DOI: 10.18441/ibam.23.2023.83.213-294

 

 

 

RESEÑAS IBEROAMERICANAS

IBEROAMERICAN REVIEWS

Alexander Altevoigt / M.ª Carmen Lechosa Maldonado / Pablo Rojas / Virginie Giuliana / Jaime Cárdenas Isasi / José Luis Bellón Aguilera / Adriana Rodríguez Alfonso / Maravillas Moreno Amor / Miguel González-Abellás / María Belén Riveiro / Joserra Ortiz / Leyre Arrieta Alberdi / Diego Caro Cancela / Patricia Suárez Cano / Carlos Larrinaga / Víctor M. Heredia Flores / Isusko Vivas Ziarrusta / Vivian Basto Estrada / Izaskun Álvarez Cuartero / Stefan Rinke / José Zanca / Sebastián Álvarez / Manuel Cardozo Ruidiaz / Theresa Bachmann

1. LITERATURA IBÉRICAS: HISTORIA Y CRÍTICA

Dieter Ingenschay: Eine andere Geschichte der spanischen Literatur. Von Cervantes bis zur Gegenwart. Berlin/Boston: De Gruyter 2022. 466 páginas.

La palabra alemana andere, que Dieter Ingenschay aplica como título a su libro, puede ser traducida como otra, y también como diferente. En este caso, no se trata de otra historia literaria más, sino de una aproximación realmente diferente, a saber: subjetiva, inhabitual y, fundamentalmente, queer. Desde el inicio de su libro, Ingenschay favorece una perspectiva de género y de una sexualidad ‘desviada’ ofreciendo así un panorama que incluye tanto textos ya canonizados como producciones menos conocidas en la historiografía literaria. El libro también es diferente respecto a la estructura, pues el autor rompe con la convención del orden cronológico y opta por organizar sus capítulos temáticamente. Esta manera de análisis tiene como consecuencia que varios autores aparezcan y reaparezcan en contextos diferentes, lo que hace la lectura más enriquecedora. Así, a Dieter Ingenschay le es posible mostrar la multidimensionalidad de muchos autores que, normalmente, son reducidos a un único foco temático. De esta forma, algunos nombres acompañan nuestra lectura desde el primer capítulo hasta el último.

El libro está dividido en diez capítulos que cubren autores conocidos como Cervantes (cap. 2) o Lorca (cap. 7), pero también “documentos literarios transgresivos” (cap. 6) y literaturas de las comunidades autónomas donde hay lenguas cooficiales (cap. 9).

En la introducción, Dieter Ingenschay reflexiona sobre la relevancia de nuevas contribuciones en el área de la historiografía literaria de España y nos explica sus criterios y sus objetivos. Tras la lectura de la introducción, entendemos que sí es necesario leer esta otra historia literaria, esta historia literaria diferente. Ingenschay cita los libros pertinentes que circulan en las bibliotecas y facultades en Alemania y, sin negarles su derecho de existencia, argumenta convincentemente que es importante reaccionar a tendencias nuevas de los estudios literarios en el siglo xxi y, en esta lógica, también releer los ‘clásicos’. Además, es evidente que la emergencia continua de nuevas producciones literarias requiere compendios actualizados.

Ingenschay abre su libro con un capítulo exhaustivo sobre –en principio– toda la historia de la poesía española. Afortunadamente, el autor no sigue el subtítulo de su libro (“De Cervantes hasta el presente”) y nos enseña también el potencial transgresivo de la perspectiva femenina de las jarchas mozárabes. Los saltos en el tiempo que estructuran los subcapítulos siguientes (de la generación del 27 a Góngora, de la poesía bajo Franco a la superación del Romanticismo por Rosalía de Castro, de los protagonistas del 98 a la poesía ultracontemporánea) no amenazan la coherencia que Ingenschay consigue crear en esta sección. Gracias a referencias productivas que el autor establece entre los textos (y sus autores) de siglos diferentes, se da la impresión de una fluidez histórica. Mencionamos, por dar solo un ejemplo, la “noche oscura” de San Juan de la Cruz (pp. 36-37) y la “modificación paródica” de Gil de Biedma 400 años más tarde (pp. 39-40). Ingenschay introduce aquí la palabra camp que ocupará un lugar privilegiado en su libro. En este capítulo sobre la poesía desde la Edad Media, el autor muestra de manera esclarecedora que el lenguaje poético siempre desarrollaba su potencial “transgresivo” y “disidente” (p. 68).

En el capítulo que sigue, Dieter Ingenschay se encarga de la difícil tarea de presentar a uno de los autores más canonizados de la literatura española. Para dar nuevas informaciones sobre Cervantes y sus obras, el autor se centra con detalle en las “transgresiones” que se pueden detectar en Don Quijote de la Mancha, las Novelas ejemplares y algunas producciones dramáticas. En poco más de treinta páginas, Ingenschay logra tejer un panorama complejo, incluyendo el contexto histórico, las obras principales cervantinas y también la recepción muchas veces especulativa y ficccionalizada de su biografía. Cabe subrayar el análisis beneficioso de los momentos de travestismo en El Quijote y la presentación de obras teatrales como La gran sultana. El subcapítulo sobre las Novelas ejemplares como “novelas inmorales” también es interesante, pero no cumple completamente con lo que se espera, porque no va más allá de la descripción de otros casos de travestismos. Sin embargo, el capítulo muestra una imagen (un poco) diferente que la que tenemos de Cervantes y sus textos.

El tercer capítulo ofrece una aproximación que parte de los contextos históricos en épocas diferentes y analiza el potencial literario de momentos de crisis. Empezando por el fatídico año 1898, Ingenschay examina de cerca textos narrativos que surgieron en el contexto o bien que tematizan crisis de carácter nacional: el 23F, el 11M y la crisis financiera del 2008. La pequeña introducción teórica que sirve de base para las interpretaciones enmarca todos los momentos de crisis y los hace comparables. De esta manera, el autor muestra el problema del trauma nacional como potencial de una política radical y, en el nivel narratológico, la mezcla de factualidad y ficcionalidad como oportunidad de “procesar lo incomprensible” (p. 127). Concluye el capítulo con una breve presentación de la pandemia de COVID-19 como crisis más reciente abordada en la literatura española (p. 140).

Una de las crisis más presentes en la memoria colectiva, la Guerra Civil española, no aparece en el tercer capítulo, porque Ingenschay le dedica uno entero. El autor analiza textos narrativos de contemporáneos de la guerra (1ª fase), de la época de Franco (2ª fase) y del boom de la literatura sobre la Guerra Civil desde los años ochenta (3ª fase). Es muy interesante la cuestión de cómo trabajar con obras que manifiestan claramente una “originalidad literaria”, pero hacen parte de la propaganda fascista (p. 140). Según Ingenschay, las novelas presentadas son testigos de las dos Españas irreconciliables de los años treinta. La literatura de la 2ª fase está marcada por las experiencias del exilio (Max Aub), la amargura de los antifranquistas (Juan Goytisolo) y el problema de la (auto)censura (Ana María Matute). En la 3ª fase, el tema de la Guerra Civil se convierte, poco a poco, en una garantía de éxito de ventas en el mercado de libros. La producción literaria desde el fin del régimen franquista suscita la pregunta de cómo puede funcionar una reconciliación. Dieter Ingenschay no vacila en criticar tentativas problemáticas como las de Javier Cercas (pp. 170-171).

En el quinto capítulo, el más largo del libro, Ingenschay ilustra con un gran número de ejemplos el rumbo que la literatura sobre Madrid ha tomado desde el tiempo del costumbrismo. Obviamente, no pueden faltar los clásicos como Pérez Galdós, Camilo José Cela o Luis Martín-Santos, en los cuales la capital se transforma lentamente desde ser un mero lugar hasta lograr convertirse en la protagonista de las narraciones. Sin embargo, Ingenschay también analiza perspectivas más radicales como la de José Ángel Mañas en sus Historias del Kronen, de Francisco Umbral o de Rafael Reig. Evidentemente, los enfoques teóricos posibles son, gracias al spatial turn, numerosos (non-lieux, heterotopías, centro y periferia) –y Dieter Ingenschay los utiliza productivamente en sus análisis–. Dos subcapítulos sobre Madrid en tiempos de la Guerra Civil (Almudena Grandes) y obras teatrales de Valle-Inclán, Buero Vallejo, Alfonso Sastre y Luis Alonso de Santos completan este capítulo central.

A continuación Ingenschay retrata varios “documentos literarios transgresivos” en el capítulo sexto. Nos alegramos de que el autor concede este lugar privilegiado a textos y temas que, en historias literarias más convencionales, se mencionan muchas veces solamente de paso. Sin duda, autoras como María de Zayas o Emilia Pardo Bazán son representantes establecidas, pero Ingenschay favorece el potencial transgresivo, sobre todo en un sentido sexual, de su narrativa. El autor presenta aún más textos que evidencian el desarrollo de una literatura erótica femenina después de Franco (Carmen de Burgos, Almudena Grandes y Rosa Montero) y la integración de una crítica al machismo español y universal (Najat El Hachmi). El hecho de que Ingenschay también considere la serie de Netflix Valeria muestra que es posible (y necesario) ampliar los temas de investigación para otros –diferentes– productos culturales (p. 271).

Después de cuatro capítulos temáticos con textos de un gran número de autores, Ingenschay vuelve a dedicar su séptimo capítulo a un escritor en particular. El prometedor título “Lorca y malentendidos” alude a varios aspectos tanto biográficos como literarios del representante más conocido de la generación del 27. Sea su relación con Buñuel y Dalí, su manera altamente ambivalente de tematizar (su propia) homosexualidad o la interpretación de su literatura como “folclórica”, Ingenschay revela constelaciones de género y sexuales más o menos abiertamente transgresivas en las tragedias y en la poesía de Lorca, discute el caso particular de las traducciones en alemán de la obra del granadino y muestra cómo la recepción (tantas veces homofóbica) de Lorca sigue estigmatizando al escritor a casi noventa años de su muerte. En vez de especular acerca de la verdad detrás del “misterio Lorca”, Ingenschay analiza profundamente el efecto y el potencial que el autor y sus obras tuvieron y siguen produciendo en la historia queer/gay en España.

El capítulo siguiente mira hacia atrás, al Barroco y, más particularmente, las producciones teatrales de Calderón de la Barca, Lope de Vega y Tirso de Molina. Aquí, Ingenschay sigue focalizando la categoría de género como guía de lectura, que tiene sentido en vista del gran número de personajes travestidos en las obras incluidas. Son muy instructivos los análisis de la relación de honor y masculinidad y la construcción sociocultural del género, por ejemplo, en Las manos blancas no ofenden de Calderón (p. 319), así como la “tipificación estúpida e insoportable de la mujer” en la obra de Lope de Vega (p. 321). En la interpretación de Tirso de Molina, Ingenschay muestra los orígenes (o una fase temprana) del modelo de una masculinidad española relacionada con el machismo (p. 332). A pesar de que este capítulo es uno de los más cortos, es uno de los más cautivantes en el cual el autor muestra su competencia innegable de recontextualizar y reactualizar la comprensión que tenemos de los textos clásicos.

Ingenschay dedica su penúltimo capítulo a las literaturas de las comunidades autónomas así como a la literatura que surgió en contextos judíos/sefardís. Aunque esta sección no sea muy larga ni detallada, establece la inclusión de las literaturas en catalán, gallego y euskera en historias literarias de España como norma. El autor se concentra aquí sobre todo en los temas, digamos, regionales como la cuestión lingüística en el caso del catalán, la relación entre Galicia y Portugal y, con respecto al País Vasco, el terror de ETA. Es interesante la integración de la literatura judía en este capítulo, lo que da una dimensión más histórica a esta sección. Sin embargo, la mención de esta literatura revela al mismo tiempo la necesidad de entrar aún más profundamente en este campo.

El capítulo final trata temas, textos y autores queer (homosexuales, bisexuales, transgéneros, travestí) y representa, así, una parte esencial de esta Historia diferente. Aquí, como en otros capítulos del libro, pero aún más, Dieter Ingenschay relata de conversaciones y contactos tanto académicos como privados que también influenciaban sus lecturas. El autor consigue, no obstante, explicar la relevancia de la dedicación a literaturas queer en el siglo xxi. Como Ingenschay ya aplicó esta perspectiva en casi todas las interpretaciones precedentes, puede parecer redundante, pero se despliega un verdadero panorama histórico-cultural de la(s) condición(es) queer durante muchos siglos. Lamentablemente, omite el tema de la homosexualidad en producciones medievales como las cantigas satíricas. Sin embargo, ofrece análisis excelentes de textos de los siglos xix, xx y xxi, de la literatura decadente y su tematización ambigua de la homosexualidad hasta la presencia del VIH/sida sobre todo en la narrativa del autor obviamente preferido de Dieter Ingenschay, Juan Goytisolo. Se puede criticar al autor por no utilizar un vocabulario suficientemente coherente cuando habla de identidades transgéneros cuya diferenciación terminológica es, y hay que reconocerlo, algo muy reciente. No obstante, su panorama brevísimo de antologías queer de los últimos veinte años abre esta puerta. Ojalá muchas personas más entren aquí y sigan el camino también en esta dirección. Quizás incluso el propio autor para ampliar este último capítulo en una segunda edición (y para también corregir los errores tipográficos en no pocas de las páginas).

Una historia diferente de la literatura española de Dieter Ingenschay es un libro extremadamente sugerente, instructivo y, al mismo tiempo pensativo y divertido. Como, en todo caso, no es posible escribir la única verdadera historia literaria, Ingenschay opta, desde el inicio, por una aproximación subjetiva, pero siempre erudita en su presentación de los textos y sus autores de casi un milenio en España. Sus análisis sacan provecho de los numerosos encuentros y contactos tanto académicos como personales, por ejemplo y particularmente, en los capítulos 5 (Madrid) y 10 (literatura queer). Además, formula críticas (a veces muy fuertes) a estudios existentes sin adoptar nunca un tono paternalista. Bien al contrario, en varias ocasiones anima al lector a formarse ideas propias. La bibliografía crítica exhaustiva es, en este sentido, prueba de los conocimientos impresionantes que el autor tiene del paisaje de producciones académicas tanto en Alemania como en otras latitudes.

Seguramente, debido a la presencia fuerte del yo del autor, el libro corre el riesgo de ser una colección de anécdotas: nos enteramos de sus pisos en Madrid, de las amistades y de las actividades culturales frecuentadas y moderadas por Dieter Ingenschay. Es cierto que consigue evitar delatar nombres en sus análisis literarios, pero lo hace cuando habla de las visitas recibidas en su domicilio. Se puede considerar ostentoso este tono, pero también entenderlo como la vivencia auténtica de un profesor emérito realmente apasionado por su disciplina y que, con esta su historia literaria, vuelve la literatura española tangible más allá del simple texto. El libro de Dieter Ingenschay no va a substituir ninguna historia literaria, digamos, convencional, pero no será posible entender la trayectoria de la literatura española sin consultar también este compendio.

Alexander Altevoigt
(Georg-August-Universität
Göttingen)

Sergio Santiago Romero (ed.): Cien años de Luces. Ensayos en torno a Luces de bohemia. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2022 (La Casa de la Riqueza. Estudios de la Cultura de España, 66). 299 páginas.

