DOI: 10.18441/ibam.23.2023.82.117-137

 

 

 

 

“Ahora es nuestro tiempo”. Activismos juveniles en las nuevas derechas durante la pandemia (Argentina, 2020-2022)

“Now is Our time” Youth Activisms in the New Right Wings During the Pandemic (Argentina, 2020-2022)

Melina Vázquez

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/Universidad de Buenos Aires, Argentina

mvazquez@sociales.uba.ar
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-0564-1398

Introducción

La expansión del virus SARS-COV-2 produjo una coyuntura inusitada a nivel mundial que llevó a diferentes Estados nacionales y subnacionales a tomar medidas de tipo sanitario, económico, sociales, educativas y laborales. Entre estas, se impulsaron acciones de restricción de circulación, aislamiento o confinamiento para contener la circulación del virus (estados de sitio, toques de queda, límites a circular por las calles en determinados horarios o días) que sufrieron transformaciones a lo largo del tiempo en función de variables epidemiológicas (la disminución de los contagios o el avance de las campañas de vacunación) así como también de acuerdo con la correlación de fuerzas en cada contexto nacional. En algunos casos se observa un fuerte hartazgo social con las medidas de aislamiento mientras que, en casos como Brasil, por la falta de intervenciones suficientes para contener a la población en este singular contexto.

Trabajos recientes (Fillieule 2020; Della Porta 2020; Pleyers 2020; Milan Treré y Masiero 2021) intentaron responder la pregunta por los efectos que supone la reconfiguración del espacio público en tiempos de pandemia (Vázquez y Vommaro 2020). Las restricciones a la circulación producen una inflexión en las habituales maneras de hacer uso de las plazas y calles para llevar adelante diferentes actividades: encuentros con otros, trasladarse para ir a trabajar, a la escuela o participar de actividades públicas sean recitales o protestas sociales. Por otro lado, también el ámbito privado se ve transformado para el desarrollo de actividades públicas, como observamos el uso de los balcones y ventanas como (nuevos) locus políticos,1 en el desarrollo de actividades propias del universo escolar dentro de las casas y también –sobre todo en barrios populares– la utilización de las casas como lugares desde los que se planifica y llevan adelante tareas de gestión comunitaria de la crisis sanitaria, como distribución de elementos de higiene y alimentos.

Diferentes estudios se preguntaron por los efectos que estas mutaciones tienen sobre el desarrollo de acciones colectivas contenciosas, en general (Ciuffolini et al. 2020; Soto Pimentel et al. 2021) o grupos sociales específicos, como por ejemplo entre trabajadores (Natalucci et al. 2020; Nava y Grigera 2020; Basualdo y Peláez 2020; Delfino y Claussen 2021) y jóvenes (Vázquez y Cozachcow ٢٠٢2; Morresi, Vicente y Saferstein 2020).

Las publicaciones que abordaron las acciones colectivas tendieron a mostrar los efectos que tuvo la restricción de la circulación en las calles, por un lado y, por otro, las maneras en que se rearticulan los vínculos entre las acciones presenciales y virtuales durante la pandemia. Aunque estos trabajos realizan valiosos aportes a la comprensión del fenómeno, tienden a centrarse en la dimensión visible de las acciones colectivas, desestimando el impacto que tienen las medidas de aislamiento en relación con otro tipo de variables relevantes, como por ejemplo, las transformaciones de las demandas y reclamos o los impactos que tiene sobre la vida organizativa de los grupos la virtualización de las diversas esferas de la vida. Por su parte, el análisis de la relación entre prácticas online y offline ha sido objeto de investigaciones de más largo aliento, sobre todo en los estudios sobre las formas de participación juvenil (Feixa 2014; Galindo y Alves 2015; Reguillo 2017; Soler-i-Martí et al. 2020). En un trabajo anterior sobre activismos juveniles en España, México, Ecuador, Colombia, Brasil, Chile y Argentina (Vázquez et al. 2021) observamos que el uso de formatos digitales durante la pandemia está lejos de ser una novedad para las y los jóvenes activistas.2 Sin embargo, la pandemia propone interesantes desafíos. Por ejemplo, el 82% de las personas encuestadas refieren a los problemas que supone adaptar las reuniones al formato virtual, el 48% menciona que resulta dificultoso sostener la participación y el 43% alude a la disminución del tiempo disponible para llevar adelante reuniones frente a la multiplicación de las tareas.

En un estudio sobre el caso argentino (Vázquez y Cozachcow 2021) mostramos que, para algunos grupos, la realización de acciones virtuales durante la pandemia es vista como una práctica compensatoria en un tiempo excepcional. Así puede leerse, por ejemplo, la virtualización de los campamentos de formación política que la Juventud Socialista realiza de forma anual desde el año 1989. En otros casos, la virtualidad es interpretada como un formato valioso para algunas acciones, pero ilegítimo para otras. Esto se puso de manifiesto en las reuniones virtuales realizadas por la Federación Universitaria Argentina, de la que participan representantes de Centros de Estudiantes de la Universidad de Buenos Aires, durante el año 2020, en las que se resolvió suspender las elecciones estudiantiles frente a las restricciones para llevar adelante los comicios de forma presencial. Entre otros grupos, la eficacia de los mecanismos virtuales es evaluada en función de las agendas. Así, participar de un tuitazo –como los que tuvieron lugar durante el debate parlamentario de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en 2020– permite construir un tema como tendencia y ayuda a colocarlo sobre la agenda pública, sin embargo se considera valioso en la medida en que sea complementario con acciones que involucran “poner el cuerpo” de forma presencial, como se pudo ver en las masivas movilizaciones a favor y en contra que de la legalización del embarazo durante el debate parlamentario. En casi todos los casos, el principal desafío que involucra la pandemia tiene que ver con las limitaciones que enfrentan los grupos para sostener el reclutamiento y la permanencia de las y los activistas en un tiempo de presencialidad restringida.

