentirse atraído por este libro gracias a la visibilidad alcanzada por el autor en su reciente experiencia política. Sin embargo, más allá de las lógicas editoriales y del mercado, esta no es una obra improvisada para el aprovechamiento de una popularidad difícilmente alcanzable por un historiador, ni mucho menos un libro –más– sobre el bautizado como procés català.

Xavier Doménech sí arranca explicando su voluntad de comprender lo vivido en los últimos años, tanto como de sumar propuestas que contribuyan a superar la crisis institucional, y social, de los últimos años en el Estado español. Pero, sin duda, esta es una obra de historia, como también admite el autor, planteada mediante la carga analítica de la mirada del historiador; como tal debe valorarse y debatirse para hacerle justicia, más allá de los compromisos políticos o las apuestas de futuro –que también debieran ser debatidas por y para la democracia–. Ahora bien, especialmente en los últimos capítulos, el lector curioso sí encontrará anécdotas, conversaciones e intimidades de los sucesos y personajes de la política reciente en España.

El autor ha venido trabajando sobre la dictadura franquista y, especialmente, los movimientos sociales y obreros de la época. Sin embargo, Doménech presenta aquí una monografía sobre el Estado y la(s) nación(es) en la contemporaneidad española. Ello supone una ambiciosa tarea, poco habitual en la historiografía española por el intento de un solo autor de abarcar una cronología tan amplia. En sus páginas se va mucho más allá de una simple síntesis, para arrojar interpretaciones valiosas y exponer argumentos de utilidad para la reflexión sobre el fenómeno del nacionalismo, la construcción histórica de las identidades nacionales o los movimientos sociales y, sin duda, apunta a cuestiones fundamentales para el presente y el futuro de la sociedad en España.

Al respecto, un primer argumento de fuerza sería que la construcción del Estado-nación español a partir de 1845, de la mano del constitucionalismo moderado, se daría bajo el signo del concepto étnico-cultural de nación. Según el autor, esto difería del primer liberalismo –europeo y español–, y del republicanismo de buena parte de aquella centuria, caracterizados por una visión política. Ahora bien, se explica que ello no habría impedido ni las tendencias a la homogeneización cultural al servicio de la extensión del estado-nación –en España como en Francia–, ni un corte castellanista en la definición de la cultura española. Es importante entender la convivencia de ambas variables cívica y política en la construcción del estado-nación, como trata de matizar el autor; tanto como no dar pie a una asociación acrítica entre corrientes liberales democráticas y republicanas –o de otras tendencias en la izquierda del espectro político– y nacionalismo cívico, ya que la historia contemporánea española no lo aconseja.

Tras 1845, otro momento clave para el autor es el Sexenio Democrático, cuyo final también acabaría con la posibilidad de construir un Estado basado en demos soberanos plurales de la mano del republicanismo federal. A partir de entonces, el Estado-nación en España se articularía de forma centralista, con una soberanía única e indivisible como condición indiscutible y asentado sobre la base de una identidad nacional con escasa carga de reconocimiento de la diversidad. De hecho, la afirmación del nacionalismo español tomaría como un destacado referente de oposición la reivindicación política de dicha diversidad. Frente a ello se consolidarían los nacionalismos alternativos, con proyectos políticos propios –más o menos amenazantes respecto a la unidad del Estado-nación–, particularmente exitosos en el caso catalán y vasco, pero no solo.

En el análisis sobre la Segunda República por parte de Doménech se observan muchas de estas cuestiones. Merece ser subrayada la importancia del referente cultural –lingüístico e histórico– castellano en la identidad nacional española, amparada y a la vez sustento del Estado-nación integral. El autor recoge la defensa de la unidad e identificación última entre Castilla y España por parte del presidente del gobierno Manuel Azaña durante los debates para la aprobación del Estatuto de Cataluña. Junto a otros elementos, esto contradice a buena parte de la historiografía empeñada en vincular a la Segunda República a un modelo cívico de España. Más todavía, las opiniones de Azaña resultan en este punto idénticas a las expresadas también entonces por muchos de los dirigentes del PSOE. Por consiguiente, aunque no se señala en este estudio, las culturas políticas obreras tampoco deberían ser consideradas un agente menor o al margen en la socialización de la identidad nacional española, en su dimensión política y cultural.

Esta combinación de la variable social y nacional emerge como una constante a lo largo de la obra, pues se repetiría entre sectores del antifranquismo, como posteriormente en la aparición de Podemos y sus confluencias. De este modo, cabe insistir, así en los estudios sobre movimiento obrero, identidad de clase e identidad nacional, como en el diseño de propuestas políticas de futuro, ambas dimensiones no deberían contraponerse, tanto para un correcto análisis histórico como para aspirar a construir una izquierda decisiva políticamente.

En relación con la historia más reciente, el libro explica la voluntad de homogeneización y cierre del modelo autonómico derivado de la Constitución de 1978 y los diferentes Estatutos, no pensado en términos de simetría en su origen. Una victoria póstuma de Ortega y Gasset. Dicha voluntad, políticamente basada en la marginación de las fuerzas del nacionalismo alternativo al español y de partidos al margen del bipartidismo, caminaría de la mano de una suerte de redefinición del nacionalismo español bajo la fórmula del patriotismo constitucional, impulsada en cierto modo desde los círculos del Partido Popular, como indica el autor, pero que contaría con entusiastas defensores en las filas del PSOE. Estas interpretaciones se alinean parcialmente con investigadores como Ismael Saz,3 Alejandro Quiroga o Sebastian Balfour,4 quien ya apuntó a la conversión de la Constitución mediante dicha estrategia en una trinchera infranqueable,5 lo que pervertiría parte del sentido primigenio del concepto de patriotismo constitucional. Por otra parte, aunque Doménech no hace un uso explícito, sin duda en este punto se aproxima a la noción de nacionalismo banal que autores como Ferran Archilés6 han empleado con éxito para el análisis del mismo período.

Por último, el libro apunta a la importancia de la frustrada reforma del Estatuto de Cataluña del año 2006, a partir de la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010, para comprender la dinámica política reciente y el cuestionamiento de los marcos establecidos en 1978. Todo ello, además, situado en el contexto de la difusión de los principios neoliberales desde finales del siglo xx y de la crisis socioeconómica de 2007, escenario de múltiples procesos de debate sobre la soberanía, el Estado y la nación también en países europeos y americanos. Mostrar la plena inserción del caso español en dichas problemáticas constituye otro punto fuerte de la obra.

Doménech señala en diferentes ocasiones a Canadá como un caso de reconocimiento de pluralidad y federalismo en el cual podrían inspirarse algunas soluciones a la tensión que genera la plurinacionalidad en España. Parece significativo que, hace una década, la publicación en catalán de una obra sobre Canadá y Quebec por parte de un experto como Alain G. Gagnon7 llevara por título Temps d’incertitudsTiempo de incertitudes–; la falta de certezas continúa rodeando la cuestión nacional, como no cabría esperar de otro modo.

Aurelio Martí Bataller
(Universitat de València)

Mercedes Fernández-Paradas / Carlos Larrinaga (coords.): El impacto de la Guerra Civil española en el sector terciario. Granada: Comares 2019 (Comares Historia). 172 páginas.

Un novedoso tema es el objetivo central del libro que se presenta. Si hasta la fecha, la historiografía española se ha centrado preferentemente en analizar los efectos políticos o sociales el equipo dirigido por los profesores Mercedes Fernández-Paradas (Universidad de Málaga) y Carlos Larrínaga ha puesto su interés en analizar los efectos producidos en el sector servicios. El libro fue publicado a finales de 2019 coincidiendo con el 80 aniversario del término Guerra Civil y desde ese momento ha quedado como una referencia de obligada consulta para todas aquellas personas interesadas en conocer los efectos de la Guerra Civil desde un punto de vista novedoso.

Está compuesta la obra por siete capítulos precedidos por una breve presentación de los coordinadores de la obra, los profesores Fernández-Paradas y Larrínaga. Los distintos temas que se tratan han sido abordados por destacados investigadores y profesores universitarios que cuentan con una sólida y relevante trayectoria en el campo de la investigación en la historia económica. El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III de Madrid es el primer autor que el lector puede consultar tras acercarse al libro. El título de este primer capítulo es “La Guerra Civil: síntesis histórica y memoria”. El autor avisa desde la primera línea de algo bastante lógico, pero por ello necesario de advertir, las interpretaciones sobre la Guerra Civil que se han dado siempre son diferentes dependiendo de la ideología de los autores que las elaboran. Para apoyar su afirmación muestra en el texto un variado registro de opiniones de diversas teorías históricas tanto españolas como anglosajonas. Tras esta conveniente introducción el autor va desgranando a través de las líneas los aspectos más relevantes del conflicto civil reparando en distinguir las diferencias que se produjeron entre lo sucedido en la zona republicana y en la zona rebelde. A través de las palabras del autor puede conocer el papel desempeñado por la ayuda internacional o aspectos del final de la guerra y el inicio del exilio para los perdedores.

La profesora titular de la Universidad de Málaga y una de las dos coordinadoras de este libro es la autora del segundo capítulo, que lleva por título “El sector del gas en la guerra civil”. La profesora es desde hace años el gran referente investigador en la historia del gas en España, es autora de numerosas publicaciones en revistas nacionales e internacionales además de tener en su haber la autoría de varios libros. Inicia su trabajo advirtiendo a los futuros lectores de la importantísima incidencia que tuvo la guerra sobre las empresas de toda clase agravada por la división del país en dos zonas. El trabajo de la profesora está apoyando de tablas explicativas que ayudan a los lectores a comprender mucho mejor la temática. Según avanza en sus explicaciones la autora detalla lo sucedido con las empresas del gas en distintas zonas del país, norte, sur… Todas las explicaciones de la profesora quedan certificadas en unas claras conclusiones, en 1936 las empresas gasistas en España existían en número escaso. Aquellas que existían y funcionaban pasaron determinadas circunstancias durante el conflicto.

La profesora titular de la Universitat Autónoma de Barcelona Ana María Aubanell Jubany es la autora del tercer capítulo, “La industria eléctrica durante la guerra civil”. Hasta 2019, fecha de publicación de este libro existían investigaciones sobre la formación de la industria eléctrica en España que terminaban en 1935 además otras ponían su interés desde 1940, en el período de la Guerra Civil, 1936-1939, son muy escasas. La profesora comienza su trabajo realizando una revisión del estado de la industria eléctrica antes del inicio del conflicto. Tras realizar un detallado y completo recorrido entra de lleno en el período citado centrando su análisis en las principales zonas eléctricas del país: Andalucía, Cataluña, Madrid-Valencia y País Vasco. La autora va describiendo con detalle y enorme acierto lo sucedido en cada una de las dos zonas existentes durante la Guerra Civil. El futuro lector puede conocer datos de empresas eléctricas y personas de importancia en este sector.

Juan Manuel Matés Barco, catedrático de Historia e Instituciones Económicas (Economía) de la Universidad de Jaén, es el autor del capítulo 4, “El Banco de Crédito Local en España: de la Dictadura a la Guerra Civil (1925-1939)”. Se trata del primer trabajo centrado en un caso específico tras los tres primeros capítulos de carácter generalista. Tras dar a conocer los principales detalles del sector bancario antes del comienzo de la guerra civil el profesor se centra en describir lo sucedido al Banco de Crédito Local. El autor aporta innumerables datos relacionados con el banco entre 1925 y 1939. El lector tiene la oportunidad de conocer de primera mano cómo funciono y cuál fue el papel del Banco durante la Guerra Civil en esos catorce años en los que el país cambió para siempre.

El investigador Fernando Lerma-Cobo, de la Universidad de Jaén, y el profesor Leonardo Caruana de la Cagigas, de la Universidad de Granada, son los autores del capítulo 5, “El sector asegurador español durante la Guerra Civil”. Otro caso específico tras el presentado por el profesor Mates en el anterior capítulo. El trabajo de estos autores cuenta con un extenso anexo compuesto por tablas explicativas que resulta un perfecto complemento al texto elaborado por los docentes. A través de las líneas van sucediéndose los nombres de compañías aseguradoras de la época, los tipos de seguros, la situación de unos y otros en las dos zonas durante el conflicto. Un trabajo bien elaborado, elaborado con fuentes de calidad.

El penúltimo capítulo es obra del profesor titular de la Universidad Nacional a Distancia, Rafael Barquín Gil, y del también profesor titular de la Universidad de Valladolid, Pedro Pablo Ortúñez Goicolea, “El sector del transporte en la Guerra Civil española”. Un nuevo trabajo de carácter general tras el impase de los dos anteriores, estudios de casos particulares. El transporte por carretera, el transporte ferroviario, la marina mercante y la aviación civil son los casos estudiados y analizados por los dos profesores. Las diferencias entre lo acontecido en el bando sublevado y el republicano fueron notables en cuanto a organización de las empresas de transporte, es la principal conclusión extraída de este trabajo.

El autor del último capítulo es el profesor titular de la Universidad de Granada y el otro coordinador del libro, Carlos Larrínaga. El título de su aportación es “El impacto de la Guerra Civil en el sector turístico”. La guerra tuvo un importante impacto en el sector turístico habida cuenta de los daños que sufrieron sectores que forman parte del turismo, caso del sector del transporte, los daños personales… Aun así, permaneció un exiguo sector turístico suficientemente fuerte y adecuadamente asentado que resistió los años de conflicto y que después fue aprovechado durante los primeros años del nuevo régimen para atraer turistas y divisas al país que las necesitaba.

En resumen, el libro que se presenta es una obra de enorme calidad compuesta de trabajos novedosos, elaborados con fuentes primarias por los autores. Constituye una referencia para todos aquellos interesados en lo sucedido durante la Guerra Civil y también para aquellas personas interesadas en la historia desde cualquiera de sus puntos de vista (económica, social, política…). Podrán comprobar como en casi todos los sectores analizados por los autores las diferencias de incidencia de la Guerra Civil fueron distintas en cada uno de los bancos implicados en el conflicto. Sería deseable que este libro fuera el punto de partida de otros trabajos sobre lo sucedido durante el conflicto.

Begoña Villanueva García
(UPV/EHU, Bilbao)

Miguel Ángel del Arco Blanco / Claudio Hernández Burgos (eds.): Esta es la España de Franco. Los años cincuenta del franquismo (1951-1959). Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza 2020. 357 páginas.

En su afán por organizar la información procedente de las fuentes primarias y secundarias de la manera más coherente y respetuosa posible, la historiografía tiende a crear compartimentos cronológicos, periodos históricos, dentro de los cuales adquieren unidad y cobran un determinado sentido. Ahora bien, el mismo conjunto de hechos puede organizarse en torno a diferentes cronologías en función de las premisas teóricas y el foco temático de quien lo pergeña. En el caso del régimen franquista, se acepta de manera prácticamente general situar su origen en 1939, tras el final de la Guerra Civil, si bien algunos lo retrasan en aquellos lugares donde los rebeldes se impusieron con anterioridad. De igual modo, su final se suele fijar a la muerte del dictador en 1975 aunque algunos lo llevan a la implementación de la Ley para la Reforma Política en 1976, otros a la celebración de las primeras elecciones democráticas en 1977, y otros a la aprobación por referéndum de la nueva Constitución en 1978. Asimismo, ese periodo de aproximadamente cuatro décadas, se encuentra divido por la mitad alrededor de la fecha de 1959, cuando se aprobó Decreto-Ley 10/1959 de 21 de julio de ordenación económica que puso en marcha el famoso Plan de Estabilización.

Aun cuando a lo largo de los últimos años se ha comenzado a invertir la tendencia, los trabajos sobre la primera de esas dos mitades son todavía abrumadoramente mayoritarios. Por ello, contamos con una extensa bibliografía referida al periodo inmediatamente posterior a la guerra y caracterizado por la represión, el hambre, las cartillas de racionamiento y el aislamiento internacional. No obstante, hay que señalar que cada vez son más frecuentes los trabajos que abordan cuestiones relacionadas con el periodo posterior a 1959 como el desarrollismo, el cambio social y cultural, el aperturismo, el bienestar, el turismo o la definitiva integración en el mundo occidental. Sin embargo, estos marcos cronológicos, que podrían jalonarse todavía más alrededor de los años 1945 y 1969, han desdibujado los contornos de algunos periodos con personalidad propia. La década de los cincuenta, en la que desembocaron fenómenos que se habían iniciado en la década anterior y durante la cual arrancaron otros que influenciarían de manera decisiva los últimos quince años de la dictadura, constituye un buen ejemplo.

La evaluación de esos diez años “bisagra”, entendidos como una unidad cronológica con sentido propio, constituye el espacio historiográfico en el que hay que ubicar, y a cuyo desarrollo pretende contribuir, el libro Esta es la España de Franco, editado por Miguel Ángel del Arco Blanco y Claudio Hernández Burgos. Concretamente, con la publicación de esta obra colectiva, cuidadosamente facturada por Prensas de la Universidad de Zaragoza, los profesores del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada pretenden “mitigar la desatención existente sobre la década de los cincuenta y poner de relieve la importancia de estudiar con mayor profundidad este periodo para comprender el franquismo y la sociedad española de entonces” (p. 13). Asimismo, a lo largo de todas las páginas que lo componen se aspira a “cuestionar la propaganda del régimen, de típico tono desarrollista y determinista, por la cual el decenio de los cincuenta ‘preparó el camino’ para el ‘milagro económico español’” (p. 13).

Para la consecución de dicho objetivo, el libro adopta un enfoque concreto y se apoya en cuatro elementos que lo dotan de solidez metodológica y conceptual. Por lo que respecta al enfoque, con alguna pequeña salvedad como los capítulos dedicados a FET-JONS o a los estudiantes, la obra se articula principalmente alrededor de los postulados de la historia social y el análisis de dinámicas locales y provinciales. En este sentido, el libro se complementa perfectamente con la principal obra de referencia sobre dicha década de la que disponíamos hasta el momento (Abdón Mateos 2008). Con relación a los cuatro elementos mencionados, aludiremos en primer lugar a lo bien integrados que están la mayoría de los trabajos en debates internacionales en curso. De este modo, los diferentes fenómenos o problemáticas analizadas no aparecen como sucesos endémicos del régimen franquista, sino manifestaciones de fenómenos más amplios respecto de los cuales presentan las peculiaridades propias del contexto concreto en el que se desarrollaron. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, todos los textos que integran el libro cuentan con una bibliografía muy actualizada y en diferentes idiomas que ofrecen al lector interesado la posibilidad de profundizar en los citados debates a través de los trabajos de referencia sobre los mismos. Asimismo, casi todos ellos se apoyan en fuentes primarias orales y/o escritas de diversa procedencia, algo muy de agradecer puesto que, por desgracia, cada vez resulta menos frecuente. Finalmente, nos parece necesario destacar el esfuerzo de los editores por combinar estudios sobre realidades urbanas y rurales en un intento por ofrecer al lector una aproximación a las diferentes realidades políticas, sociales, económicas y culturales que convivieron en la España de los cincuenta.