Asusta acercarse al estudio de Luces de bohemia de don Ramón María del Valle-Inclán, una obra teatral de la que tantas cosas se han dicho y escrito a lo largo de cien años desde su aparición, por primera vez, el 31 de julio de 1920 en la revista España como publicación por entregas. Asimismo, resulta muy complicado ofrecer, hoy día, posturas originales en torno a esta pieza señera del teatro español. Pues bien, esto es, precisamente, lo que se hizo durante el centenario de la obra celebrado en el Teatro Español en el sombrío año 2020, en un Madrid sumido en la durísima segunda ola de la COVID-19. Un acto marcado por el revoloteo de mascarillas, intervenciones online y pocos alumnos presenciales, en el que se dieron cita algunos de los mayores expertos en la literatura del periodo y en el teatro valleinclanesco con el propósito de exponer sus novedosos estudios sobre esta magna pieza teatral. En palabras prologales de Javier Huerta, no se podía dejar pasar sin pena ni gloria el centenario de Luces de bohemia, la obra de teatro más importante del siglo xx.

El doctor Sergio Santiago Romero, cuya carrera académica está marcada por numerosos premios a la excelencia, recopila en Cien años de Luces los once ensayos más significativos de aquellas jornadas, un volumen que desea servir “como texto de estudio para los interesados en la obra, estudiantes o investigadores” (p. 16). La división que hace del libro aborda el análisis de Luces desde tres puntos de vista: como texto, como intertexto y como materia escénica, ofreciendo así una visión tridimensional del esperpento más conocido de nuestro autor gallego. Se trata de un estudio que, naturalmente, no puede proporcionar un panorama crítico completo porque Luces de bohemia es una obra inagotable y, por tanto, imposible de completar en un solo volumen; pero que ofrece un conjunto de ensayos especializados y rigurosos en torno a ciertos aspectos que, hasta ahora, los críticos no habían tenido en cuenta o habían sido muy poco explorados.

Como texto, la primera parte del volumen se adentra en las bases filosóficas e ideológicas que llevaron a Valle-Inclán a construir sus personajes. Uno de los temas capitales que sobrevuelan Cien años de Luces aborda la debatida cuestión de las tres escenas omitidas en 1920, pero que sí se incluyeron en la edición Opera Omnia de Valle-Inclán aparecida en 1924. Las preguntas son inevitables: ¿estaban ya escritas estas escenas en 1920?, y si así fuera, ¿por qué se omitieron en la revista España? Las respuestas a estas incógnitas las revela el periodista y dramaturgo Ignacio Amestoy en esta primera intervención del libro. Por su parte, Javier Huerta reflexiona sobre la “tragicidad” de Luces, poniendo en relación el esperpento con las vinculaciones dramáticas de la tauromaquia, un modo novedoso de pensar el teatro valleinclanesco desde la performance trágica de la corrida de toros. De igual manera, resulta especialmente interesante el sólido trabajo de investigación del doctor Sergio Santiago, que se enmarca dentro de un estudio más amplio acerca de la influencia de Nietzsche en la tragedia española contemporánea. Se trata de la reflexión sobre el equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco del esperpento en Luces y en su protagonista, centrada en el análisis de las escenas II y IX. En este sentido, si tenemos en cuenta que Dionisos era ya la prefiguración de Cristo en Pan y vino (1894) de F. Hölderlin; que, en sus inicios, el término “mojiganga” tenía un significado religioso como una forma de representar la Pasión de Cristo; y que en Luces de bohemia existen referencias cristológicas insoslayables, como han estudiado Alan Smith (1989) y Eduardo Pérez-Rasilla (2009), entre otros; parece indicado denominar a Max Estrella como el Cristo dionisíaco por excelencia de Luces de bohemia. Es, precisamente, el profesor Pérez-Rasilla quien cierra esta primera parte de Cien años de Luces mediante el examen de unos campos semánticos muy específicos en torno a los que Valle-Inclán construye a su protagonista. Cada significante analizado traza el perfil psicológico exacto de Max Estrella y da coherencia a todo el conjunto.

La segunda parte del volumen examina la polifonía intertextual de la obra, un universo metaliterario y metaficcional al que Valle-Inclán siempre fue proclive. Muchas de las máscaras de Luces son trasuntos de personalidades y estereotipos de la época; todo un desfile heterogéneo de políticos, personajes literarios, entes de ficción y, sobre todo, escritores –reconocidos o bohemios, muertos o vivos, españoles o extranjeros– que, anacrónicamente, se dan cita en un mismo texto y dialogan en ese Madrid “absurdo, brillante y hambriento” valleinclanesco. De este variopinto desfile el más estudiado ha sido Alejandro Sawa, la persona real que se esconde tras el protagonista. Su biógrafa, Amelina Correa Ramón, trata de desligar al hombre de la máscara más conocida –que no la única– del escritor bohemio: Max Estrella, el “Víctor Hugo de España”; una tarea nada fácil, teniendo en cuenta que Sawa fue un hombre que siempre vivió envuelto en un halo de leyenda del que resulta complicado discernir la realidad de la ficción. Pero existen otros muchos personajes en Luces de los que, en ocasiones, tan solo se menciona el apellido o el seudónimo. ¿Quiénes fueron Gálvez, Pérez o Dorio de Gádex, entre otros muchos? Todos ellos son analizados con rigor histórico por José Servera Baño, un trabajo relevante que clarifica alguno de los aspectos metaliterarios de esta pieza teatral que, hasta ahora, permanecían ensombrecidos. Otros personajes mantienen su propio nombre real, como Rubén Darío, el “cerdo triste” de Luces. Es Julio Vélez-Sainz, biógrafo de Darío, quien expone la intertextualidad de los textos rubenianos basándose en lo que la semántica estructural de Gérard Genette entiende como cita, alusión y plagio. Para finalizar esta segunda parte del volumen, M.ª Ángeles Varela Olea examina las relaciones de amor/odio entre Galdós y Valle-Inclán. El injusto contraste entre el prestigio que tenía Galdós a nivel nacional y el olvido con el que “esos cabrones del cotarro académico” castigaron a Alejandro Sawa –genio bohemio, heterodoxo y raro– ya lo expuso Prudencio Iglesias en De mi museo (1909) mucho antes de que lo hiciera Valle-Inclán en Luces de bohemia. Sin embargo, Varela Olea nos da ahora las verdaderas claves del porqué don Ramón aplica, inmisericorde, en su esperpento el mote de “El Garbancero” a nuestro querido escritor canario, y revela, asimismo, el personaje galdosiano que se vislumbra como precedente de Max Estrella.

La tercera y última parte de Cien años de Luces está dedicada a la recepción escénica de la obra. En ella se analizan las diferentes representaciones que ha tenido desde sus primeros estrenos hasta los más recientes. Diego Santos detalla las implicaciones estéticas e ideológicas de la recuperación escénica de Valle-Inclán para el gran público durante la España tardofranquista. La puesta de largo de Luces en el Teatro Bellas Artes de Madrid a cargo de la compañía teatral de José Tamayo en 1971, nada menos que medio siglo después de su aparición en la revista España, es significativa. Por su parte, el profesor López-Antuñano revisa cinco de las representaciones comerciales más recientes desde el estreno de Tamayo, y aporta datos sobre escenografía e interpretación que son de gran valor para el estudio de la pieza como materia escénica. En el último ensayo de este tercer bloque, César Oliva se cuestiona la idiosincrasia genérica de Luces y expone cómo el teatro de don Ramón era, ya en 1920, si no imposible, sí inviable en diferentes direcciones que van desde la configuración del propio texto hasta su formato inicial como publicación por entregas. Con todo, queda pendiente la representación por parte de las grandes compañías teatrales, no ya del dionisismo citado por el doctor Sergio Santiago, sino de la locura de Max Estrella, un desdoblamiento de la personalidad al que Alejandro Sawa era tendente, según su propio testimonio y el de sus contemporáneos. En consecuencia, y ya que la mayoría de la crítica reconoce también a Don Latino como trasunto de Alejandro Sawa junto con Max Estrella, parecería apropiado dar vida al trastorno esquizoide de Max/Latino de manera semejante a la interpretación de Sméagol/Golum en El señor de los anillos de Tolkien. Algunos grupos como La Escalera de Teatro de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla se han atrevido a hacerlo en la escena XII (momento en el que el estado de conciencia alterado del personaje es palmario), mediante un solo actor en el escenario como Max y el uso una voz en off como Latino. Se trata de un reto escénico que exigiría efectos, quizá más cinematográficos que teatrales, y que, junto con César Oliva, nos haría cuestionar, de nuevo, la naturaleza genérica de Luces.

En definitiva, se puede decir que el doctor Santiago Romero ha alcanzado con éxito su propósito: la perspectiva tridimensional del volumen, junto con el rigor académico de cada uno de los asuntos tratados, hacen de Cien años de Luces una práctica herramienta para todos aquellos estudiosos e investigadores que quieran profundizar en el análisis de Luces de bohemia. La autoridad académica de sus once participantes aparece detallada al final del libro como garantía que avala, sobradamente, la calidad de su magisterio y que da lustre a los trabajos incluidos en esta –ahora imprescindible– recopilación de ensayos. Es, precisamente, el brillo de estas aportaciones el que asegura que el centenario de Luces no pasará ya sin gloria, a pesar de haberse celebrado en unos momentos en los que la pandemia nos dejó a todos con tanta pena.

M.ª Carmen Lechosa Maldonado
(Universidad Complutense de
Madrid)

José-Ramón López García (ed.): Escrituras del exilio republicano de 1939 y los campos de concentración. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2021 (La Casa de la Riqueza. Estudios de la Cultura de España, 65). 329 páginas.

Como hemos apuntado en alguna ocasión anterior, el estudio de la labor intelectual desplegada por el exilio español del 39 ha conocido ciertas paradojas. Mientras han crecido los estudios y las ediciones desde el ámbito académico y universitario, el espacio concedido en los manuales de bachillerato parece haber decrecido de forma inversamente proporcional. Quienes nos formamos en la década de los ochenta recordamos que en los viejos manuales de Fernando Lázaro Carreter y Vicente Tusón se dedicaba un generoso apéndice a los escritores del exilio republicano, bien es cierto que los profesores solían pasarlo por alto, angustiados por la magna extensión del programa a desplegar y el magro tiempo disponible. En la actualidad, tal apéndice ha desaparecido y apenas se estudia lo escrito por los hombres del 98 o del 27 cuando optaron por huir de la España franquista. Si poco es lo que el común de los españoles sabe sobre obras y autores transterrados, menor es todavía su conocimiento sobre un aspecto concreto de su exilio: el paso de algunos de ellos por los campos de concentración primero franceses y luego alemanes y la memoria de dicha experiencia, no siempre escrita por profesionales de la pluma.

Algo de lo que apuntamos sobrevuela sobre el volumen que aquí reseñamos, coordinado por José-Ramón López García, director del Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL), que tanto ha hecho por reflotar la labor de las “gentes de España sembradas al voleo de la desdicha”, como las caracterizó María Teresa León en su Memoria de la melancolía. Al escaso eco que encuentra el benemérito esfuerzo de múltiples investigadores alude de forma diáfana Antonia Amo Sánchez cuando se lamenta de que el protagonismo dado a Mauthausen en los últimos años resulta “sintomático del carácter indigente de la cultura de la memoria española, la cual, a pesar de los recientes esfuerzos, de sesgo mediático sobre todo, sigue siendo una asignatura pendiente de nuestra sociedad, solo paliada por los estudios culturales académicos, de restringido impacto en el tejido sociocultural” (pp. 267-268).

A este déficit alude también el editor de la obra en sus páginas introductorias en donde apunta que las escrituras de los republicanos españoles inspiradas en su estancia en campos de concentración franceses y nazis “han estado carentes de visibilidad hasta fechas recientes tanto en nuestro sistema cultural como en unas visiones de conjunto dominadas por los Holocaust Studies” (p. 16). El interés por el devenir de los judíos en estos campos ha opacado la presencia de numerosos españoles de ideario republicano que también dejaron testimonio de su dramática experiencia. Justamente este volumen pretende llenar ese hueco desde una “perspectiva comparatista y transnacional” (p. 22).

El libro, con buen criterio, se subdivide en tres grandes apartados. El primero de ellos, titulado “Representaciones transnacionales, memorias y testimonios”, se abre con un trabajo de José María Naharro-Calderón que toma como base el testimonio de “cinco voces, social y transnacionalmente divergentes” (p. 40). En efecto, se trata de personalidades disímiles, de nacionalidades diversas e incluso de ideologías antitéticas que hubieron de convivir bajo inhumanas condiciones en diversos campos de concentración franceses. El más citado en este caso es el de Le Vernet d’Ariège, adonde llegan los hermanos Velilla Aznar, sobre los que se aporta novedosa información documental. Naharro-Calderón pone en diálogo esta polifonía de voces para recomponer el puzle de la dura vida diaria del recluso. El autor muestra también la dificultad añadida que este hubo de padecer desde la administración: incumplimiento del protocolo sobre refugiados firmado por Francia en 1933 y difícil acceso a unas redes de ayuda internacional muy deficitarias y lejanas.

Alejandro Pérez Vidal nos invita a un viaje muy bien documentado por el proceso de recepción en Europa y América de la realidad de los campos de concentración y del genocidio judío a través de imágenes y testimonios escritos. Sorprende la tardanza con la que las sociedades occidentales fueron conscientes de aquella tragedia, muchas veces censurada o minimizada por razones de orden estratégico entre las que se cuentan el contexto de la Guerra Fría y el deseo de integrar al pueblo alemán en el proceso de reconstrucción post-bélico. Especialmente interesante es el capítulo dedicado a la recepción de la represión fascista bajo la dictadura de Franco. Sorprende la publicación a mediados de los 40 de títulos como Atrocidades cometidas por los alemanes en Polonia o Veinte meses en Auschwitz, capaces de sortear las duras redes de la censura, gracias, probablemente, a la reorientación del régimen franquista hacia el eje occidental vencedor en la Segunda Guerra Mundial. Este proceso se irá intensificando en las décadas siguientes, sometido siempre a interferencias y purgas.

Un camino similar al anterior recorre Sara J. Brenneis, aunque se centra de forma monográfica en la presencia española en Mauthausen, en los testimonios que dicha presencia ha generado y en la recepción que la sociedad española le ha dispensado. Brenneis hace suya una de las principales denuncias del presente volumen: la escasa atención prestada a todas las víctimas de terror nazi que no fueran de origen judío, entre ellas a los republicanos españoles que alcanzaron la cifra de 7.000 en Mauthausen. Brenneis recorre títulos y autores que revivieron aquella tragedia en editoriales y periódicos españoles. Sorprende dentro del periodo franquista la publicación en 1946 de una serie de artículos firmados por el español Carlos Rodríguez del Risco en el diario falangista Arriba. Pese a tratarse de un traidor a la causa republicana, su testimonio debió agitar la conciencia de muchos de sus lectores.

Especial interés reviste el último artículo de esta primera sección dedicada a la literatura concentracionaria y su memoria por su carácter netamente documental. Esther Lázaro y Mar Trallero recogen algunos testimonios poco conocidos o incluso inéditos, entre los que aparecen voces femeninas, poco habituales en este género. Se ofrecen así inéditos de figuras consagradas como es el caso de Max Aub junto a textos escasamente publicitados y otros extraídos de fuentes poco frecuentadas, como es el caso de la carta al director que Josep Sargas envía al semanario catalán Presència. Especialmente curioso en este sentido es el rescate de una declaración jurada con fines administrativos escrita por Olvido Fanjul, que abre una nueva senda exploratoria en estos terrenos.