En este artículo propongo estudiar el efecto que poseen las medidas de aislamiento en relación con las formas de movilización y organización colectiva de jóvenes que participan de las (nuevas) derechas. Sostenemos, por un lado, que las medidas de aislamiento y restricción de la circulación constituyeron un contexto de oportunidad política para la reunión, articulación y visibilización de grupos y agendas de las nuevas derechas. Por otro lado, las medidas de aislamiento favorecen la construcción de un discurso anti-gobierno que moviliza adhesiones militantes, así como una estética de la resistencia que busca disputar la representación política de las juventudes.

Activismos juveniles antes y durante la pandemia

Para dimensionar y comprender algunos de los procesos que cobran forma durante la pandemia, es ineludible hacer mención de dinámicas de más largo plazo. Siguiendo a Morresi, Saferstein y Vicente (2020), podemos decir que la movilización en las calles por parte de sectores de las derechas dista de ser una novedad en tiempos de pandemia. Los autores realizan una genealogía de las movilizaciones de las derechas tras la crisis de representación política del año ٢٠٠١. Allí muestran el peso de las marchas contra la “inseguridad” y a favor de la mano dura tras el secuestro y asesinato de Axel Blumberg (2004); de las movilizaciones impulsadas por grupos nacionalistas-reaccionarios que reclaman “memoria completa” y recrean consignas, grupos y rituales propios de los organismos de derechos humanos. Además, señalar la relevancia de las movilizaciones durante y después del llamado “conflicto del campo” (2008), ocasionado por el aumento de las retenciones móviles para la exportación de oleaginosas (Resolución 125/08). Desde entonces, y sobre todo durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015), los grupos de derecha participan de forma activa en movilizaciones opositoras al gobierno nacional, movilizando un repertorio de argumentos que van desde acusaciones de corrupción y falta de división de poderes y populismo hasta la recreación de los lenguajes de los años setenta por medio del cual acusa a los funcionarios de gobierno de ser “montoneros” y llevar el país al comunismo.

Durante el gobierno de Mauricio Macri los sectores afines al kirchnerismo movilizan la consigna “vamos a volver”3 en alusión a la idea de volver a ser parte del gobierno nacional. Cuando, finalmente, la fórmula Fernández-Fernández derrota a Macri en el año 2019 aquella consigna es recreada a partir de la consigna “volver mejores”. La pandemia tiene lugar con este nuevo gobierno y esto resulta significativo para comprender la fisionomía de los grupos que toman visibilidad pública y participan de los debates y controversias públicas durante el período que se inicia en marzo del 2020. Las medidas de aislamiento decretadas por el gobierno nacional son integradas en la producción de marcos de injusticia que propician el desarrollo de acciones colectivas. En un tiempo en el que diferentes grupos invitan a virtualizar actos políticos y movilizaciones históricas o emblemáticas,4 otros persisten en el uso de las calles al reconocer el carácter indelegable de sus reclamos, por ejemplo, frente a hechos de violencia institucional, femicidios o reclamos de trabajadores de aplicaciones. Hay sectores que encuentran en la movilización en las calles un hito fundacional y una mística militante que alimenta y propicia la producción de principios de reconocimiento. Así, la puesta en escena del “enojo” por medio de acciones de protesta durante la pandemia les confiere mayor visibilidad en un contexto de parcial abandono de las calles por parte de otros grupos movilizados.

Un espectro de argumentos de diferente tipo y escala abonaron la interpretación de la pandemia como un escenario en el cual es preciso “resistir”5 las medidas adoptadas por el gobierno. “Dejame respirar”, afirmaba una precandidata a legisladora de La Libertad Avanza para mostrar su repudio al uso del barbijo durante la cuarentena, al mismo tiempo que formula críticas a “la cuarentena más larga del mundo” y al impulso de medidas de gestión de la crisis sanitaria consideradas “autoritarias” y “poco democráticas”. La pandemia es descripta como una “infectadura”, en la que “nos encierran” y “restringen nuestras libertades”, se “violan derechos humanos” y se comenten “delitos de lesa humanidad”.

Estas interpretaciones forman parte de un trabajo de producción simbólica de marcos para la acción colectiva. Pese a que las lecturas sobre la situación socio-sanitaria y las medidas adoptadas para evitar la expansión del virus SARS-CoV2 reconocen matices entre diferentes grupos y activistas6, la pandemia es producida como un problema público (Gusfield 2014) que involucra la definición de adversarios (“el gobierno” y las medidas adoptadas durante la pandemia, aunque en algunos casos esto se hace extensivo a “los políticos”) y la atribución de responsabilidades. La producción de este problema público reconoce, a la vez, una relación recursiva con las acciones colectivas.

Como sostiene Stefanoni (2021), la rebeldía –que históricamente supo capitalizar la izquierda– es disputada por jóvenes pertenecientes a grupos conservadores, liberales y libertarios que producen, por medio de las movilizaciones en cuarentena, una épica de la resistencia (Morresi et al. 2020). La rabia se modula con el lenguaje de la indignación, o la “bronca” que, personajes como Javier Milei, buscan movilizar, por ejemplo, por medio de figura de los leones que rugen y que son interpretados como contrapunto de los corderos obedientes.

En la Imagen 1. se muestra un posteo realizado en Instagram por parte del colectivo Pibes libertarios en la cual se representa la idea de “desobediencia” como algo que una persona susurra a otra hasta hacerle erizar la piel. Desobedecer, sostiene la imagen, es una “virtud”, algo que hay que hacer “siempre”, como sostiene el comentario de @stuchivurs, referente de la organización.

Imagen 1. “La desobediencia es una virtud” (@Pibes.libertarios)

Las movilizaciones opositoras y anticuarentena durante la pandemia funcionan como ritos de iniciación al activismo para un grupo de jóvenes. La movilización de la categoría “joven” en las mismas representa un elemento disruptivo en la genealogía reciente de las acciones colectivas de sectores de derecha. En algunas experiencias observamos la inscripción generacional de los activistas en tanto que “hijos” o “nietos” (Goldentul 2021) que se nuclean en defensa de familiares condenados por delitos de lesa humanidad. Sin embargo, durante la pandemia la inscripción de sí mismos como “jóvenes” les permite definir un compromiso público y trazar una disputa con la capacidad de movilizar jóvenes que, desde el punto de vista de algunos activistas, ha sido patrimonio de los espacios políticos vinculados con el kirchnerismo. Como afirma Delfina Ezeiza –joven referente del Partido Libertario– “ahora es nuestro tiempo”. Así, consideran que ese tiempo en el que el kirchnerismo supo generar adhesiones ha pasado y afirman este tiempo es el de las juventudes libertarias.