A lo largo de catorce capítulos repartidos en seis bloques, los diferentes autores profundizan de manera específica en la década de los cincuenta sin perder de vista las continuidades y los cambios de los que estuvo preñada. Los tres primeros bloques (“De los cuarenta a los cincuenta”, “Entre el atraso y el cambio social”, “Economías familiares y estrategias frente al hambre”) responden a una misma lógica. Primero se aborda la existencia de una “memoria del hambre” anclada en la gran carestía que sufrieron los españoles, algunos más que otros, a lo largo de la década de los cuarenta, y su influencia sobre las actitudes sociales de los españoles hasta el final de la dictadura. A continuación, se muestra que las mejoras evidentes que experimentó la economía a lo largo de aquellos diez años, principal leimotiv de la publicidad de la década, no supusieron el fin de las penurias para una gran parte de la población. Unos contrastes que no pasaron desapercibidas para las elites diplomáticas británicas e italianas. De hecho, como se señala después, muchas familias tuvieron que mantener vivas estrategias de supervivencia como la emigración o el envío de las hijas a las casas de vecinos pudientes a servir a cambio de techo y comida.

La realidad económica y social descrita en los bloques anteriores fue paralela a una evolución institucional del régimen de la que se da cuenta sucintamente en el boque IV (“El régimen y sus políticas”). A través de sus páginas se pone de manifiesto algo señalado por cada vez más historiadores, es decir, que, si bien 1945 supuso el fin del sueño de muchos falangistas de implantar un estado completamente fascista en España, ni mucho menos significó la muerte de FET-JONS. Al contrario, se muestra como el partido único no solo tenía tras de sí un inmenso aparato burocrático y un poder evidente, sobre todo en la administración periférica del estado, sino que desarrolló un nuevo proyecto político que aspiraba a insertar a la organización en el contexto político surgido de la derrota alemana. Esa capacidad administrativa y su proyecto institucional se materializaron en el intento de Arrese de fijar un entramado legal que permitiese al partido hacerse con el control del estado, pero también en la implementación de políticas con un marcado carácter social. En este sentido, una de las que más impacto propagandístico tuvo, en un país con grandes carencias habitacionales en sus espacios urbanos, fue sin duda la construcción de viviendas sociales a través de la Obra Sindical del Hogar. Una iniciativa que fue acompañada del intento de condicionar el comportamiento y formas de vida cotidiana de sus moradores a través del establecimiento de un conjunto de normas que pretendían evitar el surgimiento de una identidad “de clase”.

Esa dictadura cuyo control se disputaban los diferentes sectores políticos que la sustentaban, en un momento en el que ya no veían peligrar su continuidad, y en la que la pobreza y el hambre convivían con los primeros signos de despegue económico, siguió ejerciendo un estrecho control moral sobre los españoles y, especialmente, sobre las españolas. El bloque V (“Control moral y género”) profundiza en las estrategias que utilizó el régimen para llevar a cabo esas tareas de vigilancia y transmisión de valores morales, espirituales y de género. La moralidad y la sexualidad fueron dos de las principales dianas tanto de las autoridades como de quienes, de manera individual y voluntaria, se erigieron en guardianes de lo correcto. De igual manera, se desarrollaron estrategias para moldear, a través de diferentes medios y formatos, los arquetipos de feminidad de acuerdo con los atributos que debía de tener la “mujer española”. Por un lado, organizaciones obreras católicas como la HOAC utilizaron sus secciones femeninas para hacer hincapié en la obligación de las mujeres de actuar como esposas fieles y sacrificadas con el fin de garantizar el correcto ejercicio de la militancia de sus maridos. Por otro lado, la radio, cuyos programas de entretenimiento eran escuchados mayoritariamente por mujeres, fue utilizada para aleccionar a las mismas sobre su papel como madres y esposas en un momento en el que comenzaban a incorporarse tímidamente al mundo laboral en los espacios urbanos.

Finalmente, esa sociedad de contrastes y estrechamente controlada que impuso a las mujeres un modelo de feminidad preñado de valores católicos y de sumisión al hombre, asistió también a la aparición de las primeras resistencias al régimen. El bloque VI (“Disidencias y protestas”) aborda el análisis de estas manifestaciones iniciales de disidencia que alcanzaron su paroxismo en los sesenta y lo hace rompiendo con la característica visión de la oposición como un fenómeno organizado “desde arriba” y en medios urbanos. Por un lado, se describe la aparición de la protesta social entre las mayorías populares de las áreas rurales periféricas a través del análisis de los poemas cantados en las fiestas de un pequeño pueblo mallorquín en los que se ponían de manifiesto las críticas al régimen y a sus políticos. Por otro, se da cuenta del incipiente proceso de ruptura que comenzó a experimentar durante la década una nueva generación de estudiantes sin apenas recueros de la guerra cuyos miembros no solo empezaron a sentirse desligados de la retórica legitimadora de la misma, sino del propio régimen que surgió de ella.

En definitiva, Esta es la España de Franco es un claro ejemplo de la renovación de los estudios sobre el franquismo que está protagonizando una nueva generación de historiadores e historiadoras cargados con nuevas preguntas que formular a unas fuentes, por lo general, también nuevas. Bajo nuestro punto de vista, la inclusión de un bloque con trabajos de carácter comparativo y/o transnacional que situase algunos de los fenómenos abordados en el libro (el auge del consumismo, la incorporación de la mujer al mundo laboral o la transformación de las identidades femeninas, por nombrar algunos) dentro de procesos que, con diferentes ritmos y características, afectaron al mundo occidental durante la segunda mitad del siglo xx, hubiese constituido un complemento ideal al conjunto de trabajos que integran la obra. Con todo, ello no desmerece en absoluto la calidad de un libro llamado a convertirse de inmediato en referencia obligada para los interesados (en) y los estudiosos del franquismo, en general, y de la década de los cincuenta, en particular.

Carlos Domper Lasús
(Universidad de Zaragoza)

4 HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES: AMÉRICA LATINA

Stefan Rinke: Conquistadoren und Azteken. Cortés und die Eroberung Mexikos. München: C. H. Beck 2019. 27 imágenes, 11 mapas, 400 páginas.

El 2019 fue un año de conmemoraciones: el inicio de la Segunda Guerra Mundial y los 80 años de la salida de los españoles republicanos al exilio después de la derrota en Guerra Civil española. Si nos remontamos hacia atrás, hace 500 años, una misión liderada por el conquistador extremeño, nacido en Medellín (Badajoz), Hernán Cortés desembarcó en las costas de Yucatán, en el litoral oriental de México. Los conquistadores españoles y sus aliados indígenas consiguieron subyugar el poderoso imperio azteca, cuyo poder dominaba toda la región mesoamericana. ¿Cómo pudo un puñado de hidalgos y aventureros derrumbar una cultura tan avanzada y desarrollada como aquella que tenía en su capital Tenochtitlán grandiosos palacios, parques y templos? El autor intenta encontrar la respuesta: no solamente las poderosas armas de fuego, los caballos asustadores, las enfermedades introducidas por los europeos y la creencia de los indios que los blancos eran dioses provocaron la victoria, sino el aprovechamiento perspicaz de las alianzas con tribus rivales de los aztecas que habían sido explotadas cruelmente.

Se trata de un acontecimiento que tuvo una importancia central para muchos otros sucesos históricos, políticos, culturales y religiosos en el posteriormente llamado Nuevo Mundo. El libro escrito por el conocido historiador y profesor de la Universidad Libre de Berlín, Stefan Rinke, fue publicado por la prestigiosa editorial alemana C. H. Beck. El autor investiga la relación conflictiva entre conquistadores y aztecas e incorpora magistralmente los relatos de las crónicas más importantes sobre la conquista de México sin dejar de lado los hallazgos de décadas de actividad investigadora en los diversos archivos.

La obra ofrece una lectura amena, reflexiva y bien fundamentada sobre la conquista de México. Rinke ha conseguido romper con las interpretaciones tradicionales, que ven este acontecimiento o como un acto civilizador y bien planificado de un pequeño número de “héroes” españoles con Hernán Cortes a la cabeza, o como un ataque bárbaro de sanguinarios aventureros, sedientos de oro contra una civilización avanzada. A los conquistadores procedentes de la península ibérica y de otros países europeos tradicionalmente les fue atribuido un papel de protagonista, en las conquistas del Nuevo Mundo, por causa de un etnocentrismo europeo por parte de los autores de las crónicas. El autor pretende romper con esa tradición, como explica en la introducción: “Con ello, este estudio no pretende el clásico interés biográfico por el conocimiento de un individuo lógicamente explicable, sino el descentramiento de los actores principales. Por un lado, como destaca la investigación biográfica, intentan crear la impresión de coherencia a través de sus testimonios escritos; por otro lado, los testigos contemporáneos y la posteridad no se limitan a describir una vida, sino que la construyen consciente e inconscientemente en el acto de escribir. El cuestionamiento de esta puesta en escena de los testigos contemporáneos y de los historiadores posteriores es un punto de partida del presente análisis” (p. 16).

El autor se basa tanto en las narraciones europeas como en las fuentes textuales y pictóricas de los mexicas y de otros pueblos indígenas. Así, queda claro que varios grupos indígenas, sobre todo después de una fase inicial, utilizaron a los españoles tácticamente para perseguir sus propios objetivos, por ejemplo, liberarse de pagar tributo a los mexicas y, como en el caso de Tlaxcala, también para ganar más autonomía. Especialmente las tradiciones posteriores esbozaron “Mesoamérica” como un bloque más o menos uniforme que fue conquistado por un pequeño grupo de conquistadores que se convirtió en un modelo para las posteriores empresas europeas de colonización. A diferencia de lo que ocurrió más tarde, los europeos y sus adversarios indígenas se encontraron inicialmente como iguales e intentaron comprender las acciones del otro a partir de las propias. Un factor importante para las victorias sorprendentes de la misión de los conquistadores en México fue el hecho de que “En el momento de este primer contacto, Cortés era, o podía ser, la encarnación local de un dios a los ojos de los mexicas” (p. 127).

Cortés también aprovechó para sus objetivos la ventaja de no estar subyugado a una autoridad superior directa y a veces actuaba de una manera que retomaba el topos del heroísmo contemporáneo. Según Rinke, él tenía muchos oponentes en las propias filas y a cada instante el conquistador tenía que asegurarse la lealtad de sus gentes. Sin embargo, para el éxito de los españoles el compromiso y la acción de los aliados indígenas era indispensable. El autor demuestra de forma convincente que el apoyo de los indígenas a los españoles no fue en absoluto un engaño ingenuo, sino que siguió estrategias racionales que en muchos casos ayudaron a asegurar los objetivos de las élites indígenas a medio plazo. La evolución a largo plazo y las consecuencias negativas, como el desapoderamiento de las élites, no eran previsibles en ese momento, ni para la nobleza indígena, ni para Cortés.

La estructura del libro es escueta y pragmática: a excepción de una digresión decididamente larga sobre “El mundo de los aztecas” (capítulo 4). Resulta interesante la que se escribe entre líneas, donde no solo hay una multitud de informaciones adicionales sobre las culturas indígenas y sobre la vida posterior de los participantes españoles de las incursiones. En particular, Rinke también discute las controvertidas hipótesis sobre los motivos de los actores o sus representaciones de circunstancias y acontecimientos reales. Rinke expone diversas posiciones con argumentos y no se abstiene de hacer su propio juicio de valor en cuanto a la plausibilidad. Un aspecto que no fue muy bien desarrollado en el libro es la misión de cristianizar, el reto de encontrar nuevas almas para la Iglesia católica y los controvertidos hechos en torno al proceso de la catequesis obligatoria para niños y adultos de los pueblos indígenas en la América Latina.

Volker Jaeckel
(Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte)

Gisela von Wobeser: Orígenes del culto de nuestra señora de Guadalupe, 1521-1688. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas / Fondo de Cultura Económica 2020. 382 páginas.

En Orígenes del culto a nuestra señora de Guadalupe, Gisela von Wobeser se propone analizar un amplio corpus de fuentes tempranas sobre el culto a la Virgen de Guadalupe en la Nueva España. A través de un análisis minucioso, la autora presenta una propuesta de periodización interesante con respecto a su surgimiento y consolidación devocional. Con una organización argumentativa coherente y una narrativa fluida, los lectores han de esperar una obra capaz de distinguir los fenómenos históricos que enmarcaron el nacimiento del culto guadalupano y que, con frecuencia, en la discusión historiográfica son presentados como uno mismo: la devoción, la imagen y la tradición de su milagrosa aparición.

En décadas recientes, la autora se ha concentrado en el estudio de las creencias y prácticas religiosas en la Nueva España. Sus preocupaciones la llevaron a aterrizar en la temática guadalupana, a la que ha aportado novedosas perspectivas de análisis. En sintonía, su más reciente monografía ofrece una interpretación actualizada sobre el surgimiento del culto guadalupano. Su objetivo central es explicar el proceso histórico mediante el cual la devoción a la Virgen de Guadalupe se estableció en el centro de la Nueva España y evolucionó hasta consolidarse como uno de los cultos más importantes hacia el último tercio del siglo xvii.

Para cumplir este propósito, la autora organiza la obra en diez capítulos, con una secuencia no lineal, dedicados al examen de debates historiográficos distintos. Primeramente, atiende el origen de la construcción de las ermitas guadalupanas en las primeras décadas del siglo xvi. Resultan de interés los contrastes ofrecidos con cultos novohispanos coetáneos, cuestión que permite al lector distinguir las características singulares del desarrollo histórico guadalupano. La autora argumenta que la devoción indígena en el cerro del Tepeyac, aún sin el nombre ‘de Guadalupe’ ni una tradición aparicionista, se vinculó con el proceso histórico de evangelización del temprano siglo xvi, de donde se explican los diversos conflictos con otras corporaciones religiosas que se suscitaron hacia mediados de siglo.

En segundo lugar, la autora se dedica a explicar los orígenes iconográficos y las asociaciones devocionales de la imagen del Tepeyac. Wobeser argumenta que la imagen, en principio de bulto, tuvo distintas modificaciones hasta establecerse con su iconografía actual, destacando su notoria influencia flamenca. Esta se manifestó a través del pincel de Marcos, discípulo de la escuela de fray Pedro de Gante (1478-1572), a quien se le atribuye la autoría de la pintura venerada hoy en día. Esta afirmación se sostiene, de acuerdo con la autora, debido a que para estos años la manufactura de la imagen del Tepeyac aún no era considerada de origen celestial. Para sustentar esta hipótesis, la autora se vale de un examen contrastado de fuentes iconográficas y de archivo, entre las cuales destacan las Informaciones de 1556 y un vasto corpus de pinturas y grabados.

El hecho de que la manufactura de la imagen no fuese considerada de origen divino no implicó que no se le atribuyesen capacidades de intercesión milagrosas. Al contrario, gracias a un decisivo patrocinio episcopal, el culto a la imagen de Guadalupe, nombrada así durante el episcopado de Alonso de Montúfar (c. 1554-1555), creció entre distintos grupos sociales. No obstante, la idea de que la creación misma de la imagen fuese de origen celestial se fraguó a través del tiempo y, notablemente, en la tradición oral. En este sentido, el capítulo séptimo, acaso el más sugerente de la obra, aporta documentación valiosa en torno al origen de la tradición aparicionista.

Mediante menciones en diversas crónicas e impresiones de sermones, la autora explica cómo se conformó la tradición de la milagrosa estampación. Aun cuando en estos relatos existen imprecisiones narrativas y vínculos notables con las tradiciones devocionales de otros cultos marianos, en especial el de la Virgen de los Remedios, las referencias recuperadas por la autora sugieren que la tradición de la milagrosa estampación se consolidó en los primeros años del siglo xvii. Con posterioridad, continúa la autora, la tradición aparicionista se volvió parte esencial de la expansión del culto en el arzobispado mexicano gracias a las obras de Miguel Sánchez (1648) y Luis Lasso de la Vega (1649), a las cuales la autora restituye el papel histórico que jugaron en el desarrollo de la devoción.

Lo valioso de estos apartados es que, de nueva cuenta, brindan sugerentes argumentos para datar y, quizá, atribuir la autoría del Nican mopohua, texto considerado fundacional para la devoción guadalupana. En su opinión, este pudo haber surgido de una tradición oral india que luego pasó a la escrita, de probable autoría de Antonio de Valeriano (1522-1605), uno de los discípulos de la escuela de fray Bernardino de Sahagún. A diferencia de Burrus y O’Gorman, Von Wobeser considera que Valeriano debió escribir el documento a fines de su vida, es decir, en la última década del siglo xvi. Para sostener esta hipótesis, presenta las menciones de autores como Carlos de Sigüenza y Góngora, Luis Becerra Tanco y otros eruditos novohispanos de mediados del siglo xvii, quienes aseguraron que los ‘papeles viejos’ de la tradición guadalupana, entre los cuales estaría algún borrador temprano del Nican mopohua, fueron circulando hasta llegar a Sánchez y Lasso, quienes los sacaron a la luz.

Aunque persuasiva, considero la base de esta hipótesis abierta a discusión. Los lectores se beneficiarían en recordar que tanto Sigüenza como Becerra Tanco formaban parte del mismo grupo de intelectuales que, como De la Maza y O’Gorman han señalado, intentaron concertar una tradición devocional aparicionista hacia mediados del siglo xvii. Con lo cual, en lugar de fuentes contrastables, ambos parecerían repetir el mismo testimonio y compartir su intencionalidad. Si bien este no es el espacio para una discusión profunda, sugeriría no descartar las propuestas de James Lockhart, Lisa Sousa y Stafford Poole, quienes consideran que la redacción del texto, tanto la versión publicada como la manuscrita, fueron hechas por autores españoles hacia las primeras décadas del siglo xvii. A esta última teoría se le han de sumar los hallazgos que investigaciones recientes han señalado con respecto al segundo debate por las limosnas de la Virgen de Guadalupe entre el episcopado de México y los monjes jerónimos del Monasterio Real de Guadalupe a comienzos del siglo xvii.

En síntesis, la obra Orígenes del culto a nuestra Señora de Guadalupe, 1521-1688 debe considerarse un trabajo de investigación exhaustivo y relevante a la discusión historiográfica actual. El texto no solamente distingue las fuentes que en ocasiones son tomadas como parte de un mismo fenómeno, es decir, la fundación de la ermita, la manufactura de la imagen y la creación de una narrativa aparicionista; sino que, además, los inserta en el contexto histórico al que cada uno perteneció. En especial, su empleo del método comparativo, con frecuencia omitido en estudios previos sobre la devoción guadalupana, permite al lector observar cómo el culto guadalupano surgió y se consolidó en el panorama político, social y cultural de la Nueva España durante los procesos de evangelización y de reforma tridentina suscitados a lo largo del siglo xvi y primera mitad del siglo xvii. La autora nos muestra, además, que la alta capacidad de adaptación del culto guadalupano, entre otros factores, le permitió consolidarse como uno de los más importantes en el virreinato hacia finales del siglo xvii y, siglos después, como uno de los más numerosos en el mundo católico. Nos encontramos, pues, frente a un texto que ofrece conclusiones sugerentes a discusiones académicas de antaño, invitando, al mismo tiempo, a la apertura de nuevos debates.

Eduardo Ángel Cruz
(Università degli Studi di Teramo / KU Leuven)

Rafat Ahmed Ghotme Ghotme: Política y relaciones internacionales en la infancia republicana de Colombia. Bicentenario: sociedad y conocimiento. Bogotá: Universidad Militar Nueva Granada/Editorial Neogranadina 2019. 153 páginas.

The work to be reviewed here focuses on the first decades of state formation in Colombia and its relations with relevant European powers, Latin American states and the USA. In addition to academic literature, it is based on work in archives of Colombia, Great Britain and on William Manning’s Diplomatic Correspondence of the United States. Inter American Affairs, 1831-1860 published in 1935. Rafat Ahmed Ghotme Ghotme, the author of this book, describes his work as a historiographical contribution. The author delves into the political thinking and practice of leading politicians –mainly presidents and foreign ministers– and their attempts to convince great powers to come to the aid of Colombian political and economic interests –above all Great Britain and the USA, to a lesser extent France. The author is particularly interested in the political thinking and acting of Libertador Simón Bolívar and his political opponent, Santander (Francisco José de Paula Santander y Omaña). The performance of presidents inter alia Obando, Márquez, Herrán, Mosquera, Hilario López and Ospina Rodríguez are discussed in detail.

