DOI: 10.18441/ibam.22.2022.81.31-53
Fátima Fernandes da Silva
Université Paris Nanterre, Francia / Centro de Estudos Comparatistas, Faculdade de Letras, Universidade de Lisboa, Portugal
fatima.fernandesdasilva@gmail.com
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0003-3208-9380
Para Jorge, que me dio a conocer a Edmundo Pedro.
Et s’il était à refaire Je referais ce chemin Une voix monte des fers Et parle des lendemains On dit que dans sa cellule Deux hommes cette nuit-là Lui murmuraient Capitule De cette vie es-tu las Tu peux vivre tu peux vivre Tu peux vivre comme nous Dis le mot qui te délivre Et tu peux vivre à genoux Louis Aragon (2021 [1946], 37).
En una entrevista concedida al periódico Jornal i el día 9 de febrero de 2017, un año antes de morir –el 27 de enero de 2018, con noventa y nueve años–, Edmundo Pedro dice que ha tenido una “[…] vida fantástica” (Pedro 2017, 23). Esta afirmación se hace eco de los versos en epígrafe, reiterados a lo largo de la “Ballade de celui qui chanta dans les supplices”. Tal como el yo del poema, Edmundo Pedro prefiere, cada vez que sufre la prisión, la incomunicación y la tortura, no delatar, no vivir de rodillas, pero, al revés de aquel, sobrevive y da testimonio de su recorrido. En su vida se entretejen muchos acontecimientos de la historia del siglo xx, no solamente del contexto portugués, sino también internacional. Durante muchos años, su lucha por la libertad se ve respaldada por el proyecto comunista; más tarde, cuando este deja de tener sentido para él, busca otro camino para seguir el mismo sueño, y lo encuentra en el socialismo. Esta elección conlleva algunas contrariedades pero, pese a los disgustos que sufre por seguir sus ideas, desde la adolescencia hasta la madurez, desde el Estado Novo hasta la Democracia, no claudica. Y al escribir sus memorias intenta que su vida no haya sido en vano.
En este artículo me intereso por la memoria que Edmundo Pedro transmite de las instituciones carcelarias de Portugal en las cuales estuvo detenido, sobre todo durante la dictadura del Estado Novo, o que conoció al visitar a familiares y amigos. Empiezo por situar la vida del autor en el contexto histórico portugués, y a continuación me detengo en la estructura de Memórias. Um combate pela liberdade. Seguidamente me centro en su experiencia en el campo de concentración de Tarrafal, situado en Cabo Verde, y en varias instituciones carcelarias en el territorio de la entonces denominada metrópoli, es decir, Portugal. Prosigo con el abordaje de algunos rasgos de la vida amorosa de este hombre enteramente dedicado a la política y, finalmente, concluyo con el análisis de aspectos estilísticos de la narración. En resumen, quiero demostrar que esta memoria transciende la dimensión individual, para contribuir a la formación de la memoria colectiva.
Edmundo Pedro nace el 8 de noviembre de 1918 en Samouco, un pueblo con playa fluvial y salinas, situado en la península de Setúbal, frente a Lisboa, al otro lado del río Tajo. En ese momento, Portugal es una república parlamentaria desde 1910. Con el golpe de estado del 28 de mayo de 1926 se impone una dictadura militar. El mismo año, el Reviralho, movimiento de la oposición republicana, que desea derribar la dictadura y recuperar el sistema constitucional de la Primera República, empieza una lucha que se prolongará hasta 1940. El 27 de abril de 1928, el presidente de la República, general Óscar Carmona, ofrece a António de Oliveira Salazar el cargo de ministro de Finanzas y, pasados cuatro años, el de primer ministro, cargo que este asume el 5 de julio de 1932. Salazar establece una nueva Constitución, que entra en vigor al año siguiente, el 11 de abril de 1933, cuando Edmundo Pedro tiene catorce años. Es el inicio del Estado Novo, dictadura que terminará cuarenta y ocho años después, con la Revolución del 25 de abril de 1974. Respecto al ámbito familiar, el padre del autor, Gabriel Pedro, es un sindicalista que, decidido a luchar contra la injusticia social, participa en acciones violentas, por las cuales es detenido y desterrado a África2, donde comienza a identificarse con el ideal comunista. A causa de la deportación, su mujer se queda sola muy joven, con tres hijos a su cargo, por lo que los niños son enviados a casas de familiares. Separado de sus padres con tan solo seis años, Edmundo Pedro va a casa de una tía, con la que vive hasta los quince años. A causa de las dificultades financieras de la tía, a los doce años empieza a trabajar en un taller de metalurgia, experiencia que muy pronto le hace tomar conciencia de la desigualdad social: “Naquele tempo eram atribuídas aos aprendizes tarefas pesadíssimas. Essa circunstância bem cedo fez despertar, em mim, sentimentos de revolta pela minha condição de explorado” (Pedro 2009, 40). En ese trabajo conoce a un militante del Partido Comunista Português (PCP), que le da a leer textos marxista-leninistas:
As primeiras leituras incutiram no meu espírito algumas noções tão radicais quanto simplistas… O mundo passou a estar dividido, sem quaisquer cambiantes, entre explorados e exploradores, ou seja, entre os que viviam do seu trabalho e os que viviam do trabalho alheio (Pedro 2009, 40).
Con este bagaje de lecturas, su rebelión halla lugar en el proyecto comunista. Tal como su padre y otros familiares, Edmundo Pedro no rechaza la lucha: con apenas quince años es tomado preso por primera vez, y su último paso por una prisión se da cuando ya tiene cincuenta y nueve años. Entre estos dos momentos, pasa por las principales prisiones del salazarismo (ya en democracia vuelve a estar preso): “[…] iria conhecer um microcosmos social muito específico, que me marcaria para o resto da vida, ou seja, o ambiente particularíssimo dos cárceres políticos e, especialmente, a experiência dramática a [sic] traumatizante da vida concentracionária” (Pedro 2009, 170). Pasan casi tres décadas entre su última salida de la prisión en 1978 y su decisión de escribir sus memorias respondiendo a la petición de algunos amigos y al recuerdo siempre presente de su hermano:
O meu irmão João […] foi, como eu, jovem comunista. A sua identificação ideológica com o comunismo foi ainda mais precoce do que a minha. Iniciou a sua militância com apenas onze anos! É também pensando no significado de uma tal precocidade que escrevo este livro! (Pedro 2009, 27).
Esta obra, estructurada como trilogía y titulada Memórias. Um combate pela liberdade, es importante para comprender el funcionamiento de las instituciones carcelarias en Portugal durante el Estado Novo. Se trata, además, de un documento único por la precocidad del autor al momento de su primer encarcelamiento, por la duración de sus estancias en prisión, por ser uno de los hombres que estrena el campo de concentración de Tarrafal (en Cabo Verde) y por la edad que tiene cuando publica los tres volúmenes de sus memorias: el primero se publica por primera vez en 2007,3 cuando el autor tiene ochenta y nueve años; el segundo aparece en 2011, a sus noventa y dos años, y el tercero se imprime en el mes en que cumple noventa y cuatro años.4
Cada uno de los volúmenes cuenta con el prefacio de una figura pública. Mário Soares (Lisboa, 1924-2017), que firma el prefacio del primero de ellos, fue un activo resistente a la dictadura; como abogado defendió a presos políticos y él mismo fue detenido doce veces por la PIDE-Polícia Internacional e de Defesa do Estado. Igualmente, pasó tres años encarcelado, fue deportado sin juicio a São Tomé, en África, y estuvo exiliado en París. Cofundador del Partido Socialista5, fue primer ministro y presidente de la República de Portugal.6 El texto de Mário Soares destaca el valor pedagógico del libro –“Ensina aos jovens o que foi a crueldade do salazarismo fascizante e hipócrita” (Pedro 2009, 5)–, la evolución del pensamiento político del autor (del comunismo al socialismo), su entorno familiar y su optimismo. Por lo que respecta al autor del prefacio del segundo volumen, Vasco Lourenço (Lousa, Castelo Branco, 1942) es un militar que hizo la Guerra Colonial Portuguesa en Guinea y que integró el MFA, Movimento das Forças Armadas, responsable de la Revolución de los Claveles. En su prefacio subraya la relación de Edmundo Pedro con su padre, enmarcada por el afecto y por el distanciamiento ideológico, puesto que Gabriel Pedro nunca dejó de ser fiel al comunismo. Luís Osório (Lisboa, 1971-), que redacta el prefacio del tercer volumen, es periodista, cronista político y escritor. Después de resumir el contenido de los dos primeros volúmenes, refiere el caso de las armas –que llevó al autor de vuelta a prisión, ya en democracia–, y destaca sus memorias como acto de resistencia contra el olvido.