En un acto político, Álvaro Zicarelli comparaba la juventud que pone su “inteligencia, su energía, su vitalidad al servicio de las ideas de la libertad” frente a las juventudes que descalifica como “idiotas útiles de la cuidadanía7 fascista de Cristina y Máximo Kirchner” (Parque Chacabuco 19/03/2021). Por ello, en segundo término, observamos que se busca trazar una diferencia intrageneracional con las juventudes oficialistas, descalificadas por ser juventudes “domesticadas”.8 De esa forma las juventudes politizadas del kirchnerismo son vistas como “adoctrinadas”, sin “pensamiento crítico” y “fanáticas”. Esto contrasta con los rasgos en los que imputan a la figura de Javier Milei.9 De acuerdo con una referente del Partido Libertario, es un “anarquista que simpatiza con la rebeldía de un adolescente. […] Un joven que es rebelde y quiere salir de su casa, que quiere desobedecer a sus papás. Claramente. Milei tiene las mismas características”.

La imagen 2 es un posteo de Instagram de Pibes Libertarios en el que se invita a “pasarse por los huevos las restricciones”.10 El mismo coloca en solución de continuidad la figura de los políticos con la de los padres y propone que las y los jóvenes deben “cuidarse solos”. La idea de resistencia o desobediencia se procesa como un conflicto generacional con los adultos, sean estos sus padres, el gobierno o el Estado.

El conflicto generacional también se pone de manifiesto en las tensiones que suscita su participación en manifestaciones durante las medidas de ASPO, que son descriptas en tono heroico y altruista frente a los temores que suscita entre sus familiares adultos que participen de manifestaciones. Dicha oposición no tiene que ver con las razones que sostienen las y los jóvenes para ir a las marchas, sino más bien con percibir los “riesgos” que supone salir a protestar, sea por el riesgo de contagiarse de COVID o por el hecho de que puedan ser detenidos.

Imagen 2. Ya tengo padres (@pibes.libertarios)

En las calles, en las redes y en las urnas

Antes de la pandemia el uso de las redes sociales, la comunicación política y los memes era uno de los paisajes (Reguillo 2017) de las acciones colectivas para diferentes grupos juveniles. Sin embargo, las interacciones virtuales y el consumo de materiales audiovisuales, como los que producen distintos influencers, potencia la producción de principios de reconocimiento e identificación militante en un contexto en el que diferentes esferas de la vida cotidiana se virtualizan. Andrés, referente de Pibes Libertarios, sostiene que comenzaron como una “página dedicada a la creación de contenido en Internet” en la que difundían memes políticos “para sumar likes”. Con el inicio de las medidas de aislamiento y la incorporación de contenidos vinculados con las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno cobraron mayor visibilidad y aumentó la cantidad de seguidores.

Se produce, así, una trama recursiva entre las redes y calles. Por un lado, como sostiene Andrés,11 activista de Pibes Libertarios, “la demanda de salir a la calle surge a raíz de esa comunidad que se crea durante la pandemia”. Por otro lado, las redes potencian el reconocimiento y el encuentro en las calles: “el alcance en las redes nos servía para conectar a los distintos grupos de chicos que iban saliendo a protestar. Eso nos ayudó a organizar. […] hacia fin de año, logramos conformar una organización”.

Aunque, como mencionamos, la disputa de las calles se ha integrado a las agendas de los sectores opositores al kirchnerismo antes de la pandemia, durante las medidas de aislamiento una nueva camada de activistas hace uso de formatos de movilización en las calles y aprende la importancia que posee poner el cuerpo para el desarrollo de las acciones colectivas. Según María, del Partido Libertario, en la pandemia “aprendimos que la política se hace en la calle” y Sol, de Jóvenes Republicanos Unidos, considera que, aun cuando las redes son una parte ineludible del trabajo político, “con la pantalla no es suficiente”. Así, la participación en protestas callejeras durante la pandemia es recuperada por parte de las y los activistas de derecha como un aprendizaje político. Esto les permite, además, movilizar una descripción altruista y épica de sí mismos.

Por otra parte, la presencia de algunos de los activistas que se movilizan en las calles en medios de comunicación o redes sociales representa un capital de prestigio. No se trata solamente de ir a las marchas, sino además de mostrarse y ser vistos por sus pares. Delfina Ezeiza es entrevistada por un movilero de C5N durante el banderazo nacional realizado en junio de 2020 contra la expropiación de la cerealera Vicentín, que llevó como consigna “en defensa a la propiedad privada”. En la entrevista afirma que participa de la marcha por los “atropellos” y “delitos de lesa humanidad” cometidos por el gobierno. La respuesta indigna al periodista que sigue el diálogo desde el piso del canal y el fragmento del video se viraliza en redes sociales. Al momento de entrevistarla para esta investigación, ella refiere al impacto del video y cómo le dio visibilidad pública: “Tuvo muchísima repercusión. Hoy en día te fijás en mi Twitter está subido el video. Tiene medio millón de reproducciones. Es un montón. Y eso me marcó”.

En esta misma línea se puede interpretar el rol de algunos influencers, que forman parte del medio social partidario (Sawicki 2020) de las juventudes de las nuevas derechas. Muchos invitan a participar de movilizaciones o de actos políticos, al mismo tiempo que proyectan videos en vivo o suben fotos a las redes en las que se los ve a ellos mismos participando. Durante los años 2020 y 2021 Tipito enojado, Eduardo Prestofelippo (“El Presto”12) y Augusto Grinner,13 entre otros, circulan, participan o convocan a participar en actividades de La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires. En el cierre de campaña de Javier Milei se los ubica en un VIP al lado del escenario, en un sector cercado por vallas al que se acercan seguidores que forman largas filas para tomarse fotos que, a su vez, suben a sus redes.