The inquiry focuses on the period 1821-1857. Ecuador, Colombia, Panama and Venezuela first emerged as Greater Colombia (Gran Colombia). When it fell apart in 1831, Colombia became Nueva Granada, followed by Confederación Granadina and Estados Unidos de Colombia. In 1886, it became the Republic of Colombia, in 1903, Panama split off constituting itself as a state, an important topic to which the author devotes an informative chapter.

Professor Ghotme vividly describes foreign relations between Colombia, Great Britain and the USA with Spain as a temporary threat factor (fear of the return of colonial rule), from the perspective of Colombian governments, including the formation of political positions in the liberal and conservative party factions. For the young governments, he demonstrates that they had to master difficult situations simultaneously in domestic and foreign policy domains. He develops his analysis mainly in three dimensions.

First, especially in the first decades –Greater Colombia– recurrent tensions gave rise to demands for autonomy by local elites towards Bogotá. The government was economically and financially, and thus also militarily, weak. In terms of political solutions, it fluctuated conceptually between a central state and a weak federal state with more powers at the local level (In simple terms, the basic positions of Bolívar and Santander).

In terms of foreign policy, notions of threat revolved around the danger that the young republic might be retaken by Spain (p. 31f.). Hence Colombia sought the help of other powers, first Great Britain, later also the USA. At the same time, realizing its weakness there was fear of likely interference and domination by both states, which led to a fairly continuous, albeit ambivalent relationship over a long period of time. In spite of frequent attempts, Colombian governments met often with little success. At least one president suggested a temporary protectorate over a part of the country as a last resort in order to get the restive coast and Panama under full control (pp. 17, 38, 77-88).

Thirdly, the young republic, which had numerous tasks to perform, depended heavily economically on trade and credit, especially from Great Britain. In view of the difficulties in repaying its foreign debt, the debate flared up repeatedly as to which forms this should take, of course with a mostly strict position taken by Her Majesty’s government.

After the British demonstrated little interest to stronger support Colombia, and the power of the United States was growing, attempts were made to attract the interest in Washington, but with little success (pp. 63, 98ff.). Colombian government efforts were often accompanied by concerns that those governments and foreign merchants on the ground would exert too much political influence on Colombia. Diplomats, merchants and adventurers from these countries were extremely active in the capital and in Panama representing their interests.

Colombian governments in the 19th century worked hard to convince Great Britain and the USA so they would see Colombian interests as relevant to their national interests, but with limited success. Those countries, after all had mainly commercial interests. Control over territory and other security policy goals seem to have played only a minor role with the exception of Panama.

Among ideological factors not to subordinate themselves or plant a strong opposition Gothme Gothme stresses that Bolívar and his supporters were essentially “cosmopolitan” while Santander and his epigones had been “sovereignists” (p. 137).

Regarding the Colombian governments’ policy of accommodation the author concludes that weak states such as Nueva Granada with no resources of power to cope alone with external and internal threats, preferred under certain circumstances to evade responsibility and accommodate to a stronger power, even if it was seen as a threatening power (p. 138).

In conclusion, the author´s analytical approach follows a more traditional line in the sense of an analysis of elite politics. The narrative focuses on the role of presidents, foreign ministers and influential politicians in the party factions, and on the Congreso Nacional. On a few occasions, a role of the media and the public opinion is mentioned (pp. 28, 70, 97, 102).

The book is well written and offers exciting reading on the considerable challenges and problems that the new republic faced domestically and in the international arena. Especially taking into account its weak internal resources, domestic dissident and separatist movements, as well as the obvious risk of foreign interference.

Wolfgang S. Heinz
(Freie Universität Berlin)

Sebastián Mazzuca: Latecomer State formation: Political Geography and Capacity Failure in Latin America. New Haven: Yale University Press 2021. 464 páginas.

Los estudios sobre la formación estatal fueron una referencia en las últimas décadas del siglo pasado y, luego de un paréntesis que desvió la mirada sobre otros paradigmas, han vuelto a colocarse sobre el tapete en la actualidad. Las clásicas, pero aún vigentes teorías sobre la construcción estatal permanecen en discusión y son traídas a la actualidad con revisiones y nuevas postulaciones que, sin ingresar en un debate axiomático con aquellas, muestran nuevas aristas que permiten enriquecer el estudio de la construcción de los distintos estados que se gestaron entre la edad moderna y la contemporaneidad.

Es en este contexto en el que se sitúa el nuevo libro de Sebastián Mazzuca, Latecomer State formation: Political Geography and Capacity Failure in Latin America, el cual tiene la particularidad de presentar un modelo específico para Latinoamérica en lugar de adaptar categorías que, pensadas para analizar el contexto europeo, fueron luego aplicadas al caso iberoamericano. Si bien el núcleo del estudio de Mazzuca yace en el siglo xix, su premisa parte de una característica en común de los estados latinoamericanos: la debilidad estatal de cada uno de ellos. Para Mazzuca, esta falencia no se origina en las dictaduras que azotaron a la región entre los sesentas y los ochentas; tampoco se halla en los años posteriores a la crisis mundial del treinta ni en ningún otro momento del siglo xx. El problema es, en cambio, uno de nacimiento que se remonta a la propia génesis de los estados durante el siglo xix.

Este problema de nacimiento no se da, sin embargo, en la formación estatal sino en su construcción. Si estos dos conceptos son usualmente empleados de modo indistinto, el aporte de Mazzuca diferencia state-formation de state-building. Mientras que en lo primero los estados latinoamericanos fueron exitosos, es en lo segundo donde fracasaron. Para el autor, state-formation remite, en términos weberianos, a la monopolización de la violencia y, más importante aún, a la consolidación territorial; en cambio, state-building hace referencia a la instauración de la capacidad estatal para imponer impuestos a la población y proveer de servicios públicos eficientemente a lo largo del territorio (p. 31).

Partiendo de esa diferencia sustancial, se desarrolla un extenso trabajo comparativo, primero a gran escala entre Latinoamérica y Europa y luego hacia el interior del continente latinoamericano. A partir de una serie de tipos y modelos que va tejiendo a lo largo de los cuatro primeros capítulos para abarcar diferentes variables, se establecen contrastes entre la formación estatal en la Europa occidental frente a la latinoamericana. El más relevante de ellos refiere a que el motor que dio forma a los estados europeos fue la guerra, en lo que define como war-led state formation y que remite a los conceptos de la teoría fiscal-militar esgrimidos por John Brewer y por Charles Tilly. La puja entre los distintos espacios geográficos y la necesidad de dar forma a ejércitos para la defensa de los mismos fue gestando incipientes estructuras burocráticas estatales que se imponían sobre la población. Al mismo tiempo, esa creciente capacidad militar terminaba por reforzar los propios espacios interiores, recayendo con violencia sobre las periferias y atenazando a los actores secundarios que pudieran desafiar la primacía de los centros políticos de cada unidad territorial. De este modo, la state-formation (el monopolio de la violencia y la consolidación del territorio) conducía a un state-building donde las periferias fueran integradas, pero al mismo tiempo transformadas, en consonancia con la voluntad del centro, lo que permitiría una distribución equitativa del peso fiscal y una contrapartida por igual de los servicios estatales.

Si esta teoría es la aplicable al continente europeo, Mazzuca propone una opuesta para el caso latinoamericano: la del trade-led state formation, es decir, la formación del estado a través del comercio. Resulta esencial para comprender esta teoría el contexto mundial que el autor esboza. No sería posible la formación estatal mediante el comercio si esta no se hubiera dado a mediados del siglo xix, cuando existía una “jerarquía internacional” bajo el mando de los pioneros estados europeos al mismo tiempo que el capitalismo y el libre comercio se asentaba en Occidente. La suma de las dos condiciones, según el autor, condujo a la formación tardía de los estados en Latinoamérica y África, en oposición a otros casos como el de los Estados Unidos de América o los de Asia.

En ese contexto jerárquico y librecambista internacional, los estados latinoamericanos se vieron forzados a insertarse en el juego a través del comercio. De este modo, Mazzuca considera que para los “centros” de los distintos espacios geográficos –en general, las ciudades-puerto– comenzó a ser imperativa la necesidad de pacificar sus periferias, incorporándolas a sus fronteras para consolidarlas y, eventualmente, hacerse con el monopolio de la fuerza; todos elementos indispensables en busca de lograr las condiciones óptimas para ingresar a los mercados mundiales engrosando el flujo de divisas por medio de las tarifas aduaneras. En este punto estriba el problema para el autor, dado que, para lograr este cometido, el centro debió pactar con la periferia antes que someterla. Dada la existencia de caudillos o “patrimonial warlords” en esos espacios presuntamente extraños al centro, este no contaba con la capacidad de doblegarlos, sino que debían establecerse vínculos y negocios que relegaban la transformación de la periferia a cambio de su inserción a los nuevos límites estatales.

Llegado este punto, es necesario tener en consideración dos cuestiones que forman parte del núcleo argumental del libro, aunque han sido discutidas por la historiografía reciente. La primera es la premisa de la efectiva existencia de centros y periferias en la región, pero, más aún, la idea de que un centro con voluntad de formación estatal se antepusiera a una periferia anárquica. Distintos trabajos han revisitado estas teorías, fundamentando que no se trataba tanto de una imposición de un cuanto de la conformación del estado a través de los vínculos forjados entre los diferentes espacios que, apoyados en las relaciones entre las distintas dirigencias locales, terminarían dando forma paulatina a unidades políticas más extensas, por lo general con formas de gobierno federales.

En segundo término, se propone una visión sobre los caudillos que ha sido igualmente revisada en las últimas décadas. De acuerdo a Mazzuca, los caudillos eran, en su mayoría, “state-breakers” que se especializaban en saquear la propiedad privada y los ingresos del gobierno. De este modo, resistían la incorporación al centro, obteniendo a cambio una porción de los ingresos provenientes del comercio internacional, ejerciendo una especie de extorsión facilitada por sus capacidades clientelares de movilizar a la población. Así, el trabajo propone una visión del caudillismo que no considera los estudios más actuales en torno a estas figuras, que ponen en tela de juicio su caracterización como elementos anarquizantes con una clientela adicta y, en cambio, los suponen actores centrales del proceso de construcciones estatales autónomas durante las décadas posrevolucionarias cuya capacidad de movilización no se explica primordialmente por las relaciones clientelares entre el líder y los sectores populares.

Los caudillos, por otra parte, se tornan esenciales en el argumento de la obra por su centralidad en la guerra. Sin embargo, esto no es porque Mazzuca la considere una causante directa de la construcción estatal (a la europea), sino un elemento indeseado que en Latinoamérica –intereses diplomáticos británicos mediante– se buscaba apaciguar con urgencia a fin de establecer las condiciones requeridas para la consolidación territorial, la formación estatal y la inserción comercial internacional. En esta línea, Mazzuca aventura una hipótesis contrafáctica suponiendo que la pervivencia de los caudillos, en muchos casos asimilables a los war-makers europeos, podría haber conducido a la consolidación de war-led states en los territorios americanos, pero la falta de tiempo impidió que una especie de proceso de selección natural militar diera forma a estados que no solo habrían consolidado sus fronteras y monopolizado la violencia, sino que también podrían haber fortalecido su capacidad administrativa y estatal.

La guerra, incluso, pudo haber sido un gran catalizador de construcción estatal a partir de los grandes ejércitos independentistas que gestaron las revoluciones, emulando los procesos europeos o norteamericano de transformación de líderes militares de war-makers hacia state-makers. Pero ya fuera por incapacidad, por errores estratégicos o por las resistencias locales, ni Simón Bolívar en la Gran Colombia ni Agustín de Iturbide en México lograron ese cometido. José de San Martín, en cambio, es indicado por el autor como la única real posibilidad de consolidar un estado a partir de un ejército en el Río de la Plata, proceso que sin embargo fue desestimado por el mismo jefe militar al dar prioridad a la continuidad de la guerra independentista en el Perú.

Pero la teoría que elabora no se agota allí, sino que busca a su vez establecer subtipos de formación estatal dentro del marco más general del trade-led state formation. De este modo, Mazzuca propone tres vías a través de las cuales se consolida la formación estatal mediante el comercio y que aplica a diferentes países: port-driven (Argentina y Brasil), party-driven (México, Colombia y Uruguay) y lord-driven (Guatemala, Venezuela, Ecuador y Perú). En este punto, la capacidad de agencia de los actores se torna esencial para la hipótesis, pues son los que dan el salto final hacia la formación estatal, envalentonando sus propias carreras personales.

Para la primera variante resultó necesario la actividad política de los “emprendedores” que buscaron consolidar definitivamente las fronteras estatales, aun si esto significaba extender sus liderazgos sobre las periferias de dudosos réditos económicos. Las características para estos estados denominados “port-driven” son las grandes extensiones territoriales que combinan varias ciudades-puerto, regiones ricas o fértiles y productivas y grandes periferias, donde la consolidación de las fronteras y el monopolio de la fuerza suceden en simultáneo. Estos son los casos de Argentina y Brasil que el autor desarrolla a lo largo de los capítulos 5, 6 y 7. Si en Argentina fue la capacidad política de Bartolomé Mitre y sus intereses políticos personales los que encauzaron la formación estatal, aun si esto significaba embargar los intereses económicos de Buenos Aires (ciudad que lo había encumbrado como máximo referente político y militar), en Brasil fueron los dirigentes conservadores conocidos como Saquaremas los que, a partir de sus ambiciones políticas, incorporaron los distintos espacios hacia el norte y el sur de Río de Janeiro para optimizar sus ingresos impositivos (al tratarse en muchos casos de ciudades-puerto) al mismo tiempo que garantizaban la pacificación, la expansión de la producción del café y la persistencia de la mano de obra esclava.

Los capítulos 8 y 9 abarcan la segunda vía de formación estatal liderada por los partidos, denominados party-driven. En ella, la consolidación territorial y el monopolio de la violencia son dos procesos separados, pero sujetos a la misma lógica: la disputa entre dos bandos. Si en un principio se trata de enfrentamientos que se dirimen por las armas, los mismos se desarrollan luego en el terreno de la política, pero en ambos casos son las conexiones intrapartidarias pero extraterritoriales las que dan forma a la incipiente consolidación territorial. Así, tanto en México y Colombia (con las disputas entre moderados y conservadores) como en Uruguay (donde el clivaje remite, en cambio, a blancos y colorados), los vínculos extendidos en el espacio consolidan, en los términos del autor, las fronteras estatales. Este proceso no define, en cambio, la monopolización de la fuerza, atributo estatal que no se obtiene en ninguno de estos estados sino hasta finales de siglo.

Por último, en el décimo capítulo se desarrollan los casos que el autor denomina como lord-driven, caracterizados por extensiones geográficas más reducidas, ligadas a las voluntades y a la capacidad de acción de los caudillos que priorizan el control sobre un pequeño espacio sostenido por sus redes clientelares, desligándose de unidades políticas más amplias o resistiendo la sumisión a regiones vecinas. Esto se materializa en Centroamérica, donde la República Federal de Centroamérica se disgregó en varios estados por la presencia de los caudillos y por la disponibilidad de varios puertos. Si el accionar de Rafael Carrera llevó a la implosión de la confederación centroamericana y a crear en su lugar un estado más reducido como el guatemalteco, la multiplicidad de puertos dio forma a más países que en ese contexto de expansión económica se insertaron al comercio internacional. Un proceso similar se dio en la Gran Colombia, donde Mazzuca señala la presencia de José Antonio Páez y Juan José de Flores como los caudillos que lograron la fractura de la unidad bolivariana para consolidar dos estados más pequeños: Venezuela y Ecuador. Perú, en cambio, es explicado a partir de la derrota de la Confederación Perú-Boliviana por la injerencia de Chile, de donde emergería un caudillo como Ramón Castilla, quien aprovechando el auge exportador del guano logró sentar las bases del estado peruano. En todos estos casos, el autor indica que los caudillos que, en teoría podrían haberse destacado como state-makers a partir de la guerra, una vez en el poder reorientaron sus objetivos hacia el comercio, favoreciendo tanto sus carreras políticas como la consolidación territorial y económica de sus dominios.

La publicación de Sebastián Mazzuca presenta aportes sustanciosos y bien fundamentados para analizar la construcción estatal en Latinoamérica. Al apoyarse principalmente en las teorías sobre los estados de Max Weber y de Charles Tilly establece un marco propio para la experiencia iberoamericana que se contrapone a los modelos europeos. Al mismo tiempo, la detallada inserción que hace del contexto americano al internacional y las minuciosas descripciones de las contingencias políticas de los países que analiza contribuyen a mostrar un análisis sólido de un tema que, por recurrente, no deja de ser esencial, como es el de la formación estatal en el centro y sur del continente americano.

Maximiliano Gallo
(Universidad Nacional de Mar
del Plata)

Cristina Jiménez: Making an Urban Public: Popular Claims to the City in Mexico, 1879-1932. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press 2019. 402 páginas.

En su libro, Cristina Jiménez examina cómo los habitantes de Morelia, Michoacán, contribuyeron a la modernización de su ciudad y participaron en la urbanización mediante el desarrollo de infraestructuras. Esto es tanto más interesante cuanto que el grueso de los estudios sobre la evolución socio-histórica de las ciudades latinoamericanas se centra en las respectivas capitales, pero apenas en las ciudades de provincia. El libro se centra en los representantes de las masas populares, demostrando claramente que los procesos de modernización no procedieron exclusivamente de arriba a abajo y que tampoco fueron iniciados consistentemente por las respectivas élites sociales. El corpus fuente en el que se basa el estudio se encuentra en el Archivo Municipal de Morelia y consiste principalmente en peticiones dirigidas al ayuntamiento por los habitantes de la ciudad, ya sea de forma individual, en grupo o a través de representantes de organizaciones. Al hacerlo, hicieron uso de su derecho constitucional, hecho también mencionado explícitamente en algunas de las fuentes. Al mismo tiempo, queda claro que no todos los que presentaron peticiones tuvieron el mismo acceso a los representantes de la administración de la ciudad y que esto pudo dar lugar a distintos grados de éxito de las peticiones presentadas. Las respuestas o correspondencias más extensas dan cuenta de procesos de negociación entre la administración y los vecinos en lo relacionado con temas como el abastecimiento de agua potable, el medio ambiente y la organización de mercados y eventos de cultura popular, como las corridas de toros, pero también de las crecientes diferencias y disputas de competencia entre la administración municipal, la administración michoacana y la administración nacional. A través del análisis longitudinal y de numerosos ejemplos, se evidencia la pérdida de poder del ayuntamiento de Morelia y, a su vez, se da cuenta de la evolución general de este período en México.

En su análisis, el período de 1880 a 1900 es considerado con mayor atención, por lo que la autora aclara fundamentalmente el papel de las peticiones para la acción de los habitantes en el sentido de la participación en los procesos de desarrollo y para la modernización de las infraestructuras urbanas. Sin embargo, la investigación continúa hasta 1932. De esta forma, Jiménez arroja luz sobre la vida urbana antes, durante y después de la Revolución, llevándonos a través de tiempos políticamente inestables y del choque de fuerzas católicas, liberales y conservadoras.