El segundo gran apartado del libro, titulado “Taxonomías”, trata justamente de buscar elementos comunes que confieren a los textos concentracionarios entidad propia. En la búsqueda de esas esencias desde un punto de vista transnacional se embarca Javier Sánchez Zapatero que observa en la literatura generada por los españoles que transitaron por los campos de concentración un doble sesgo: universal, en diálogo con los supervivientes de otras nacionalidades y a la vez nacional, como memoria de la causa republicana. Sánchez Zapatero trata además de escrutar los aspectos que singularizan a estos textos, en los que prima el elemento documental sobre el creativo, la preeminencia del autor-testigo y el “imperativo de sinceridad” (p. 186).

Un propósito clasificador, similar al anterior, es el que persigue David Serrano Blanquer que utiliza para ello tipologías de presos establecidas por Paul Steinberg y Primo Levi (este último habla de “salvados” y “hundidos”). Añade a ello una original clasificación referida a los supervivientes, a quienes agrupa mediante alusiones a la mitología clásica: bajo el síndrome de Filomena estarían aquellos incapaces de plasmar por escrito sus vivencias; bajo el síndrome de Sísifo y Laocoonte se contarían quienes se sintieron impelidos a dejar testimonio de su experiencia en el mismo campo de concentración y finalmente bajo el síndrome de Penélope aquellos que hubieron de dejar un periodo de duelo antes de afrontar la escritura. Para ejemplificar todos estos tipos, Serrano Blanquer pone en diálogo diversos textos, dentro de un excelente ejercicio de literatura comparada.

Necesario es también el trabajo que acomete Bernard Sicot que se centra en la poesía española de los campos, paradójicamente escasa pues apenas emerge en diez poemarios y unos ciento setenta poemas. Sicot analiza de forma concienzuda esos textos, buscando motivos y recursos técnicos que se repiten de forma constante y no le resulta difícil encontrarlos: unidad de tono, reiteradas referencias al paisaje físico, muchas veces metaforizado, empleo habitual del romance como cauce expresivo, alusiones a la Biblia o a Don Quijote, etc. Un nuevo ejercicio de análisis comparativo, dentro de un campo, el de la poesía, poco estudiado desde esta perspectiva.

El último apartado, titulado “Figuraciones contemporáneas”, se adentra por la representación del fenómeno concentracionario a través de medios que han alcanzado cierto predicamento en las últimas décadas, como es el caso del cómic, que se abre a nuevos públicos, pero también de medios más tradicionales como es el caso del teatro. Aunque hay algunas alusiones al cine, habría sido interesante dedicar un apartado a este medio tan popular.

De la forma empleada para plasmar la presencia de españoles en los campos de concentración franceses dentro del cómic se ocupa Francie Cate-Arries. Centra su estudio en tres grandes momentos: el tránsito del franquismo a la democracia, la aparición del exilio en las historietas de los años noventa y la eclosión de esta temática en los últimos años, con la peculiaridad de que ahora se pone en relación el exilio español con las nuevas formas de emigración. Cate-Arries pasa revista a las principales obras y autores que contextualiza con el momento histórico en que fueron publicadas y, lógicamente, sometidas a eso que Guillermo de Torre dio en llamar “el aire del tiempo”. Si en el franquismo, el exilio republicano fue caracterizado como la anti-España, poco a poco su experiencia fue siendo reflotada y reivindicada, sin que faltaran para ello algunos esfuerzos realmente valientes y meritorios.

Al teatro concentracionario se dedican en este volumen dos aproximaciones. Antonia Amo Sánchez distingue dos grandes grupos: el de los plutones, teatro escrito por los testigos, y el de los orfeos, obra de los herederos. Apunta la estudiosa que, como ocurría con la poesía, también el género teatral fue elegido por una minoría de autores como medio de plasmar sus vivencias. En cambio, en los últimos años parece haberse convertido en un vehículo expresivo útil, de manera especial para recrear el paso de los españoles por campos de concentración nazis, sobre todo por Mauthausen. La profesora Amo observa importantes diferencias entre la mirada de los plutones, necesitada de denunciar una situación de injusticia, frente a la de los orfeos, más didáctica y compasiva. Por su parte, Alba Saura Clares se centra en dos obras de esos orfeos: J’attendrai de José Ramón Fernández y Mauthausen. La voz de mi abuelo de Pilar G. Almansa. Lo que le interesa estudiar a Saura Clares es “cómo ambos textos presentan una vinculación afectiva directa con el material histórico que implica emocionalmente a los artistas” (p. 289). En ambos casos, los autores recrean experiencias vividas por algún familiar próximo (un tío y un abuelo), por lo que vida y literatura, memoria y reivindicación interactúan entre sí, asunto al que dedica esclarecedoras palabras Alba Saura.

Aunque inserto en este tercer apartado del libro, el ensayo de Adan Kovacsics debiera aparecer en apéndice por tratar del escritor húngaro Imre Kertész, sin ninguna vinculación con el exilio republicano español. Lo cual no resulta óbice para que nos encontremos ante uno de los textos más interesantes del conjunto. Kovacsics, traductor al español del premio Nobel húngaro, nos ofrece un excelente ensayo sobre los objetivos que el autor perseguía al evocar momentos traumáticos de su vida, a los que dotaba también de cierta esperanza e incluso optimismo. También aborda un asunto espinoso: el del legado del autor, en manos del gobierno húngaro, a través de unos mecanismos poco transparentes, el cual no es garante de que la voluntad del escritor se haga efectiva.

Libro coral, polifónico, compuesto por elementos bien ensamblados entre sí, en el que se produce un diálogo interno enriquecedor, compuesto por autores de trayectoria acreditada en la materia de la que se ocupan y que, en muchos casos, condensan aportaciones previas que enriquecen con nuevas perspectivas o descubrimientos. Prima en esta obra el tono ensayístico y analítico que va más allá de la mera aportación de documentos en crudo y que mira al fenómeno concentracionario desde una mirada histórica pero también prospectiva, plenamente consciente de la necesidad de abrir cauces comunicativos que acerquen este fenómeno a una sociedad desmemoriada y apática.

Pablo Rojas (Universidad
Nacional de Educación a Distancia, Talavera de la Reina)

Anne Magnussen (ed.): Spanish Comics. Historical and Cultural Perspectives. New York: Berghahn 2021. 270 páginas.

Los estudios sobre el cómic ibérico han conocido en los pasados años un crecimiento notable, acrecentado con proyectos europeos como iCOn-MICs (COST Action 19119: “Investigation on Comics and Graphic Novels in the Iberian Cultural Area”) o la valiosa labor de Tebeosfera o de la Plataforma Académica sobre el Cómic en Español (PACE), solo por citar algunos ejemplos. Este volumen, editado por la profesora Anne Magnussen (University of South Denmark), se inscribe dentro de esta dinámica y presenta una reedición de los trabajos publicados en el 2018, en el European Comic Art (volumen 11), bajo la forma de dos números especiales. El presente volumen (redactado en inglés) se compone de doce capítulos a cargo de investigadores reconocidos en el ámbito académico sobre el cómic ibérico, y de una introducción detallada de la editora sobre “Historical and Cultural Perspectives”. Desde las primeras páginas del volumen, Magnussen ofrece una visión global, lo que permite abordar la lectura de una manera homogénea dentro de un marco contextual y temporal concreto, proporcionando una gran claridad. Además, la tabla de ilustraciones inicial y el índice final –que recopila tanto los nombres de los autores, de las obras y de las revistas citadas, como las palabras claves y los hitos históricos– facilitan la labor de búsqueda del lector.

Subraya Magnussen que el cómic español se distingue por “the particular interrelation between the country’s national history and that of other parts of the world” (p. 2) y este ha sido el objetivo de esta publicación: “Its 12 chapters show how their objects of analysis can be understood when taking into account regional, national, transnational or global processes” (p. 2), abarcando diferentes periodos históricos como la historia temprana del cómic desde 1875 hasta 1936, la dictadura de Franco de 1939 hasta 1975, la Transición (1970-1985) y el principio de la democracia a principios de los años 80. La estudiosa recalca, con razón, la complejidad de agrupar cronológica y temáticamente los estudios, ya que el cómic –entendido de manera genérica– es un objeto de estudio interdisciplinar y transnacional, conformado por influencias ajenas y la historia del país en el que se desarrolla. Por lo tanto, este volumen aborda temáticas diversas como la memoria individual y colectiva, el género, el contexto histórico o las identidades regionales.

El periodo de la Guerra Civil y la dictadura de Franco siguen siendo temáticas ampliamente tratadas en el cómic español. En este sentido, el capítulo de Rhiannon McGlade, “Dissenting Voices? Controlling Children’s Comic under Franco” trata la edad dorada del cómic español para niños, durante la década de los 50, y la peculiar relación entre los editores de tebeos, la censura y el contenido de las publicaciones, mostrando de qué manera se intentó controlar la imagen vehiculada a un público infantil a través de ejemplos como TBO, Pulgarcito o Zipi y Zape. A pesar del régimen dictatorial y de su aparato censor, así como del temor a la represión, McGlade demuestra que no todos se conformaron a las reglas, rozando en más de una ocasión los límites de la censura –así fue el caso de Doña Tula, suegra, que fue acusada de dar una imagen de la familia que iba en contra de los valores catolicistas del régimen (p. 36)–, aunque existe una gran diferencia entre la crítica social como tela de fondo en los años 50 y las revistas satíricas y los fanzines del final de la dictadura.

Los dos capítulos siguientes, a cargo de Gerardo Vilches –“Satirical Panels against Censorship. A Battle That Raged during the Spanish Transition”– y de Louie Dean Valencia-García –“Tintin in the Movida Madrileña. Gender, Sexuality in the Punk Comic Book Zine Scene”– se centran precisamente en el periodo de Transición democrática. Vilches enfoca su estudio sobre los tebeos más políticamente explícitos desde los últimos años de la dictadura hasta los primeros años de la Transición democrática –“a period that can be considered a real Golden age of the satirical press” (p. 39)– a través de los ejemplos de Hermano Lobo, El Papus, Por Favor, Mata Ratos, Butifarra! y El Jueves. El autor empieza por presentar las revistas, detallando a continuación el marco legislativo en el que se inscriben. Explica además cómo el régimen franquista trató de condicionar su difusión y el impacto del aparato censor sobre ellas, así como las posibles sanciones incurridas. Sin duda, el papel de las revistas satíricas y de sus contribuidores fue decisivo en un contexto de cambio profundo en España, ofreciendo una visión “irrevent and iconoclastic” (p. 57) de la Transición al destapar los problemas sociopolíticos que atravesaban la sociedad. Por su parte, Valencia-García se interesa por los fanzines underground, por una parte, a través de un recorrido histórico y teórico del fanzine en España y, por otra parte, centrándose en la Movida madrileña y su forma de proponer nuevas vías de comunicación a las jóvenes generaciones.

Los tres capítulos siguientes abarcan un periodo más amplio, desde los años 70 hasta la década de 2010. Como afirma Magnussen en la introducción: “All three also exemplify one of the newer developments within comics research (generally speaking), namely the combination of work-oriented analyses with historical accounts of continuity and change over time” (p. 12).

La dictadura franquista fue implacable con las diferentes regiones de España, y, durante las décadas de los 80 y 90, se observó un resurgimiento de las identidades regionales como Cataluña, Galicia y el País Vasco en el cómic a través de las biografías de sus figuras ilustres. Es el caso de uno de los fundadores del nacionalismo gallego, Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, figura clave del principio del siglo xx junto a Rosalía de Castro. David Miranda-Barreiro –“From Pioneer of Comics to Cultural Myth. Castelao in Galician Graphic Biography”– propone analizar las diferentes biográficas gráficas publicadas sobre el artista, escritor y político gallego, desde los años 70 hasta 2015 a través de las primeras tiras de Paco Martín, Ulises S. Sarry y Xoán Balboa (1975), Castelao de Isaac Díaz Pardo (1985), Castelao de Siro, Mazaira y Cubeiro y la serie Castelao de Inacio y Iván Suárez (2012-2015), además de esclarecer en qué medida contribuyeron a la mitificación del personaje de Castelao en la cultura y la sociedad gallega (véase p. 84). El investigador empieza por un recorrido de la influencia del artista en el cómic hasta su representación como personaje, insistiendo en la voluntad didáctica de los autores para acercar a los lectores a la vida y obra del que “embodied anti-fascist values and Galicia’s struggles for the new comics artists, whose work was marked by the repressive conditions of Francoism” (p. 99).

A continuación, comienza el capítulo sobre “The Representation of Traumatic Memory in Spanish Comics. Remembering the Civil War and Francoism”, de Juan Carlos Pérez García, haciendo hincapié en las obras sobre la memoria histórica de la Guerra Civil española y de la dictadura. Se apoya en una serie de ejemplos significativos como Paracuellos de Carlos Giménez, Eloy (1979) de Antonio Hernández Palacios, Un largo silencio de Francisco Gallardo, El arte de volar (2009) y El ala rota (2016) de Altarriba y Kim, Los surcos del azar (2013) de Paco Roca y Paseo de los canadienses (2015) de Carlos Guijarro, entre otros. De esta manera, demuestra cómo se plasma la memoria de la guerra y de la dictadura a través del cómic, sacados a la luz con el fin de visibilizar y dar una voz a los que fueron silenciados, subrayando además el papel de la memoria y de la historia dentro del relato de un trauma colectivo.

Iain A. MacInnes enfoca su estudio en un pasado más lejano, a través de su capítulo “‘For He Bestirred Himself to Protect the Land from the Moors’. Depicting the Medieval Reconquista in Modern Spanish Graphic Novel”. Analiza de qué manera se ha contado y representado la Edad Media en el cómic, desde una perspectiva diacrónica mediante los estudios de El Cid (1971-1972) de Antonio Hernández Palacios y 1212: Las Navas de Tolosa (2016) de Jesús Cano de la Iglesia. Demuestra, por una parte, las alusiones a la Guerra Civil española, sin alterar la historia, en El Cid, que “emphasises a determination to portray a Spain that was still in development, a Spain in which Christians and Muslims would ally with each other when it suited them” (p. 141), mientras que, por otra parte, Cano de la Iglesia ofrece una visión polarizada de la relación entre cristianos y musulmanes. Ambas obras hacen hincapié en la Reconquista como un proceso sui generis y parte de un propósito de mayor envergadura.

La parte siguiente está dedicada a Paco Roca, uno de los dibujantes de cómic españoles más famosos nacional e internacionalmente. Este enfoque en su obra puede sorprender al lector, pero es, según afirma la editora, fruto de la serendipia y sin intencionalidad previa (p. 14), lo que pone de relieve no solo la fama de Roca, sino la complejidad de sus obras, y permite observar diferentes puntos de vista o intereses de investigación sobre La casa. La trilogía sobre Roca arranca con una entrevista a cargo de Esther Claudio –“An interview with Paco Roca”– en el que el dibujante habla de su trabajo y de su evolución, de sus influencias y de sus obras, ofreciendo al lector una valiosa aportación tanto sobre el contenido como sobre el proceso creativo desde un punto de vista del artista. Seguidamente, por una parte, Sarah D. Harris, en “‘They Tried To Bury us; They Didn’t Know We Were Seeds’. Intergenerational Memory and La casa”, establece vínculos entre un punto de vista íntimo e individual de un relato familiar y un contexto sociopolítico colectivo relacionados con la Historia de España a través de la memoria y de las metáforas asociadas. Por otra parte, Benjamin Fraser en “Paco Roca’s Graphic Novel La casa (2015) as Architectural Elegy” estudia en qué medida la arquitectura de la casa está íntimamente vinculada al duelo. Este ejemplo permite potenciar los debates acerca de “los lugares de la memoria” (p. 184).