Estos activistas movilizan su condición outsiders como capital de prestigio.14 En el acto de cierre de campaña Ramiro Marra, Legislador electo por La Libertad Avanza, agradece el reconocimiento a las personas allí presentes y alude al momento en el que se hizo conocido por subir un video sobre finanzas a YouTube y que “todos ustedes empezaran a seguirme” (14/10/21 Parque Lezama). De esa misma forma, Agustín Laje interpreta la figura de Javier Milei, a quien describe como un “gran comunicador, porque ha bajado todo un corpus teórico enorme, muy difícil, al taxista” (entrevista a Laje, 3/4/2020, Spanish Libertarian, YouTube). Carlos Maslatón –histórico referente de la agrupación Unión para la Apertura Universitaria15, vinculada con la UCEDE– es reconocido por los jóvenes como un influencer en temas de finanzas y economía. En el cierre de campaña de La Libertad Avanza en 2021, los jóvenes asistentes interactúan con él por medio de expresiones y gestos utilizados en sus videos, como la expresión “proceda”, que le piden que pronuncie o celebran cuando otros mencionan.

La presencia de jóvenes con fuerte visibilidad en las redes sociales se observa en diferentes grupos y espacios político-partidarios, no solo entre los libertarios. Este es el caso de Sol de 19 años, activista en el área de comunicación política de Jóvenes Republicanos Unidos16, quien se hizo conocida durante la pandemia por los vivos de Instagram en los que entrevista destacadas figuras del espectro de las derechas, como Agustín Laje, Ricardo López Muphy, Martín Tetaz, Florencia Arrieto, entre otros.

Además de la relación entre las calles y las redes, la participación también se resuelve en torno a un repertorio de acciones más clásicas vinculadas con la dinámica político partidaria, como la participación en actos, la militancia de campañas y la expectativa de algunas y algunos de ellos de formar parte de las listas electorales de sus espacios políticos. En este sentido, y más allá de la retórica de la antipolítica que muchos de estos grupos sostienen, la política también se juega entre los partidos y el Estado.

Así, la disputa de los sentidos de la “resistencia” y la “desobediencia” sucede en las calles pero también tiene que ver con disputar las representaciones sociales en torno a las juventudes politizadas. A modo de ejemplo, como se ve en la imagen 3, podemos aludir a la campaña legislativa del año 2021.

Imagen 3. Somos jóvenes y de derecha (@jovrepublianos).

La agrupación Jóvenes Republicanos (@jovrepublicanos) hizo un posteo en el que se recupera una consigna utilizada en remeras e intervenciones públicas: “Soy joven y soy de derecha”, acompañada por otro mensaje en el que se indica: “cada día somos más los jóvenes que adherimos a las ideas de libertad”. Debajo de la imagen se coloca un texto que alude a la movilización del voto joven e indica: “Para todos aquellos candidatos que fingen para atraer al voto joven, sepan que nosotros no comemos vidrio”.

La lucha por las ideas. Significados de la “batalla cultural”

Goldentul y Saferstein (2020) estudiaron la construcción de espacios de sociabilidad juvenil en torno a la circulación de libros como El libro negro de la nueva izquierda de Laje y Márquez, en el que se definen un conjunto de conceptos fuertemente utilizados por las y los activistas de derecha. Se destaca, en especial, la noción de “batalla cultural” que Laje recupera y resignifica de la tradición gramsciana. De acuerdo con aquél, la tercera ola del feminismo –“cultural” o “radical”– consiste en una batalla que tiene lugar en el campo de las ideas. Por tanto, es en ese plano donde deben darse las batallas contra la izquierda y los feminismos.

Intervenciones públicas de referentes como Laje y Lupe Batallán17 se hacen especialmente visibles a partir de los debates parlamentarios sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el año 2018. Andrés, quien previo a ser parte de Pibes Libertarios militó en la agrupación kirchnerista Peronismo Militante, sostiene que “cuando me manifiesto pro-vida todo lo que era mi círculo kirchnerista me empieza a rechazar fuertemente. […]. Así, en el 2018, empiezo a consumir material que era lisa y llanamente de derecha: Agustín Laje, Gloria Álvarez, [Agustín] Etchebarne. Y me empiezo a dar cuenta que muchas de las cosas que ellos decían eran las cuestiones que yo observaba”.18

Los usos que hacen las y los activistas de la idea de “batalla cultural”19 se expanden y adoptan sentidos diversos. En primer lugar, se la asocia con la divulgación de ideas económicas. En relación con esto puede interpretarse la referencia en discursos públicos a ciertos autores o libros, algunos de los cuales son comercializados en los eventos políticos20. Las y los entrevistados mencionan la valoración en sus grupos de los saberes en materia económica. María, por ejemplo, cuenta que se inscribió en la carrera de Economía de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA). En esa línea se puede interpretar el uso de la “clase” como formato de comunicación política por parte de Javier Milei, tanto en redes sociales como en actos partidarios.21

En segundo lugar, la idea de batalla cultural se vincula con la búsqueda por combatir la “bajada de línea” de la llamada “ideología de género” que, desde su punto de vista, el Estado lleva adelante a través de acciones como la Ley 26150 de Educación Sexual Integral (ESI).22 Un activista de la Juventud del PRO, que se identifica con el sector de los “halcones”, sostiene: “ellos se metieron en las instituciones y las transformaron. Y hoy nosotros tenemos que hacer lo mismo. Para volver a esas instituciones a lo que eran. […] Es una contra-revolución o una reacción a esa batalla cultural, a ese cambio cultural que se vivió en los establecimientos”. El entrevistado participa, desde su conversión al catolicismo en 2016, en el colectivo “Marcha por la vida”. La sociabilidad religiosa lo acerca a activistas como Cecilia Pando,23 a través de la cual se socializa en lo que define como la “trayectoria de la lucha católica”, que reenvía al activismo católico contra la Ley de Divorcio Vincular (1987) y contra la Ley de Matrimonio Igualitario (2010), y de la que se siente parte con su militancia contra la legalización del aborto.