El libro está dividido en ocho capítulos temáticos y está escasamente ilustrado con fotografías, mapas y carteles. Al revisar la extensa bibliografía, se nota que se ha utilizado principalmente literatura secundaria en inglés y faltan algunos estudios básicos principalmente mexicanos o en lengua española.

Esto no disminuye el gran mérito del libro, que utiliza material de archivo para situar las historias y los destinos individuales de una manera muy legible y elocuente en un contexto socio-histórico más amplio y para vincularlos a la evolución social general en una época turbulenta. Sería deseable que el libro se tradujera al español y así tuviera una mayor acogida en el propio México.

Ricarda Musser
(Ibero-Amerikanisches Institut, Berlin)

Ana Paulina Lee: Mandarin Brazil. Race, Representation and Memory. Stanford: Stanford University Press 2018. 230 páginas.

Mandarin Brazil comienza con la historia de Liberdade, el barrio japonés de São Paulo, una historia que puede desconcertar al lector que se acercó al libro guiado por su título. Liberdade fue, en tiempos de la colonia, el Campo da Força, una plaza donde iban los “amos” a castigar y colgar públicamente a sus esclavos. De ese período queda una pequeña iglesia casi ignorada por el turismo, llamada Santa Cruz de las Almas de los Ahorcados. A la plaza se le cambió el nombre en 1870, cuando fueron prohibidas las ejecuciones. A comienzos del siglo xx se fue poblando de inmigrantes japoneses que convirtieron a ese barrio japonés en el más grande del mundo. Posteriormente, y a lo largo de todo el siglo, Liberdade se fue poblando con otros inmigrantes asiáticos que instalaron sus negocios y sus centros culturales. Hoy es uno de los barrios más diversos de Brasil.

Del mismo modo que Liberdade es un espacio en el que se superponen la historia de la esclavitud y la de la migración asiática, el libro explora la función de las capas superpuestas de racialización, poniendo el foco en la racialización china. Se apoya en la noción de una identidad histórica paulista que privilegió la idea del blanco como símbolo de la modernidad, del progreso y del excepcionalismo regional, despreciando a las culturas de la diáspora africana. Esas ideas de raza influenciaron la percepción de la migración asiática. Por eso, para llegar al Mandarin Brazil hay que recorrer páginas que hablan de los procesos que llevaron a convertir en sinónimos las expresiones “negro” y “esclavo”, porque fue esa lógica la que orientó la racialización de los migrantes chinos.

Liberdade coloca en escena a otro de los actores importantes de esta historia: los japoneses. A lo largo del período estudiado, japoneses y chinos fueron percibidos a veces como diferente, y a veces como parte de lo mismo. La migración japonesa fue más importante en términos cuantitativos, por eso la autora se encarga de explicar explícitamente que ella no busca reconstruir la historia migratoria de asiáticos al Brasil, sino que busca conocer otras historias que emergen en los archivos, en las narrativas, en las performances, en las imágenes o en la música. Es la historia de cómo los migrantes chinos se convirtieron en la “raza amarilla” o en la “raza coolie”.

Uno de los momentos clave en la construcción de aquella noción de “raza amarilla” fue el último cuarto del siglo xix, cuando la abolición de la esclavitud generó intensas discusiones acerca de la mano de obra deseada como reemplazo. Fue un momento de transición del trabajo esclavo, a un nuevo sistema de trabajo libre asalariado donde los migrantes cumplían un rol importante. En esa transición intervino la mano de obra “no libre”, los coolies, que eran trabajadores que habían firmado contratos que habilitaron relaciones laborales serviles en sus lugares de destino. Los trabajadores chinos podrían haber sido una solución para la crisis de mano de obra que siguió a la abolición de la esclavitud, pero se pensaba que su falta de libertad no los hacía compatibles con el liberalismo que buscaba, además, el blanqueamiento de la sociedad.

La autora reconstruye cómo se trató el llamado “problema chino” en Brasil y también en otras partes del mundo occidental, donde se discutía si eran compatibles con una integración nacional. La “raza coolie” era percibida con características negativas, en particular como incapaz de integrarse a las sociedades receptoras. En el contexto de la discusión del “problema chino” se dio, por ejemplo, el Acta de Exclusión de Estados Unidos (1882) que fue la primera ley federal que prohibió la inmigración sobre la base de la raza y de la clase. En consonancia con ella, en Brasil también se prohibió, entre 1890 y 1892, la entrada de africanos y asiáticos.

Promediando el capítulo dos comienza el corazón de Mandarin Brazil, a partir del análisis de la primera misión oficial del gobierno Qing a Brasil en 1876. La autora recorre la producción de esa y de otras misiones que describen Brasil (y otros países) y preparan el camino para la inmigración. El resultado no fue tan exitoso como el de la migración japonesa, aunque algún impacto tuvo. A partir de allí la autora analiza diferentes fuentes que le permiten reconstruir la percepción que tuvieron algunos diplomáticos, intelectuales, funcionarios, músicos y humoristas sobre los migrantes chinos, así como los modos de transmitirla al público. Los diferentes capítulos se dividen según el tipo de fuente, que –además– refieren a períodos que no siempre se superponen. La fuente más tardía es la de la música popular, que está analizada en el contexto del gobierno de Getulio Vargas (en los años 1930 y 1940). En ese momento Brasil se había unido a los aliados en la Segunda Guerra Mundial, y su relación con China era ambigua: los chinos eran percibidos como fuertes y confiables cuando estaban como aliados a Brasil contra Japón, o como impotentes cuando el tema era la competencia comercial.

Las conclusiones no son tales, sino nuevas reflexiones, muchas de ellas vinculadas con el presente. Este contenido sigue una idea de la autora, quien considera que la historia no se queda en el pasado, sino que sobrevive en la memoria. Los viejos estereotipos de los chinos como antitéticos a la libertad están presentes aún hoy en Brasil y ella lo muestra agregando breves análisis de situaciones ocurridas hace muy pocos años.

Resumiendo, Mandarin Brazil es un libro que tiene dos partes bien diferenciadas. Una parte que reconstruye un contexto que sirve de soporte de su propuesta analítica, desarrollada en los primeros capítulos (incluida introducción y prefacio). Algunas de las explicaciones que la autora desarrolla inicialmente vuelven a repetirse en los capítulos posteriores (a veces en forma reiterativa), cuando Lee despliega su análisis de las representaciones de Mandarin Brazil a partir de fuentes muy diversas y muy bien trabajadas. Al finalizar el libro, al lector le resulta convincente la explicación de la racialización de los coolies, así como la complejización que la autora ofrece de las representaciones construidas por dichos intelectuales y artistas de los diferentes colectivos asiáticos que a veces se confunden, y otras veces se distinguen entre sí con claridad.

Raquel Gil Montero
(CONICET-Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, Mendoza)

Carlos Ignacio Bustos: Diplomacia chilena. Una perspectiva histórica. Santiago de Chile: RIL 2018. 633 páginas.

En la tradición de muchos diplomáticos modernos y antiguos, en sus inicios, la historia internacional desde la perspectiva diplomática fue obra de funcionarios de carrera o de profesionales relacionados con la diplomacia. Desde Alberto Cruchaga hasta Mario Barros hubo una fecunda labor de la historia diplomática, no aquella que en tiempos contemporáneos se escribía desde el punto de vista de la disciplina –que en nuestro país apenas existía, por lo demás– pero que ningún historiador académico podría renunciar a examinarlas sin cometer una injusticia; y una cortedad de la vida académica si la ignora como literatura no sometida a la “evaluación de pares”. Dejaríamos de entender una parte sustancial de nuestras relaciones internacionales. Ha existido también una no escasa literatura de memorias de diplomáticos. Las más representativas o conocidas han sido las de Ramón Subercaseaux, Memorias de ochenta años (1936), y de Enrique Bernstein, Memorias de un diplomático (5 volúmenes, 1866-1992), ambas enjundiosas en detalles, aunque para el gusto internacional escasas en interpretaciones y análisis. Procesos acotados, como la Mediación Papal por el Beagle (desde 1978 a 1984), han tenido testimonios muy valiosos en Santiago Benadava y Ernesto Videla. Esperamos las de Heraldo Muñoz, entre tantos puestos en 30 años, canciller de Michelle Bachelet en su segundo gobierno, caso más destacado de un académico que también ha sido, sino diplomático institucional de la Cancillería, sí un actor capaz y persistente.

La peculiaridad del libro de Carlos Bustos es que no son memorias ni historia, sino una combinación ambos. Tras una larga carrera en la Cancillería chilena, entrega su visión de la política exterior chilena a lo largo de la vida republicana de una manera que es inseparable de su propia experiencia, intercalada con algunas de sus actuaciones, aunque con el tino de no ponerse como el protagonista de todos los hechos. En su obra aparece la mentalidad y doctrina de un diplomático destacado de aquellos años. El carácter híbrido de la obra hace que no vaya a satisfacer a quienes buscan testimonios de compromiso u obras de investigación; en cambio, haría mal en desconocer esta fuente, que ilumina sobre las categorías que inspiran la acción de los diplomáticos chilenos, de la gran mayoría de ellos. No se trata de que sea un sector más “conservador”, porque no pocos de ellos, o de internacionalistas que sirven a diversos gobiernos, que provienen de una tradición más crítica, por llamarla de alguna manera, al final casi siempre terminan por adherir a una tendencia del mainstream, aunque admitan diversas maneras de interpretarla.

Como ingresó a la carrera al fin de los 1950, toda la historia anterior es la parte más genuina de la trayectoria internacional del país vista por los ojos de un diplomático culto de la segunda mitad del siglo xx y la primera década del xxi. Técnicamente, corresponde más bien a un ensayo histórico sobre la evolución y etapas de la política exterior chilena, centrado en la acción de la Cancillería, con las virtudes y limitaciones de una obra que contiene una intención testimonial. En los últimos 60 años mucho que ver con su propia trayectoria personal.

En lo que precede acepta la tesis de la peculiaridad –me parece mejor que “excepcionalidad”– chilena, en el sentido de un mayor desarrollo institucional de este país que otros en América hispana. Y, por cierto, la constitución de lo que se podría llamar el estado nacional territorial ocupa un buen espacio del libro. Tanto porque la Guerra del Pacífico (1879-1883), que envolvió a Chile con Perú y Bolivia ocupa un imaginario potente hasta en el presente; como porque un continente como América del Sur, con escasas guerras internacionales, las pocas que hubieron han seguido acaparando la atención. Además, la carrera de Carlos Bustos tuvo mucho que ver con los países vecinos, con el peligro de real de una guerra de Chile con ellos en los años 1970, y con los intentos al final exitosos de coexistencia, aunque hayan dejado sus heridas a flor de piel.

No es obsesión con los problemas vecinales sino herencia de la fijación de fronteras en el xix, que muchos internacionalistas pasan por alto. No es extraño entonces que las cancillerías latinoamericanas, en especial las del cono sur, deban fijar gran parte de su labor cotidiana a aspectos o consideraciones de esta herencia y la imagen que proyectan. Extrañará sobre todo a un lector europeo que, aparte de hablar bien de políticos de izquierda y derecha según el caso, defienda algunas políticas internacionales del régimen de Pinochet. A un internacionalista no le extraña que el Estado, por su mera continuidad y porque trata con tantos problemas y usos de muy larga duración, debe contar con el apoyo de funcionarios que atraviesen los más diversos regímenes, como sucedió en todos los países que en el siglo xx tuvieron alteraciones drásticas, en la misma América Latina desde luego.

El autor cita una variedad de historiadores en su obra, entre ellos hay que confesar al autor de esta reseña lo elogia bastante, pero no pretendió construir un aparato crítico. Los diplomáticos tienen mucho que aportar al pensar la política exterior en su práctica cotidiana y a largo plazo. Este libro es un testimonio de observaciones finas que hay que atender. Falta en Chile y quizás en América Latina una interacción mayor entre los diplomáticos y los historiadores internacionales.

Joaquín Fermandois
(Universidad San Sebastián /
Pontificia Universidad Católica
de Chile, Santiago)

Sergio Yanes Torrado / Carlos Marín Suárez / María Cantabrana Carassou: Papeles de plomo. Los voluntarios uruguayos en la Guerra de España. Barcelona: Descontrol Editorial 2017. 293 páginas.

Mucho se ha escrito sobre los voluntarios y las voluntarias internacionales que lucharon por la República española durante la Guerra Civil de 1936 a 1939. La mayoría llegó de Europa. Son estos contingentes los que han recibido la mayor atención historiográfica durante décadas. La presente monografía sobre la participación uruguaya en la guerra española, en cambio, forma parte de un creciente interés en los hombres y las mujeres que se unieron a la batalla desde las Américas. En 2009 Gerold Gino Baumann presentó su monografía sobre Los voluntarios latinoamericanos en la Guerra Civil española, en la que calculaba que hubo alrededor de 2.900. Entre los países de origen destacan Cuba, Argentina y México. Al mismo tiempo que el libro de Baumann, se han publicado monografías sobre los voluntarios y las voluntarias de Argentina y Puerto Rico. Además, son de mencionar los siete tomos de la “Colección Hispanoamérica y la Guerra Civil española. La voz de los intelectuales” publicados hasta el momento. Este proyecto editorial empezó en 2012 y compila una gran cantidad de fuentes primarias. Mientras que esta serie también incluye un tomo sobre la intelectualidad uruguaya, Papeles de Plomo es el primer estudio que presta detallada atención a los 80 voluntarios y las voluntarias orientales, tanto a quienes fueron a España como a quienes militaron en el movimiento de solidaridad en la retaguardia uruguaya. Con claras simpatías por sus protagonistas, Yanes Torrado, Marín Suárez y Cantabrana Carassou –tres académicos(as) uruguayos(as)– declaran entender su libro “como un aporte desde la investigación a la memoria colectiva de los uruguayos y uruguayas” (p. 16).

Desde la perspectiva de la historiografía uruguaya, Papeles de plomo es una historia sobre el sindicalismo uruguayo en los años 1930 y sobre las importantes repercusiones que tuvo la Guerra Civil española en distintos grupos políticos del Río de la Plata. Además, la monografía trata de la comunidad española en el Uruguay, ya que la mayoría de sus protagonistas eran de descendencia española y varios poseían ambas nacionalidades. Por lo tanto, el libro debe llamar la atención tanto a un público interesado en las dimensiones transatlánticas de la Guerra Civil española como a quienes se interesan por la historia de la izquierda uruguaya en los años 1930.

Antes de empezar su análisis, los autores y la autora presentan cuatro “escenas”, es decir, distintos testimonios que abren el telón de la historia por narrar. En lo que sigue, el libro está dividido en 24 capítulos, organizados en tres secciones: preguerra, guerra y posguerra. No sorprende que los capítulos sobre la guerra predominen, pero un gran logro del libro es que también analiza la politización de sus protagonistas y sus destinos después de la derrota de la República española. En cuanto al estilo, destaca que no solo las escenas sino también los capítulos enfocan historias individuales, mezclando el análisis de la autora y los autores con numerosos testimonios personales. La narración así sigue de cerca a las motivaciones, esperanzas y los temores de sus protagonistas. Sin embargo, a veces requiere mucha atención para no perder el hilo y distinguir los personajes, sobre todo si la lectora o el lector desconoce las figuras del mundo obrero uruguayo de la época. Lamentablemente el libro no incluye un índice de los nombres, una herramienta que sería muy servible a quien se interese por los personajes específicos que reaparecen en varios capítulos a lo largo de la monografía.

Siguiendo los capítulos aprendemos muchos sobre los aproximadamente 80 orientales que se unieron a la lucha republicana, pero también sobre la amplia movilización (no solo) del mundo obrero en pro del gobierno republicano en España. Estas actividades se desarrollaron bajo las represiones de la dictadura de Gabriel Terra (1933-1938), un gobierno, que cortó las relaciones diplomáticas con la República en septiembre de 1936 y que fue uno de los primeros en reconocer a los golpistas franquistas como gobierno legítimo. Entonces, como en muchos países latinoamericanos, hubo una gran discrepancia entre la reacción de un gobierno pro-franquista y las simpatías de una sociedad civil pro-republicana.

La densidad de informaciones recogidas sobre los más de 80 individuos, en su mayoría hombres, pero también seis mujeres, varía entre los casos. A veces los autores y la autora solo lograron identificar los nombres, en otros casos pudieron trazar biografías detalladamente. Once voluntarios murieron en la guerra, pero la mayoría volvió al Uruguay. Uno, Rafael Cárdenas, todavía pudo ser entrevistado para el libro, poco antes de su muerte en 2017 con 94 años. Además de esta entrevista, la lista de fuentes incluye entrevistas a familiares, amigos y amigas y dos historiadores y una gran cantidad de documentos personales y de artículos de prensa colectados en archivos de cuatro países.

En general, esta obra enfatiza la heterogeneidad del grupo y de sus afiliaciones políticas (subsumidas en las tres categorías comunismo, anarquismo y anti-terrismo democrático). Los capítulos sobre la guerra demuestran las diferentes formas de lucha que coincidieron con las distintas unidades dentro de las milicias y del ejército republicano a las que se unieron los hombres y las mujeres orientales: 22 de los voluntarios identificados lucharon en las Brigadas Internacionales, pero la mayoría se integró a unidades regulares. Este hecho, junto a la doble nacionalidad de muchos de ellos y ellas, dificulta categorizar las voluntarias y los voluntarios según su nacionalidad e indicar su número exacto.

Mucha atención se presta al anarquismo rioplatense, que formaba la fracción más importante dentro del movimiento obrero uruguayo y que ya antes de la guerra tenía lazos muy estrechos con sus compañeros y compañeras en España. El análisis de la prensa libertaria subraya la velocidad con la que las noticias cruzaban el atlántico gracias a telegramas y agencias de noticias y como –una vez empezada la guerra– las actividades periodísticas fueron tan importantes como la lucha armada misma. Con su análisis de las relaciones entre las organizaciones anarquistas a ambos lados del océano, los autores y la autora demuestran la continuidad de estos vínculos a lo largo de la guerra. Por ejemplo, siguen los pasos de los anarquistas Roberto Cotelo, José B. Gomensoro y Virgilio Bottero, quienes pasaron algunos meses en España y al volver dirigieron la oficina de los sindicatos anarquistas españolas en el Uruguay, organizando comités de ayuda y solidaridad para apoyar la defensa republicana y la militancia libertaria. Así formaron parte de las amplias actividades de la retaguardia uruguaya, o sea del sinnúmero de organizaciones de apoyo a la república que intentaron influir en la opinión pública y recaudar fondos y bienes de ayuda humanitaria.

Esta movilización de ayuda a España tuvo un alcance mucho más allá del movimiento obrero, conformando “el principal movimiento social de Uruguay en el siglo xx” (p. 204). A pocas semanas de comenzar la guerra, el Comité de Ayuda a España Republicana ya contaba con 60 organizaciones, siendo no más que uno de varios comités dedicados a la causa. Dentro del movimiento de solidaridad destaca la labor de la renombrada médica, intelectual y feminista Paulina Luisi, quien por un tiempo dirigió el Comité de Damas del Comité de Ayuda y organizó apoyo para niños y niñas que habían sido trasladados a colonias escolares en la zona republicana. (Esta historia de apoyo ya ha sido analizada a detalle por el historiador Carlos Zubillaga en una monografía sobre Los niños de la guerra en 2013). La autora y los autores exponen la tensión entre una amplia movilización femenina y los límites que le ponía “una pretendida natural división de tareas” (p. 211). Sin embargo, estos límites fueron contestados, como ejemplifica el mismo caso de Paulina Luisi, quien en un momento renunció su participación en el Comité de Damas y recomendó alguien “más dúctil” (ibíd.) para esta posición.