La historia individual e íntima de un personaje también se plasma en un género, la medicina gráfica. Es precisamente el tema tratado por Agatha Mohring en su artículo “Therapeutic Journeys in Contemporary Spanish Graphic Novels”, en la que analiza de qué manera el cómic sirve de metáfora para representar la travesía con patologías, con un corpus que incluye el autismo en María y yo (2009) de Miguel Gallardo, la enfermedad de Alzheimer en Arrugas (2007) de Paco Roca y la parálisis cerebral en Una posibilidad entre mil de Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou (2017).

En su capítulo “Social Criticism through Humour in the Digital Age. Multimodal Extension in the Works of Aleix Saló”, Javier Muñoz-Basols y Marina Massaguer Comes se centran en la producción de Aleix Saló para estudiar la multimodalidad y la utilización de los medios digitales para crear cómics que desempeñan, además, un papel en el escenario sociopolítico. Por su parte, Antonio Lázaro-Reboll concluye el volumen con su estudio “Historicising the Emergence of Comics Art Scholarship in Spain, 1965-1975”, en el que analiza de qué manera los diferentes intermediarios culturales de la época, como editoriales, revistas y críticos –de Luis Gasca a Bang!–, crearon la primera generación de críticos de tebeos españoles, estrechamente relacionados con Francia e Italia.

En resumidas cuentas, a pesar del desarrollo exponencial de los estudios sobre el cómic español y de la evolución constante de la investigación sobre el asunto, el volumen se convierte en referencia por su conjunto de capítulos, ampliamente documentados, que no solo permiten una visión global de la historia del cómic ibérico a través de una serie de hitos históricos que marcaron varias generaciones, sino también de una serie de análisis minuciosos y enriquecedores de obras que ofrecen puntos de partida para nuevas vías de búsqueda. Se recomienda el volumen editado por Magnussen, que constituye un estado de la cuestión provechoso a todo investigador de esta materia y ofrece nuevas vías de investigación en el cómic ibérico, que no deja de ser, sin lugar a duda, un work in progress.

Virginie Giuliana
(Université Clermont Auvergne)

Isabel Gutiérrez Koester / Ingrid García-Wistädt (coords.): Grenzen überschreiten: Frauenreisen zwischen Deutschland – Spanien – Hispanoamerika / Traspasando fronteras: viajeras entre Alemania – España – Hispanoamérica. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2021. 341 páginas.

Para las mujeres, viajar ha supuesto históricamente “traspasar fronteras” por partida doble: traspasar fronteras geográficas, pero también negociar y traspasar los límites marcados por convenciones de género. Las coordinadoras de este libro constatan que, “si bien los viajes de las mujeres no deben entenderse necesariamente como un acto consciente de emancipación, sí que representaron una transgresión fundamental de los límites tradicionalmente asignados al rol femenino” (p. 36). Tal es el punto de partida de este volumen, dedicado a mujeres que viajaron (en la realidad o en la ficción) entre Alemania y el mundo hispanohablante, así como a sus textos.

El prólogo revela que se trata de un libro en homenaje a la profesora Berta Raposo, referencia fundamental para el estudio de la literatura de viaje a España en lengua alemana. De hecho, esta publicación se debe contextualizar en la importante serie de volúmenes colectivos publicados al calor de los diferentes proyectos de investigación dirigidos por la profesora Raposo desde la primera década del presente siglo. Las dos editoras son profesoras titulares de la Universidad de Valencia y especialistas en las relaciones culturales hispano-alemanas.

Componen el volumen un total de veinte artículos, amén del prólogo y la introducción (estos últimos, por partida doble, en español y alemán). Los trabajos se agrupan en tres bloques de desigual extensión, establecidos con criterios cronológicos y geográficos.

El primer bloque engloba cuatro artículos que versan sobre viajes femeninos (reales o ficcionales) de la Edad Media y del siglo xvi. A diferencia de los otros bloques, esta primera parte no se circunscribe al marco de las relaciones hispano-germanas. El bloque se abre con un trabajo de Sabine Obermaier sobre el modelo literario de la “novia viajera” (“reisende Braut”) en la literatura juglaresca y épica medieval en lengua alemana. La autora identifica una serie de elementos constitutivos del esquema narrativo del “viaje de la novia” (“Brautreise”). Asimismo, constata que la experiencia viajera de las novias no interesa como tal, sino en cuanto espacio narrativo para la acción épica. Este artículo destaca por su profundidad de análisis y claridad conceptual. A continuación, el artículo de Albrecht Classen, “Frauen auf Reisen im Mittelalter”, se acerca a las peregrinaciones femeninas en la Baja Edad Media a través de dos textos: en primer lugar, el texto autobiográfico de Margery Kempe, quien peregrinó a Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela en las primeras décadas del siglo xv; en segundo lugar, Die Sionpilger, del dominico Felix Fabri, una relación de peregrinación redactada en alemán a finales del siglo xv con la finalidad de que las religiosas pudiesen realizar una peregrinación mental (“geistige Pilgerfahrt”) sin moverse de su convento. Classen se interesa por las condiciones en las que viajaban las mujeres y los desafíos que debían afrontar. El tercer trabajo de este bloque nos lleva a Hungría y Austria en el siglo xv: Max Siller analiza las memorias de Helene Kottaner, servidora de Isabel de Luxemburgo, esposa de Alberto V de Austria. Kottaner narra en sus memorias la apasionante misión que la llevó sustraer la corona de san Esteban del castillo de Visegrado en 1440 por encargo de su señora con el fin de coronar como rey de Hungría a su hijo, Ladislao el Póstumo. Tras referir la biografía y la peripecia de la protagonista, la parte propiamente analítica del artículo se centra en dilucidar las funciones y motivaciones del acto de escritura, asignándole un carácter autoapologético. Cierra este bloque el artículo de Miguel Salmerón Infante sobre Barbara Blomberg, madre de don Juan de Austria. El autor repasa su biografía a partir de los estudios secundarios más relevantes, ofreciendo una reflexión personal sobre la trayectoria vital de Blomberg y los juicios que ha merecido su figura.

El segundo bloque, el más extenso, comprende trabajos sobre viajeras entre España y Alemania en el siglo xix y la primera mitad del siglo xx. Se inicia con el artículo de Ingrid Cáceres Würsig sobre las memorias de la zuriquesa Regula Engel-Egli, publicadas por primera vez en 1821 y de nuevo en 1825 con un nuevo título, Die Schweizerische Amazone. Regula Engel-Egli viajó durante veinte años por Europa y Egipto acompañando a su marido, oficial suizo al servicio de Napoleón. Cáceres examina las páginas relativas a su breve estancia en España entre 1807 y 1809, en los albores de la Guerra de la Independencia. El artículo reconstruye la peripecia de Engel-Egli, desvela su perspectiva pronapoleónica sobre los acontecimientos de España y se propone trazar un retrato psicológico de la viajera. Siguen dos trabajos referidos a sendos relatos de viaje femeninos del último tercio del siglo xix, Drei Monate in Spanien (1875) de Bettina Ringseis y Spanische Frühlingstage (1885) de Gertraut de Beaulieu. Del texto de Bettina Ringseis, que viajó por España pocos meses después de la Revolución Gloriosa de 1868, se ocupa el trabajo de Mireia Vives Martínez. Esta subraya la tensión que se manifiesta en el texto entre el respeto a las convenciones impuestas a la escritura de viajes femenina y la transgresión de esos límites, y desvela las estrategias que emplea la autora para eludir las restricciones temáticas y estilísticas y “hacer de la actualidad política el centro de su relato” (p. 124). Por su parte, Ingrid Garcia-Wistädt, coeditora del volumen, estudia el relato de viaje a España de la periodista y escritora berlinesa Gertraut de Beaulieu. García-Wistädt plantea que el texto carece de las “marcas de género” características de los relatos de viaje femeninos decimonónicos. Tampoco la visión romántica de España denotaría una mirada diferente, alternativa al discurso masculino dominante. Como, además, la instancia narradora evita deliberadamente referirse a su condición de mujer y tampoco en la portada se revela el nombre de pila completo de la autora, el texto podría pasar como el producto de la pluma de un viajero masculino. Es ilustrativo leer los artículos de Vives y de García-Wistädt de modo complementario, pues aportan valiosos materiales de reflexión sobre las preguntas que se plantean en la introducción al volumen relativas a la especificidad de la escritura de viajes femenina y a su potencial emancipatorio.

El siguiente artículo, de Paloma Ortiz-de-Urbina Sobrino, es el único del volumen que tiene por protagonista a una mujer española que viaja a Alemania y que desempeña un papel en la recepción de la cultura alemana en el mundo hispánico, mientras que el resto de artículos del segundo y del tercer bloque, en cambio, tratan las relaciones hispano-alemanas en sentido inverso. Ortiz-de-Urbina, especialista en la recepción de Wagner en España, examina la labor desempeñada por Pardo Bazán en esta recepción a través de críticas de estrenos y artículos divulgativos publicados en la prensa periódica entre 1873 y 1921, y subraya que el fervor wagneriano de la escritora estuvo ligado a un afán regeneracionista y pedagógico. A continuación, el artículo de Reinhold Münster, que lleva el sugerente título “Mit Vollgas durch Spanien. Frauen im Automobil”, devuelve al lector a la literatura de viaje. En la primera parte del artículo se expone el impacto del automóvil en la cultura de viaje y la emergencia del turismo motorizado en España. La segunda parte tiene por objeto de estudio los textos de la princesa María Pilar de Baviera y Borbón. Esta viajó dos veces a España en automóvil y publicó sendos diarios de viaje (“Tagebuchblätter”) en 1911 y 1914. Münster muestra cómo los diarios de Pilar de Baviera tematizan nuevas experiencias de viaje proporcionadas por el automóvil, como la sensación de libertad, el anonimato o la velocidad. Asimismo, comenta las fotografías incluidas en las publicaciones como manifestación de una nueva forma de fotografiar que busca captar el detalle y el ambiente del momento vivido por el viajero o la viajera.

Los siguientes tres trabajos tratan de mujeres que acudieron a la España republicana durante la Guerra Civil. Dos artículos, a cargo de Ana Rosa Calero Valera y Marisa Siguan Boehmer, se ocupan de la novela Telefónica, de Ilsa Barea-Kulcsar, y se pueden leer de manera complementaria. La figura de Ilsa Barea y su única novela, publicada por entregas en el periódico vienés Arbeiter-Zeitung en 1949, diez años después de su redacción, está recibiendo una creciente atención a raíz de la reciente edición del texto por parte de Georg Pichler (2019). Ana Rosa Calero reconstruye los viajes de Ilsa Barea-Kulcsar subrayando el carácter “transcultural” de su biografía y, a partir del concepto de travelling memory, reivindica la novela como pieza en el “mosaico de la memoria” (p. 179) de la Guerra Civil. Por su parte, Siguan Boehmer analiza las estrategias de ficcionalización de las vivencias de la autora, examinando sucesivamente el texto “Madrid. Herbst, 1936”, de 1965, en el que Ilsa Barea relataba sus experiencias, y la novela Telefónica. Ambos artículos subrayan como la concentración espacial y temporal de la acción en el edificio de Telefónica permite presentar una diversidad de voces y perspectivas. Siguan Boehmer plantea, además, que la novela cumpliría con un ideal didáctico sobre la emancipación femenina y la inserta en “la tradición de literatura de formación con ideales sociales practicada tanto desde el socialismo como desde el anarquismo” (p. 190). Otras dos escritoras alemanas en la Guerra Civil, Maria Osten y Ruth Rewald, son las protagonistas del artículo de Manuel Maldonado Alemán. Maria Osten escribió más de una veintena de reportajes como corresponsal del Deutsche Zentral-Zeitung de Moscú entre septiembre de 1936 y mayo de 1937. Ruth Rewald, por su parte, pasó unos meses en España entre 1937 y 1938 y escribió una novela juvenil sobre la contienda, Vier spanische Jungen, solo publicada póstumamente en 1987. Aunque de tipología muy diferente, en los textos de estas escritoras Maldonado Alemán encuentra un denominador común: su afán por ser la “voz de la empatía con la tragedia de la gente sencilla” (p. 206). En consonancia con el título del artículo, “La otra mirada”, el autor defiende que estos textos, por su temática y su lenguaje, ofrecen una perspectiva alternativa a la visión androcéntrica sobre la España en guerra, centrada en los acontecimientos bélicos. Finaliza el bloque dedicado a España con el trabajo de Ana Mansilla Pérez, que analiza las expresiones metafóricas en Spanien (1951), de Margot Schwarz, desde la lingüística cognitiva. El relato de viaje de Schwarz sirve ante todo de corpus para un análisis de índole lingüístico cuyo objetivo es identificar los esquemas metafóricos presentes en un viaje ficcional.

El tercer bloque, finalmente, consta de siete artículos que tratan sobre viajes femeninos (reales o ficcionales) a Latinoamérica. María José Gómez Perales se ocupa de la escritora vienesa Ida Pfeiffer (1797-1858), que recorrió el mundo y publicó con gran éxito varios diarios de viaje. Gómez Perales presenta y estudia los pasajes dedicados a sus estancias en Iberoamérica incluidos en Eine Frauenfahrt um die Welt (1850) y Meine zweite Weltreise (1856). La autora destaca la forma en que la viajera contrasta la realidad que observa con Europa, “referencia y término de comparación cuando experimenta la alteridad” (p. 236), y se esfuerza por mostrar que ese contraste no es necesariamente una manifestación de etnocentrismo. Por su parte, Walther L. Bernecker dedica su artículo a las expediciones científicas a Sudamérica de la polifacética princesa Teresa de Baviera (1850-1925). Esta no publicó relatos de viaje al uso, sino monografías científicas. Después de contextualizar los viajes de Teresa de Baviera en la tradición del viaje científico (“wissenschaftliche Forschungsreise”), Bernecker analiza la antinomia “naturaleza-civilización” que articulan sus textos y, finalmente, discute si sus viajes estuvieron guiados por un ideal emancipatorio. A otra viajera infatigable y prolífica, Cäcilie von Rodt (1855-1829), está dedicado el artículo de Isabel Hernández, concretamente a uno de sus relatos de viaje, Aus Central- und Südamerika (1907). Hernández identifica un modelo de escritura que combina descripciones históricas y geográficas “con sentimientos y vivencias personales que añaden al relato un marcado carácter subjetivo” (p. 260).

De la mano de Isabel Gutiérrez Koester, la otra coeditora del volumen, abandonamos el relato de viaje para entrar en otra tipología textual: la correspondencia familiar femenina, no concebida en su origen para su publicación. Gutiérrez Koester se sumerge en las cartas enviadas por Ella Hoffmann, una emigrante alemana a la Patagonia en la década de 1920, a su madre. Las cartas fueron traducidas al español y publicadas por su hija junto con otros escritos y fotos en el libro Allá en la Patagonia (1995). A través de estas cartas, la autora se acerca a la experiencia de la migración alemana a Sudamérica, al esfuerzo por preservar la identidad de origen y a la manera en la que la migración modificó o reforzó los roles de género. Acto seguido, Olga García nos lleva al género del reportaje con su estudio sobre la escritora húngara Maria Leitner. Tras trazar su compleja biografía, García analiza la visión del continente americano que Leitner transmitió en sus artículos, recopilados en 1932 en Eine Frau reist durch die Welt. En ellos denunció la explotación de la clase trabajadora y la rapiña de las potencias coloniales y las corporaciones internacionales en Centroamérica y el Caribe. El artículo se cierra con unas interesantes líneas sobre la desigual recepción de Maria Leitner en la RDA y la RFA.