Después del prefacio, cada volumen cuenta con una introducción del autor: la primera intitulada “As minhas razões. Porquê agora?” (ocho páginas), la segunda “Introdução” (dos páginas) y la tercera “Nota introdutória” (cinco páginas). El título de la primera es desarrollado en su íncipit: “Porquê só agora, aos oitenta e oito anos?” (Pedro 2009, 11). En este texto, el autor presenta a grandes rasgos los objetivos del libro:
Este livro é, procura ser, uma tentativa para relatar as preocupações, anseios, dúvidas e esperanças de alguém que teve o “privilégio” de, entre os quinze e os vinte e sete anos, passar nas várias cadeias do salazarismo a melhor parte da sua vida. E também a “honra” de se encontrar entre os poucos portugueses que se submeteram, no Campo de Concentração do Tarrafal, ao odioso regime que ali vigorou. Estive ali internado quase uma dezena de anos. Consumi ali toda a minha juventude. […]
Procurarei relatar o que penso de algumas pessoas com quem me cruzei ao longo da vida e que […] nela exerceram uma influência marcante. Será a crónica de uma vida determinada […] pela busca de um sentido que a preenchesse validamente. Será também a saga de uma família atingida, talvez como nenhuma outra, pela repressão salazarista (Pedro 2009, 12).
Además, hace un resumen de los principales episodios de este primer libro, que cubre desde el nacimiento hasta los veintiocho años. La introducción del segundo volumen está dedicada a explicar el motivo por el cual, pese a que a los dieciséis años ya es dirigente de la Federação da Juventude Comunista Portuguesa, deja de creer en el comunismo:
[…] há muito tempo que passei a considerar o projecto comunista de aceder a uma “sociedade sem classes” uma miragem sem qualquer base de sustentação real. Pelo menos enquanto o Homem for o que é.
[…]
Faz bem à alma […] sonhar que um dia os seres humanos conseguirão viver numa sociedade sem quaisquer discriminações sociais – numa sociedade que consagre a mítica “sociedade sem classes”. Mas confundir isso com um projecto prático foi a grande mentira de que os comunistas se serviram para hipnotizar os seus adeptos e esconderem a sua criminosa acção, enquanto poder, em todos os países onde conseguiram alcançá-lo (Pedro 2011, 18).
Posteriormente, esta cuestión se desarrolla en el capítulo “A natureza do partido a que dediquei a juventude” (Pedro 2011, 233-241). En la introducción al tercer volumen, anuncia que tratará la manera en que vivió el período del 25 de abril de 1974 al 25 de noviembre de 1975, designado PREC, Processo Revolucionário em Curso,7 y sobre todo lo que le conduce de nuevo a prisión bajo una acusación de la que más tarde será absuelto.
Adicionalmente, el primer volumen cuenta con el posfacio del historiador Fernando Rosas. Este recuerda que, a los dieciocho años, mientras estudia Derecho en la Universidad de Lisboa, es condenado por cuestiones políticas a quince meses de prisión en el Fuerte de Caxias, donde coincide con Edmundo Pedro:
[…] lembro-me bem […] [d]as histórias que nos contava o Edmundo Pedro do “18 de Janeiro”, dos “comícios-relâmpago”, do Tarrafal, do suplício da “frigideira”, da bestialidade sádica dos guardas e dos directores, das tentativas goradas de fuga8, do isolamento total de tudo e de todos, dos companheiros que se via morrer impotentemente fruto das desumanas condições do campo, mas também dessa indómita capacidade de permanecer vivo, desperto e actuante face às adversidades as mais difíceis, de ler, de escrever e de aprender e ensinar mesmo em cada pedaço de papel clandestinamente subtraído ao carcereiro, como se fora, e era, a centelha da própria vida (Rosas 2009, 549).
El enfoque de Fernando Rosas destaca el deseo de sobrevivir como el origen de la capacidad de resistir en el campo de concentración. Esta voluntad también es referida por Primo Levi, en su trilogía escrita a partir de la experiencia en el campo de exterminio de Auschwitz –Se questo è un uomo,9 La tregua e I sommersi e i salvati–.10 Por ello es pertinente dialogar con testimonios de la Shoah, tal como sugiere el mismo autor cuando evoca el campo nazi en su discurso, al compararlo con Tarrafal. En ese sebtido es significativo el poema de Primo Levi que sirve de epígrafe a La tregua:
Sognavamo nelle notti feroci Sogni densi e violenti Sognati con anima e corpo: Tornare; mangiare; raccontare. Finché suonava breve sommesso Il comando dell’alba:
“Wstawać”;
E si spezzava in petto il cuore. Ora abbiamo ritrovato la casa, Il nostro ventre è sazio, Abbiamo finito di raccontare. È tempo. Presto udremo ancora Il comando straniero:
“Wstawać” (Levi 2007 [1963], 7).
En esta obra se cuenta que, dentro del campo, los prisioneros sueñan noche tras noche con el regreso, la comida y la posibilidad de contar, de dar testimonio del horror. Puesto que no puede comprender y asimilar esta violencia, el autor deja en la lengua original, el polaco, la palabra que cada mañana les arrancaba de los sueños, la orden para levantarse, Wstawać. Al revés de lo que sucede con Primo Levi, que publica Se questo è un uomo apenas dos años después de salir de Auschwitz, Edmundo Pedro tarda mucho tiempo antes de decidirse a escribir sus memorias; no obstante, tal como afirma Fernando Rosas, aprovecha todas las ocasiones para dar testimonio oral de lo que vivió. En ambos casos, hallamos la misma ansia por sobrevivir y la misma necesidad de contar. La trilogía de Edmundo Pedro se beneficia del cotejo con aquella escrita por Primo Levi, ya que la memoria de la Shoah constituye un paradigma en relación al cual se construye y debe de ser confrontada toda la literatura de la memoria, de textos posteriores, pero también anteriores.
Al contrario del testimonio italiano, cuyos volúmenes son publicados con varios años de diferencia –el primero en 1947, el segundo en 1963 y el tercero en 1986–, los libros de memorias de Edmundo Pedro van apareciendo sin pausa: el primero en 2007 (con una segunda edición en 2009), el segundo en 2011 y el tercero en 2012. Dado que La tregua habla del regreso a casa y que I sommersi e i salvati constituye una reflexión ensayística sobre el sistema autoritario y la relación entre opresor y oprimido, aquí nos centraremos en Se questo è un uomo, libro en el cual Primo Levi cuenta la experiencia del año que pasó como prisionero en el campo de concentración de Auschwitz (entre febrero de 1944 y enero de 1945, cuando el campo fue libertado por el ejército ruso). En los tres volúmenes de las memorias de Edmundo Pedro se relatan episodios de encarcelamiento, pero el primero corresponde a la fase de juventud, durante la cual el autor pasa más tiempo preso. El tiempo narrado en Se questo è un uomo es, por lo tanto, bastante más corto, incluso si comparamos solamente la experiencia de ambos autores en el campo de concentración –de Auschwitz (un año) y de Tarrafal (nueve años)–. Sin embargo, como el autor refiere, la permanencia en el campo nazi es más dura:
[…] não significa que o regime a que seríamos submetidos fosse o mesmo que imperou nos Lager especiais inventados pelos nazis. Longe disso! Com tudo o que o Tarrafal teve de incrivelmente desumano –desmentindo os nossos apregoados “brandos costumes”– não há comparação possível! Mas a visão dessas filas de judeus […] trouxe muitas vezes ao meu espírito a lembrança da marcha singular e infernal, em tudo semelhante, à que fomos forçados desde que desembarcámos até ao lager que os fascistas portugueses copiaram da Alemanha (Pedro 2009, 372).