Estas lecturas reconocen otros acentos en los testimonios de otros entrevistados. En el caso de María, activista de Pibes Libertarios, se opone a la implementación de la ESI porque la considera una forma de “intromisión” del Estado en la educación. Vale mencionar que el rechazo a dicha “intromisión” en el diseño de contenidos educativos no es problematizada al momento de considerar la impronta que poseen otro tipo de contenidos, como los religiosos.

Hijos del kirchnerismo

La producción de principios de reconocimiento generacional representa uno de los modos de abordaje más fructíferos para el estudio de la politización juvenil (Vommaro 2015). Diferentes experiencias muestran el peso que poseen algunos hitos o acontecimientos públicos que propician pasajes a la acción colectiva. Propongo interpretar algunos de los rasgos de las juventudes que forman parte de las nuevas derechas a la luz de la socialización de sus activistas en un ciclo político-institucional vinculado con el kirchnerismo. Se trata de jóvenes de entre 20 y 25 años que vivieron la mayor parte de su vida con gestiones de gobierno kirchneristas. Para ellas y ellos, siguiendo a Stefanoni (2021), el progresismo es el statu quo.

Buena parte de las y los jóvenes entrevistados votaron por primera vez a los 16 años. Es decir que ejercieron por primera vez un derecho político que es resultado de la Reforma de la Ley de Ciudadanía Argentina y su primer voto fue para Juntos por el Cambio (en 2017 y 2019), Juntos (2021), el Frente Despertar (2019) o La Libertad Avanza (2021). María destaca la importancia de las capacitaciones impulsadas por la Cámara de Justicia Electoral en su escuela, por medio de las cuales accedió a debates en los que “me familiaricé con todo lo que es el mundo liberal-libertario”. Así, la ampliación de derechos políticos aparece como un elemento movilizador de intereses y acciones participativas (no solamente electorales) entre jóvenes que nutren las nuevas derechas.

Otro aspecto transversal a los relatos tiene que ver con el cuestionamiento de las maneras de aproximarse a la historia en la escuela. Hay entrevistados que discuten la manera en que son introducidas figuras como la de Julio Argentino Roca, quien encabezó la llamada “Campaña del desierto” y –como afirma un activista– es presentado en las clases “como un genocida”. El rechazo de las narrativas escolares se deja ver, sobre todo, en las maneras de trabajar la historia reciente, en particular las interpretaciones sobre la última dictadura militar. Santino, nieto de militares, asiste a una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires y afirma:

[…] esta historia de los 70, de los treintamil, del gobierno de facto, no me cerraba justamente por lo que yo escuchaba en la casa de mi abuelo […]. Después, cuando empecé a investigar en Internet y leer un poco más, sobre todo los libros de [Nicolás] Márquez, ahí como que me empezó a formar más mi opinión sobre ese tema”.

Esta manera de leer el pasado se nutre de y articula con su participación en reuniones organizadas por Cecilia Pando en los que “me contaban cosas que no me contaban en el colegio sobre los muertos de la subversión, sobre los años previos al golpe [...] eso no me lo enseñaron en el colegio”.

Sol, por su parte, se refiere al debate sobre la cifra de detenidos-desaparecidos y describe la confrontación que tuvo con sus docentes en una escuela pública de La Plata cuando se referían a “los treintail” desaparecidos. Ella confrontaba con el uso de esta consigna apelando al libro Nunca Más (1984), en el que son mencionados 8.961 casos. Andrés considera que “la realidad es otra” y María afirma que los contenidos de la formación que le dieron en la escuela –parroquial de gestión privada del barrio de Flores– estaban “muy tergiversados” y “tirados para la izquierda”.24

Para las y los activistas, estas experiencias disruptivas con adultos y docentes forman parte de lo que interpretan como un “pensamiento crítico” que contrasta con “la bajada de línea” de la escuela, como también con la actitud “conformista” de sus compañeros. Sol sostiene que “[…] siempre noté un desinterés por las cosas que aprendíamos, porque ‘ay, es el colegio’, qué sé yo. Todos le dejaban pasar, por ahí porque no lo sabían o porque no les interesaba realmente. O porque estaba el que quería ir a aprobar y ya está”.

Las interpretaciones sobre los años setenta son movilizadas, por un lado, para describir una posición autodefinida como inconformista y rebelde. Aunque buena parte de las lecturas están lejos de ser nuevas, son adaptadas y vividas como formas actuales de oposición y resistencia. Victoria Villaruel25, diputada electa por La Libertad Avanza, participa en el acto de cierre de campaña y afirma: “acá estamos los que nos negamos a ser silenciados por pensar distinto” (14/10/2021). Villaruel pertenece al mundo de las organizaciones civiles y militares que formulan críticas a la “memoria oficial” y bregan por aquello que caracterizan como “memoria completa”26. En su alocución, la idea de “ser silenciada” por “pensar distinto” actualiza los debates sobre la historia reciente, sin embargo también es entendida –entre las y los jóvenes– como una clave de lectura para el presente. La épica rebelde y la idea de no “callarse” aparece también en el relato que hace Andrés sobre su experiencia en Peronismo Militante. Él sostiene que

[…] a través de mi militancia en el kirchnerismo empecé a ver cosas, cuestiones internas de organización en las agrupaciones en las que estaba militando […]. Hubo una frase que me tiraron una vez ante mis cuestionamientos que me impactó: me dijeron que esa mañana había amanecido muy librepensador. Como si fuera algo malo.

Las relaciones entre pasado y presente se muestran también en el uso –sobre todo en espacios libertarios– de categorías con fuerte circulación en los años setenta (como “zurdo”, “terrorista”, “montonero” o “subversión marxista”) para descalificar a sus actuales adversarios políticos: el kirchnerismo, el “comunismo” o la “casta política”.