Los dos últimos artículos del bloque dedicado a Latinoamérica se dedican a la literatura de ficción. Jesús Pérez-García se ocupa de la reciente novela de Peter P. Klassen Elisabeth (2009), un diario ficcional sobre una colonia menonita establecida en la región paraguaya del Chaco en la década de 1920. Pérez-García lee la novela a la luz de la historia y la sociología de las comunidades menonitas, incidiendo en el carácter documental de la novela, la cual aportaría al lector “einen wahrhaftigen Einblick in den Alltag sowie in die Spannungen und Gefühle der deutschstämmigen Siedler” (“una impresión verídica sobre la vida cotidiana así como sobre las tensiones y los sentimientos de los colonos alemanes”, p. 304). Finalmente, María Rosario Martí Marco estudia la obra narrativa de Gudrun Pausewang (1928-2020), que vivió en Chile, Venezuela y Colombia entre 1956 y 1972 y publicó varias novelas de temática sudamericana entre las décadas de 1960 y 1980. La lectura de Martí Marco subraya la crítica de las desigualdades sociales articulada en las novelas y las reivindica como “relato de tolerancia” (p. 328).

Como constatan las coordinadoras, la perspectiva femenina ha sido muy desatendida en los estudios sobre la cultura y la literatura de viaje a España e Hispanoamérica en lengua alemana (de hecho, más allá de algunos artículos publicados en volúmenes no dedicados exclusivamente al viaje femenino, como por ejemplo los trabajos de García-Wistädt y otras sobre las Reisebriefe de Ida Hahn-Hahn, el único y último volumen hasta la fecha dedicado en exclusiva al viaje femenino a la Península Ibérica fue, si no me equivoco, un número monográfico de la revista Tranvía del año 1995). Algunas de las mujeres y de los relatos de viaje tratados en este volumen reciben en él por primera vez un trabajo monográfico. Por todo ello, resulta muy bienvenida y estimulante la publicación de este libro. Confiemos en que sea el primer paso para ir cubriendo ese vacío. Aunque la profundidad de análisis de los artículos es desigual, el volumen resulta muy recomendable para quienes deseen profundizar en la cultura y la literatura de viajes desde una perspectiva de género.

Jaime Cárdenas Isasi
(Georg-August-Universität
Göttingen)

David Becerra Mayor: Después del acontecimiento. El retorno de lo político en la literatura española tras el 15-M. Manresa: Bellaterra Edicions 2021 (Serie General Universitaria, 268). 173 páginas.

David Becerra Mayor, profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, es autor de numerosas publicaciones de novela contemporánea española, destacando La guerra civil como moda literaria (2015) y La novela de la no-ideología (2013), entre otras muchas. La monografía que reseñamos, Después del acontecimiento. El retorno de lo político en la literatura española tras el 15-M (2021), sigue la estela de las citadas, pero supone un paso más en el mapa cognitivo de la creación literaria española delineado por el autor. Su principal virtud, en nuestra opinión, es su lado más abierto a la crítica, porque genera discusión, debate, abre interrogantes. Y ello en un espacio crítico en efervescencia intelectual, en un contexto internacional de crisis.

El tema del libro aborda el impacto en la literatura española de la revuelta política de las clases medias y populares de la primavera del 2011 y sus efectos, durante los años que siguieron. El 15-M ‒se plantea‒ abrió una brecha en el campo literario español, una ruptura que el autor de la obra no duda en anunciar como decisiva, “un cambio total en la forma de concebir el mundo y la literatura” (p. 26). El acontecimiento de Sol abrió fisuras y tensó “las contradicciones normalmente cohesionadas por la ideología en el inconsciente, permitiendo, de este modo la emergencia –acaso todavía de modo incipiente– de un discurso literario otro” (p. 26).

Después del acontecimiento es una obra partisana con la literatura comprometida, un libro que toma partido pero que, al mismo tiempo, no descuida en absoluto el compromiso intelectual con la objetividad histórica. Hacer eso es muy difícil porque en el campo universitario se suele ocultar los posicionamientos tras la careta de una supuesta imparcialidad, aunque la mayor parte de las veces se estén defendiendo posiciones filosófico-políticas o visiones del mundo de distinto pelaje ideológico. El trabajo del profesor Becerra, en este sentido, compagina ambas dimensiones mencionadas (posicionamiento y objetividad) con gran destreza, no solo porque opera con material de primera mano por su posición en los campos universitario y literario madrileños ‒y su cercanía a los hechos y actores y al mundo editorial‒, sino también por sus extensos conocimientos de novela contemporánea y la solidez de sus planteamientos teóricos. Sobre lo primero, es algo que se explica en la primera sección que sirve como introducción. También hay que señalar su posición e ideas políticas, que el autor no oculta y que hacen honor al objeto estudiado. El subtítulo de la obra, “el retorno de lo político”, deja claro el tema: la constatación de un giro político en la producción literaria a partir del 15-M, explicada por quien lo saluda entusiásticamente.

Y no es para menos. El ahondamiento del compromiso, su exploración y reflexión por parte de escritoras y escritores ha abierto una ventana por la que ha entrado el aire fresco de la calle en un cerrado panorama literario, dominado por la introspección y el relativismo posmoderno, cuando no por la lógica del best-seller. Todos queremos una habitación propia, cómo no, pero pasar mucho tiempo encerrado y aislado no es bueno para la salud mental (y física). Hay que salir a la calle, literal y literariamente. Y no solo eso. Hay razones para el compromiso: políticas, vitales, personales, filosóficas y aun estéticas. La sucesión de crisis cada vez más frecuentes, la crisis climática, ahora la guerra, y la inmoralidad manifiesta de la necropolítica han dejado al descubierto el verdadero rostro del Sistema-mundo. Probablemente la literatura sea uno de los últimos lugares donde una disidencia real sea posible, porque si no es así, la literatura acabará convirtiéndose en otro medio de producción más y la feudalización del capitalismo avanzará.

La literatura no es un juguete ni un adorno. Tampoco es un púlpito ni una atalaya. No existe “la literatura”, no es algo abstracto-mental que un sujeto maneja a su antojo como si fuera un objeto previo, un a priori. La literatura, como para el autor de Después del acontecimiento, es producción ideológica, se vincula a las formaciones sociales capitalistas como soporte material de la producción del “yo-soy libre” contemporáneo y como materialización-segregación de una matriz ideológica inconsciente; la ideología no tiene exterior, es nuestra piel y lenguaje, es permanente y a la vez contradictoria. Sin embargo, ya que no se puede partir de cero creando de la nada (no somos dioses) y el sujeto “libre” es lo que hay, importa bregar con lo que nos han hecho y enfrentarse a la página en blanco transmitiendo la indignación, el sentimiento de hastío y el enfado, pero también la esperanza, el amor, mostrar que hay una salida que pasa por lo político, por lo colectivo. Interrogarse por la libertad y explotación en ese aparente, pero al mismo tiempo denegado y sujetado “yo-soy-libre”. Confrontarse a la realidad.

Vamos a describir más “académicamente” el libro del profesor Becerra en el resto de esta reseña. Nos preguntaremos, finalmente, si el del 15-M (los acontecimientos de la revuelta en Sol el 15 de mayo de 2011) es un ciclo cerrado y si ese cierre tiene efectos matriz en la literatura que ha generado. Después del acontecimiento va precedido de un prólogo donde el autor cuenta sus impresiones a propósito del cantante Nacho Vegas, que se transforma artísticamente en su experiencia con el compromiso tras el 15-M; “[e]l músico se hace activista” (p. 16). Se usa el título de una canción como metáfora de todo el libro, “Cómo hacer crac”. La crisis despertó a la clase media, cantera de escritores, del letargo ideológico; el profesor Becerra establece un corte entre la literatura anterior y posterior al 15-M. Pero no es solo la tematización, sino la propuesta.

Después del acontecimiento consta de cuatro capítulos: 1) “El 15-M como acontecimiento”; 2) “El retorno de lo político” (subtítulo del libro), 3) “El relato de la pérdida y el fin de la clase media” y 4) “El objeto de la revolución y la potencia destituyente”; lo cierran unas conclusiones tituladas “Coda, o el poder de la literatura”. Al inicio se expone el marco teórico (que no vamos a debatir) con el que trabaja el autor. Se plantea a continuación que ha sucedido un desplazamiento de la atención textual del “yo” y de la literatura de mera denuncia a otra literatura que busca las causas, una literatura que muestra “que nuestra derrota tiene una causa externa al yo” (p. 25). Ese conflicto genera un interrogante radical y la apertura de una grieta en la ideología; el desplazamiento es necesario para una poética de lo común. El libro lo que persigue es rastrear, interpretar y entender esos nuevos discursos que aparecen con la crisis del 2008 y sobre todo con el espacio abierto por el 15-M, que llamará el “acontecimiento”; para apuntalar este nombre, se había apoyado (en el primer capítulo) en los filósofos Badiou, Žižek y Rancière.

A nivel literario, como se ha dicho, se produce un paso de la novela de la no-ideología (estudiada en otra obra citada al inicio de esta reseña) a la novela del retorno de lo político, o más bien (habría que decir) del retorno a lo político. Esta novela hace visible las formas de opresión económica del capitalismo y su entrelazamiento al soft power ideológico y a la dominación política. En la novela de la no-ideología el capitalismo no es nombrado e incluso el sistema usa la literatura de evasión como puerta trasera de intrusión ideológica. Ni siquiera la literatura de denuncia vale porque no propone nada, solo tematiza.

Mantener que la ideología es inamovible ‒continúa‒ es considerar que el sistema actual es una especie de distopía real. La ideología dominante no domina por completo y hay disidencia (p. 78) en autores como Chirbes, Gopegui, Sanz, Rosa, Fernández, Escalera, Cervera, Reig. Aparece aquí (tras el comentario de dos obras de Gopegui y Fernando Díaz) una tesis que pensamos importante: que el 15-M va a recolocar en el centro de atención del campo literario uno de los polos marginados y parcialmente silenciados desde la nueva novela de los 70 y el relativismo posmoderno posterior: el de la literatura comprometida. Se retoma, pero de otra manera, la idea del existencialismo sartreano de que una vida con sentido es una vida en la que se elige poner la literatura al servicio de algo trascendental como lo es la política, la política de lo común. No por nada se alude al realismo social como un lenguaje injustamente proscrito en el campo literario y malamente tratado en el de la crítica.

Se comentan las novelas siguientes, a lo largo de los capítulos que siguen: La trabajadora (2014), de Elvira Navarro (tema de la precariedad), Clavícula (2017), de Marta Sanz; Democracia (2012), de Pablo Gutiérrez y Lectura fácil (2018), de Cristina Morales, Cuatro por cuatro (2012), de Sara Mesa, así como su Cicatriz (2015), la interesante Made in Spain (2014) de Javier Mestre y una novela con rasgos distópicos como Factbook. El libro de los hechos (2018), de Diego Sánchez Aguilar; luego, Mejor la ausencia (2017) de Edurne Portela y otras novelas que tematizan la precariedad. Cómo las subjetividades se dan cuenta de las causas de la derrota y de la alienación es clave en los relatos. La escritora clave es Belén Gopegui, quien en El comité de la noche (2014), novela donde se transciende la denuncia para proponer acción, lanza una frase crucial para comprender tanto los planteamientos de Después del acontecimiento como la propia base teórica de la escritora: “Escribir, voy sabiendo, es convocar al fantasma” (p. 161).

El capítulo tres del libro es importante porque recoge una tesis que ha dominado el relato del 15-M: el del sentimiento de traición de la clase media, de la frustración de sus aspiraciones de ascenso social; en otras palabras, la precarización y proletarización de la misma. Cantera de escritores y artistas, la clase media despertó y algunos de sus agentes se lanzaron a la arena del conflicto político. No es que se denunciara ‒se nos explica‒, porque eso ya se hacía y se había hecho. Lo que tuvo lugar fue un giro político. Comenta el autor las obras (ya citadas) de Navarro, Gutiérrez y Cosas vivas (2018) de Munir Hachemi; luego, La edad media (2016) de Leonardo Cano, La habitación oscura (2013) de Isaac Rosa; El instante de peligro (2016) de Miguel Ángel Hernández (sobre el sistema universitario del plan Bolonia) y El viaje a pie de Johann Sebastian (2014), de Carlos Pardo. En A la puta calle (2013), Cristina Fallarás cuenta en primera persona su propio desahucio. En esta parte, se nos cuenta que el desanclaje y el relato de la pérdida pueden traducirse en imaginación política. Un post viral (“Informático, joder”) de un individuo de clase media precarizado es planteado como la furiosa consigna del desclasamiento. Completa el capítulo el regreso a las tesis del filósofo marxista e hispanista de Granada, Juan Carlos Rodríguez, así como la poesía indignada de Antonio Orihuela.

El capítulo cuarto habla de la cancelación del emplazamiento de la fiesta del Partido Comunista como el símbolo de una derrota. Lo enlaza a las tesis de Gopegui en la presentación de la novela Acceso no autorizado (2011). Se nos habla aquí de dos tipos de literatura: la literatura transitiva y la intransitiva. La primera es, como la última novela citada de Gopegui y otras más, una literatura que actúa, que es orgánica a un objetivo político. Son tantas las alusiones a esta escritora, dicho sea de paso, que aparece por tanto como representante clave del polo comprometido del campo literario. La segunda manera de escribir (intransitiva) presenta un sujeto desestratificado que “no mantiene ningún punto de subjetividad que le fije en modo alguno con la realidad dominante y, en consecuencia, no puede enfrentarse a ella” (p. 144) y se lee Democracia, de Gutiérrez. Es a Lectura fácil, de Cristina Morales, el texto al que más páginas de comentario ‒de todo el libro‒ dedica el autor, “una novela sobre los dispositivos del poder que oprimen y disciplinan las subjetividades, y sobre los discursos que operan para legitimar y reproducir esas prácticas biopolíticas, institucionalizando los cuerpos, borrando la diferencia, homogeneizando las vidas no normativas” (pp. 151-152), una novela que no pretende pensar en cómo asaltar el poder, sino que presenta la desestabilización de lo normal, muestra que algo está cambiando en España desde el 15-M, en el hacer y en el decir, “las cosas ya no pueden ser como antes, ni pueden contarse como antes” (p. 152), “el discurso literario aproblemático y consensual, de la no-ideología, que se produjo en la España posfranquista y posmoderna parece haberse agotado” (p. 152), “el tiempo de la sutura ha pasado y ha llegado el tiempo de la saturación” (p. 152) y Lectura fácil es el ejemplo más claro.