Pese a que, debido a las tribulaciones del viaje, los prisioneros llegan bastante debilitados, son obligados a caminar, cargados de ropas y de libros, cerca de cuatro kilómetros bajo un sol inclemente. Por fin, gracias a sus protestas, les dejan descansar y matar la sed: “Dali em diante, ajudámos alguns dos companheiros mais fracos e sobrecarregados a transportar para o campo os seus variados pertences” (Pedro 2009, 367).
Tarrafal copia el modelo del campo nazi, pero este no es una invención del Tercer Reich.11 De hecho, tal como afirma Denis Peschanski,
Le xxe siècle a été le siècle des camps. C’est même au tournant du siècle dernier que furent érigés les premiers, à Cuba et en Afrique du Sud. Le système se développa ensuite sur tous les continents et dans tous les régimes (Peschanski 2002, 17).
Serge Bilé se remite a este autor para informar de que el término Konzentrationslager es utilizado por primera vez en Namibia, el 14 de enero de 1905, cuando los alemanes detienen a los sobrevivientes del genocidio del pueblo herero. Esto es así porque el exterminio de este pueblo, decretado en Alemania, se interrumpe a causa de las voces que, en la misma Alemania, se alzan en contra de la eliminación de mano de obra en la colonia (Bilé 2005, 10-11).
A Auschwitz se iba en tren, en condiciones difíciles de imaginar, como atestigua, por ejemplo, Le Grand voyage12 (Semprún 2003 [1963]). Edmundo Pedro y sus compañeros –entre los cuales se incluyen marineros que habían participado en la revuelta del 8 de septiembre de 193613– parten del muelle de Alcântara, en Lisboa, el 18 de octubre de 1936, sin saber el destino del viaje: “Só o comandante do navio, os guardas prisionais […] e a companhia da GNR […] estavam na posse daquele segredo” (Pedro 2009, 353). Llegan a Tarrafal después de once días de viaje en el sótano de un carguero –el Luanda, “[…] utilizado, normalmente, no transporte do gado proveniente das ex-colónias” (Pedro 2009, 350). Impedidos de subir a tomar aire, tienen que soportar el olor de pintura reciente y de creolina, destinada a prevenir infecciones. El primer puerto donde atracan es Funchal:
Juntou-se-nos ali um grupo de pobres camponeses madeirenses implicado na chamada “revolta da manteiga”… O “crime” de que o regime os acusava consistia na recusa de venderem o leite que produziam aos grandes fabricantes de manteiga ao preço imposto pelas autoridades! Nalguns casos, aqueles pequenos produtores só dispunham de uma vaca! Defendiam o magro pão dos seus filhos (Pedro 2009, 353).
Las condiciones sanitarias empeoran a partir de este momento, debido a la mezcla de olores –a la tinta y la creolina se junta ahora el olor a manteca, exhalado por los prisioneros recogidos en Madeira– y a que el mar está muy agitado cuando se aproximan a las Azores:
Uma forte percentagem dos presos enjoou. Vomitavam os poucos alimentos que ingeriam. Depois dos dois primeiros dias, havia comida azeda em todos os corredores que separavam os beliches! Escorregávamos nela. Só conseguíamos avançar, por cima daquela imundice, agarrados aos suportes das nossas improvisadas «camas» (Pedro 2009, 353).
El puerto siguiente a donde se dirige el barco es Angra do Heroísmo, en las Azores, con el fin de dejar prisioneros destinados al fuerte de S. João Baptista, y para recoger a otros que allí estaban encarcelados, entre ellos el padre del autor, que así le acompaña al campo de concentración. El carguero sigue viaje y atraca finalmente en Tarrafal el 29 de octubre de 1936, después de once días en el mar: “Alguns prisioneiros tinham chegado a um tal estado de fraqueza que só puderam abandonar o barco apoiados nos seus camaradas” (Pedro 2009, 359).
Si el objetivo de los campos alemanes era la aniquilación eficiente de un gran número de seres humanos, el de Tarrafal pretendía una destrucción lenta:
liquidar os prisioneiros , não de forma violenta e chocante, mas aos poucos, com a colaboração eficaz dos pântanos locais (onde proliferava, aos milhões, o mosquito anófele, transmissor do paludismo); com a imposição de trabalhos duros (em certas fases, e para alguns prisioneiros, em regime de trabalhos forçados) que, associados às doenças próprias do clima e à ausência de assistência médica, debilitariam pouco a pouco a nossa saúde, abreviando a morte de muitos de nós – e finalmente, com o recurso frequente à frigideira assassina, acompanhado de brutais espancamentos e do regime de pão e água que lhe estava associado. Um cemitério “à mão de semear”, onde os mortos previsíveis pudessem ser enterrados sem dar nas vistas, constituía, num projecto montado com aquela intencionalidade, uma evidente vantagem prática (Pedro 2009, 374).
Esta manera de matar hace que Tarrafal también sea conocido como Campo da Morte Lenta. En el siguiente fragmento, el autor alude al cementerio que se situaba al lado del campo de concentración. Cuando llega, no se da cuenta de que esta proximidad no es casual, sino que responde al hecho de que se prevén muchas muertes entre los prisioneros, causadas por el régimen que se pretende implementar:
Não me passou pela cabeça a ideia […] de que a escolha do local para a instalação do presídio tivesse sido influenciada por essa proximidade.
[…]
Muito tempo depois, reflectindo sobre a natureza do regime que nos foi imposto no Tarrafal, e nas fatais consequências que implicou para tanta gente, essa ideia assaltou várias vezes o meu espírito (Pedro 2009, 367).
El campo se situaba en un espacio muy aislado de la isla:
[...] planície rectangular [...] limitada, pela banda do Sul, por altas e agrestes montanhas de origem vulcânica. [...] A Leste do campo, do lado Nascente, sucediam-se pequenas ondulações de terreno. Pelo lado Norte, para la da vila do Tarrafal, impunha-se, com o seu aspecto singular, o pico da Graciosa. [...] A Poente estendia-se, a perder de vista, a imensa superfície líquida do oceano. [...] Era o obstáculo mais difícil de ultrapassar em caso de evasão (Pedro 2009, 368).
Era casi imposible evadirse del lugar, e intentarlo era uno de los motivos por los que se aplicaba la tortura por calor extremo, la sartén:
A frigideira era uma construção de cimento armado com cerca de cinco metros de comprimento por quatro de largura. Estava dividida ao meio. Cada cela tinha entre seis a sete metros quadrados. O tecto era construído por uma placa de cimento armado. Não tinha telhas. Depois de a placa ficar aquecida pelo sol escaldante do Verão tropical, aquele pequeno cubículo transformava-se num autêntico forno! A temperatura, embora só a pudéssemos medir pelo efeito que nos causava, ultrapassava, em certos dias, sem dúvida, os cinquenta graus! (Pedro 2009, 408).
Los prisioneros eran mantenidos aislados durante períodos variables, alimentados con tan solo pan y agua. Castigados por intentar huir, Edmundo Pedro y su padre pasan setenta días consecutivos en este lugar –“o que constituiu, de longe, a mais severa punição infligida aos prisioneiros daquele campo de concentração” (Pedro 2009, 14)–. A consecuencia de ello, contrae la tuberculosis, a la cual sobrevive gracias a su vuelta a Lisboa, donde puede beneficiarse de un tratamiento con penicilina, que por aquel entonces era un fármaco nuevo.
El autor alude a la relación entre la evolución de la política internacional y la vida en el campo de concentración. Pese a la distancia y al aislamiento, aquella se manifiesta en la vida de los prisioneros:
O regime prisional foi-se progressivamente agravando à medida que, a nível internacional, as posições do nazi-fascismo se foram reforçando.