En la última sección sobre la posguerra, se señala como las actividades en la retaguardia solo aumentaron cuando la derrota de la república fue inminente. Una vez perdida la guerra, la ayuda humanitaria para la república defendida y para quienes buscaron refugio en Francia, se entrelazó con el destino de los hombres y las mujeres orientales que habían luchado en España. Como para sus demás compañeros y compañeras internacionales, sus odiseas incluían cárceles españolas, la lucha clandestina en la España franquista, pero también en la Resistance francesa (caminos que llevan al campo de exterminio alemán de Mauthausen) y en muchos casos, sufrimiento en los campos de concentración franceses. La repatriación de quienes fueron internados e internadas en ellos constituyó el último gran esfuerzo de la solidaridad uruguaya. Las fiestas de bienvenida, los “días dulces, de homenajes, reconocimientos y gratitud” (p. 250) son los actos finales de la historia narrada por Yanes Torrado, Marín Suárez y Cantabrana Carassou.

En suma, cabe subrayar que el trio ha colectado materiales impresionantes y ha escrito un libro que –como se ha dicho antes– mezcla análisis con transcripciones de fuentes, pero también con fotografías y reproducciones de documentos y panfletos. Los autores y la autora subrayan que su trabajo fue posible gracias a los archivos familiares a los que pudieron acceder, como por ejemplo las investigaciones de Diana Carreres, una comunista uruguaya cuyo tío abuelo había luchado en España y fue asesinado en Mauthausen. En el futuro, la presente obra será la referencia principal para todos y todas que estudian la participación uruguaya en la Guerra Civil española y quizás un punto de partida para seguir buscando rasgos y profundizar más trayectorias individuales.

Teresa Huhle
(Universität zu Köln)

Bonar L. Hernández Sandoval: Guatemala’s Catholic Revolution: A History of Religious and Social Reform, 1920-1968. Notre Dame: University of Notre Dame Press, 2019. 240 páginas

No debe sorprendernos la expansión de los estudios sobre la historia del catolicismo latinoamericano durante la última década. La elección en 2013 del primer papa latinoamericano generó multitud de trabajos sobre la figura de Jorge Bergoglio y el clima cultural en el que se formó, signado por la Teología de la Liberación y, en particular, por esa expresión del giro cultural de los años setenta que se conoce como Teología del Pueblo. Esto no significa, por supuesto, que esta oleada de investigaciones haya agotado las preguntas y las respuestas. Por el contrario, los más recientes trabajos buscan nuevas perspectivas para evitar repetir formulas trilladas y explicaciones perimidas. Ese es el caso de Guatemala’s Catholic Revolution del profesor Bonar Hernández Sandoval, de la Iowa State University, que ha realizado valiosas contribuciones a la historia del catolicismo centroamericano. Este innovador trabajo propone un tratamiento transnacional de las mutaciones del catolicismo guatemalteco, tomando en consideración tanto los factores globales –las políticas del Vaticano y de la administración norteamericana– como los procesos locales. El libro se ocupa de la transformación de la Iglesia guatemalteca entre 1920 y 1968, analizando cómo tramitó el proceso de romanización y cómo se transformó luego en una iglesia “progresista”.

El libro se ha dividido en tres partes y un epílogo. Cada una de ellas subdividida, a su vez, en dos capítulos. La primera –fundaciones– expone las vicisitudes de la iglesia guatemalteca en las primeras décadas del siglo xx, hasta mediados de los años de 1930. La consolidación del estado nacional implicó limitar el poder eclesiástico y las políticas públicas adquirieron un carácter laico e incluso anticlerical. En la década de 1920, la Iglesia guatemalteca se romaniza a través de dos vías: por la formación de cuadros, tanto religiosos como laicos locales, y el fundamental aporte de misioneros extranjeros. Los nuncios papales buscaron que la iglesia católica abandonara el perfil beligerante que la había caracterizado y tendiera puentes con el estado. Por su parte, el dictador Jorge Ubico (1931-1944) practicó lo que Hernández Sandoval denomina un “anticlericalismo soft”, propiciando una conciliación entre la iglesia y el estado que concluyó en el establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Vaticano y su gobierno en 1936. Para el autor, la clave del éxito fue el perfil apolítico y sacramentalista que Roma les imprimió a los episcopados.

La segunda parte se concentra en las décadas de 1940 y 1950, prestando singular atención a las estrategias misionales de la Sociedad Católica de América para las Misiones Extranjeras, conocida como Maryknoll, de origen norteamericano y que tuvo un papel destacado en las transformaciones pastorales del catolicismo latinoamericano de la segunda mitad del siglo xx. Los misioneros –ubicados en las marginales tierras de Huehuetenango– se concentraron en la evangelización de los nativos de etnia maya, cuyo catolicismo estaba, según los recién llegados, plagada de paganismo y de una racionalidad premoderna. Con esta perspectiva de carácter etnocéntrico desplegaron estrategias de para combatir “la costumbre” –denominación de las prácticas litúrgicas y devocionales de los mayas– aunque también debieron aceptar compromisos y transacciones. Los misioneros implementaron un modelo que reproducía los principios que habían guiado la romanizada iglesia de las primeras décadas del siglo xx: el catolicismo militante era un ejército que debía reconquistar el mundo para Cristo y en el que los laicos organizados en la Acción Católica cumplían el papel de “tropas avanzadas”.

Durante el arzobispado de Mariano Rossell Arellano (1939-1964) la consigna de “recristianizar” Guatemala a través del modelo de neocristiandad se hizo efectiva. Por un lado, se trataba de respetar el orden establecido, colaborar con el gobierno dejando atrás los enfrentamientos del siglo xix, en tanto el estado no intentara cruzar la frontera de la soberanía eclesiástica. Ambos –gobierno e Iglesia– podían cumplir armoniosamente sus papeles en un mundo que se acercaba a la Guerra Fría y el comunismo se presentaba como un enemigo común. La segunda cara de esta iglesia resurgente era el compromiso con el medio social. La lucha contra la “ignorancia” religiosa, la “superstición” y, en particular, la llegada de misiones protestantes. Desde la perspectiva romana, era necesario fortalecer a la débil Iglesia guatemalteca, promoviendo un catolicismo de masas. Salir de la esfera privada a través de grandes manifestaciones de fe en el espacio público, promover las vocaciones sacerdotales y las organizaciones de laicos, y asociar al catolicismo a lo más profundo y genuino de la identidad nacional. El compromiso social, por su parte, seguía fundado en una concepción jerárquica en la que el catolicismo debía ser garante del orden y de la civilización.

La tercera y última parte vuelve sobre las estrategias de los Maryknoll en las tierras altas, a las que al sacramentalismo y las luchas contra el costumbrismo se sumó una política desarrollista, propia del espíritu modernizador y utilitarista que tiñó el Tercer Mundo en la década de 1950. En términos políticos, la buena relación de la iglesia con el dictador Ubico se transformó en oposición a los gobiernos de la Revolución Nacional, en especial al de Jacobo Árbenz (1951-1954). De la misma manera celebró su derrocamiento y reanudó buenos tratos con Castillo Armas (1954-1957), quien hizo “devolución” de sus derechos a la iglesia (la posibilidad de ser propietaria legal, la instrucción religiosa en las escuelas públicas). El nuevo régimen favoreció la expansión de la iglesia católica y la llegada de nuevos misioneros, quienes contribuyeron a la modernización rural a través de la provisión de un sistema hospitalario en las tierras altas, el progreso de la agricultura y la formación de cooperativas.

El último capítulo se ha dedicado a la “iglesia progresista”, y exhibe la mutación ideológica de los misioneros. Llegados a Guatemala en el marco de un proyecto conservador, la promoción de medidas desarrollistas y modernizadoras los llevaron a un compromiso con el cambio social y político. Hernández Sandoval subraya el papel que jugaron las transformaciones globales de la iglesia católica en la década de 1960, en particular, las apropiaciones latinoamericanas del Concilio Vaticano II (1962-1965). Su onda expansiva comprometió a los católicos con la modernidad, rompió el modelo paternalista del que eran portadores los Maryknoll y transformó la noción de “conversión”, desde una perspectiva individual a una comunitaria. La “revolución cristiana” en Guatemala se compuso por distintas fases que produjeron una “evolución sin ruptura”, desde un modelo conservador en lo teológico y lo pastoral en las décadas de 1940 y 1950, hacia un progresismo de “iglesia popular” imbuido en la teología de la liberación en los años de 1970. La iglesia guatemalteca y la mayor parte de los católicos se identificaron con una perspectiva reformista, de “socialización pacífica” y que rechazaba la vía armada como medio para la transformación social. El epílogo analiza los caminos que siguió esta revolución cristiana en los años de 1970 y 1980. En algunos casos, los miembros de movimientos laicales se desplazaron a otras organizaciones sociales o políticas, mientras otros se mantuvieron en una línea progresista, eludiendo los extremos. La influencia del “giro cultural” cambió drásticamente la mirada de los misioneros respecto de la religiosidad de los mayas. Rompiendo con el modelo paternalista y europeísta de los años cincuenta, delinearon una teología de la inculturación, a partir de una mirada menos clerical, romanizada y etnocéntrica.

El objetivo de la obra de Hernández Sandoval se cumple con creces. Luego de su lectura aquilatamos un panorama de la historia de la iglesia guatemalteca en el siglo xx y un importante conjunto de hipótesis, muy sugestivas sobre el devenir del catolicismo latinoamericano. Dos nos parecen las más relevantes, y que verifican lo acertado de su perspectiva metodológica. Por un lado, que el Concilio Vaticano II reafirmó, pero no creó el cristianismo progresista en América Latina y, por otro lado, que organizaciones con objetivos tradicionalistas y conservadores pueden ser paradójicos vectores de procesos de profunda transformación social.

José Zanca
(CONICET-ISHIR, Rosario)

John R. Bawden: Latin American Soldiers. Armed Forces in the Region’s History. New York / London: Routledge 2020. 184 páginas.

The armed forces loom large in the history of Latin America, and in his concise overview John R. Bawden focuses on the intricate history of the military and its changing roles from pre-colonial to present times. Written for undergraduate students, this volume uses the topic of armed forces and warfare as “a lens from which to view Latin American history, its people, and politics” (p. 26). Thus, the history of the continent is narrated from the vantage point of the history of its armed forces.

At the center are four case studies which fill about thirty pages each and account for different geographic settings, historical experiences and military traditions: Cuba, Mexico, Brazil and Chile introduce us to diverging examples of military development and the changing role of the armed forces over the centuries. These individual cases are followed by a sixth chapter which transcends the national sphere. This chapter of fifteen pages is entitled “Latin American Soldiers in Global Perspective”, and forestalls the conclusion of this volume as it compares and correlates this military experience to the history and development of the armed forces of Europe, focusing considerably little on Asia and Africa. A conclusion of two pages is hardly enough to summarize the findings of the case studies but reminds us of the impact of the Cold War on Latin America military forces.

The appeal of the volume lies in the case studies which form the core of this overview. While Brazil and Chile can be considered to be two of the ‘usual suspects’, it is much to the merit of this short volume that it also includes the cases of Cuba and Mexico which, for various reasons, have met with slightly different, if not less scholarly attention. Although both countries share the experience of a revolution with far-reaching effects and are in a seriously fraught relationship with the United States, their military histories differ significantly; as do the duties and self-conceptions of these armed forces whose importance has only increased in recent years.

It is important to note that all the case studies presented here use different time lines. The Mexican case introduces Mesoamerican warfare before focusing on the first contact with Spaniards and conquest, as does the case study on Chile which starts with the expansion of the Inca Empire and the arrival of the Europeans. Why Pre-Colombian history matters is not explicitly mentioned, yet it broadens the picture and adds to the history of the armed forces before nationhood. In contrast, the second case study on Cuba starts with the nineteenth century and the quest for independence. Likewise, the Brazilian case is presented from the eve of independence and early reform onwards to focus more on national military development. Equally important to the understanding of each case study are the roles which reform and the expansion of military duties have played over the centuries.

This volume touches on a series of highly important developments which it lacks the space to explore more in depth. Nevertheless, this overview underscores that in Latin America the military is a force to reckon with and hardly an aside to its history. Thus, John R. Bawden’s is to be commended for introducing students to the lasting importance of the armed forces to national history and for pointing out how our narratives of this history can change once the military is taken into consideration.

Delia González de Reufels
(Universität Bremen)

Michelle Getchell: The Cuban Missile Crisis and the Cold War. A Short History with Documents. Indianapolis / Cambridge: Hackett Publishing Company (Passages: Key Moments in History) 2018. VIII, 190 páginas.

El libro de Michelle Getchell es una pequeña historia de la crisis de los misiles de Cuba que resume el curso de la crisis, contextualiza este clímax de la Guerra Fría y de la amenaza nuclear y también contiene veinte fuentes primarias. Esto hace que la monografía sea especialmente adecuada para estudiantes y para su uso en la enseñanza. Por lo demás, no aporta ningunas novedades al tema.

Más de la mitad del texto introductorio trata de la prehistoria de la crisis, introduciendo la Guerra Fría, las relaciones entre América Latina y los Estados Unidos, la historia de Cuba con énfasis en la Revolución Cubana, las relaciones entre Cuba y la URSS, y la respuesta de EE. UU. a los acontecimientos en Cuba, incluida la invasión de bahía de Cochinos, todo ello con un ligero sesgo crítico contra Cuba, que probablemente se explique por el hecho de que Getchell enseña en el U.S. War Naval College.

El estudio presenta la crisis de los misiles como un acontecimiento histórico configurado por hombres importantes. Retreta el despliegue de más de 100 misiles y ojivas nucleares, incluyendo 42 con alcance a los Estados Unidos, y 42.000 soldados soviéticos como una idea de Nikita Khrushchev, que se había prometido ventajas estratégicas, en particular ante la crisis de Berlín y el despliegue de misiles estadounidenses en Turquía. Según Getchell, su imprudente carácter personal había contribuido significativamente a la arriesgada empresa. Fidel Castro, por su parte, había sido un actor difuso en la crisis, que primero había tenido recelos, luego había esperado protección contra los Estados Unidos y más tarde había estado dispuesto a sacrificar Cuba en una guerra nuclear.

Uno de los puntos centrales del libro son las discusiones de los responsables estadounidenses, especialmente en el ExComm, el órgano que tomó las decisiones durante la crisis. Al final, John F. Kennedy se impuso contra los votos de los militares y también de su hermano Robert Kennedy, aunque Robert se autodenominó más tarde pacifista. Tras la escalada provocada por el bloqueo estadounidense de Cuba, durante el cual casi se utilizaron armas nucleares en dos ocasiones en octubre de 1962, el presidente consiguió finalmente que se celebraran negociaciones con la Unión Soviética, que terminaron con la retirada de las armas. Cuba no participó en esta decisión, por lo que se produjo un enfriamiento temporal de las relaciones soviético-cubanas.

Un tercio de la monografía consiste en fuentes primarias. Se trata de documentos del gobierno estadounidense, discursos, resoluciones, voces de políticos de América Latina, papeles internos soviéticos y, sobre todo, varias cartas de la correspondencia entre Cuba y la URSS, que constituyen las páginas más interesantes del libro. Sin embargo, los documentos también están todos disponibles en Internet, por lo que Getchell no levanta ningún tesoro nuevo. La bibliografía utilizada es demasiado parcial, ya que la autora evita en gran medida las voces críticas contra los Estados Unidos y, sobre todo, no utiliza investigaciones escritas en español.

Así, en conjunto, el volumen es una sólida contribución introductoria que merece la pena sobre todo por la recopilación de fuentes. No tendrá mucha relevancia para la investigación, pero esa tampoco es la intención.

Frederik Schulze
(Universität Münster)

Sarah Sarzynski: Revolution in the Terra do Sol: The Cold War in Brazil. Stanford: Stanford University Press 2018. 334 páginas.

Com este trabalho, a autora pretende questionar práticas e crenças discriminatórias sobre os nordestinos que se mantêm insistentemente, finalidade para a qual analisa diferentes discursos de fontes como literatura de cordel (a sua fonte principal), filmes, jornais e até arquivos da polícia, em sua grande maioria da época da Guerra Fria. Os discursos selecionados giram sempre, seja indireta –ou diretamente, entorno das Ligas Camponesas como protagonistas dos movimentos de “revolução na Terra do Sol”, no Nordeste da primeira metade dos anos sessenta do século passado.

Assim se compreende que o livro se divida em duas partes, sendo a primeira a principal, com cinco capítulos em mais de 200 páginas, sobre representações e narrativas do que a autora denomina o “tropo do Nordeste”, em parte afirmado e em parte contestado pela produção cultural relacionada com as Ligas Camponesas, enquanto que a segunda parte, de somente 45 páginas, analisa como as Ligas foram lembradas em discursos dos anos 80.

Abrindo com um panorama da situação política no Brasil nos anos 50 e 60, o primeiro capítulo introduz os mais importantes atores políticos e culturais que lutaram por câmbio da situação do Nordeste, e pretende explicar as raízes dos debates políticos, protestos, ocupações de terra, greves e projetos revolucionários nas áreas cultural e educativa que caracterizaram o período entre 1959 e 1964, no qual a obra se centra. Trata das origens das Ligas Camponesas, da importância do cordel e do repente na formação da consciência política dos trabalhadores rurais, do papel do Partido Comunista do Brasil, da radicalização da igreja católica no Nordeste, do receio dos EEUU de que o Nordeste iria se tornar uma “nova Cuba”, dos discursos culturais que reafirmaram a imagem do Nordeste como região pobre, retrógrada, violenta, machista, não-branca, não-educada, folclórica e fanática.

Nos cinco capítulos a seguir, a autora apresenta figuras e temas centrais das narrativas sobre o Nordeste: o cangaceiro, símbolo de masculinidade, barbarismo e honra; o coronel e os sem-terra como representantes da luta de classes; o fanático mítico ou religioso. Analisa extensamente filmes famosos como, entre outros, “O pagador de promessas” (1962), “Vidas secas” (1963) e “Deus e o diabo na terra do sol” (1964), e também meios de comunicação como o Diário de Pernambuco, que na época em questão (fim dos anos 50 a início dos 60) criou uma imagem da região como “zona de guerra”, focalizando sucessos violentos em redor dos protestos rurais. Constata uma notável semelhança nas representações da pobreza no Nordeste, tanto nos movimentos sociais e nas produções radicais de teatro e cinema, como nos meios de comunicação dos Estados Unidos. Comenta também o projeto de modernização do Nordeste através de colonização japonesa, o que mostra até que ponto o conceito da raça foi considerado fator vital para o seu sub/desenvolvimento. O estudo critica o mito nacional da democracia racial baseada em Gilberto Freyre e decompõe representações “racializadas”: de um lado, o estereotipo da “sub-raça” nordestina, do outro a apropriação, por parte dos movimentos sociais rurais, dos temas históricos de escravidão, abolição e quilombos, apresentando o trabalhador rural como “escravo” moderno e estabelecendo um paralelo entre a reforma agrária e a abolição. Menciona que os filmes “Aruanda” (1959) e “Ganga Zumba: O rei de Palmares” (1964) usaram o tema dos quilombos para discutir a luta por terra e trabalho digno.

Esta primeira e maior parte do livro, denominada “O Nordeste na Guerra Fria”, termina com o estudo do papel da religião como arma política, usada tanto pelos latifundiários e conservadores como pelos trabalhadores rurais na sua luta contra a exploração; aqui, a autora examina por exemplo representações da guerra de Canudos e de Jesus como figura revolucionária.