La “Coda” del final resume bien y muestra algo a lo que aludimos al inicio de la reseña: que el autor no descuida la objetividad. Si “[l] a ideología nunca está cerrada del todo y siempre hay una grieta por donde puede entrar la luz” (p. 153), el 15-M posibilitó que se oyeran entre las fisuras otras voces, otras “estructuras de sentimiento” (aquí el autor cita a Raymond Williams) que ocuparon el centro del campo literario. Se abre un interrogante: la batalla en el campo vendrá decidida por lo que suceda fuera. El autor analiza las literaturas partisanas vinculadas a proyectos políticos; si ellas fracasan, lo es porque los otros se han despeñado antes. Todo dependerá de si se ha cerrado o no el ciclo del 15-M, pues el poder de la literatura reside “en el sentido radicalmente histórico que la constituye” (p. 160).

Hemos descrito Después del acontecimiento sin entrar en discusión sobre la pertinencia o no de la llamada “literatura comprometida” y sobre los anclajes filosóficos y teóricos de tal apuesta literaria. Creemos que es una cuestión abierta y muy difícil de delimitar, por las trampas que tiende el inconsciente ideológico del “yo-soy-libre” teorizado por Juan Carlos Rodríguez. La literatura es un arte difícil de definir, no porque sea “expresión” o “inefable”, sino porque no se sabe dónde se sitúa exactamente con relación al discurso científico (incluidas las ciencias sociales) o filosófico. Parece como si la literatura, en su dimensión de producción y gestión ideológica permitiera, en sus juegos de alusiones y elusiones, una especie de desvelamiento-levantamiento de la represión, al mismo tiempo que se la mantiene. Contradicciones objetivas y sueños subjetivos en el no-lugar del espacio literario. Con todo, tal vez podría preguntarse si “literatura comprometida” es la denominación que cuadra a la novela del retorno de (o a) lo político. Las etiquetas suelen ser modos limitados de domesticar académicamente realidades más ricas y complejas. En un párrafo anterior mencionamos a Sartre, pero está claro que no toda literatura política responde a una interpelación existencialista. Es posible que se haya dejado atrás el compromiso y la problemática que lo sostiene y que lo que se muestre sea que algo está sucediendo en el inconsciente ideológico, literario y político, de las formas de subjetividad contemporáneas.

Concluimos. El libro del profesor Becerra es una toma de posición y una reflexión clave sobre la literatura española partisana, pero no solo ello, de los últimos años. Recomendamos su lectura por los interrogantes que abre, por su saber del polo comprometido o antisistema del campo literario y porque, en tiempos oscuros, el optimismo de la voluntad y la libido de saber es vida, frente a la pulsión de muerte del capitalismo de casino.

José Luis Bellón Aguilera
(Universidad Masaryk, Brno)

2. LITERATURA LATINOAMERICANA: HISTORIA Y CRÍTICA

Katerina Gonzalez Seligmann: Writing the Caribbean in Magazine Time. New Brunswick: Rutgers University Press 2021. 216 páginas.

Un célebre verso del escritor santalucense Derek Walcott reza a propósito del Caribe: “the sea is History”. En Writing the Caribbean in Magazine Time Katerina González Seligmann emprende una vasta cartografía de algunas de las revistas literarias más paradigmáticas de la región durante la década de 1940, otorgando a las publicaciones periódicas una potencialidad histórica semejante a la que Walcott atribuía al mar. La estrecha simbiosis entre el ascenso de los discursos pan-caribeños y las ideas, estéticas y posiciones que se formaron y circularon a través de magazines como la martiniquesa Tropiques (1941-1945), las cubanas Gaceta del Caribe (1944) y Orígenes (1944-1956), o bien la barbadense Bim (1942-1996), sirven como eje medular a un examen que, aun así, trasciende el mero estudio de las identidades regionales. Como su título sugiere, el énfasis en las estrategias de “localización” desde las cuales se enuncia el espacio caribeño, sirve a la autora para reflexionar acerca de las relaciones de poder coloniales, el lugar de la cultura afroamericana, o la articulación de equidistantes y, en ocasiones contrapuestos, cánones estéticos. También son objeto de atención las asimetrías que lastran hasta nuestros días las infraestructuras de la literatura regional: dado el limitado alcance de las pequeñas editoriales y revistas caribeñas, el volumen está recorrido por la metáfora del enfrentamiento entre el bíblico David –quien encarna los limitados emprendimientos locales– y la superioridad avasallante de Goliat –personificación de las grandes transnacionales del Norte Global que dominan, con ascendencia imperialista, el mercado de la literatura mundial–.

Las transformaciones históricas, sociales, económicas y culturales surgidas al amparo de la Segunda Guerra Mundial sirven de punto de partida a las lecturas de las revistas, órganos surgidos al “calor” de la inmediatez de su tiempo, y por ende fuentes invaluables para sopesar en sincronía el clima de las mentalidades en un momento dado. La reivindicación explícita de las publicaciones periódicas en tanto dispositivos especulares, o bien termómetros de un cierto “presente histórico”, no solo reacciona a su anquilosada devaluación frente al libro –aún vigente en ciertas zonas de la academia–. Persigue demostrar, además, cómo los magazines fueron una alternativa a las precarias instituciones literarias, promoviendo redes de intercambio nacional y transregional, alentando la difusión de ideologías y tendencias estéticas, amén de contribuir a la visibilización de autores que alcanzaron reconocimiento internacional, como Aimé Césaire, Suzanne Césaire, Nicolás Guillén, José Lezama Lima y George Lamming. Metodológicamente, la centralidad de lo periódico se expresa en la comunión de lecturas internas y externas, donde la atención al contexto se combina con la crítica de ascendencia intertextual, la cual recurre, destacadamente, al pensamiento y la teoría cultural de la región, así como a entrevistas personales realizadas por la autora. Este privilegio de la “subliteratura” –como mal denominó Michel Foucault al género de las publicaciones periódicas– se expresa, asimismo, en la minuciosa exploración de González Seligmann de la materialidad de esos artefactos culturales, amén de la exposición –que podríamos denominar “arqueológica”– de la prehistoria de cada publicación examinada. Así, al explorar las revistas que sirvieron de antecedente a publicaciones como Tropiques u Orígenes, la investigadora focaliza aquellos cánones y tradiciones periódicas en las que estas se insertaron, algo solo reservado habitualmente a la historia del libro impreso. Estas múltiples lecturas “de cerca” se complementan con las perspectivas “distantes” del quinto capítulo, en donde el trabajo cartográfico ofrece una mirada holística de los mapas de transferencia cultural de la región.

La explicación de los enfoques epistemológicos es el objetivo del primer capítulo, titulado “Location Writing in Magazine Time”. Allí la autora enuncia el concepto de “location writing” que recorrerá todo el ensayo, inspirada tanto por los estudios decoloniales como por propuestas de Césaire y Lamming. Su premisa es que el lugar desde el que se enuncia el conocimiento es elemento fundamental para la episteme resultante, de forma que las producciones caribeñas reflejan el espacio cognoscitivo desde el cual fueron pensadas. Contrarias a concebir el Caribe como un locus homogéneo, las diversas estrategias de localización dan cuenta de la multiplicidad de posturas y estéticas que ese espacio cultural generó en la primera mitad del siglo xx: “The one thing articulating a Pan-Caribbean locus of enunciation cannot actually do is encompass or resolve the diversity of experience and history of the region” (p. 11), enfatiza la autora. Así, la “totalidad” caribeña es aprehendida allí como sinécdoque (p. 4), en tanto todo compuesto por un conjunto de partes que poseen, simultáneamente, independencia y singularidad. Las revistas serán entendidas entonces como portadoras de imaginarios decoloniales, “estructuras de deseo” (p. 5) que aspiraron a desmantelar los mecanismos imperiales de circulación cultural, funcionando como plataformas para la cohesión social obstruida por el control colonialista.

Enmarcada en un escenario de censura y aislamiento, Tropiques es la publicación estudiada en el segundo capítulo. Fundada por Aimé Césaire, Suzanne Césaire y otros intelectuales martiniqueses, González Seligmann exhibe cómo la revista adoptó una posición decolonial al enfrentarse explícitamente al gobierno colaboracionista de Vichy, enarbolando lo que ella denomina una “poética de la libertad”. Esta no solo consistió en la crítica activa del gobierno títere, sino que avanzó un cuestionamiento pionero del racismo imperante en las estructuras de poder de las Antillas. Desigualdad “endémica” esta, resultante de la historia colonial, y estrechamente vinculada a la condición “marginal” de sus literaturas. Para la autora, la labor de Tropiques no se restringió a la intervención política, sino que abarcó una específica concepción de lo literario, en la medida en que postuló un canon poético contrario al nacionalismo impuesto, incorporando un arsenal de referentes internacionales que privilegió a la Francia revolucionaria. Aunque Tropiques no consiguió superar los imaginarios de exotismo esencialista, el ensayo “Le Grande Camouflage” de Suzanne Césaire que la académica reivindica, pervive como ejemplo de los innovadores aportes y las contradicciones del pensamiento caribeño de la década.

La divergencia de posicionamientos adoptados por Gaceta del Caribe y Orígenes en el campo artístico cubano es la mirilla para su hermenéutica en el capítulo tercero. Posiblemente influida por la noción de “campo de fuerzas” de Pierre Bourdieu, la autora entiende ese choque como una “batalla” entre dos nociones contrapuestas de lo literario, bajo las cuales subyacía la restitución o negación de la impronta afrocubana de la isla. Esa dicotomía estético-ideológica, que ha divido a la bibliografía especializada en partidarios y detractores, es desmontada en el capítulo: aunque reconoce que Gaceta del Caribe enarboló una intervención antimperialista, antirracista y de compromiso político-social, mientras que Orígenes optó por un proyecto “modernista”, cosmopolita y esteticista, la autora sostiene que ambas revistas reaccionaron contra el eurocentrismo cultural dominante, tanto en el plano estético como en el material, iluminando las precarias infraestructuras de circulación artística. Esta aguda deconstrucción de la dicotomía Orígenes/Gaceta del Caribe descansa en la premisa de la “localización” de la escritura caribeña, pues González Seligmann demuestra cómo el diálogo con el pasado esclavista nacional determinó tanto el discurso de centralidad negrista defendido por Nicolás Guillén en Gaceta del Caribe, como la deliberada marginación de esa impronta por parte de figuras vinculadas a Orígenes, como José Lezama Lima, Fina García Marruz o Cintio Vitier. De esta forma, el ethos esteticista y el canon europeo-estadounidense enarbolado por esta última habría sido, a ojos de la investigadora, una estrategia para renegociar el peso de la tradición colonial y adquirir distinción, en aras de propiciar un intercambio igualitario ensalzando lo cubano frente a lo europeo.

Fundada en 1942, la trayectoria de Bim se traza en la siguiente sección del libro. Autodeclarada apolítica, allí se inspecciona cómo la revista pronto se extendió a todo lo largo del Caribe anglófono, contribuyendo a la fundación de imaginarios colectivos. En esta ocasión, la autora focaliza un corpus de narraciones, arribando a la conclusión de que esos textos, dado el poder de las ficciones para articular comunidades, sentaron las bases para los discursos anticoloniales y antirracistas que más tarde caracterizarían a las Indias Occidentales. En nuestra opinión, es posible encontrar semejanzas entre esta lectura de Bim y la anterior de Orígenes, ya que, al recurrir al principio de “localización”, González Seligmann consigue evidenciar nuevamente la función sociopolítica de publicaciones asociadas hasta ahora a la renuncia al compromiso y a la estricta autorreferencialidad literaria. En ambas, “the sovereignty of the imagination” (128), como la académica afirma citando a Lamming, acabaría tributando igualmente a la conformación de idiosincrasias compartidas. Un intercambio, por otra parte, que se trasladaría a la circulación material de autores y textos del Caribe de habla inglesa, desafiando otra vez las numerosas restricciones editoriales.

“Polycentric Maps of Literary Worldmaking”, el último capítulo, puede ser entendido como un cierre a las interpretaciones previas, a la vez que como ventana a nuevos temas. El capítulo complejiza y expande las posibilidades del estudio de revistas, recurriendo a la exégesis comparativa y a la representación cartográfica, “mapeando” las redes que esas publicaciones movilizaron a escala caribeña, transregional y mundial. Para ello se contrasta, primeramente, la procedencia de los colaboradores de Orígenes y Bim, delineando la relación entre diseminación territorial y capital cultural. Luego se analiza la circulación transregional de Gaceta del Caribe y Tropiques, otra muestra, a nuestro parecer, de la condición de “punto de encuentro” –tanto espacial como cognoscitivo– ostentada por esos magazines.1 Posteriormente se rastrea la transmisión del texto “Poetry as a weapon”, del escritor haitiano Jacques Roumain, ilustrando espacialmente la recepción de ideas que esos artefactos culturales alentaron. Hacia el final, la autora afirma que el propósito de la indagación cartográfica ha sido doble, pues junto a ilustrar los derroteros de las revistas, este le ha servido para indagar la naturaleza policéntrica de esos mapas alternativos o (ex) céntricos al diseño centro-periferia tradicional de la distribución de la cultura. Ciertamente, aunque limitadas y de modesta visibilidad, las rutas exocanónicas trazadas por esas revistas deconstruyen las dinámicas de aquella “República Mundial de las Letras” diseñada por Pascale Casanova, quien soslayó los constreñimientos materiales afrontados por las literaturas “periféricas”.

La equiparación entre los discursos pan-caribeños y la incesante construcción de un puente que nunca consigue mantenerse en pie clausura metafóricamente el libro. En ese sentido, Writing the Caribbean in Magazine Time puede leerse como una nueva tentativa en el edificio de los esfuerzos por desentrañar la singularidad de la región constatada en sus revistas. Además de ofrecer una exhaustiva y novedosa revisión de esas publicaciones –algunas de las cuales han sido poco transitadas–, González Seligmann propone un innovador modelo de análisis que, al poner en contubernio aproximaciones textuales con otras de naturaleza “macro”, interviene críticamente en el polarizado debate sobre las lecturas “cercanas” y las “distantes”. Este libro estimulará nuevos caminos para la investigación textualista de revistas caribeñas, abriendo, al mismo tiempo, nuevos espacios para los académicos interesados en la historia intelectual de la región e, incluso, en la digitalización y representación espacial promovida desde la novel área de las humanidades digitales. Así, mientras el mar de las estructuras coloniales caribeñas espera por su desintegración definitiva, volúmenes como este componen, una vez más, el frágil pero no por ello perecedero puente de conocimiento hacia la historia literaria de la región.

Adriana Rodríguez Alfonso
(Eberhard Karls Universität
Tübingen)

Reindert Dhondt, Silvana Mandolessi y Martín Zícari (eds.): Afectos y violencias en la cultura latinoamericana. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert (Nexos y Diferencias. Estudios de la Cultura de América Latina, 74) 2022, 312 páginas.