No ano de 1939, com a derrota da esquerda em Espanha, e o começo da Segunda Guerra Mundial […], a pressão no sentido de forçar a desmoralização dos presos através de medidas especiais, com o recurso a brigadas de trabalhos forçados […], com brutais espancamentos seguidos de frequentes internamentos na frigideira associados ao regime de alimentação mínima –pão e água– agudizou-se extremamente (Pedro 2009, 427).
Como defiende Edmundo Pedro, se trata de una inequívoca prueba de que el Estado Novo no era neutral, antes bien apoyaba a los regímenes fascistas.
La segunda parte del primer volumen de las memorias, intitulada “O Tarrafal”, está exclusivamente dedicada a la experiencia vivida en el campo. A lo largo de sus 172 páginas, el autor da testimonio de su experiencia en esta institución, proporcionando bastante información sobre su evolución a lo largo de los años en que ahí permaneció. Así, de la vida cotidiana destaca: las instalaciones provisionales del inicio –tiendas de campaña–, que señalan la prisa para estrenar el campo; las insalubres instalaciones sanitarias; la asumida falta de asistencia médica –“Não estou aqui para curar, mas para assinar certidões de óbito” (Pedro 2009, 416)–; el robo de las medicinas enviadas a los presos; la tienda de alimentación abierta por uno de los directores, que ofrecía un rancho de peor calidad para que los prisioneros se vieran obligados a comprarle comida –“Chegou ao ponto de nos vender os artigos enviados pelas nossas famílias” (Pedro 2009, 390)–; la apropiación del dinero de los prisioneros; la ausencia de mosquiteras para los presos, dejados de este modo a merced de los mosquitos propagadores del paludismo; la falta de condiciones para lavar la ropa; el agua contaminada; la comida hecha de la carne de animales enfermos… A lo largo de su narración, evoca a los varios directores y recuerda el funcionamiento del campo bajo cada uno de ellos, destacando el período agudo: a causa del trabajo durísimo de construcción de una fosa, el número de enfermos aumenta vertiginosamente, el campo se pone en cuarentena y se producen muchas muertes, doce en apenas dos semanas (Pedro 2009, 419). Edmundo Pedro atribuye a la gran resistencia física y psicológica de su padre el hecho de poder salir incólume de esta situación pese a haber pasado ya por la frigideira. Sin embargo, el autor es víctima del paludismo y recuerda la forma en que vive esos días:
Lembro-me perfeitamente dos pensamentos, e talvez dos sonhos, que povoavam a minha imaginação quando a temperatura se situava entre os 40 e os 41 graus. A sede que me atormentava conduzia o meu espírito para bem longe do campo! Imaginava-me a comer talhadas de frescas melancias… (Pedro 2009, 419).
En un capítulo titulado “A ‘universidade’ do Tarrafal”, el autor recuerda que las difíciles condiciones de vida no impiden la organización del tiempo libre de los prisioneros. En efecto, se imparten disciplinas como matemáticas, física, geometría, portugués o lenguas extranjeras. Además, se organizan conferencias sobre filosofía, economía, política o sindicalismo. Bajo algunos directores, estas actividades culturales sobreviven en la clandestinidad, y es justo durante una época particularmente difícil que nace la idea de celebrar un concurso literario:
Estávamos no auge das perseguições do João da Silva. Não dispúnhamos de papel para escrever os textos dos dez prisioneiros que se dispuseram a concorrer. Fui um deles. Tive de o fazer, tal como os outros, no único papel a que nessa altura podíamos recorrer: no que era usado nos sacos de cimento utilizados nas obras em curso no campo (Pedro 2009, 485).
Edmundo Pedro gana el primer premio con la novela Mundet, inspirada en la muerte de tres personas muy próximas (su hermano, su novia y una tía) y escrita al estilo de Émile Zola. Igualmente, en el campo se aprende a tocar, a bailar el tango y el vals, se hacen espectáculos teatrales, se crea una biblioteca. Como nuestro autor había empezado a trabajar apenas con doce años, los conocimientos de inglés, francés y alemán, adquiridos en Tarrafal, se revelan de gran utilidad más adelante, a la hora de buscar trabajo como traductor comercial, profesión que mantendrá durante toda su vida activa. Cuando les ofrecen a él y a un compañero la representación exclusiva de una marca inglesa de baterías, deciden constituir juntos una empresa de importación y reventa: “[…] motores eléctricos, dínamos, alternadores, pequenos motores diesel e petróleo, aparelhagens de protecção eléctrica e […] baterias Exide” (Pedro 2011, 108). A fin de acoplar los motores importados a bombas centrífugas producidas en Portugal, montan un taller de metalurgia, para lo que la experiencia carcelaria volverá a ser importante:
A iniciativa de montar essa oficina teve origem, essencialmente, na solidariedade que sempre mantive não só com os meus ex-companheiros do Tarrafal, mas também com todos aqueles que conheci nas diversas prisões por onde passei (Pedro 2011, 108).
Además, refiere que los estudios hechos en el campo permiten que otros prisioneros, después de la salida del mismo, también cambien las carreras profesionales que habían tenido antes del encarcelamiento. No obstante, hace notar que los estudios y otras actividades culturales se hacían después de jornadas de trabajo completas y muy duras. Una vez más, vemos surgir en estas afirmaciones su sentido del humor: “Não éramos ‘estudantes-trabalhadores’. Éramos, sim, ‘estudantes-escravos’” (Pedro 2009, 485). Cuando, por estar enfermos, tenían que ir a la enfermería, les encomendaban “trabajos livianos”: “Arranjaram umas enxadas pequenas e obrigaram-nos a limpar o recinto do campo. O nosso ‘campus universitário’ era bem especial…” (Pedro 2009, 491). El humor está presente igualmente en la denominación de reinados para las diversas épocas de la historia de Tarrafal, cada una con su director: así, uno de los capítulos se titulla “O «reinado» do capitão Manuel dos Reis” (Pedro 2009, 381).
Aunque Tarrafal ocupe un lugar destacado en las memorias de Edmundo Pedro, a lo largo de la obra el autor cuenta episodios vividos en otras instituciones carcelarias, por las que pasa él mismo o personas de su entorno familiar y de amistades. Debido a la tuberculosis, Pavel es destinado a la enfermería de la cárcel del Limoeiro y al sanatorio de Ajuda. Por indicación del PCP, a principios de 1933 Edmundo Pedro empieza a visitarlo en la prisión, con el objetivo de sacar sus artículos al exterior a fin de publicarlos en la prensa clandestina. El modus operandi de esta misión consiste en camuflarlos de distintas maneras, sobre todo en los libros que el mismo Pavel encuaderna en la cárcel:
A vigilância, tanto no Limoeiro, como no sanatório da Ajuda, não era rigorosa. Esses estabelecimentos prisionais não estavam na dependência directa da polícia política. Mesmo assim, não era sem alguma apreensão que transportava os livros nos dois sentidos – os que lhe entregava e os que ele me devolvia (Pedro 2009, 100).
Estas son, pues, las primeras dos instituciones carcelarias donde entra. También conoce la cárcel de las Mónicas, donde va a visitar a su madre, detenida en la frontera cuando intentaba llegar a España, en una misión del PCP: “Sabíamos que maltratavam os presos. Não desconhecíamos que, nessa matéria, não poupavam as mulheres” (Pedro 2009, 129). Como se irá viendo, la narración de los episodios de sus encarcelamientos está marcada por adjetivos y signos de puntuación que, tal como se ha mencionado antes, evidencian las opiniones y los sentimientos del autor.