Derechas. Categorías de definición y diferenciación pública de los compromisos

La categoría “derecha” forma parte del campo político y es movilizada por parte de las y los militantes para autodefinirse y/o diferenciarse de otros. Así, lejos de adherir a una definición prescriptiva sobre qué es la “derecha”, en este trabajo recuperamos la manera en que es movilizada entre los activistas para trazar diferencias hacia dentro y hacia fuera de sus universos políticos.

En primer lugar, es posible reconocer un activismo juvenil que se define a sí mismo como parte de la derecha. Esta primera gran definición les permite diferenciarse de aquello que descalifican por ser parte del “populismo”, “progresismo” o de la “izquierda”. En relación con esto, parte del activismo consiste en construir narrativas alternativas sobre figuras emblemáticas de la izquierda, como la del Che Guevara. Esta figura, que se ha integrado a las éticas y estéticas militantes de diferentes grupos juveniles en América Latina, ocupa el centro de intervenciones políticas y posteos en redes sociales. A modo de ejemplo, durante el cierre de campaña de La Libertad Avanza en Parque Lezama los oradores aluden en reiteradas ocasiones a la figura del Che Guevara y el público responde “asesino, asesino”. En la imagen 4, a continuación, se puede ver la intervención realizada sobre una pintada callejera con el rostro de Guevara con una leyenda que indica: “Más [Friederich] Hayek, menos [Karl] Marx. Genocida”. Del otro lado se observa una pintada con la consigna utilizada por Javier Milei que, a su vez, da nombre al espacio partidario del que es referente: “Tiemblen. La libertad avanza”. El posteo de la foto es realizado por la agrupación Jóvenes Republicanos y se coloca un comentario alusivo a la importancia de llevar adelante la “batalla cultural” en torno a esta figura, que es la de un “asesino, no un héroe”.

Imagen 4. El Che Guevara fue un asesino, no un héroe (@jovrepubliacanos).

Ahora bien, al interior del universo de las derechas se pueden detectar importantes diferencias que surgen no (solo) de la lectura e interpretación externa de los grupos sino, además, de las lecturas e interpretaciones que las y los activistas realizan para diferenciarse de otros cercanos. Reconocer estos matices permite vislumbrar la diversidad de los grupos, que difícilmente puedan comprenderse desde una mirada homogeneizante.

Andrés, referente de Pibes Libertarios, formó parte de una organización kirchnerista con trabajo territorial en un barrio del Conurbano Bonaerense. Su paso por aquella experiencia es exaltado en los sucesivos encuentros que tuvimos durante el trabajo de campo y forma parte de su estrategia de presentación pública en redes y actos políticos. Revisita esa experiencia para dar forma a lo que dentro de su grupo interpretan como derecha popular. Desde su punto de vista, la derecha debe albergar a los “chicos del conurbano” o “chicos de Capital, pero de clase media-baja. Los que se juntan con nosotros es porque tenemos ese perfil, más popular”. Así es como traza diferencias con otras juventudes de derecha –como Jóvenes Republicanos Unidos o la Juventud del PRO– que “son jóvenes, pero siguen siendo la elite”.

El aspecto popular de la derecha también destacado por María, del Partido Libertario, quien afirma que la identificación de sus padres, comerciantes con secundario incompleto, con la figura de Javier Milei tiene que ver con que “expresa la bronca del laburante, del trabajador, de la persona de a pie”. En sintonía con Andrés, sostiene que los libertarios “somos los peronchos de la derecha: somos picantes”.

No obstante, entre las juventudes descalificadas por ser “conchetas” y de “élite”, se buscan trazar otras diferencias. Sol es hija de un enfermero y una peluquera y Mateo fue criado por su madre policía. Ambos provienen de líneas internas de Jóvenes Republicanos Unidos y se reconocen como parte de una “centro-derecha liberal” que distinguen del “liberalismo más conservador”, en especial en lo referido a las lecturas “fascistas” sobre los años setenta. No obstante, destacan la relevancia que tiene saber “quiénes eran los desaparecidos y cuántos son”. Para Mateo, las diferencias con el Partido Libertario tienen que ver con los universos generacionales que buscan representar. Desde su punto de vista, figuras como López Murphy apuntan a un electorado de más de 40 años, mientras que Milei expresa y da forma a una experiencia “más juvenil”. Esto encuentra puntos de contacto con las referencias que hacen otros activistas libertarios, quienes dicen que son nombrados de forma acusatoria como “pubertarios”. No obstante, Sol posa en sus redes sociales con una de las remeras producidas como parte de un emprendimiento libertario que consiste en la producción y comercialización de remeras con consignas libertarias, como aquella que indica “Propiedad privada, vida, libertad” o la clásica consigna libertaria Don’t tread on me.

Santino forma parte de la Juventud del Propuesta Republicana (PRO) y se define como “conservador de libre mercado”, considera que el partido dejó de ser un verdadero espacio de derecha cuando se alió con la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica27. Sin embargo, su permanencia obedece a que “es más fuerte mi antipopulismo, que las diferencias que pueda tener con el macrismo”.

María y Sol marcan sus contrastes con la marea verde y consideran que es preciso construir un “feminismo liberal” que discuta el supuesto de que todo feminismo es anticapitalista. Interpretan a las “feministas radicales” como un movimiento “fanatizado” y sostienen que hay agendas pendientes. A modo de ejemplo, el Partido Libertario hizo una campaña a favor de la tenencia de armas para que las mujeres puedan “defenderse solas”. Asimismo, el 8 de marzo de 2022 se organiza el “primer encuentro de mujeres liberal/libertarias”28 y se invita a participar en la tradicional marcha en conmemoración del día internacional de la mujer. En la invitación que circula por redes de Instagram se menciona que dicha manifestación es “un espacio dominado por una minoría que no nos representa, por ello es importante que las mujeres liberales y libertarias tomemos nuestro lugar, contrario al discurso progresista que defiende la ideología de género”. Diferentes pancartas, remeras y consignas utilizadas para movilizarse buscan disputar al feminismo un conjunto de causas militantes. Por medio del uso del hashtag #nomerepresentan establecen disputas con los grupos que habitualmente se movilizan en esta fecha y buscan construir una agenda propia en la que reclaman cuestiones tales como el cierre del Ministerio de las mujeres, géneros y diversidad, creado durante el gobierno de Alberto Fernández; se manifiestan contrarias a la legalización del aborto puesto que “también es femicidio”; se oponen al reclamo de los cupos de género y reclaman “bala” para los violadores.