A sua análise intertextual da imagem do nordestino nos mais diversos meios aponta para o fato de que estereótipos que compõem o tropo do Nordeste legitimaram a violência contra os trabalhadores rurais, assim como o golpe militar e a limitação dos direitos do cidadão dos moradores rurais. Por outro lado, também os movimentos sociais tiraram partido do tropo, por exemplo do estereótipo do nordestino como vítima carente e retrógrada, além de ressignificá-lo, substituindo por exemplo o significado dominante de criminalidade, sendo não mais um criminoso o trabalhador que rouba alimentos ao latifundiário, mas o latifundiário por explorar e às vezes até mandar assassinar trabalhadores rurais. Também o símbolo do cangaceiro foi usado tanto para apoiar (por líderes sociais, cineastas e poetas populares) como para combater (por conservadores) uma reforma agrária radical.

Sarah Sarzynski pretende mostrar como gênero, raça/etnicidade, classe social e religião foram parte do processo dialético de formação e re-formação de identidades, já que cunharam não somente os conceitos sobre mas também a auto-imagem do nordestino.

A segunda e menor parte do seu trabalho baseia-se em entrevistas, em grande medida obtidas em projetos de história oral realizados nos anos 80 por pesquisadores ligados às Fundações Getúlio Vargas e Joaquim Nabuco. Também inclui o filme “Cabra marcado para morrer” (1984), lembrando de como as primeiras filmagens, iniciadas em 1964 no Engenho Galiléia, foram interrompidas pela invasão militar do engenho, assim como os resumos das lembranças do próprio líder político das Ligas, Francisco Julião, e do relato de um participante das Ligas sobre a luta no Engenho Galiléia, desapropriado já em 1959.

Bases teóricas deste trabalho de pesquisa são, por exemplo, o conceito de Stuart Hall da naturalização de representações através de pressupostos não-questionados baseados em crenças discriminatórias; e a idéia de Steve Stern, no seu trabalho sobre o Chile, das “memórias emblemáticas”, memórias coletivas como marcos de lembrança coletiva providenciados por certos eventos, pessoas ou produções culturais, e usados de maneira seletiva por grupos rivais.

Com relação à estrutura formal, a visão geral de conteúdo que se encontra no início de cada capítulo, assim como o resumo no fim de cada um deles, são de grande ajuda para o leitor poder seguir o fio condutor da argumentação. Juntam-se a isso as precisas sínteses na introdução e no último capítulo; inicialmente, falando da organização do livro, e concluindo, das finalidades e resultados da pesquisa. A autora repetidamente esclarece razões e intenções da sua seleção de fontes; assim por exemplo explica que incluiu o relato de Zito de Galiléia por querer abalar o tropo do Nordeste como lugar de tragédia. Em geral, ela pergunta de quê maneira estereótipos e representações degradantes poderiam finalmente chegar a serem impensáveis, assim como carregadas de novos significados, ajudando assim na construção de identidades resistentes.

O trabalho todo de Sarah Sarzynski não é somente extremamente interessante, mas também apaixonante, por relembrar famosas produções do cinema brasileiro, assim como um período bem marcante da história brasileira, e principalmente pelo seu uso do método da análise de discursos para desconstruir a imagem do Nordeste e do seu povo como o Outro, subsistente até hoje, imagem que foi reforçada inclusive por lendárias produções culturais que pretendiam apoiar a luta por maior igualdade social e política.

Mechthild Blumberg
(Bremen)

Lucia Grinberg: The Military and Political in Authoritarian Brazil. The Aliança Renovadora Nacional (ARENA) 1965-1979. Brighton / Chicago: Sussex Academic Press 2019 (The Portuguese-Speaking World. It’s History, Politics and Culture). 272 páginas.

Durante o período histórico da Ditadura Militar (1964-1985), o sistema político nacional viu ser desfeito o pluripartidarismo, que vigorou por vinte anos ininterruptos, em favor de um arranjo bipartidário. Tal arranjo foi implantado em 1965 após determinada a extinção de todas as agremiações políticas existentes até aquele momento. No ano seguinte, foram fundados dois novos partidos, um deles representante do governo e o outro da oposição, respectivamente: a Aliança Renovadora Nacional (ARENA) e o Movimento Democrático Brasileiro (MDB). Este panorama foi minuciosamente examinado pela historiadora Lucia Grinberg na obra em questão, com enfoque na trajetória da ARENA, conhecida na época como “o partido do governo” e, também, escarnecida pelo rótulo de “partido do sim, senhor!”.

A autora possui significativa trajetória de publicações sobre o tema que se reportam desde o seu doutorado, concluído em 2004. Grinberg justifica que estudar a ARENA corresponde a uma via pertinente para perscrutar as complexas relações entre sociedade brasileira, a classe política civil e os militares, durante a Ditadura. Trata-se, certamente, de uma contribuição importante para historiografia, visto que esse partido ficou por muitos anos relegado ao esquecimento. A produção a que se refere esta resenha é o primeiro livro sobre a ARENA em língua inglesa, e mostra-se relevante para aqueles que se interessam por História do Brasil e da América Latina, especialmente no âmbito das ditaduras militares, política e imprensa.

Ao longo de seis capítulos, Grinberg detalha a trajetória da ARENA, reportando-se a diversas fontes, tais como: transcrição de discursos de políticos, entrevistas e materiais extraídos de periódicos, como reportagens, charges e cartoons. A perspicaz seleção das fontes captura testemunhos sobre marcos históricos no momento em que se passavam, cumprindo assim o papel de embasar a narrativa sobre os três momentos principais da ARENA, quais sejam, os desafios de fundação, as turbulências dos tempos de vida e a dissolução plácida do partido.

Entretanto, a forma com que as fontes foram inseridas na obra poderia ter sido mais cuidadosa, quando se coloca em perspectiva o ritmo de leitura. Em determinadas passagens, há excesso de citações, ao passo que, em outras, falta. Em alguns capítulos da obra, são citados em demasia discursos de políticos da ARENA e da oposição emedebista, os leitores são longamente deixados “a sós” com essas fontes primárias. No último capítulo, dedicado à análise de charges e cartoons, nota-se justamente a escassez dessas fontes imagéticas na íntegra, que dão lugar a longas descrições de imagens. Pelo efeito visual que provoca, potencializar a exposição desse material produziria um ganho de sentido para o livro, pois como bem destaca a autora, charges e cartoons são de suma relevância para o período analisado, visto que dispunham de mais recursos metafóricos para burlar a censura da época.

A História da ARENA vai sendo contada conforme os desdobramentos da Ditadura Militar, que definitivamente não era um projeto pronto. A autora oferece a perspectiva certeira de que a Ditadura tomava seus rumos no bojo das tensões sociopolíticas que envolviam vários atores e instituições no Brasil e também no exterior. Efetivamente, a ARENA não esteve alheia a essas tensões. À medida que os leitores são levados às etapas de vida do partido, desenvolve-se a tese central de que a ARENA e o Governo Militar não formavam um bloco monolítico.

A despeito de representar o Governo, a ARENA não se subordinava automaticamente às determinações dele, sendo assim, a relação entre ambos era marcada por dinâmicas de concordância e conflito. Observa-se na obra maior ênfase nos conflitos, ao ponto de se ponderar uma abordagem mais ampla dos arenistas que apoiaram mais intensamente o governo, a fim de oferecer aos leitores um contraponto mais nítido dos diferentes posicionamentos de membros do partido com relação aos militares. De todo modo, prevalece nessa discussão, a ideia de um partido autêntico. Apesar da artificialidade do bipartidarismo, nota-se um esforço na obra em demonstrar que a ARENA não era um mero teatro da retórica democrática que o regime militar buscava sustentar. Tanto não era assim que apresentava as dinâmicas comuns aos partidos políticos em geral. Na população, a ARENA encontrava apoiadores que muitas vezes não se eximiam em criticá-la, as divergências internas entre seus membros tampouco eram escassas.

A autora salienta uma pluralidade de sujeitos compondo a ARENA, sendo um elo entre eles o sentimento de pertencimento ao movimento 64’, que prometera revolução por meio de reformas políticas democráticas, mas que abriu portas para uma ditadura. Nesse sentido, a autodenominação da ARENA como partido da “Revolução” é refutada na obra. Fica comprovado que muitos arenistas eram políticos profissionais de longa data, advindos inclusive de partidos rivais no passado. Grinberg aponta que a adesão à ARENA representou um grande consenso de elites políticas brasileiras, não havendo ruptura consistente com o passado, e por isso efetivamente não havia nada de revolucionário naquele partido.

Conforme os militares se perpetuavam no poder autoritariamente, quebravam-se as promessas de um governo transitório e democrático. Em face dessa realidade, não apenas políticos da oposição, mas muitos arenistas ficaram pelo caminho, renunciando à vida política ou tendo seus direitos políticos cassados. Grinberg sublinha que o partido estava submerso em uma constante crise identitária, o que contribuiu para que os resultados das poucas eleições diretas daquele período fossem pífios para a ARENA. O bipartidarismo ruiu pouco antes da ditadura que o implantou, a ARENA foi dissolvida com o estigma de quem “já vai tarde”. Da imprensa, recebeu o escárnio; da historiografia, o apagamento; de seus herdeiros políticos, a negação.

Quando o fim da Ditadura era muito recente, a historiografia tendeu a uma postura reparadora, priorizando temáticas referentes aos movimentos, instituições e sujeitos que tiveram suas vozes violentamente caladas na Ditadura. A ARENA, reduzida a uma extensão do governo militar, submissa e artificial, foi negligenciada nas pesquisas históricas, rotulada como desimportante. Entretanto, os precisos questionamentos de Lucia Grinberg desvelaram que a História desse partido constitui uma lente relevante para compreender a Ditadura. Tomado maior distanciamento do evento pelo passar do tempo, a autora comprovou a importância de tornar a ARENA objeto de estudo. Um dos grandes trunfos da obra é apresentar um “núcleo duro” militar da Ditadura, instransponível até mesmo para os apoiadores civis mais leais. Efetivamente, em eventos da dimensão de uma ditadura, o esquecimento é uma via especialmente arriscada, que abre margem para interpretações distantes dos fatos históricos.

Mariah Freitas Monteiro
(Katholische Universität
Eichstätt-Ingolstadt)

Philipp Kandler: Menschenrechtspolitik kontern. Der Umgang mit internationaler Kritik in Argentinien und Chile (1973-1990). Frankfurt: Campus Verlag 2020 (Eigene und Fremde Welten, Bd. 39). 422 páginas.

Multiple factors contributed to the fact that two South American states gave central impetus to the political significance of human rights in the second half of the 20th century.

Chile, in particular, was not an empty “mental map” in the 1970s, according to Jan Eckel.8 The decade before had already brought the South American continent into the focus of the global public on various levels. On the international political level, with the Cuban Missile Crisis in the conflict between East and West over spheres of influence, and on the civil society level as one of the geographical areas for an international solidarity movement to converge. This movement was not only hoping for a “new human” from South America, but also for a political alternative to the antagonistic systems of capitalism and communism. On a cultural level, the continent gained importance with the “boom”, the broad international reception of South American literature. Against this backdrop, a figure such as Chilean President Salvador Allende became a beacon of hope for a new political order, receiving worldwide sympathy and support.

The grave violations of human rights committed by both juntas in Chile and Argentina during and after the military coups destroyed hopes, alienated allies of the previous governments and evoked worldwide outrage in view of their brutality. High-profile solidarity initiatives in various countries contributed to Chile in particular becoming an outlaw country under dictator Pinochet.

Since both the criticism of and the reaction to the human rights violations of the Chilean and Argentine dictatorships were unusually severe, Philipp Kandler’s study uses the example of these two regimes to make a contribution to the history of human rights at the political level, as well as to reveal mechanisms of international law instruments for punishing human rights violations, and the various actors in the struggle to uphold human rights.

Was it domestic crimes alone that provoked the strong reactions of the West and international organizations? Was there only one unilateral group, namely the Western critics and organizations, and no interacting counterpart? Starting from these questions, Kandler exposes the Eurocentrism of previous research. The Argentine and Chilean juntas were by no means passive recipients with no diplomatic interest in the events and relations beyond their national borders. They were foreign policy actors who used standard international strategies to defend their position and prestige.

For his work, which is based on comprehensive sources, Kandler chooses a global-historical approach and, on a second level, a comparative perspective in order to examine the various forms and contents of human rights criticism and reaction for their efficiency and inefficiency, using two countries as examples. In doing so, he does not understand the dictatorships as monoliths from a national perspective and not as “territorial containers” from an international perspective, but emphasizes the complex internal and external factors influencing criticism and reaction.

Following the global-historical approach, his work scrutinizes processes that take place in so-called “arenas”. One is the arena of international politics in organizations such as the UN, ILO, UNESCO, or IACHR, and bilateral relations. In a second arena, the reactions of the dictatorships to the global public, by which they felt unjustly denounced, are examined, and in the third arena, internal and external factors are linked for a deeper analysis of the motives of the juntas. The reader would have benefited from a more tightly structured outline and a clearer delineation of the content of the individual chapter texts in these multiple approaches in presenting complex interdependencies.

In the first part of his work, Kandler describes the rules by which international organizations operate. Since international organizations had supranational instruments at their disposal that legitimized them, for example, to influence national and international domestic and foreign policy with on-site inspections, the junta’s resistance focused particularly on this arena. Above all, the “principle of non-interference” and national sovereignty formed a protective shield, thus calling the competence of the community of states into question. In addition to this defensive strategy, Argentina in particular attempted to use procedural levers to prevent the application of mechanisms of the UN human rights system. While Argentina was relatively successful in keeping its human rights violations under the radar for a long time, Chile’s coup brought the country into the public eye because of strategic mistakes.

The key cause of this was that Chile overthrew a government recognized in parts of the world with great brutality and mercilessly murdered the opposition before the eyes of the global public. Chile thus shortly attained the status of a pariah state. Kandler vividly illustrates how the die was cast for a small and economically insignificant country. It had lost the chance for a tacit acceptance of its human rights violations. Chile found itself in a situation where a “negative consensus” about the country was forming in the UN. Hence, the junta could not prevent its crimes triggering the creation of an ad hoc working group of the UN Commission on Human Rights, and Chile thus became a precedent in the punishment of crimes against humanity by the international community. Argentina learned from its neighbor and avoided obvious leverage points that would have resulted in a UN commission of inquiry. The country covered up its crimes using the method of “disappearances”, and at the same time formed strategic alliances in the UN, for example with the main ideological enemy, the Soviet Union, on human rights issues.

Kandler’s investigation states that a “paranoia”9 of both juntas was both the reason and the argument for their human rights crimes. They felt that Argentina’s and Chile’s national security was threatened by leftist “subversion” at home and by a supposed “international terrorism”. To weaken Chile’s and Argentina’s fight against the communist threat, the Soviet Union would launch a public anti-campaign against the countries. Only the eradication of the domestic opponent could prevent the destruction of the Argentine or Chilean way of life. The juntas repeatedly justified their actions on these grounds, especially when the denial of the crimes became less and less credible. They were convinced that their actions were justified, and were shocked at the fact that, in accordance with the present concept of the East-West bloc, they were criticized by the West for contributing to contain communist expansion. They assumed that Western states did not recognize the “true situation”10 in their countries. The reason for the misperception, according to Kandler, was also an outdated understanding of human rights by the juntas, which placed overall social values of freedom and democracy above personal and legal rights.

While both countries primarily pursued a strategy of avoidance in international organizations and bilateral relations, they attempted to counter the civil society accusations with various offensive strategies. Foreign missions were trained to positively influence the sentiment in the host countries, foreign PR companies were commissioned to develop public relations concepts, foreign media were courted and prominent multipliers were used who publicly acknowledged the juntas, such as Henry Kissinger or Franz Josef Strauss, and tourism and culture were promoted. Critics of the regimes were systematically discredited as “sympathizers of terrorism”. The effectiveness of the measures in all arenas, however, had been weakened by an internal power struggle in Argentina and by the dominance of a “praetorian ideological”11 attitude in Chilean foreign policy.

Ignoring human rights criticism was not an option for the juntas, according to Kandler. They feared economic isolation, which they perceived not only as a threat to their existence but also as a significant weakening of their legitimacy to rule, since the declared goal of their rule was not only to protect the nation from “terrorism”, but also to establish a neoliberal economic system with foreign support. The said economic system took on a dual function in that it was both the reason and the justification for human rights violations.

Kandler concludes that although the juntas responded to pressure from international organizations and the global public with a variety of strategies, they were ultimately unwilling to make concessions regarding human rights violations because, in their view, this would have endangered their goals. However, in the long run, the criticism has led to a strengthening of the subject of human rights internationally and of human rights activism at home.

Kandler’s work is relevant because it makes an important historiographical contribution to the history of human rights. He plausibly demonstrates that after the initial decisive impetus provided by the Holocaust, it took another episode of serious human rights violations committed under the eyes of world to create solidarity among different advocacy groups and to prompt the international community to equip human rights bodies with practical instruments to punish crimes against humanity. In this respect, Chile in particular became a “catalyst”12, just as the establishment of the International Criminal Court can be ascribed to the experience of the genocides in former Yugoslavia and Rwanda. It becomes clear that the confrontation with the Chilean crimes brought about a concentration of the human rights regime on punishing violations of personal and legal human rights, with a higher tolerance for disregards of economic, social and cultural human rights. By providing a historically descriptive account of the mechanisms of how this evolution occurred with the participation of all actors, including the perpetrators, Kandler offers multiple approaches for a political science review of the effectiveness of human rights instruments. In this context, Kandler notes a desideratum in the more precise theoretical delineation and analysis of human rights.

Dorothee Weitbrecht
(Elisabeth-Käsemann-Stiftung)

Óscar Darío Amaya Navas: Agua y Derecho constitucional en Colombia. El derecho al agua y el servicio público de acueducto y alcantarillado desde la perspectiva de la Corte Constitucional. Bogotá: Universidad Externado de Colombia 2018. 174 páginas

Partiendo de que el derecho al agua se lo considera parte de los derechos humanos, la presente monografía realiza, en primer lugar, un recorrido histórico por las constituciones políticas de Colombia bajo el criterio de la relevancia que estas le dieron al papel del recurso hídrico. En segundo lugar, ubica los avances colombianos en contextos históricos regionales y globales, tanto resumiendo el creciente significado que las convenciones y resoluciones de los organismos de las Naciones Unidas asignaron al papel del agua desde los Convenios III y IV de Ginebra de 1949, como comparándolos con los correspondientes artículos en las constituciones de cuatro países suramericanos y cinco países africanos. Finalmente, plantea unos problemas actuales del abastecimiento del agua y de los servicios públicos en Colombia ante la obligación del Estado de proteger la diversidad e integridad del medio ambiente estipulada en la Constitución Política de 1991. Cada uno de los tres capítulos dedicados a estos objetivos, cuenta con un amplio repertorio referencial que incluye los correspondientes protocolos, legislaciones y otros documentos originales.