Volviendo a la vida carcelaria de Edmundo Pedro, su primer arresto se debe a su implicación en el movimiento que promueve manifestaciones y una huelga general, el 18 de enero de 1934, a fin de protestar contra la prohibición de constituir sindicatos nacionales:
[…] encontrar-me-ia, numa desconfortável e gelada noite de Janeiro, tiritando de frio, numa dependência da Polícia de Informações. O contraste não podia ser mais brutal! Seria aí submetido a um longo interrogatório e a uma brutal ‘sessão’ de cacetadas. […] Dali, depois de ter insistentemente repetido a minha versão do que fora fazer ao Castelo de S. Jorge, no qual me mantive até ao fim do interrogatório, seguiria para um calabouço do Governo Civil de Lisboa! (Pedro 2009, 168-9).
El autor vive este episodio de violencia solamente dos meses después de cumplir los quince años; de ello le quedará hasta el final de su vida un recuerdo traumático: “[…] os pormenores de tudo o que ocorreu […] gravados, de forma indelével na minha memória” (Pedro 2009, 169); más adelante volveré al tema de la memoria en esta obra. Ese mismo día es conducido a la sede de la PIDE, justamente a una sala donde estaban “[…] dois gigantes” (Pedro 2009, 176): uno era el portero de la selección nacional de futbol, y el otro, un desconocido que más tarde volvería a encontrar en Tarrafal, donde era jefe de los guardias carcelarios. Aquí vuelve a ser interrogado:
A certa altura do interrogatório, […] recorreu ao argumento então largamente em uso por parte dos degenerados que integravam os quadros daquela sinistra instituição: agarrou num cassetete que estava em cima da secretária e deu-me uma saraivada de cacetadas (Pedro 2009, 176).
Edmundo Pedro mantiene su versión de los hechos y esa misma noche vuelve al Gobierno Civil, donde encuentra a su madre, también reclusa. Dos meses después, su padre es detenido y enviado con ellos: “Pai, mãe e filho, ligados a processos diferentes, embora todos de natureza política, reunidos na mesma prisão!” (Pedro 2009, 180). Tras ser liberado, vuelve a la empresa pública donde trabajaba, para explicar que su detención había sido un error, pero le informan que es necesaria una declaración escrita de la policía. En la comisaría le dicen que se le avisará cuando el documento esté listo, para que lo vaya a buscar. De esta manera obtiene una semana de libertad, insuficiente para contactar con Pavel o con el PCP. Por esta razón, pese a un mal presentimiento, se dirige a la sede de la policía a la hora indicada en la convocatoria recibida. Después de hacerle esperar durante horas, le envían, acompañado por un agente, a la comisaría de Alcântara (Lisboa), donde sufre el régimen de incomunicación. Conoce las normas de conducta del militante y sabe que deberá aguantar y callar, pero las semanas pasan y nadie acude a interrogarlo:
Procurava fazer ginástica, andar o mais possível (o calabouço até era de um razoável tamanho), cantava, não muito alto, as canções revolucionárias que aprendera – e assinalava, com um risco na parede, os dias que iam passando (Pedro 2009, 190).
Pese a que, gracias a un código morse improvisado con pequeños golpes en la pared, consigue contactar con el compañero de la celda contigua, siente por primera vez lo que conlleva el régimen de incomunicación en prisión, que considera traumático:
Com efeito, ouvir, embora atenuado por vários obstáculos, o bulício da vida que corre lá fora; olhar em volta e não divisar mais do que a agressiva nudez das paredes brancas, despojadas do mínimo ornamento, que nos rodeiam; não ver, durante longos e solitários dias, uma árvore, um pássaro, um familiar ou uma pessoa amiga; ser tratado, com uma rudeza hostil, por autómatos fardados que nos forçam ao silêncio quando, para quebrarmos o obsessivo nada que nos rodeia, esboçamos uma tentativa de cantar para ouvir a nossa própria voz […]; ser mantido na ansiedade provocada pelo desenrolar de um processo que irá ditar o nosso próximo futuro sem saber o que a polícia dele conhece; ser torturado, obsessivamente, por imagens da vida que deixáramos lá fora, com cenas ainda coladas à pele, próximas e já tão distantes quanto inacessíveis; suportar o lento desfiar dos dias que parecem não ter fim; recordar, com desespero, os momentos de ternura passados com a namorada ou a amante; pressentir a ansiedade da família que é mantida na ignorância absoluta do nosso destino; saber que nos aguardam, com toda a probabilidade, desconhecidas formas de tortura como meio de extorquir confissões e, para finalizar, a permanente tensão e ansiedade provocadas pela expectativa de um novo interrogatório cujos contornos se desconhecem (Pedro 2009, 192).
En este fragmento se hacen evidentes, además de la dificultad que supone estar incomunicado (en Tarrafal sufre un doble aislamiento, debido a la situación geográfica del mismo campo), las condiciones de ilegalidad y violencia que marcan los procesos judiciales de los presos políticos.
En abril es transferido, junto con su padre, a la cárcel del Aljube (Lisboa)14, donde permanece cerca de seis meses, hasta que en octubre es trasladado al fuerte de Peniche15 (a un centenar de quilómetros al norte de Lisboa). El autor destaca el papel del Aljube en la formación de los prisioneros:
Os comunistas passavam ali pelo primeiro nível de preparação de uma carreira onde as várias prisões políticas do País viriam a assumir o papel de verdadeiros seminários… […] O tempo dos presos era preenchido com aulas das mais variadas matérias. A par de cursos puramente didácticos, havia aulas de doutrinação política. De vez em quando eram promovidas palestras de carácter político e cultural. Havia intervalos destinados a jogos e actividades lúdicas de carácter diverso, nomeadamente de canto coral. […]
Entre os comunistas reinava uma disciplina rigorosa. […] Considerávamo-nos soldados disciplinados ao serviço da revolução mundial (Pedro 2009, 225-7).
Además se editaba un periódico manuscrito –O Prisioneiro–, inspirado por la iniciativa de Manuel dos Santos, quien, aislado en una celda de la Penitenciaría de Lisboa, edita durante años O Prisioneiro Vermelho. Así, en todas las prisiones del continente se seguía este ejemplo, que da origen a obras muy valiosas, a las cuales el autor atribuye, desde una mirada posterior, un sentido místico:
Os textos, manuscritos a tinta-da-china, com letra que imitava os caracteres de imprensa, eram meticulosamente executados. Eram ilustrados com desenhos que evocavam, pelo rigor e engenho com que eram feitos, as iluminuras dos livros sagrados que os monges tinham produzido nos conventos durante a Idade Média… […] Também nas prisões políticas o tempo não tinha o sentido comum. Era consagrado, em grande parte, ao culto da nossa fé (Pedro 2009, 231-2).
De su detención en la comisaría de Benfica (Lisboa), Edmundo Pedro recuerda, con sentido del humor –“E, se (mal) pensei, melhor o fiz” (Pedro 2009, 323)–, el día en que, mientras se encuentra en un calabozo, escribe una frase de propaganda en la puerta recién pintada y elabora un plan de huida por el techo. Así, dedica la noche entera a hacer un hueco en el estuque para verificar si el plan es factible, pero al final, viendo que no era posible hacer en una sola noche un agujero por el que pudiera pasar, intenta disimularlo para que su aspecto no le traicione. Sin embargo, la frase en la puerta hace que un grupo de policías entre en el calabozo y uno de ellos se dé cuenta de aquella señal evidente del intento de fuga. Por este motivo es enviado a la sede de la PVDE-Polícia de Vigilância e Defesa do Estado, donde es golpeado con extrema violencia: “[…] começaram a esmurrar-me. […] Andei ali aos trambolhões, atirado de um lado para o outro. Um dos murros atingiu-me o nariz, que começou a sangrar” (Pedro 2009, 231-2). Después del castigo recibido por lo que había sucedido en la comisaría, vuelve a ser interrogado y, puesto que mantiene su versión de los hechos, es agredido nuevamente. De estos hombres recuerda la diferencia entre el perfil del jefe y el de sus ayudantes:
A ferocidade estava nele estampada. Muito pálido, servido por uns olhos pequenos, o Lino, quando se irritava, tinha um ar verdadeiramente sinistro! Em contraste com ele, os seus auxiliares não passavam, aparentemente, de provincianos boçais. Dispostos a tudo, com certeza, para manterem o emprego que os libertara da enxada (Pedro 2009, 330).