No es práctica habitual en las reseñas comenzar el análisis del volumen en cuestión atendiendo a su portada. Sin embargo, en el caso concreto del texto que aquí nos convoca, la portada ejerce una función subsidiaria a la lectura extraordinariamente significativa. Con la sola presencia de una mortaja que nos lleva a imaginar el horror y la tortura que están simbolizando las mil agujas que la componen, Doris Salcedo en Dismembered (2013-2018) no necesita representar un cuerpo doliente para lograr la conmoción del espectador. Esta imagen habría devenido en una provocación de sentimientos poco proclives al afán que persigue la obra: una empatía pasiva, mero compasión. Sin embargo, Salcedo logra alejarse del discurso fatalista de victimización y de un pobre “mercado de la lástima”. Como ya lo advierten Dhont y Mandolessi en el capítulo inicial, Dismembered ilustra sagaz y muy sensiblemente el motivo que reúne a los ensayistas de esta obra: la relevancia del afecto en los análisis y las representaciones culturales latinoamericanas sobre la violencia. Entonces, parece motivar una de las preguntas que se hallan en el epicentro del texto: “¿Cómo somos afectados por una imagen, una obra de arte, un objeto casual, por entidades no humanas cuyo carácter pasivo debe ser radicalmente puesto en duda?” (p. 15). Solo el aval del congreso del que es producto –“Afectos y violencia en la cultura latinoamericana”, celebrado en la Universidad Utrecht en 2019)– y de las voces especialistas que soportan su autoría, explican la osadía de su planteamiento: elaborar un estudio que trate de dar cuenta de la importancia del afecto en las producciones culturales latinoamericanas de la violencia, pero buscando revertir la tendencia habitual que trataba de aplicar mecánicamente y sin mediaciones teorías metropolitanas importadas. El objetivo es claro: mostrar de qué manera la producción crítica sobre y desde Latinoamérica matiza, enriquece o impugna las distinciones señaladas tradicionalmente en los estudios culturales.

El volumen se estructura en cinco bloques. En el primero de ellos, “Hacia una crítica afectiva de la violencia”, Reindert Dhondt y Silvana Mandolessi emprenden una introducción que funciona como un estado de la cuestión, abordando las principales líneas teóricas en torno al afecto y la violencia y, en concreto, en la indagación del “giro afectivo” en Latinoamérica. Aunque el interés por las emociones tiene una larga historia cultural en este territorio, América Latina ha llegado tarde al abordaje teórico de su propia condición de sociedad afectiva. Por ello, Dhondt y Mandolessi señalan las principales áreas de investigación, tendencias y enfoques novedosos que sobre las narrativas de violencia influidas por los afectos y la emoción están siendo predominantes desde finales del siglo xx.

El artículo “Afectivamente efectivo: el afecto como estrategia artístico-política”, da inicio al segundo bloque: “Estrategias afectivas y potencial político”. En él Mieke Bal reflexiona sobre el poder del arte para no solo conmover, sino mover al compromiso del espectador a través de sus diferentes posibilidades afectivas. Deteniéndose en la pieza Palimpsesto (2017) de la ya citada artista colombiana Doris Salcedo, Bal analiza la experiencia de “sentir-ver”. Gracias a su singular forma –casi, podríamos decir, “haciéndose”– y una temporalidad que “difícilmente puede ser más contemporánea”, la obra incita con efectividad al afecto como una estrategia artístico-política tendiente al compromiso. A continuación, se detiene en un segundo ejemplo –la obra en tres pantallas de la artista finlandesa Eija-Liisa Ahtila, The house (2002)– para probar cómo, en tanto que son experimentos del pensamiento, estas obras filosofan.

En su propuesta, Brigitte Adriaensen examina El asco de Horacio Castellanos Moya para, primeramente, establecer la vinculación entre ugly feelings (en la terminología de Ngai, sentimientos feos o no catárticos, como la irritación, la repulsión o la envidia) y la ironía. En un segundo nivel de análisis, el epicentro es un género que se ha esmerado en vehicular la negatividad a través la violencia de sus formas, la recurrencia de sentimientos negativos y su habitual tendencia al humor cínico, a la ironía, y que vive actualmente un auge en Latinoamérica: la diatriba. Adriaensen llega a la conclusión de que novelas como El asco, en su estética no catártica, presentan una negatividad triple: la inherente al género de la diatriba, la del asco como emoción negativa y la ironía entendida en términos kierkegaardianos como la “absoluta negatividad” (p. 98).

En el siguiente capítulo, Daniella Wurst pone en diálogo dos hitos fotográficos fundamentales para la memoria cultural peruana: Yuyanapaq. Para recordar (2003) y Uchuraccay (2018). Ambas responden a la sobrecarga afectiva de los acontecimientos traumáticos ligados al Conflicto Armado Interno (CAI) y su mayor logro es haber compuesto dos de los proyectos más elocuentes sobre la memoria reciente en el Perú pese a no incluir fotografías o alusiones directas a la masacre. Dos obras que son dos modos distantes de afrontar memorísticamente la violencia nacional. Mientras trata de mostrar un diálogo curatorial en Yuyanapaq para evidenciar las tensiones sintomáticas de un discurso oficial fragmentado y parcial, explora la manera en que Uchuraccay (re)piensa y (re)presenta un mensaje diacrónico alternativo con la integración de la cosmovisión andina.

Por su parte, Emanuela Jossa propone un análisis de los afectos en la última novela de Horacio Castellanos Moya y continuación de la saga de los Aragón, Moronga (2019), para constatar dos hipótesis iniciales. De una parte, Jossa demuestra que es errónea en el caso de Castellanos Moya la tendencia habitual a la lectura de los afectos negativos (valgan por ejemplos el cinismo, el descrédito o la resignación) como pruebas de una supuesta renuncia de la literatura a su dimensión política. Según prueba, el autor capta estos efectos negativos para exponer las heridas disfóricas de los salvadoreños ante un discurso histórico que debería ser puesto en cuestión. El acto de lectura se hace potencialmente incómodo al impedir al lector ocupar una posición de seguridad y al empujarlo incondicionalmente al diagnóstico de los síntomas. En segundo término, se interroga por la recepción de la representación de la violencia en la narrativa de Castellanos Moya a partir de sentimientos como la incomodidad o la empatía suscitados (o no) en los lectores.

La tercera sección, dedicada a las escrituras afectivas, se inaugura con la contribución de Sofía Forchieri. En ella se enfrenta al desafío de hacer ver cómo Laura Restrepo en Los divinos (2018) empuja a los lectores a una posición de complicidad respecto de la violencia ejercida. Su voluntad es mostrar cómo la novelista colombiana logra transformar el acto de lectura en una actividad de dimensiones éticas y políticas potencialmente incómoda por cuanto desvela la implicación de la sociedad. Entre los aspectos que movilizan esta estética incómoda en la obra, Forchieri señala las microviolencias que anteceden al feminicidio narrado en sus páginas.

Jorge Estrada entabla en “Violencia como afecto en una cámara de resonancia textual en “El Ojo Silva” de Roberto Bolaño” una discusión extensa con el cuento de Bolaño para hacer ver y entender la violencia “como una combinación de capas y series heterogéneas” (p. 177). Partiendo de esta idea, Estrada pone en relación su ensamblaje narrativo de estela deleuzeana con, de un lado, un protagonista atrapado por dinámicas bidireccionales de afectación y, de otro, una violencia que, sin poseer apariencia definida, es en realidad un afecto, “un ruido que contiene en potencia un sinnúmero de voces y variaciones” (p. 193).

En “Escritura seca, lectores bañados en lágrimas: una lectura en clave emocional de El olvido que seremos”, Kristine Vanden Berghe explora la narración de Héctor Abad Faciolince –que cabría situar en la matriz de lo que José María Pozuelo Yvancos ha llamado recientemente “autofiguraciones” (2022)– para rastrear dos lecturas que hacen dialogar a los lectores con el mismo texto de formas tangencialmente distintas. Mientas muestra una lectura masivamente sugerida y afectiva que apela a las emociones de los lectores contra la violencia, Vanden Berghe suscita el interés de aquellos otros lectores escépticos, siempre en guardia, al invitarlos a una lectura “seca” y racional. La viabilidad y legitimidad de ambas, tan distanciadas entre sí, prueba la potencialidad del texto en lo que atañe a la representación de la violencia.

En el cuarto bloque se mapean las expresividades afectivas en los textos visuales y cinematográficos. Alejandra Bernal en “Límites de la abyección, umbrales de lo siniestro: mercantilismo afectivo y violencia simbólica en Las elegidas y El futuro” sigue a Deleuze y Guattari para atender a dos dispositivos capitalistas de control del deseo presentes en los citados filmes objeto de análisis, a saber: la propiedad privada y el modelo edípico familiar. Ambos dispositivos contribuyen a lo que Bernal propone llamar “mercantilismo afectivo” de índole capitalista y patriarcal y que hacen sugerir la perpetuación de la violencia como una estructura de sentimientos naturalizada.

Por su parte, Sophie Dufays se aproxima a dos proyectos documentales que prescinden de la visibilización del rostro de los testigos en su reconstrucción de la violencia ligada al narco-crimen en México. Así trabaja el documental cinematográfico La libertad del diablo (2017) y la plataforma transmedia de testimonios Fragmentos.mx, una historia no contada (2017) para explorar esta desviación del habitual recurso documental al talking head –que da cuenta, en realidad, de una “falsa” transparencia– y consecutivamente exponer cómo esta nueva estrategia implementada logra disociar la voz del rostro y componer la verdad sin pretendida emotividad.

En el capítulo de Ignacio Albornoz Fariña, se recupera la producción documental cinematográfica “de los hijos e hijas” de las víctimas chilenas como un “gesto elíptico o litótico”, en palabras del autor. Estas composiciones, sostiene Albornoz, están atravesadas por múltiples singularidades que hacen del cine documental chileno contemporáneo un revulsivo contra el espectáculo directo de la violencia y lo enfocan, sin embargo, a conceptualizaciones como “posmemoria” o “afectos impersonales”. A través del análisis de la carga afectiva de las obras, el autor aborda su despliegue indirecto de las consecuencias que la violencia política durante el pasado reciente dictatorial ha dejado en la memoria de Chile.

El último de los artículos de este bloque lo emprende Ignacio M. Sánchez Prado bajo el título “El cine contemporáneo, un México desterritorializado y la potencialidad de los afectos”. Poniendo a dialogar los cortometrajes Cuatro paredes y Nimic, comprueba que ambos presentan, aunque de desigual forma, una representación de México desterritorializada, como “espacio liso”, para convertirlo en un espacio de afectividad.

El compendio se cierra armónicamente con una coda –“No todo recuerdo es memoria”– en que Saúl Sosnowski examina la liminalidad entre violencia, afectos y memoria. En su reflexión parecen aunarse todas las voces autoriales del volumen para unificar todas las líneas investigativas expuestas hasta este punto: “Reacción a los afectos; la respuesta que la violencia impone para que cese, para que siquiera la ilusión de esa posibilidad no sea encajonada” (p. 305). La enseñanza es clara: se trata de no distanciar los dominios del mundo del compromiso sensible con él. Con una lógica más allá del mero orden representacional, este libro rompe con la cada vez más acentuada tendencia de los estudios afectivos (y que ya Eugenie Brinkema denunciara) a dejar al margen la textualidad.

Maravillas Moreno Amor
(Universidad de Murcia)

Ineke Phaf-Rheinberger / Koichi Hagimoto (eds.): Geografías caleidoscópicas. América Latina y sus imaginarios intercontinentales. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert 2022 (Ediciones de Iberoamericana, 129). 286 páginas.

Este volumen es una colección de once capítulos, organizados en cuatro partes y precedidos de una introducción, sobre las dimensiones culturales y literarias del Sur Global en cuanto a cómo afectan estas a Latinoamérica. Los ensayos incluidos en este volumen buscan alejarse de la conexión entre el Norte y el Sur, e indagar en las conexiones entre Latinoamérica con otras culturas del Sur Global (África y Asia) durante el último medio siglo. Como explican los editores en la introducción, las fronteras políticas no son más que líneas trazadas en un mapa que se corresponden con la diplomacia política y la línea Norte/Sur no es más que una prejuiciosa valoración del Norte como superior y, por lo tanto, “legitimado a conquistar y colonizar al Sur” (p. 11). Este volumen aspira a “establecer conexiones intertextuales y transculturales para crear enlaces triangulares correctores de las antiguas estructuras coloniales” (p. 20).

Como casi toda colección de ensayos por parte de distintos investigadores, sobre distintos aspectos literarios y culturales (festivales culturales, teatro, narrativa), y empleando diferentes aproximaciones y marcos teóricos (desde hispanidad global o transficción hasta ethnoscapes o conocimientos populares africanos), el volumen tiene una calidad desigual y no abarca todo lo que promete, sino que ofrece vistazos esporádicos y limitados, parciales, a toda esa globalidad que es el llamado “Sur”. En parte, este volumen sigue la estela de otros estudios, como Reshaping (G)local Dynamics of the Caribbean (2018), que desmenuza las conexiones entre los países que componen el Caribe y entre este y África.

El volumen se articula en cuatro secciones. La primera, “Giros espaciales” es la más breve, pues es la única que consta de sólo dos capítulos (las otras secciones tienen tres cada una). El primero, “Hacia una ‘tercera-estética’. Dimensiones narrativas de ecos polirrítmicos” es una traducción al español del original francés, y estudia la memoria perdida y reprimida de la historia de la esclavitud en la relación África-Latinoamérica, tanto a partir de novelas antillanas como de novelas africanas, para concluir con esta “tercera estética” en su análisis de la obra teatral Quaseilhas de Diego Araújo (2018). La autora, Ute Fendler, emplea la teoría de la posmemoria de Marianne Hirsch para articular el pasado fragmentado en un presente más coherente. El capítulo contiene media docena de fotos e ilustraciones a color sobre la obra de Araújo. El segundo capítulo, “El océano como cronotopo de la modernidad en la novela contemporánea” estudia dos novelas africanas, Kalunga (2018) del angoleño Manuel Rui, y El metro (2007) del ecuatoguineano Donato Ndongo-Bidyogo. A pesar de que ambas obras pertenecen a universos culturales diferentes (una en portugués, con viaje a Brasil; la otra en español con viaje a España), comparten según la autora una visión semejante del océano como espacio de reflexión y cambio, sustentándose en la noción bajtiniana del cronotopo.

La segunda sección, “Diplomacias estratégicas”, consta de tres capítulos. La visión se abre de la literatura para incorporar otros aspectos. El primer capítulo, “‘A Feeling of Belonging’: América Latina en los festivales panafricanos (1966-1977)” se centra en la participación de Brasil y Cuba en los festivales panafricanos de FESMAN (1966) en Dakar, Senegal, y de FESTAC (1977) en Lagos, Nigeria. Estefanía Bournot señala cómo ambos países latinoamericanos emplearon estos festivales como una plataforma para su herencia africana, plataforma que no necesariamente se aplicaba dentro de sus fronteras. El siguiente capítulo, “Un país sin negros. Aproximación a la representación de lo afro en las artes visuales en Panamá (1850-1950)”, analiza cómo la representación de los afropanameños aparece en cuadros y dibujos de viajantes extranjeros (es decir, de representantes del Norte Global), pero no en las representaciones nacionales hasta la segunda mitad del siglo xx. El tercer capítulo de la sección, “El Angelus Novus de la memoria transatlántica. Interpretaciones literarias de la guerra de Angola” estudia el impacto de la guerra de Angola (1961-2002) en la literatura de Angola y de Cuba. El capítulo señala que, más que una solidaridad entre ambos países, lo que queda en ambos es una experiencia traumática y un espacio de silencios.