Desde sus inicios en la época de la independencia, el `trazo hídrico` hizo parte de la historia constitucional de Colombia. Al sustentarse en el papel crucial del agua para la fecundidad de la Nueva Granada, circundada por los dos océanos, el prócer Camilo Torres, en su “Memorial de Agravios”, reivindicó la libre navegación, sin la imposición de impuestos u otras cargas. Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro profundizaron en la administración de las vías fluviales; Alfonso López Michelsen resaltó el papel activo y plasmador de una política ambiental con el fin de dar pleno empleo a los recursos naturales; la Constitución Política de 1991 tiene 29 artículos de contenido ambiental. La disponibilidad del agua, su calidad, la accesibilidad al recurso hídrico y el saneamiento alcanzaron constitucionalidad. El recorrido a lo largo del significado del medio ambiente en la historia de derecho colombiana es tan enriquecedor para la disciplina científica como para poder fortificar movimientos actuales en pos de protección del medio ambiente al posicionarlos en los rasgos fundamentales enraizados en la historia del país, es decir, en una tradición vernácula.

Algunos países de América Latina y de África consagraron en sus constituciones políticas el derecho humano al agua. Reconocen que el agua constituye un recurso fundamental que, como ningún otro, determina e impacta el desarrollo básico de cada persona y que tiene que ver con su intimidad, con la alimentación, con el aseo, con la salubridad entre otros aspectos más. Mientras que las constituciones de los reportados países africanos, provenientes de la época de su independencia, es decir, de los años sesenta del siglo xx, y en algunos casos reformados en los años noventa, adoptan un tono sobrio y moderado, se nota el ímpetu revolucionario en las citadas constituciones del Ecuador de 2008 y de Bolivia de 2009, donde se exige inalienable, inembargable e imprescriptible el agua. La resolución sobre el derecho al desarrollo, pronunciada por las Naciones Unidas en 1999, vincula este derecho directamente con el derecho al agua como derecho fundamental.

Ante todas las aclaraciones y postulaciones en materia de protección y uso de los recursos naturales, en particular del recurso hídrico, surge la pregunta por el efecto real de las pretensiones que allí se expresaron. Una ley es útil si quienes se vean privados de los derechos que pretende garantizárseles esta ley, pueden reclamar sus derechos acogiéndose a la misma. A diferencia de los derechos reconocidos por la constitución, la realidad de grandes sectores del pueblo colombiano, que no disponen de agua limpia ni de alcantarillado, es otra. Si bien unas sentencias reportadas por el autor dieron razón a los tutelantes que reclamaron su derecho al agua limpio del que se sintieron privados, estas no trascienden las esferas teóricas de la legislación y de la judicación, mientras que no surtan efecto cambiando las condiciones reales.

Empresas privadas asumen la tarea y la obligación constitucional de prestar los servicios públicos domiciliarios. Al resaltar la plena compatibilidad de este modelo con los compromisos estatales consagrados en la Constitución de 1991, Amaya Navas constata a la vez, que es insuficiente para cumplir con los postulados del Estado social de derecho. Sin embargo, una vez más no tiene otra conclusión sino pedir que el Estado asuma la regulación, supervisión y control. A lo largo de los capítulos dos y tres, muchas partes se leen como ambiciosas formulaciones de buenas intenciones. El derecho al agua potable, al igual que el desarrollo sostenible, incorporado en el artículo 80 de la Constitución Política, corre el riesgo de quedar prosa de ideas dignas de ser apoyadas, pero sin propuestas de su viabilidad. Las constituciones son tigres sin dientes, mientras que no aprovisionen sus artículos, dedicados a la redacción de sus ambiciosas pretensiones, con otros del mismo rango, a su vez dedicados al reglamento para la aplicación de los primeros.

No es el objetivo del autor señalar las múltiples restricciones políticas y sociales que obstaculizan la igualdad del acceso al agua, ni hacer hincapié en los intereses económicos que hacen del agua una mercancía escasa y lucrativa. Por ende, la conexidad entre una adecuada prestación de los servicios públicos y los compromisos sociales del Estado resulta clara, en cambio, con menos claridad se abordan las razones de su flaqueza en hacer realidad de los enunciados de sus leyes. De esta manera, son sobre todo las fuentes documentales históricas y actuales en materia de jurisdicción ambiental que hacen del presente trabajo una valiosa colección de aportes al tema.

Jochen Plötz
(TU Darmstadt)

Maristella Svampa: Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias. Bielefeld: Bielefeld University Press / CALAS-Maria Sybilla Merian Center 2019. 145 páginas.

El libro Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias representa una apuesta de Maristella Svampa por resituar el neoextractivismo complejizando los procesos que lo constituyeron hasta el presente, a través de un análisis crítico y provocador, y también propositivo de alternativas a la crisis del Antropoceno, que ya están en curso en América Latina, de la mano de los movimientos sociales y de sus actuales tendencias.

En base a la producción teórica existente sobre la temática, incluidos los extensos aportes de la propia autora, Svampa comprende al “neoextractivismo” como un fenómeno que está siendo redefinido, y que emergió y se asentó con los gobiernos progresistas. Asimismo, se caracteriza no solo por las grandes y multiescalares dimensiones de los proyectos extractivos, por el avance de la frontera de los commodities, la diversificación productiva y por una multiplicidad de actores y capitales involucrados, sino también por la respuesta de una histórica, aunque renovada, resistencia social. Esta, de modo contestatario a la crisis contemporánea, pero a la vez efecto de una historia colonial más larga en el continente, se visibiliza con nuevos lenguajes, narrativas y acciones que ensamblan la lucha ecologista, con la indígena y feminista.

De esta manera, la autora resitúa y actualiza el debate del extractivismo. Lo hace a partir de un análisis localizado que implica atender críticamente a los distintos procesos sociales que están aconteciendo a nivel global y en América Latina, tanto para la avanzada de los capitales extranjeros y de los proyectos desarrollistas, como para la configuración de un movimiento social y diverso para la defensa de los territorios y de los bienes comunes, bajo otras concepciones sobre la relación humanidad-naturaleza. En base a ello, el libro se organiza en cinco capítulos, además de la introducción y las conclusiones, a través de los cuales dedica la atención a un eje en particular, conectándolos unos con otros para una mayor comprensión del neoextractivismo y de sus múltiples expresiones y complejidades.

En el primer capítulo, se concentra en las discusiones conceptuales y políticas del “neoextractivismo”, como categoría analítica, descriptiva y explicativa y, al mismo tiempo, de denuncia. Si hasta el 2015 predominó una visión productivista y eldoradista del desarrollo, que negó los impactos negativos del modelo extractivo exportador, en simultáneo, la configuración de grandes movimientos sociales y de ideas-proyectos como los del Buen Vivir, Estado Plurinacional y derechos de la naturaleza sentaron las bases para que luego y, en el presente, se fortalecieran las resistencias a las políticas extractivas de corte progresista. Para la autora, al mismo tiempo que esto generó fracturas dentro del campo de las organizaciones sociales, también produjo una crisis democrática que enfrentó a quienes avalaron los proyectos desarrollistas contra quienes no lo hicieron, teniendo incluso comunes trayectorias de lucha.

Esos desacuerdos dieron lugar al enfrentamiento de distintas fuerzas de: gobierno, grandes corporaciones económicas, organizaciones campesinas indígenas, movimientos socio-territoriales y de distintos colectivos ambientalistas, con reconfiguraciones propias. De este modo, el capítulo II analiza con mayor detenimiento la conflictividad socio-ambiental anunciada en tanto es inherente al neoextractivismo. Svampa se centra aquí en presentar y analizar los procesos y ciclos que han dado lugar al “giro ecoterritorial”, entendido como la construcción de marcos de acción colectiva y como estructuras de significación contestatarias y alternativas. Como la autora observa, si durante la “fase de positividad” (2003/2010) las políticas desarrollistas en América Latina, condujeron a la reducción de la pobreza y al incremento del gasto social posibilitando la salida de la crisis neoliberal previa y la ampliación de la participación popular, luego, con la multiplicación de megaproyectos extractivos (megaminería, fracking, hidroeléctricas, expansión de la frontera agraria) se multiplicaron también las resistencias sociales.

La fase de exacerbación del neoextractivismo, desde los años 2013-2015, a la par de evidenciar los límites de su rentabilidad tanto globales como locales, así como la afectación ambiental, demostró las bases que fueron asentándose para un lenguaje común de valoración sobre la territorialidad producida por los movimientos indígena y feminista. Entonces, el capítulo III aborda las formas de organización de estas resistencias, sus conexiones en el continente y, sobre todo, los conceptos más movilizadores generados desde estos campos de lucha para hacerle frente a las políticas extractivistas. El Buen Vivir, como horizonte articulado con la justicia ambiental y la militancia ecologista, junto al reconocimiento de los derechos de la naturaleza y de los bienes comunes, guiados por la recuperación de lógicas comunitarias, autonomistas y anti-patriarcales, cuestionan no solo el productivismo propio del capitalismo, sino que también proponen otras formas de sociabilidad, cooperación, y de relación sociedad-naturaleza, críticas de la occidentalización del planeta, del etnocentrismo y del colonialismo aun manifiesto en nuestro continente.

Para Maristella Svampa, el “giro ecoterritorial” ensambla la lucha indígena y la ecologista con los emergentes “feminismos populares del sur”, y en su heterogeneidad de tradiciones y formas de organización, se encauzan en potentes debates, y resuenan con y desde nuevos lenguajes de resistencia. La autora destaca el protagonismo femenino que ha asumido la defensa de los territorios –o la feministización del antiextractivismo–, y las experiencias colectivas que han revalorizado colocando la ética del cuidado en el centro, cuestionando al desarrollo. No obstante, a la par del fortalecimiento popular han aparecido “figuras extremas del neoextractivismo”, tal y como la autora lo trabaja en el capítulo IV, refiriendo a las territorialidades criminales, a las violencias estatales y paraestatales y a la masculinización de los territorios, como efecto de la ampliación de las geografías de la extracción, y de la expansión de las energías extremas.

En este sentido, Svampa analiza cómo el neoextractivismo, a la par de agudizar diversas problemáticas sociales, también provocó un aumento de la conflictividad mediante la criminalización, judicialización y represión de la protesta. Como observa la autora, la búsqueda por el control total y económico de los territorios extractivos, genera muertes de hombres y mujeres, y debilitamiento de los lazos comunitarios, como expresión de las cadenas de violencia capitalistas, colonialistas y patriarcales, y de su profundización. Por lo tanto, explora las consecuencias socioculturales de la utilización de “energías extremas”, además de señalar sus altos costos económicos e impactos ambientales y socio-sanitarios, y de cómo el neoextractivismo reconfigura territorios y relaciones bajo nuevas formas de dominación en los planos locales y globales.

De ahí que en el capítulo V, Svampa se centre en el análisis del contexto geopolítico internacional, en la nueva dependencia con China, y en sus efectos regionales. En esta última parte del libro, la autora observa que las inversiones provenientes de China para las actividades extractivas de petróleo y minería, y del agronegocio, principalmente, refuerzan la reprimarización de las economías locales a través del aumento en las exportaciones de materias primas, inaugurando un extractivismo neodependentista que perpetúa las históricas asimetrías en el continente. De esta manera, la autora finaliza hilvanando las paradojas que producen la consolidación y crisis de la hegemonía política progresista, la reorganización de la geopolítica mundial y regional, y el fortalecimiento de las narrativas emergentes en América Latina, que protagonizan el cambio de época y la fase neoextractivista que atravesamos.

Para terminar, y a partir de las conclusiones, la autora plantea que la actual crisis socioecológica no puede ser vista como una dimensión más de la agenda pública o de las luchas sociales, sino que debe ser pensada y abordada desde una perspectiva holística, integral e interdisciplinaria. Con el Antropoceno, “la humanidad ha transpuesto un umbral” (p. 111) ecológico y ético con repercusiones filosóficas, políticas y económicas y, mediante la lectura de su libro, Maristella Svampa invita a una crítica y propositiva reflexión sobre el neoextractivismo. Además de los énfasis descriptivos y analíticos que realiza a lo largo de la obra, también esboza e imagina una sociedad posextractivista, superadora de la visión desarrollista y productivista de la naturaleza, y basada en otras formas de habitar los territorios que ya están en práctica y, también, en transición, propuestas por los movimientos ecoterritoriales, indígenas, comunitarios y feministas.

Melisa Cabrapan Duarte
(IPEHCS/CONICET-PUE)

Marcos Carbonelli: Los evangélicos en la política argentina. Crecimiento en los barrios y derrotas en las urnas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Biblos 2020. 203 páginas.

At latest since the presidency of Jair Bolsonaro in Brazil we have been aware of the impact of evangelical churches in Latin America, which have a great influence on political power structures in many Latin American countries. Compared to that, in Argentina their political capital is still small. In his monography Los evangélicos en la politíca argentina. Crecimiento en los barrios y derrotas en las urnas, the sociologist Marcos Carbonelli shows how evangelical groups in Argentina entered the political sphere in the new millennium. By analyzing diverse strategies and political orientations of evangelical groups and politicians to gain influence in political development, he can show in detail how their involvement in politics has changed from the 1990s to the 2000s. To answer his initial question how the evangelicals have affected political topics in Argentina he combines in a qualitative analysis the results of fieldwork from 2007 to 2011 and his most recent fieldwork from 2014 to 2017, meaning interviews with evangelical leaders, and media analysis of speeches, election posters and web presences.

The first chapter “Los márgenes politicos de la minoría” gives an overview over the development of the evangelical churches in Argentina in the 1980s and 1990s under the religious hegemony and political power of the Catholic Church. Carbonelli describes how the prolonged discrimination of evangelical religion by the state and the Catholic Church led into displeasure and protest. Eventually, evangelical communities started to organize themselves in groups and political parties in the 1990s. Here the author explains, in addition to the political potential, especially the limits of their political participation. Referring to Wynarczyks explanation, that the religious habitus does not correspond to the political habitus, Carbonelli shows how the evangelical politicians, who ran for the elections in the 1990s, missed the votes of their voting district. That is a continuity he also underlines in the following chapters for the new millennium.

Subsequently, he examines three different types of political participation by evangelical groups and politicians in the new millennium to show new strategies to enter the political arena: First, he refers to three evangelical groups in the suburban areas of Buenos Aires, second to congresswoman Cynthia Hotton and her political party Valores para mi país (VPMP), and finally to pastor Leonardo Álvarez of the district of La Cava in the periphery of Buenos Aires.

By analyzing interviews and election posters, Carbonelli underlines in his second chapter “Justicia y redención para el pueblo: los movimientos evangélicos peronistas” the changing dynamics between the 1990 and the 2000s, on the one hand. On the other hand, he emphasizes the close connection to Peronism, which has been existing since the last century, when Perón was the first president who was open towards other religions than Catholicism. He compares the case of Argentina, where evangelical political parties still run with little success for the municipal elections, with Colombia, Brazil and Peru, where evangelical politicians have acquired political success through the membership in established parties instead.

In his third chapter “‘La diputada de Dios’: Cynthia Hotton en el Congreso”, he deals with the evangelical congresswoman Cynthia Hotton, describes her political career and contrasts it with that of the evangelical groups he introduced in chapter two. He particularly highlights her focus on ethical values and her positioning against legalization of same-sex marriage and abortion. Using selected speeches, he impressively shows how she uses the discourse on moral values to pursue, on the one side, a division of political camps and, on the other, a rapprochement with other parties that share these values. Carbonelli further describes the political development of her group Valores para mi País (VPMP), which, unlike other evangelical groups, developed into a pluri-religious space united by the discourse of moral values. In the fourth chapter “La experiencia Valores para mi País” he moves on to its politics in parliament and its appearance in the 2010 elections, which resulted in the defeat of VPMP. In this chapter, he analyzes in particular how Hotton tried to combine an evangelical agenda with the moral values of a broad population to create an interconfessional alliance against the liberal government.

In his fifth chapter “Política y religion en la periferia: el pastor Leo Álvarez y la organización Sal de la Tierra”, Carbonelli presents the interviews he did from 2014 to 2017 in the municipal of Lomas de Zamora in the periphery of Gran Buenos Aires, especially in the district of La Cava, a marginalized neighborhood with a high level of poverty and crime. Whereas he follows the process of evangelical politics in relation to election campaigns in the preceding chapters, he describes the type of evangelical politics in La Cava as “una politicidad evangélica distinta de la que hasta ese momento había analizado” (p. 146). As it means, politics simultaneously from below and above. He lays the focus of his narration on the evangelical pastor Leonardo Álvarez and his organization Sal De la Tierra and how the pastor found his own ministry in La Cava, independent from the evangelical church, to improve the living conditions of the inhabitants. This leads Carbonelli to the hypothesis, that Álvarez acts on the one hand as a representative for the district and at the other hand as mediator between the inhabitants and public politics, what distinguishes his way to practice evangelical politics from the other examples. At the end of his book, he states, that although evangelical politicians failed in several elections in the new millennium because of the lack of an evangelical vote, they have opened themselves to a wider political context by interfering in social themes unlike the evangelical groups of the 1990s.

Carbonelli presents a dense and rich analysis of evangelical politics, examining their political opportunities and limits in the new millennium. Therefore, he includes an abundance of material from the evangelical sphere. He especially demonstrates very well the heterogeneity of political attitudes and their impact on their course of action and electoral success. With that his book represents an important research contribution and augments the studies of, among others, Hilario Wynarczyk and Pablo Semán who also have shown the development and diversity of evangelical groups from the 1990s to the new millennium with focus on their emergence in Argentina’s popular sectors and their involvement into the political sphere.

There are only two points I would like to add: First, it would have been interesting if he had included voices from outside of the evangelical milieu in order to ameliorate the understanding of these processes and the external impact evangelical politics have in a wider context in Argentina, especially in the discourse of the legalization of same-sex marriage.

Second, his fieldwork from 2014 to 2017 reveals a new and interesting example of practicing evangelical politics, especially in the periphery. Here, Carbonelli demonstrates the success of evangelical politics in the outskirts in relation to his previous examples. Considering the significance and many years of fieldwork, the chapter about Leonardo Álvarez seems somewhat brief although this topic is intended to give the research on evangelical politics a new direction.

In conclusion, I would recommend to read the book of Carbonelli because it offers a wide panorama of evangelical politics and their opportunities in the new millennium, and moreover covers a topic that is also becoming more and more present in societies all over the world.

Jessica Prenzyna
(Leibniz Universität Hannover)

Kenneth P. Serbin: From Revolution to Power in Brazil. How Radical Leftists Embraced Capitalism and Struggled with Leadership. Notre Dame: University of Notre Dame Press 2019. 439 páginas.

Na base de muitas horas de entrevista com nove ex-militantes esquerdistas, o autor apresenta um vasto e detalhado panorama da história brasileira recente, a partir da ditadura militar (1964-1985), passando pelos anos de transição (anistia em 1979, nova constituição em 1988), pelas presidências de Collor (1990-92) e de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), até os governos do PT (2003 Lula, 2011 Dilma Rousseff), terminando com a eleição de Jair Bolsonaro (2018).

Os entrevistados, estudantes no final dos anos 60, naquela época aderiram à organização de guerrilha ALN (Ação Libertadora Nacional), para passar pouco mais tarde pela tortura e prisão política. A partir da abertura política nos anos setenta, começaram a se estabelecer como empresários, funcionários públicos e/ou políticos, tendo conseguido afinal possibilidade e influência para remodelar o país em base de valores democráticos e sociais.

Após o prólogo, no qual o autor apresenta, além do seu procedimento de pesquisa, a sua meta de mostrar como atores da luta armada se adaptaram ao sistema capitalista e subiram ao poder, e onde ele discute a designação da resistência armada como terrorismo e da um panorama histórico do Brasil e da esquerda brasileira desde Getúlio Vargas até o impeachment de Dilma, se seguem as três grandes partes do livro, “Revolution and Repression”, “Resurgence” e “Rule”.