La referencia a las características de los ayudantes sugiere la selección, para funcionarios de la PVDE, de campesinos con pocos recursos, que se avendrían a torturar a prisioneros a cambio de no tener que volver a trabajar en la agricultura. Esta suposición contrastaría con lo que sabemos, por ejemplo, de los elementos de los Einsatzgruppen –cuya función, durante el Tercer Reich, era esencialmente exterminar a la población judía–, muchos de ellos con estudios superiores (Welzer 2007, 93). De cualquier manera, en el caso portugués, Edmundo Pedro tiene una opinión semejante respecto a los guardias de Tarrafal: “Com poucas excepções, eram indivíduos semi-analfabetos, boçais, com evidentes complexos de inferioridade cultural em relação aos prisioneiros. […] Descarregavam em nós as suas frustrações e os seus fracassos pessoais” (Pedro 2009, 369). Cita a Cândido de Oliveira quien, en Tarrafal-O Pântano da Morte (Oliveira 1974), hace una pregunta en la cual resuena el eco de Primo Levi –“Que homens eram aqueles? Eram seres humanos que tínhamos ali perto, na nossa frente? (Pedro 2009, 455). Recurre a esta obra, porque transmite la manera en que son vistos los prisioneros por quien llega al campo:
[…] pareciam fantasmas, arrastando-se como autómatos articulados! Rapazes novos, na maioria à roda dos trinta anos, reflectindo velhice precoce. Vincos de martírio cavados fundo nos rostos esquálidos, de tom baço, da cor típica do paludismo. […] Os presos andam andrajosos, completamente esfarrapados, sem camisa nem cuecas, o casaco e as calças sobre a pele. Não têm lençóis nem cobertores na cama. E só não andam descalços porque eles próprios construíram sandálias de madeira, com um pedaço de coqueiro […] (Pedro 2009, 455-6).
En lo que concierne a los “soplones”, Edmundo Pedro incluye en sus memorias otra reflexión sobre el carácter de los guardias de las varias prisiones que conoce a lo largo de su vida: “Eram homens sem carácter. Mas achavam que os indivíduos daquela índole [traidores] eram mais desprezíveis do que eles” (Pedro 2009, 217).
Cuando regresa de Tarrafal es enviado a la prisión del Aljube, donde pasa tres meses esperando el juicio. Como está enfermo de tuberculosis, permanece en la enfermería, pero no es atendido de la manera adecuada, lo que recuerda al médico de Tarrafal, que no servía más que para extender certificados de defunción: “[…] o médico que ali prestava serviço parecia ignorar os efeitos da penicilina” (Pedro 2011, 47). Años más tarde, en el contexto del asalto al cuartel de Beja –cuya intención era derribar la dictadura de Salazar–, que tuvo lugar la Nochevieja de 1961, Edmundo Pedro es detenido en el Algarve por la GNR (Guarda Nacional Republicana): “Deu-me um bofetão tão violento que o sangue me saltou do nariz!” (Pedro 2011, 370). En la sede de la PIDE, donde es enviado al día siguiente, le rapan el cabello, le llevan a una celda de aislamiento y le aplican la torturan de privación del sueño:
Ordenaram-me que me mantivesse de pé. Proibiram-me de me encostar à parede.
Nos primeiros dois dias […], consegui aguentar-me. […]
Na segunda noite, vencido pelo cansaço, encostei-me à parede. Adormeci instantaneamente. Fui acordado a pontapé. Na terceira noite já não sabia onde estava. Tinha visões alucinatórias. Vinham ao meu encontro grandes insectos. Verdadeiramente, já não raciocinava.
Só ao fim de três dias fui submetido ao primeiro interrogatório […]. O caceteiro que me espancou por várias vezes, deixando-me o corpo num estado lamentável […] (Pedro 2011, 373).
El autor recuerda al hombre que le ayuda a soportar los cuatro días que dura la tortura: “[…] houve um agente que, de todas as vezes em que esteve de serviço, permitiu que me encostasse à parede. Disse-me que quando sentisse aproximar-se algum colega me acordaria, no caso de ter adormecido” (Pedro 2011, 374). Al final de esos cuatro días, Edmundo Pedro es de nuevo enviado para el Aljube, donde pasa casi seis meses: “[…] fui chamado à sede da polícia várias vezes. Sempre entre as duas e as três da manhã” (Pedro 2011, 380); la hora escogida no es fruto de la casualidad, más bien forma parte de una estrategia continuada de la tortura de privación de sueño. Durante todo este tiempo se le mantiene en régimen de incomunicación, que él intenta mitigar con algunas estrategias. Por ejemplo, a través de un postigo que a veces queda abierto, mira a los pájaros:
Assistia, com espaços de tempo irregulares, aos amores de um casal de pombos. Acompanhava o seu namoro, a construção do ninho e a postura […] dos ovos resultantes do acasalamento…
Observava, em seguida, o crescimento dos borrachinhos, a progressiva plumagem – e ao levantar […] do primeiro voo dos pombos… Era um espectáculo emocionante para quem estava inteiramente segregado da vida… (Pedro 2011, 376).
Debido a su joven edad, Edmundo Pedro habrá sublimado la añoranza de su familia y de una relación amorosa con la observación del proceso de enamoramiento y de constitución de aquella familia de aves. Gracias a sus conocimientos de morse y de matemáticas, el autor consigue durante algún tiempo jugar al ajedrez con el compañero de la celda de al lado: “Mas um dia o guarda de serviço abriu a porta de repente e, com um pontapé, desfez o que, com tanto trabalho e imaginação tínhamos preparado” (Pedro 2011, 377).
A pesar de haber estado muchos años preso, incomunicado y hasta torturado, siempre en el ámbito de la lucha contra la represión de la dictadura, Edmundo Pedro vuelve a ser encarcelado ya en democracia. Por ello, como se ha mencionado antes, dedica el tercer volumen de sus memorias a explicar con detalle lo que pasó en 1978, durante el proceso de recogida y devolución de las armas entregadas por los militares –“[…] por indicação do então tenente-coronel Ramalho Eanes” (Pedro 2012, 14)– al Partido Socialista en la noche del 25 de noviembre del 1975, fecha que marca el final del PREC, para que si fuese necesario se defendieran y no permitieran la implementación de un gobierno alineado con la URSS:
As ambiguidades e a falta de coragem dos que participaram nessa operação, desde a direcção do PS até ao então Presidente da República, implicaram, para mim, […] seis meses de prisão preventiva e, pior do que isso, o descrédito público (Pedro 2012, 14).
De esta manera, cuenta que, durante las dos semanas que preceden a su detención, la prensa hace insinuaciones que ayudan a construir el escándalo que lo involucra en un supuesto tráfico de armas: “[…] o Expresso16 foi o instrumento usado por alguém da Judiciária para promover a campanha insidiosa lançada contra mim” (Pedro 2012, 171). El 11 de enero de 1978, es detenido por la Guarda Fiscal –“[…] o empertigado tenente de Cacilhas foi extremamente grosseiro” (Pedro 2012, 185)– y en seguida es transferido al cuartel de Alcântara, donde es muy bien tratado: “O comandante […] foi […] de uma extrema amabilidade para comigo. Permitiu-me que comprasse os jornais da tarde e que utilizasse o telefone do quartel como entendesse” (Pedro 2012, 185). Al día siguiente es trasladado a la Polícia Judiciária, donde vuelve, una vez más en su vida, al régimen de incomunicación, que en esta ocasión se le hace más insoportable:
Desta vez tudo se passava como se estivesse a viver um sonho mau… Encarava a situação em que, de repente, caíra com um sentimento de terrível humilhação e vergonha! Estava profundamente desmoralizado (Pedro 2012, 196).