Balances de un proceso abierto

El análisis de la movilización política y el activismo juvenil durante la pandemia invita a pensar la articulación entre dinámicas previas y otras emergentes. En el año 2008, durante el llamado conflicto del campo, se produce el inicio de un ciclo de movilizaciones y de politización, en general y juvenil en particular. Algunos trabajos analizaron las adhesiones militantes vinculadas con la narrativa de la “vuelta a la política” sostenida por colectivos afines al kirchnerismo; otros mostraron que la politización sucedió durante los gobiernos kirchneristas pero no exclusivamente al interior de esta fuerza política (Vázquez et al. 2018). Algunas investigaciones, a su vez, mostraron que las dinámicas de la politización alcanzaron, incluso, a jóvenes vinculados con colectivos de derecha, como los de hijos y nietos de genocidas (Goldentul 2021).

La pandemia representa un contexto de oportunidad política para que diferentes elementos (algunos de carácter local y otros regional o internacional) encuentren posibilidades de articulación: la oposición al gobierno nacional y la gestión de la crisis sanitaria; la disputa por la movilización en las calles en un contexto de restricción de la circulación; la creación de espacios de sociabilidad y encuentro juvenil en las marchas opositoras y la producción de un sentido de la “rebeldía” en torno a las mismas; las disputas por la representación del “enojo” y la “rabia” y la actualización de una narrativa en torno a la llamada “batalla cultural” que moviliza adhesiones contra el “progresismo” y la “intromisión del Estado” en una agenda heterogénea de cuestiones que va desde las medidas de aislamiento y vacunación hasta la legalización del aborto, pasando por las narrativas sobre el pasado reciente.

Estas experiencias retoman viejas agendas de las derechas y las actualizan, no solo en los temas que abordan sino, además, en los repertorios de acción que utilizan. En comparación con la historia reciente, representa un elemento novedoso que las derechas amplíen su horizonte de representación política hacia las juventudes. Esto, como vimos, se pone de manifiesto en definiciones heterogéneas entre las cuales encontramos, por ejemplo, ideas que se hacen eco de fenómenos recientes, como observamos en la idea de “derecha popular” que sostienen dentro de Pibes Libertarios.

La consigna “soy joven y de derecha”, utilizada grupos como Jóvenes Republicanos, confronta con cierto sentido común, incluso académico, que muchas veces imputa atributos a las juventudes asociados con la idea de cambio social vinculada con una visión de izquierda o progresista. Estas y otras experiencias, también nos invitan a pensar desde otro punto de vista los efectos que poseen los procesos de ampliación de derechos, como los políticos, asociados a la ampliación del voto joven y las prácticas de formación ciudadana; los derechos sexuales, vinculados a los debates y la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, los debates sobre la ley de paridad de género o el cupo laboral trans;29 entre otros. A través de estos ejemplos notamos que los activismos juveniles y la politización tiene lugar en torno a grupos y causas militantes que forman parte de un amplio espectro político ideológico, que incluye también a las derechas. Comprender y desentrañar las condiciones de emergencia de estas experiencias, las razones que sostienen sus activistas y las maneras en que llevan adelante sus compromisos representa un aporte a los estudios no prescriptivos de los fenómenos políticos. Asimismo, acceder al estudio de las derechas de la mano de las formas de participación juvenil nos permite acceder a la comprensión de los modos de apropiación y resignificación de las viejas agendas y repertorios de acción, así como también a los modos en que el presente es leído y enmarcado colectiva y generacionalmente desde el prisma de las nuevas derechas.

Hace una década se establecían discusiones acerca de la productividad de las categorías izquierda y derecha para comprender las contiendas políticas e, inclusive, diferentes intérpretes afirmaban que estaban destinadas a perder vigencia. La repolitización de los conflictos sociales en los últimos años ha mostrado la vitalidad de estas categorías para delimitar principios de identificación y diferenciación política, así como también para alimentar compromisos públicos, en general y juveniles en particular.

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Fecha de recepción: 23.07.2022
Fecha de aceptación: 6.10.2022

 

 

 

 


1 Como se pudo ver con los aplausos al personal de salud al inicio de la pandemia o la convocatoria a colocar los tradicionales pañuelos blancos –que simbolizan la lucha de las madres y abuelas de detenidos-desaparecidos– en balcones y ventanas para conmemorar el 24 de marzo, fecha en que se inició la última dictadura militar.

2 De acuerdo con la mencionada investigación, el 75,2% de los activistas utilizaba el correo electrónico antes de la pandemia, el 95,6% usaba WhatsApp y el 74,5% redes sociales. La principal innovación que introduce la pandemia tiene que ver con el uso de plataformas como Zoom, Google Meet y Jitsi para realización de videollamadas, que comenzó a utilizar el 87,7%.

3 La expresión “volver” interpela de diferentes maneras la historia del peronismo. Para analizar la manera en que es movilizada desde el kirchnerismo véase Montero (2012) y para analizar el alcance de la consigna “volver mejores”, véase Longa y Vázquez (2021).

4 Como la ya referida movilización del 24 de marzo, en la que se conmemora el inicio del último golpe militar en Argentina en 1976.

5 Las comillas son utilizadas para indicar expresiones nativas y las itálicas para citar conceptos o destacar ideas.

6 A modo de ejemplo, hay activistas que se distancian de las posiciones “negacionistas”, descalificadas por sostener que el virus existe. Estas, al igual que el movimiento antivacunas, han cobrado menos relevancia en el contexto argentino.