A primeira parte se subdivide em cinco capítulos; o primeiro sobre a resistência armada, iniciado com o acontecimento espetacular do seqüestro do embaixador norteamericano Elbrick (1969); o segundo e terceiro sobre a repressão e tortura, o quarto sobre a militarização da ALN e a vida do entrevistado Carlos Eugênio, líder da ALN a partir de 1970 e autor de vários assassinatos cometidos na luta, e o quinto sobre a resistência pacífica de estudantes com apoio da igreja católica.

A segunda parte, de quatro capítulos, inicia com a prisão política e discussão, entre os presos, do conceito de revolução e luta armada, que leva à sua reorientação política; dedica um capítulo ao posicionamento dos exilados, outro ao engajamento educativo-social de ex-guerrilheiros e ao movimento popular. Fala das greves lideradas por Lula, da subida ao poder de Fernando Henrique Cardoso e da anistia. Num capítulo inteiro relata como um dos ex-guerrilheiros se transforma em (grande) empresário, cujas empresas de telecomunicação crescem com a política do governo militar de expansão do setor. Apresenta assim diversas saídas dos seus entrevistados para uma nova vida depois de prisão e exílio.

Na terceira parte, aprofunda-se a subida ao poder dos ex-revolucionários, por via do processo democrático. Um capítulo se dedica ao período Sarney com as reformas monetárias e a hiperinflação, a greve dramática na Companhia Siderúrgica Nacional, e as primeiras eleições diretas disputadas entre Collor e Lula; outro ao governo de FHC, com o Plano Real e o massacre na prisão do Carandiru. Acompanha também os entrevistados ex-prisioneiros políticos na sua ascensão política e/ou profissional; sendo que um deles é designado Ministro da Justiça por FHC, trabalhando o outro como analista para o Sindicato dos Metalúrgicos e o think tank do PT, o Instituto do Cidadão, e os terceiros chegando a Secretário de Transportes em Cariacica (Vitória) e Diretora do Arquivo Público do Rio de Janeiro. Os dois últimos capítulos se dedicam aos governos Lula e Dilma. Retrata a primeira campanha eleitoral de Lula e o papel do entrevistado Paulo Vannuchi nela, vê como causas da vitória de Lula o seu posicionamento pragmático, longe de qualquer radicalismo revolucionário, e da sua reeleição a estabilidade da economia e diminuição considerável da pobreza, com medidas históricas como os programas de Eletricidade para Todos e Bolsa Família, assim como o aumento considerável do salário mínimo. Como causas do declínio da sua popularidade enumera a desilusão do movimento popular rural, o fracasso no combate à violência, e o escândalo de corrupção do “mensalão”. Fornece a análise interessante de que o governo do PT afinal ficou vítima do seu próprio sucesso no combate à corrupção. Como no livro todo, este quadro histórico emoldura e acompanha o fio da trajetória profissional e política dos entrevistados.

Depois de pequena biografia de Dilma, analisam-se as suas atitudes e dificuldades na presidência, como o descontento dos peões mal pagos nas costosíssimas obras públicas para a Copa do Mundo e as Olimpíadas, dos trabalhadores rurais sem terra, até hoje à espera de reforma agrária, e também do empresariado, queixando-se de intromissão em demasia do estado na economia. Aponta-se também para a continuada precariedade do serviço público de saúde e para a falta de engajamento do governo numa revisão da anistia para torturadores. Nos protestos de 2013, com as exigências de transporte grátis, o governo do PT protege a propriedade privada, perdendo afinal o apoio da rua. Finalmente, ao escândalo do “mensalão” se segue a investigação “operação lava-jato”, que lança luz sobre bilhões de reais que saíram da Petrobrás para o PT e bolsos de políticos e leva ao impeachment da presidente Dilma, que muitos, também o entrevistado Paulo, qualificaram de golpe de estado por Dilma pessoalmente não ter participado dos esquemas de corrupção.

O trabalho termina com um resumo, que no título retoma o gancho temático espetacular do início (o seqüestro do embaixador), e aponta mais uma vez para o fato dos ex-guerrilheiros terem saído ganhadores do capitalismo de estado brasileiro, analisando que, se eles tivessem mantido um posicionamento de esquerda radical, ou tivessem se retirado da política, não teriam chegado a poder e influência, e que afinal foram eles (que mesmo na retrospectiva não se vêm como tendo sido terroristas) que fizeram do Brasil um país mais inclusivo e democrático.

A vitória do atual presidente Bolsonaro é para o autor sinal de que apesar de tudo não houve rompimento claro com a ditadura no Brasil e que o machismo continua muito presente na sociedade, assim como os ecos da escravatura (visíveis por exemplo na violência policial contra jovens negros).

O volumoso livro vem acompanhado por 46 fotos, em grande parte extraídas dos arquivos pessoais dos entrevistados; por um glossário, um cronograma dos eventos políticos mais importantes entre 1964 e 2018, um pequeno mapa do Brasil, 60 (!) páginas de notas, 16 páginas de referencias bibliográficas, mais um detalhado, ainda em si subdividido índice alfabético (24 páginas). Só desta enumeração já transparece o afã quase enciclopédico do autor, que parece ter querido reproduzir com fidelidade detalhada tanto os trajetos biográficos dos seus entrevistados como o pano de fundo da história política recente do país.

Além dos amplos relatos parafraseados, que se alteram com parágrafos de citações diretas dos entrevistados, sobre as suas vivências, convicções, erros e aprendizados, o autor fornece ao leitor a informação histórica relevante para enquadrar devidamente os depoimentos. Tem que se dizer que com respeito a isso, ele não poupa páginas, sendo que nada disso é realmente novo para quem conhece a história e cultura brasileiras.

O que faz do seu livro um documento importante é justamente essa reunião estruturada de relatos extensos de primeira mão, de protagonistas da esquerda brasileira que começaram a sua trajetória lutando de arma na mão contra a ditadura, sobreviveram o período de repressão e conseguiram se estabelecer tanto econômica –como politicamente, chegando a posições de influência significativa.

Mechthild Blumberg
(Bremen)

Mark Goodale: A Revolution in Fragments. Traversing Scales of Justice, Ideology, and Practice in Bolivia. Durham / London: Duke University Press, 2019. 299 páginas.

Publicado en 2019, el año de la renuncia forzada de Juan Evo Morales Ayma, el libro de Mark Goodale es un estudio de caso sobre las transiciones profundas e históricas que vivió Bolivia bajo el mandato de su primer presidente indígena. El autor centra su atención sobre el llamado Proceso de Cambio, un proceso que despertó las esperanzas de dejar el colonialismo, el republicanismo y el neoliberalismo en el pasado y cambiar radicalmente una situación compleja de múltiples supresiones y exclusiones étnicas, políticas, económicas y sociales. Los avances y contradicciones de las transiciones durante los casi catorce años de la era Morales llamaron la atención a varios intelectuales nacionales e internacionales. Se investigó el nuevo modelo económico-social, que algunos conceptualizaron como neoextractivismo, los conceptos del buen vivir y de la plurinacionalidad, los procesos de emancipación y descolonización de los pueblos indígenas y la “refundación” del país. Como resultado creció el campo de literatura interdisciplinaria que aborda el Proceso de Cambio creando una serie de interpretaciones y calificaciones de la revolución democrática y cultural.

A Revolution in Fragments busca y estudia los varios marcos analíticos e ideológicos que abordan el Proceso de Cambio y enriquece la literatura con reflexiones profundas echando un vistazo longitudinal al periodo 2006-2015. Durante estos nueve años, Goodale realizó investigaciones etnográficas de campo, incluyendo entrevistas con varios actores cruciales, de instituciones, partidos políticos, regiones, movimientos sociales, sindicatos y clases sociales diferentes (p. 13). Desde una perspectiva de afuera mira tanto a las y los simpatizantes como a las y los críticos y personas en resistencia contra las transiciones. Con enfoque en los aspectos justicia, ideología y práctica, que son las escalas principales del análisis, el antropólogo norteamericano examina en cada capítulo otra temática relacionada con el Proceso de Cambio, siempre balanceando su mirada entre lo normativo y lo fenomenológico. Siguiendo una cronología poco rígida, empieza con la evolución de un discurso de Estado que debía respaldar los cambios. Confrontado con el desafío de desarrollar la plurinación emergente, esta demostró dificultades en cohesionar ideas diversas y reveló contradicciones, tensiones y conflictos entre las visiones diferentes de las y los protagonistas heterogéneos del Proceso de Cambio (capítulos 1, 3 y 4). Excluyendo las y los trotskistas y socialdemócratas de la izquierda tradicional, el Movimiento al Socialismo (MAS) no fue capaz de mantener una coalición ideológica para construir una “patchwork state ideology” (p. 30) coherente, nominalmente socialista. El uso de la ley (capítulos 2 y 5) se presenta de dos maneras: primero, como un mecanismo de transformaciones estructurales, que hace ver el Proceso de Cambio como un esfuerzo de codificar la revolución en derecho, especialmente en la nueva Constitución de 2009. Fue un mecanismo que aprovecharon oficiales de gobierno, expertos jurídicos, activistas sociales y académicos para formar y remodelar las categorías claves de la “self-styled revolution” (p. 240) y que tuvo efectos incluyentes y excluyentes al mismo tiempo. En segundo lugar, el libro presenta el uso de la ley como una “juridificación estratégica” para consolidar el poder del Estado que implicó una aplicación de los principios del Estado de Derecho de forma selectiva que evidenció, por ejemplo, el incumplimiento del derecho a la consulta previa, libre e informada en caso del conflicto sobre el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). En el último capítulo Goodale analiza la relevancia de políticas nacionales de identidades colectivas para la explicación y justificación de las ambiciones revolucionarias. Demuestra que el gobierno quedó atrapado por ciertas ataduras culturales y ecologías cósmicas como la del pachakuti (época de disturbio y renovación del mundo), con sus particularidades propias, que no supo controlar al final. Estos puntos apoyan el argumento principal que el Proceso de Cambio “plagado” constó de una serie de fragmentos históricos, ideológicos e institucionales, que se cristalizaban y cambiaban constantemente e incluso creaban tensiones entre ellos. El resultado fue una “visión polivalente” de transición que llegó a ser convincente y poderosa a pesar (o tal vez a causa) de ser difusa (p. 29).

Goodale ilustra sus contribuciones teóricas densas y enriquecedoras con una combinación delicada de una contemplación del contexto histórico, político, económico e ideológico del país suramericano y la inmediatez etnográfica con la que observa e interpreta a sus interlocutores. Esta última se expresa mediante extractos largos (tal vez, en algunos casos, demasiado largos) de las entrevistas personales, que contextualiza con descripciones del escenario y las reacciones del autor. Los personajes que retrata y sus cuentos evocan mucho interés. Sin embargo, las experiencias y conocimientos profundos del autor se reflejan en una predominancia aparente de personajes y ejemplos del altiplano en cierto detrimento de las tierras bajas. Es cierto que analiza la resistencia al Proceso de Cambio por parte de la oposición derecha, racista y separatista del centro económico Santa Cruz, pero descuida un poco las racionalidades, contribuciones y visiones transformadoras de movimientos sociales y organizaciones indígenas del oriente boliviano con la revolución democrática y cultural. En otras palabras, está muy presente la lucha en la tradición de Túpac Katari y Bartolina Sisa, pero casi invisible la que sigue en las huellas de Pedro Ignacio Muiba. Hubiera sido interesante complementar los conceptos andinos del vivir bien y del pachakuti, por ejemplo, con las cosmovisiones de la Amazonía.

Después de las elecciones generales de 2019 y la dimisión forzada de Evo Morales, que se había postulado para un cuarto periodo de mandato ignorando el resultado del referéndum de 2016, Bolivia entró en una crisis política. El periodo de mandato de la presidenta interina derecha-evangelista Jeanine Áñez Chávez representó una ruptura para el Proceso de Cambio que se reanudó con la victoria de Luis Arce Catacora del MAS en las urnas electorales en noviembre 2020. Surgen preguntas urgentes en la situación actual en Bolivia: ¿puede el Proceso de Cambio funcionar sin el líder carismático Evo Morales que no dejó de ejercer poder dentro del MAS? Y ¿es el Estado capaz de reconciliar las tensiones entre las visiones diferentes para el cambio como, por ejemplo, entre las cosmovisiones ecológicas y los planes para el desarrollo económico que depende de la explotación de recursos naturales? A estas preguntas complicadas no hay respuestas fáciles en el libro de Mark Goodale, pero esto no es una crítica, pues, la fuerza del libro radica en lo impronunciable: Que el Proceso de Cambio, con sus renovaciones en los ámbitos simbólicos y de reconocimiento, es demasiado grande para ser expresado en palabras.

Maximilian Görgens
(Katholische Universität
Eichstätt-Ingolstadt)

Aguirre Oteiza, Daniel: Ghostly Poetry: History and Memory of Exiled Spanish Republican Poets (Alethia Alfonso-García)

Alberca, Manuel: Maestras de vida. Biografías y bioficciones (José Manuel López de Abiada)

Amaya Navas, Óscar Darío: Agua y Derecho constitucional en Colombia. El derecho al agua y el servicio público de acueducto y alcantarillado desde la perspectiva de la Corte Constitucional (Jochen Plötz)

Arco Blanco, Miguel Ángel del/Hernández Burgos, Claudio (eds.): Esta es la España de Franco. Los años cincuenta del franquismo (1951-1959) (Carlos Domper Lasús)

Bawden, John R.: Latin American Soldiers. Armed Forces in the Region’s History (Delia González de Reufels)

Blanco, Fernando A. (ed.): La vida imitada. Narrativa, performance y visualidad en Pedro Lemebel (Josué Hernández Rodríguez)

Bustos, Carlos Ignacio: Diplomacia chilena. Una perspectiva histórica (Joaquín Fermandois)

Carbonelli, Marcos: Los evangélicos en la política argentina. Crecimiento en los barrios y derrotas en las urnas (Jessica Prenzyna)

Ceballos Viro, Álvaro: Las letras de la República. Luis de Tapia y los usos políticos de la literatura en la Edad de Plata (Pablo Rojas)

Diego, José Luis de: Los autores no escriben libros. Nuevos aportes a la historia de la edición (Max Hidalgo Nácher)

Doménech, Xavier: Un haz de naciones. El Estado y la plurinacionalidad en España (1830-2017) (Aurelio Martí Bataller)

Fernández-Paradas, Mercedes/Larrinaga, Carlos (coords.): El impacto de la Guerra Civil española en el sector terciario (Begoña Villanueva García)

Getchell, Michelle: The Cuban Missile Crisis and the Cold War. A Short History with Documents (Frederik Schulze)

Ghotme Ghotme, Rafat Ahmed: Política y relaciones internacionales en la infancia republicana de Colombia. Bicentenario: sociedad y conocimiento (Wolfgang S. Heinz)

Goodale, Mark: A Revolution in Fragments. Traversing Scales of Justice, Ideology, and Practice in Bolivia (Maximilian Görgens)

Grinberg, Lucia: The Military and Political in Authoritarian Brazil. The Aliança Renovadora Nacional (ARENA) 1965-1979 (Mariah Freitas Monteiro)

Hernández Sandoval, Bonar L.: Guatemala’s Catholic Revolution: A History of Religious and Social Reform, 1920-1968 (José Zanca)

Jiménez, Cristina: Making an Urban Public: Popular Claims to the City in Mexico, 1879-1932 (Ricarda Musser)

Kandler, Philipp: Menschenrechtspolitik kontern. Der Umgang mit internationaler Kritik in Argentinien und Chile (1973-1990) (Dorothee Weitbrecht)

Kelz, Robert: Competing Germanies. Nazi, Antifascist, and Jewish Theater in German Buenos Aires, 1933-1965 (Regula Rohland)

Knauer, Gabriele/Phaf-Rheinberger, Ineke: Caribbean Worlds – Mundos Caribeños – Mondes Caribéens (Danae Gallo González/Anne C. Wolfsgruber)

Lee, Ana Paulina: Mandarin Brazil. Race, Representation and Memory (Raquel Gil Montero)

Mazzuca, Sebastián: Latecomer State formation: Political Geography and Capacity Failure in Latin America (Maximiliano Gallo)

Moraña, Mabel: Momentos críticos. Literatura y cultura en América Latina (Ramón Alvarado Ruiz)

Ochando, Francisco Javier: Salvador Dalí: siete poemas sobre lienzo: un estudio de las relaciones entre su pintura y su poesía (1923-1950) (Nanette Rissler-Pipka)

Quiroga Valle, Gloria (dir.): Trazas y negocios. Ingenieros empresarios en la España del siglo xx (Mercedes Fernández-Paradas)

Rinke, Stefan: Conquistadoren und Azteken. Cortés und die Eroberung Mexikos (Volker Jaeckel)

Romera Castillo, José: Teatro de ayer y de hoy en escena (Cerstin Bauer-Funke)

Santana-Acuña-Acuña, Álvaro: Ascent to Glory. How One Hundred Years of Solitude Was Written and Became a Global Classic (Benjamin Loy)

Sarzynski, Sarah: Revolution in the Terra do Sol: The Cold War in Brazil (Mechthild Blumberg)

Serbin, Kenneth P.: From Revolution to Power in Brazil. How Radical Leftists embraced Capitalism and struggled with Leadership (Mechthild Blumberg)

Strosetzki, Christoph (ed.): Miguel de Cervantes y el humanismo europeo (Blanca Santos de la Morena)

Svampa, Maristella: Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias (Melisa Cabrapan Duarte)

Valladares-Ruiz, Patricia: Narrativas del descalabro. La novela venezolana en tiempos de revolución (María Teresa Vera-Rojas)

Wobeser, Gisela von: Orígenes del culto de nuestra señora de Guadalupe, 1521-1688 (Eduardo Ángel Cruz)

Yanes Torrado, Sergio/Marín Suárez, Carlos/Cantabrana Carassou, María: Papeles de plomo. Los voluntarios uruguayos en la Guerra de España (Teresa Huhle)

 

 

 


1 Iberoamericana, nº 61, 2016, p. 290.

2 “Así se hizo Maestras de vida”, 20 de febrero de 2021. Accesible en www.zendalibros.com/asi-se-hizo-maestras-de-vida/.

3 Saz, Ismael. 2012. “Visiones de patria entre la dictadura y la democracia”. En La nación de los españoles. Discursos y prácticas del nacionalismo español en la época contemporánea, editado por Ismael Saz y Ferran Archilés, 261-278. Valencia: PUV.

4 Balfour, Sebastian y Quiroga Alejandro. 2007. España reinventada: nación e identidad desde la transición. Barcelona: Península.

5 Balfour, Sebastian. 2007. “Continuidades y discontinuidades en los discursos nacionalistas conservadores desde la Transición”. En Construir España. Nacionalismo español y procesos de nacionalización, editado por Javier Moreno Luzón, 303-316. Madrid: CEPC.

6 Archilés, Ferran. 2019. “A prueba. Nación y nacionalización en España (c. 1978-2018)”. En Vivir la nación. Nuevos debates sobre el nacionalismo español, editado por Xavier Andreu, 105-126. Granada: Comares.

7 Gagnon, Alain-G. 2012. Temps d’incertituds. Assajos sobre el federalisme i la diversitat nacional. Catarroja/Valencia: Afers.

8 Jan Eckel (2014): Die Ambivalenz des Guten. Menschenrechte in der internationalen Politik seit den 1940ern. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, p. 599.

9 Kandler, p. 336.

10 Kandler, p. 171.

11 Kandler, p. 78.

12 Kandler, p. 47.