En los guardias reconoce el carácter y los métodos heredados de la dictadura:
Provavelmente aqueles seriam alguns dos “especialistas” que a Polícia Judiciária recrutara entre os ex-agentes da antiga PIDE para aumentar o nível de “eficácia” das suas investigações. Esses “especialistas” submetiam os presos, para arrancarem confissões, a terríveis espancamentos! Pelo menos o estilo com que se ocuparam de mim era exactamente o mesmo dos torcionários que conhecera na PIDE: a brutalidade, o ódio e o desprezo por quem lhes caía nas mãos eram iguais. A mesma indiferença sádica pelos sentimentos dos prisioneiros (Pedro 2012, 196).
La vehemencia con la cual se expresa al recordar a estos hombres denota la desilusión que siente por el hecho de que el final de la dictadura, por el cual había luchado desde muy joven, no hubiera dejado atrás la violencia carcelaria. Como en ocasiones anteriores, el autor se niega a dar nombres a la policía, en este caso los de los militares que habían entregado las armas al Partido Socialista. Al final de 1978, ya en libertad condicional, es absuelto, y no vuelve a estar preso nunca más.
Como se ha podido ver a lo largo de estas páginas, Edmundo Pedro es muy joven cuando va a prisión por primera vez, y es encarcelado durante muchos años en varias instituciones penitenciarias, incluido un campo de concentración. Igualmente, es torturado varias veces y pasa mucho tiempo en régimen de incomunicación. En sus memorias habla de la dureza de la lucha, pero también de la dulzura del amor, ambos matices combinados en un testimonio pleno de humanidad. Cuenta cómo fue el descubrimiento del amor y cómo esa breve experiencia –abruptamente interrumpida por el primer encarcelamiento a los quince años– fue un recuerdo potente durante los años posteriores: “Ao atingir os vinte e seis anos tinha cumprido onze de cadeia! Nove tinham sido passados no inferno do Tarrafal!” (Pedro 2011, 29). Ese amor fue un bálsamo, pero también le dio la conciencia de lo que hubiera podido vivir. De hecho, más de una vez habla de la juventud perdida y refiere que de niño ya siente la falta de afecto materno, debido a la mencionada separación de la familia a causa de la deportación de su padre cuando él tenía tan solo seis años. Esta situación le empuja primero a buscar el afecto en las empleadas domésticas de la tía con quien vivía, y después a descubrir el sexo con una señora viuda y sin hijos que entra a trabajar en la casa y que desde el principio lo trata como a un hijo: “Foi ela que me iniciou, perto dos quinze anos, nas lides do sexo. […] Encontrara uma mãe extremosa, uma amante carinhosa e refinada, que me enchia de ternura, e, ainda por cima, uma confidente e colaboradora sempre pronta a defender-me das investidas da minha tia” (Pedro 2009, 45). El discurso que utiliza para hablar de sus relaciones amorosas es, como en este fragmento, siempre marcado por el decoro. Es de subrayar la fuerza vital de este hombre a quien ni todo el sufrimiento en el campo de concentración pudo destruir. En efecto, el primer día de libertad se fija en las jóvenes que ve por la calle, en la pensión pregunta dónde hay un baile, y esa misma noche, después de cenar, se dirige a una asociación recreativa. Ahí conoce a varias personas y entabla relación con una muchacha: “E vivi, empolgado, graças à sua imensa ternura, a intimidade única que, em certos momentos, liga um homem e uma mulher…” (Pedro 2009, 45). Pese a la intensidad del momento, el regreso a Portugal los separa definitivamente. Como sabe desde muy joven que dedicará su existencia a la lucha política, busca una compañera que esté a la altura de la vida en la oposición. Es el caso de Hermínia, de quien se enamora a los quince años:
[…] pus a Hermínia ao corrente das minhas convicções ideológicas e da minha militância política. Ela compreendeu e aceitou as motivações que me animavam. Mostrou-se rapidamente identificada com as minhas ideias. Disse-me que estava disposta a acompanhar-me na luta pelo advento do comunismo. Aceitou a ideia dos sacrifícios que essa luta implicaria. Queria partilhá-los comigo. Assumiu com naturalidade essa perspectiva. O facto de me apresentar aos seus olhos, tão jovem, como um revolucionário disposto a sacrificar a sua vida na luta contra as injustiças deste mundo, que ela tão fortemente sentia, deve ter contribuído para a imagem romântica que criou de mim (Pedro 2009, 52-3).
A pesar del entusiasmo inicial, esta relación no prospera. En 1933, Edmundo Pedro vive en una habitación alquilada en casa de una familia compuesta por una madre divorciada, una hija separada y uno de los hijos de esta. Durante dos meses, ambas intentan seducirlo, hasta que la noche del 17 de enero de 1934 la hija y una compañera de trabajo le proponen un ménage-à-trois, para el cual no se siente preparado. Durante mucho tiempo lamenta no haber aceptado, puesto que, como se ha mencionado anteriormente, al día siguiente es detenido por su participación en el “18 de enero”. El autor comenta que los sucesivos encarcelamientos dificultan cualquier relación estable. También habla de Juliana, la novia que lo espera durante cinco años hasta que, a los veinticuatro años de edad, la incertidumbre respecto al futuro la lleva a desistir de la relación y a casarse con otro hombre: “O nosso idílio foi breve. A minha detenção pôs um fim rápido ao nosso relacionamento amoroso” (Pedro 2009, 313). Alude del mismo modo a otras situaciones que conoce, no solamente entre solteros, sino también entre casados: “Acabariam, depois de vários anos de forçada separação, por dar um novo rumo às suas vidas. Tais situações viriam a contribuir para levar alguns à desmoralização, à loucura e, até, à traição” (Pedro 2009, 356). Durante los últimos tres años en Tarrafal, mantiene un contacto epistolar con una prima, Maria José: “[…] a literatura constituía o tema fundamental das nossas preocupações. Sugeríamos um ao outro os livros que devíamos ler. Comentávamos o seu conteúdo” (Pedro 2011, 39). De regreso a Portugal, piensa que esta podría ser la mujer con quien casarse:
A Maria José, por quem me sentia fortemente atraído, preenchia todas as qualidades que eu imaginara para a minha futura companheira. Era sensível, inteligente e culta. E, ainda por cima, muito bonita (Pedro 2011, 41).
El plan no se concreta porque empieza una aventura con Germana, que tres meses después queda embarazada. Al saber que será padre, esta relación se hace más seria. Las hijas gemelas –Natércia y Olga– son el motivo por el cual permanecen juntos durante cerca de siete años: “A Germana não possuía nenhum dos atributos do perfil de mulher que eu tão maduramente imaginara para a minha futura companheira” (Pedro 2011, 95). Esta imagen de mujer la encontrará en Maria de Lourdes, con quien se casa en 1955, tiene una hija, Sónia, y vive el resto de su vida. Dedica el último capítulo del segundo volumen de sus memorias a esta mujer, reconociendo la importancia de su participación en la resistencia:
[…] nunca negou o seu apoio e solidariedade àqueles que se encontravam em dificuldades perante a PIDE. Suportou com estoicismo e dignidade as consequências dos inevitáveis incidentes de percurso que acompanharam a minha vida agitada de militante político (Pedro 2011, 439).
Todos los recuerdos –más o menos felices, más o menos individuales– compilados en esta trilogía se encuentran organizados de manera esencialmente cronológica, lo que da cuenta de un trabajo de escritura que intenta, a través del hilo de la memoria, construir un tejido inteligible para el lector. En el caso de Primo Levi, esta opción es verbalizada en la introducción a Se questo è un uomo:
il libro è stato scritto [...] in primo luogo quindi a scopo di liberazione interiore. Di qui il suo carattere frammentario: i capitoli sono stati scritti non in successione logica, ma per ordine di urgenza. Il lavoro di raccordo e di fusione è stato svolto su piano, ed è posteriore (Levi 2005 [1947], 9-10).