7 “Cuidadanos” es la expresión utilizada en una campaña lanzada por el gobierno nacional para promover prácticas de cuidado (como la distancia social y el uso de barbijo) que apuntó, específicamente, a las juventudes.

8 La agrupación juvenil La Cámpora era, antes de la pandemia, objeto de críticas e impugnaciones por parte de sectores opositores al kirchnerismo que la definían como una juventud “obsecuente”, poco crítica o “adoctrinada”.

9 Las acusaciones siguen la lógica de los “establecidos” y los foráneos o “recién llegados” (Elias 2003) y cobran particular fuerza con aquellas figuras que simbolizan la participación juvenil previo a la asunción de Alberto Fernández. Un caso ilustrativo de ello es la figura de Ofelia Fernández, dirigente estudiantil secundaria y activista feminista con fuerte visibilidad pública durante los debates parlamentarios por la legalización del aborto en 2018. Actualmente es Legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Todos.

10 Toda forma de intervención del Estado –en especial en un tiempo excepcional como es la pandemia– es interpretada como una forma de restringir libertades individuales que se emparenta con un avance del “más miserable comunismo”, como se puede leer en la frase que acompaña al posteo. Esta singular definición de “comunismo” es lo que permite que activistas de grupos como Pibes Libertarios o del Partido Libertario interpreten al macrismo y al kirchnerismo en términos equivalente.

11 Los nombres de las personas entrevistadas fueron modificados. Solamente se mencionan los nombres reales en los fragmentos tomados de intervenciones públicas.

12 El Presto fue imputado por amenazar de muerte por Twitter a Cristina Fernández durante el debate parlamentario de la reforma judicial. A raíz de este episodio se intentó realizar un allanamiento en su casa. Ante la negativa a que se realizara dicho procedimiento, pasó dos días preso. Este acontecimiento alimentó una narrativa de la resistencia “al autoritarismo” del gobierno de Alberto Fernández. Desde entonces, un dibujo de su cara, de perfil y con la boca abierta en un gesto que en el que pareciera gritar, se difunde por medio de pins y remeras.

13 Creador de contenidos en el blog “Es de peroncho”.

14 La condición de outsiders resultó productiva políticamente para espacios como el PRO (Vommaro y Morresi 2015). Para los seguidores de Milei el macrismo forma parte de la “casta política” e intentan disputar para sí estos atributos de legitimidad por medio de figuras como las de los economistas y los influencers.

15 Según Morresi (2008), la UPAU propició que una nueva camada de jóvenes se vinculara con ideas liberales y le dio una impronta más popular al partido. En ese horizonte pueden interpretarse las menciones que se realizan acerca de aquella agrupación.

16 JRU se forma a partir de la confluencia de diferentes grupos: Mejorar; Recrear; un sector de Pibes Libertarios y Unidos. Este último es el “sector más de influencers”, como afirma Sol.

17 Es una de las expositoras en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación en 2018 y lo hace en contra del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Desde entonces pasó a ser una referente de los pañuelos celestes en toda América Latina.

18 La crisis que atraviesa con el colectivo del que forma parte implica no solo el alejamiento de la organización, sino desmontar una forma de vida asociada con esa militancia: su pareja, a quien había conocido en la militancia, con la que tiene una hija; sus amigos y un trabajo en el Estado al que había accedido producto de su activismo, en el que se desempeña laboralmente al momento de la entrevista. La descripción de sí mismo como un “converso” es equivalente a la que realiza Santino al narrar su conversión al catolicismo, desde donde milita la causa de “las dos vidas”. El trabajo que involucra desmontar la socialización política y militante es vivido como un momento de quiebre y de crisis personal, pero, a la vez, le permite colocarse en una posición privilegiada entre sus pares ya que son aquellos que pueden describir esos universos “desde adentro”.

19 Esta noción forma parte del lenguaje nativo y es igualmente utilizada por activistas que sostienen posiciones diferentes en lo referido a la agenda de géneros y sexualidades.

20 En los actos políticos de La Libertad Avanza se colocan puestos de venta de librerías y editoriales libertarias, como Unión Editorial Argentina.

21 A título ilustrativo, se puede mencionar la presentación realizada por Javier Milei junto con Gloria Álvarez en redes sociales y que ellos mismos reivindicaron como “la clase de economía más grande de la historia de la humanidad” por haber contacto con más de diez mil participantes. Asimismo, el acto de lanzamiento de su campaña electoral en septiembre de 2021 apeló a la figura de una “clase a cielo abierto” y, entre críticas a la “casta política”, habló sobre inflación, PBI y fuga de divisas, entre otros tópicos. Además, afirmó que “Los políticos te quieren ignorante. Nosotros los queremos sabios para salir de la miseria” (Discurso Milei 27/09/2021).

22 Este mismo argumento es sostenido en relación con el llamado “lobby LGBT”, esto es, los grupos internacionales (como Planned Partenhood o la Rockefeller Foundation) que, desde su punto de vista, construyen agendas globales en torno a la denominada “ideología de género”.

23 Referente de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de Argentina, organización que defiende a presos por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar.

24 Estas lecturas forman parte de debates más amplios impulsados o alimentados por diversos sectores de derecha en los últimos años.

25 Presidenta del Centro de Estudios legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas. Al momento de asumir como Diputada juró por “las víctimas del terrorismo”.

26 Para profundizar en la construcción de esta agenda y de los grupos castrenses vinculados, véase Salvi (2012).

27 Se refiere a la alianza CAMBIEMOS, creada en el año 2015 para hacer frente al kirchnerismo en las elecciones presidenciales.

28 Convocan al encuentro y a la movilización Rebeca Fleitas, diputada por La libertad Avanza; el colectivo “Pibas Libertarias”, perteneciente a la agrupación Pibes Libertarios; Mujeres por la Patria y Avancemos por la Libertad y el Desarrollo.

29 Decreto n.º 721/2020 por medio del cual se establece que el 1% de los cargos del sector público deben destinarse a contratar personas transgénero, travestis o transexuales.