Aunque, tal como el de Primo Levi, el texto de Edmundo Pedro no se caracterice por una retórica del pathos, en varios momentos de sus memorias se evidencia el uso de adjetivos, de reticencias y de exclamaciones que dejan traslucir la emotividad del autor y lo tornan más visible que en del testimonio italiano. Véanse, a título de ejemplo, estos fragmentos: “Era um temível brutamontes que dava pelo nome de Seixas! (Pedro 2009, 176); “Mas os dias começaram a passar, depois as semanas – e nada de ser ouvido!” (Pedro 2009, 190); “Condenara-os a penas que variaram entre os dezasseis e os vinte anos de prisão!” (Pedro 2009, 350). Esta diferencia no compromete la filiación de la obra en la literatura de testimonio, la cual es claramente sugerida por la narración en primera persona, por el orden cronológico en que se presentan los acontecimientos, por la necesidad de traducir en palabras un sufrimiento que es del orden de lo inarticulable, por el acto de contar –y de esta manera volver a vivir acontecimientos muy dolorosos–, para una vez más luchar, ahora contra el olvido.
La gran distancia temporal que separa los hechos de su transposición a la forma escrita –casi treinta años desde el último encarcelamiento, pero más de setenta desde el primero– hace que el autor exprese varias veces su preocupación por la verdad y que se cuestione la validez de su testimonio. A este asunto le dedica el capítulo “As limitações do meu testemunho”, que abre la segunda parte del primer volumen, aquella en la que cuenta la experiencia en Tarrafal. En estas páginas admite que las emociones pueden interferir en la manera como percibe las experiencias, propias o ajenas, vividas en el campo de concentración, y que puede haber olvidado o deformado algún detalle, pero aún así afirma: “[…] no essencial, o meu testemunho é inteiramente fidedigno” (Pedro 2009, 363). En otro momento reitera “Foi, com estas ou outras palavras” (Pedro 2009, 318), destacando el hecho de que el cambio de alguna palabra no compromete la esencia de lo que se cuenta. Por ejemplo, en “Então o Samúdio, generosamente, disse-me: ‘[…] Procurarei arranjar uma que vos leve para o norte de África […]’” (Pedro 2011, 367), el uso del futuro do indicativo (que en portugués suele estar reservado al discurso escrito) en la reproducción de un discurso directo indica una probable reformulación del diálogo, pero no un alejamiento de la verdad. Por otro lado, el autor muestra su afán de rigor en los momentos en que indica alguna duda u olvido: “creio que” (Pedro 2009, 137); “[…] o rapaz –cujo nome esqueci– seguiu connosco” (Pedro 2011, 444); “[…] em 13 de… (ilegível)” (Pedro 2012, 230).
El fragmento en que el autor lamenta no recordar el nombre del comandante de la Guarda Fiscal con quien habla durante horas el día en que es detenido por última vez, evidencia el deseo de rigor, pero también la conciencia de que no tiene tiempo para buscar más información:
É claro que se tivesse tempo não me seria difícil descobrir, ao fim destes anos, a sua identidade. Mas tempo é que não tenho… Estou a chegar aos 94 anos. O tempo voa cada vez mais depressa. Quero, antes de morrer, acabar este livro. Por isso escrevo tudo de memória. Não tenho tempo para investigações que são necessariamente morosas. O que pode, obviamente, implicar alguns erros e incorrecções. Mas esses eventuais erros nunca serão de monta. Não desvirtuam a verdade essencial do livro. Dão-lhe, em contrapartida, uma maior espontaneidade… (Pedro 2012, 188).
El hecho de que el número de páginas vaya disminuyendo a lo largo de la trilogía (el primer volumen tiene 553, el segundo 463 y el tercer 311) puede estar relacionado con el peso de los encarcelamientos en cada uno de los periodos tratados –el primer volumen cubre desde la infancia hasta Tarrafal; el segundo desde la última fase en el campo de concentración hasta el final de la dictadura, y el tercero a partir del 25 de abril de 1974–, pero también responde a esta urgencia de dar testimonio, proveniente de la conciencia de su avanzada edad.
Por lo que respecta a la manera en que habla de su vida, tan singular, es capaz de crear un vínculo de intimidad con el lector: en primera persona, contándole los hechos, sin esconder los sentimientos que le provocan, y creando una distancia irónica, por vía de un discreto sentido del humor. Profundo conocedor del sistema carcelario portugués, incluyendo el campo de concentración que funcionó en África, el autor deja un testimonio que da cuenta de una vida íntimamente conectada al tiempo histórico que le tocó vivir, influenciada por acontecimientos que tuvieron lugar en Portugal y también a nivel internacional. Es por eso que esta obra transciende la memoria individual y constituye materia de nuestra memoria colectiva. Cerca del final de su vida, Edmundo Pedro abre a su lector las puertas de las prisiones que conoce para que este sea testigo de lo que pasó tras de ellas, para que no vuelvan a encerrar a los ideales.
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— 2011. Memórias: Um Combate pela Liberdade, II Volume. Lisboa: Âncora.
— 2012. Memórias: Um Combate pela Liberdade, III Volume. Lisboa: Âncora.
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— 2017. “Entrevista a Edmundo Pedro, histórico dirigente socialista de 99 anos”. Entrevista concedida a Luís Claro (Texto) y Diana Tinoco (Fotografía). Jornal i, 9 de febrero: 20-23.
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Fecha de recepción: 20.02.2022 Versión reelaborada: 04.05.2022 Fecha de aceptación: 18.06.2022
1* Agradezco a Gemma Nadal su ayuda en la revisión de este texto.
2 “Fui separado dos meus pais quando tinha apenas seis anos. O meu pai acabara de ser deportado para África, pouco antes do golpe militar de 28 de Maio de 1926 que instalou a ditadura, como ‘preso social’” (Pedro 2009, 33). En una nota a pie de página, explica: “Designação atribuída pelo poder ainda democrático de então, [sic] aos sindicalistas que contestavam o sistema e se envolviam em acções mais radicais” (Pedro 2009, 33).
3 En adelante se cita la segunda edición de 2009.
4 En 2014, publica su último libro, Pavel-Um homem não se apaga, sobre Francisco de Paula Oliveira, antifascista y militante comunista que se pensaba sucedería a Bento Gonçalves como secretario general del Partido Comunista Portugués, cargo que acabaría por ocupar Álvaro Cunhal.
5 Fundado a partir de la Associação Socialista Portuguesa, en abril de 1973, en Bad Münstereifel, Alemania.
6 Para más información, cf. Fundação Mário Soares e Maria Barroso: http://www.fmsoares.pt/mario_soares/index.php.
7 “Com esta expressão, normalmente usada apenas sob a forma de sigla, designava-se a vaga de atividades levadas a cabo pela esquerda e pela extrema-esquerda com vista à conquista do poder de Estado. Gerada no seio do jargão político inovador a que a Revolução do 25 de abril deu vida, a sigla PREC, correspondente à expressão Processo Revolucionário em Curso, designava a forte movimentação social e política registada em Portugal em 1974/1975, com particular ênfase entre o 28 de setembro de 1974 e o 25 de novembro de 1975”. En Infopédia. https://www.infopedia.pt/$prec-(processo-revolucionario-em-curso). Consultado el 13-01-2022.
8 Edmundo Pedro participa en cuatro de ellas.
9 Si esto es un hombre.
10 Los hundidos y los salvados.
11 Tuve la oportunidad de tratar de esta cuestión en otro lugar (Silva 2017, 371-373).
12 El largo viaje.
13 Con el objetivo de ayudar al ejército republicano español, la Organização Revolucionária da Armada intenta controlar tres embarcaciones. El alzamiento es sometido de inmediato, y muchos de los marineros son enviados al campo de concentración de Tarrafal. Este episodio es parte de la trama de O Ano da Morte de Ricardo Reis [El año de la muerte de Ricardo Reis] (Saramago 1985).
14 En este edificio, funciona el Museu do Aljube Resistência e Liberdade (https://www.museudoaljube.pt/).
15 En esta fortaleza está el Museu Nacional Resistência e Liberdade (http://www.museunacionalresistencialiberdade-peniche.gov.pt/pt/).
16 El primer número de este semanario aparece el 6 de enero de 1973 (https://expresso.pt/).