La tercera parte, “Transficciones orientalistas” se aleja de la conexión África/Latinoamérica, para centrarse en la conexión Asia/Latinoamérica; es decir, se cambia del Atlántico al Pacífico. Así, el primer capítulo de esta sección, “‘Vienen de lejos, atravesando los mares o las nubes de los mares’. A propósito de tres antologías de poesía china publicadas por poetas argentinos” estudia una serie de traducciones entre dos regiones del Sur global sin pasar por el Norte, como hasta entonces: poesía china en Argentina. El capítulo también es interesante por el detallado análisis de la influencia de Neruda y otros autores chilenos en la introducción de la cultura china en Latinoamérica, partiendo de la motivación que proporcionaba el desconocimiento mutuo entre China y Latinoamérica. Los dos siguientes estudios se mueven del cono sur a Cuba. “Cartoneras going east: Deslizamientos orientalistas en la poesía cubana” analiza una serie de poemas (que van del siglo xix con José Martí hasta la época presente con Carlos A. Aguilera) de la antología Caribe oriental. Antología de poesía cubana orientalista, traducida al portugués y editada en Brasil en 2018; mientras que “¿Transficción? La ‘China’ de Carlos A. Aguilera en Teoría del alma china” se estudia la visión de China que se ofrece en esta novela del autor cubano, bajo el prisma de la transficción y alejado de la estética y los parámetros del realismo socialista oficial.

La última parte del volumen, “Sur-Norte-Sur”, abandona Asia y retorna a la conexión entre África y Latinoamérica. Esta sección comprende otros tres capítulos. En “Una red de cosmopolitas vernáculos: El síndrome de Ulises como encuentro Sur-Sur con el Norte”, Hanna Nohe estudia las conexiones entre los diferentes “sujetos migrantes” del Sur global que pululan por la novela del colombiano Santiago Gamboa El síndrome de Ulises a través del prisma de los ethnoscapes, poblaciones urbanas en continuo movimiento, de Arjun Appadurai. Las conexiones entre coreanos, latinoamericanos y africanos en la capital francesa forman el trasfondo de esta obra, recreando una imagen del Sur dentro del Norte. El siguiente capítulo, “‘El amigo argentino’. Entrelazamientos literario-discursivos entre Latinoamérica y el Magreb” estudia relatos breves de dos escritores de lo que la autora, Juliane Tauchnitz, denomina literatura hispano-marroquí (un fenómeno relativamente reciente), para ver cómo reflejan no España, sino Argentina, gracias a la influencia de Jorge Luis Borges en las narrativas de estos dos autores, Ahmed Ararou y Mohamed Lahchiri. Por fin, el último capítulo de esta sección y, por lo tanto, del volumen, “Sistemas de saberes africanos y afrodisíacos y sus intertextualidades. La obra de César Mba Abogo (y otros ejemplos)” explora la obra de este escritor guineo-ecuatoriano contextualizándolo dentro de la noción de Global Hispanophone de Adolfo Campoy Cubillo y Benita Sampedro Vizcaya, es decir, la consideración de la literatura en español como algo global, más allá del eje España/Hispanoamérica, un concepto que está adquiriendo relevancia recientemente, en parte también gracias a los estudios de Adam Lifshey, en particular su obra The Magellan Fallacy (2012), si bien Julia Brost no menciona este estudio.

Geografías caleidoscópicas ofrece una propuesta interesante al explorar los lazos que conectan a Latinoamérica con el resto del Sur Global, y el deseo de distintos autores por dialogar sin pasar por el filtro del Norte Global. Como ya se indicó al comienzo, la diversidad y la calidad de los distintos ensayos varía. Salta de África a Asia, y explora poesía, narrativa y festivales culturales. Como corresponde a muchas obras de este tipo, carece de una homogeneidad firme, por lo que algunos lectores preferirán centrarse simplemente en los ensayos que apelen a su campo de interés o de investigación. Sin embargo, hay que destacar como el volumen en general permite una apreciación de la complejidad con la que los autores latinoamericanos observan el mundo, especialmente China y las naciones africanas, y su deseo de establecer lazos directos, sin intermediarios, con estas regiones del mundo. Solo por eso, este estudio es altamente recomendable, y será de interés especialmente para todos aquellos interesados en estudios poscoloniales.

Miguel González-Abellás
(Washburn University)

Ana Gallego Cuiñas: Cultura literaria y políticas de mercado. Editoriales, ferias y festivales. Berlin / Boston: De Gruyter 2022. 301 páginas.

“Primero publicar, después escribir” es un verso de En el cantón de Uri de Osvaldo Lamborghini (Poemas, Sudamericana, 2004) que Ana Gallego Cuiñas, en la introducción a su libro Cultura literaria y políticas de mercado, identifica como mantra exasperado en la poética de César Aira, un mantra que nos introduce en las lógicas de la realidad literaria que el libro va a estudiar. En Osvaldo Lamborghini, una biografía, Ricardo Strafacce (Mansalva, 2008) enmarca este verso en la práctica de Lamborghini de escribir para publicar como una manera de esquivar narrar lo inenarrable, lo que sería tiempo después, su poética del manuscrito póstumo. No obstante este sentido, la frase “primero publicar, después escribir” se consolida en el mundo literario como un sinónimo de las particulares condiciones de producción de literatura del presente y el análisis de Gallego Cuiñas permite comprender este desplazamiento de sentidos porque ofrece un riguroso análisis de los modos en que las actuales políticas de mercado actúan y afectan a las estéticas, imaginarios y economías de la literatura en lengua castellana.

El libro consiste de una introducción que anuncia los principales problemas y conceptos que se trabajarán y de un primer capítulo que desarrolla las condiciones de producción literaria del presente, identifica los tres acontecimientos que propone como fundamentales para pensar el fenómeno literario y presenta el marco de legibilidad que se diseña para abordarlos. El segundo capítulo analiza de manera comparativa la edición independiente pequeña y mediana de América Latina y España y el tercero se centra en las ferias del libro y los festivales literarios. Cultura literaria y políticas de mercado cierra con unas breves conclusiones que resaltan el potencial político de retomar este tipo de herramientas de la crítica que piensan la dialéctica entre literatura y sociedad.

Los estudios sobre la estética y producción literaria en castellano del presente no pueden obviar este trabajo que parte de identificar el problema acuciante de la pérdida de poder de la literatura en la esfera cultural pública. El libro delinea el trasfondo de festivalización de la cultura literaria en un mundo de globalización neoliberal. Para ello realiza una exhaustiva revisión de trabajos que se especializan en la miríada de dimensiones pertinentes para pensar la literatura, desde los talleres literarios hasta el fenómeno de concentración editorial pasando por el giro digital y la emergencia y creciente consolidación de actores propios de las redes sociales. Este ejercicio de construcción de estados de la cuestión no solo enriquece las preguntas que se formula el libro, sino que además da cuenta de un corpus nutrido de investigaciones enfocadas en casos específicos y realidades circunscriptas que permiten elaborar una mirada totalizante y precisa como la que despliega Gallego Cuiñas.

Dentro de la jerga académica está instalada la noción de transdisciplinariedad de tal manera que su sentido de fondo se vuelve elusivo. Para investigadores y estudiantes interesados en abordar un trabajo de ese tipo, este libro es un modelo más que pertinente. Gallego Cuiñas realiza una lectura materialista de la literatura desde la particularidad de la mirada de la teoría literaria. Para ello retoma la tradición de pensadores latinoamericanos cuyas reflexiones giran en torno a los vínculos entre literatura y sociedad y reactualiza estas propuestas al incorporar la heterogeneidad de fuerzas que dan forma en el presente a la producción literaria como los fenómenos de la espectacularización y la profesionalización. De esta manera, construye una máquina de lectura que denomina crítica literaria del valor, una hermenéutica que estudia a los agentes y mediaciones literarias como textos. En esta línea, el tercer capítulo realiza una close reading, mediante la definición de valores (asociados a políticas como las de performatividad de la literatura), de la textualidad de los programas de un conjunto de ferias del libro y festivales literarios.

Es de destacar el empleo de herramientas estadísticas y la elaboración de ilustrativos gráficos del segundo capítulo sobre editoriales independientes. Vale detenerse en tres puntos que constituyen un trabajo que hace posible el análisis comparativo que es el principal objetivo del capítulo. En primer lugar, la reflexión sobre la noción de independencia como categoría nativa, y los diversos sentidos que los actores le asignan, que la autora convierte en una categoría analítica mediante la definición de políticas a las que se les asignan valores como los de bibliodiversidad, igualdad, sostenibilidad e inclusión. La noción de bibliodiversidad se operacionaliza para pensarla no de manera prescriptiva sino como práctica mediante el análisis de los porcentajes de publicación de géneros menores, de obras de escritoras, de autores noveles y de traducciones de cada editorial. En segundo lugar, cabe reparar en la producción de datos elusivos, ya que muchas editoriales no registran sus catálogos en las agencias de ISBN o los informes relevantes no documentan datos como los que recaba Gallego Cuiñas, que refieren a características de las editoriales –como su país de origen–, de sus catálogos –como los géneros literarios que editan y la procedencia de los autores–, de las formas de trabajo –como la coedición o la composición de los equipos laborales–, así como de la materialidad de los libros –mediante el registro de los tipos de materiales que emplean–. Todo ello le permite realizar una clasificación que distingue entre las editoriales pequeñas y medianas con las que compara los datos. En tercer lugar, los estudiosos interesados en el mundo editorial encontrarán valioso no solo este análisis, sino también la información sobre las editoriales y la cartografía delineada que están disponibles en la página del proyecto ECOEDIT de la Universidad de Granada (https://ecoedit.org/).

Cultura literaria y políticas de mercado toma una amplia muestra de editoriales independientes y un conjunto de casos de ferias del libro y festivales literarios de España y América Latina para preguntarse cómo estos mediadores se disputan el control y la coproducción de trabajo del escritor, el texto literario y su espectáculo en los mercados. Un espacio literario hipermediatizado, precarizado y marcado por la profesionalización y multiplicación de mediadores hace necesariamente virar el foco del analista hacia aquellos gatekeepers que tasan y legitiman el valor económico y simbólico de la literatura. De este modo, para cerrar la presente reseña cabe inscribir este libro en una tradición de investigaciones dentro de la teoría y la crítica literarias que no solo estudian un momento particular de la literatura sino también reflexionan sobre cómo hacerlo. Cuando Adolfo Prieto en su ya clásico El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna (Sudamericana 1988) analiza la literatura argentina popular de fines del siglo xix y de primera mitad del xx, se enfoca en la difusión de folletines en ediciones populares y baratas a partir del estudio y reconstrucción de una trama compleja de campos de lectura y redes textuales que involucran circuitos novedosos que no se circunscriben a la tradicional cultura letrada sino que suponen formas de sociabilidad del ámbito popular. Cuando Claudia Gilman en Entre la pluma y el fusil (Siglo XXI, 2003) define el objetivo de investigar la literatura de los años sesenta y setenta, encuentra que la voluntad de transformación marca las preocupaciones de los escritores que ponen a debate la propia especificidad literaria por lo que apunta su análisis a la intervención de los intelectuales latinoamericanos en debates de revistas y en espacios públicos que trascienden los límites nacionales, lo que tiene efectos en términos analíticos ya que lleva a pensar en lo regional. Gallego Cuiñas identifica que “el escritor ahora ya no vive del des-valor del texto literario –que se piratea y reproduce constantemente– sino de otras economías de la cultura literaria y de su radical contingencia: festivales, ferias, performances, másteres, talleres, etc.” (p. 58). Por ello, estudiar la literatura del presente exige estudiar estas particulares condiciones de producción y la autora lo hace con herramientas propias de la crítica literaria y con lecturas sugerentes de la sociología de la literatura que conducen a elaborar conceptos con mucho potencial para futuras investigaciones como las categorías de cultura literaria y de randomización de la literatura. El potencial no es solamente académico, sino también político: “desde la crítica, debemos entrar en este debate público sobre el mercado no solo para explicarlo sino para transformarlo” (p. 42).

María Belén Riveiro
(Instituto de Investigaciones Gino Germani, Buenos Aires)
(Facultad de Ciencias Sociales-
Universidad de Buenos Aires/
Conicet)

Sergio Pitol: Cuentos. Edición de José Luis Nogales Baena. Madrid: Cátedra 2021 (Colección Letras Hispánicas). 540 páginas.

Este volumen no es una colección de los cuentos completos del escritor mexicano Sergio Pitol (Puebla, 1933-Veracruz, 2018), sino una selección de veinte piezas narrativas breves que hace José Luis Nogales Baena. A lo largo de las tres partes en que divide su introducción crítica (“Sergio Pitol: vida y obra”, “Reflexiones en torno a la creación”, y “Los cuentos: continuidades y disrupciones”), el editor despliega un conocimiento completo y complejo de la vida, obra, influencias y legados de su antologado. Además, y esta me parece una de las cualidades más valiosas de su trabajo, Nogales Baena expone, explica y transmite de forma puntual y sencilla, sin excesos eruditos que no conduzcan a otra cosa que entender la figura de Pitol, la importancia de su obra en el plano del diálogo internacional y trasatlántico del siglo pasado, así como los valores intrínsecos a su escritura que la hacen única y diferenciable. Tanto la introducción como el aparato crítico se desarrollan con una gran amabilidad para lectores neófitos, al mismo tiempo que con una buena apertura al diálogo con los ya conocedores de Pitol. Dieciocho de los veinte relatos escogidos provienen directamente del cuarto volumen de las Obras reunidas, correspondiente a los textos ficcionales breves, publicadas en 2004 por el Fondo de Cultura Económica, y que fueron cuidadas en vida por el propio Pitol, famoso por estar siempre al cargo de sus propias publicaciones. Recurrir inmediatamente a ese origen, demuestra que aquella colección de cuatro tomos del FCE, seguirá siendo la definitiva para conocer el vasto universo creativo y archivo literario que es la escritura de este ensayista, narrador y traductor fundamental de la inteligencia del siglo xx mexicano. Sin embargo, parte la importancia del trabajo de Nogales Baena es funcionar como un apéndice de esa espléndida publicación de trabajos completos que es, en realidad, un poco o un tanto inaccesible para los usuarios más comunes de la Colección Letras Hispánicas de Cátedra, que suelen ser estudiantes de pre o posgrado. En este volumen, por lo tanto, estamos ante una herramienta más que útil para el estudio y la divulgación de la cuentística pitoleana, a la que sí es conveniente acercarse con una guía sencilla y puntual como la que aquí se ofrece.

El mapa textual seleccionado por Nogales Baena es más que suficiente para transitar los caminos del ingenio, la clarividencia, la sapiencia y la osadía formal del veracruzano. Igualmente, gracias al acucioso y suficiente, aunque breve, trabajo biográfico e interpretativo que se hace en la “Introducción”, este volumen enriquece la materia de los estudios sobre Sergio Pitol por varias otras razones. Una de ellas es el reconocimiento que se hace a la vitalidad de la obra de un escritor que, aunque popular y querido en su país y en su tiempo, no gozó en vida, mucho menos en su juventud, de la celebridad y la atención debida que algunos de sus contemporáneos de distintas generaciones, de Carlos Fuentes a José Emilio Pacheco, sí tuvieron. Sergio Pitol no fue un escritor “raro” ni “de culto”, el trabajo académico sobre su literatura no es “de rescate”, y Nogales Baena no cae en esa trampa muy común en la crítica contemporánea de reducir a esa clase de espacios, personalidades y obras que no figuran en la primera línea del canon, pero que sin duda están ahí. El estudio que ilumina esta antología es cuidadoso al llamar la atención sobre los valores personalísimos, los más únicos y originales de la literatura de Sergio Pitol, empezando por el hecho de que su creación ficcional está tan ligada a su experiencia de vida que resulta, en muchas ocasiones, imposible o inútil tratar de separarlas, pero al mismo tiempo, que es una literatura que se hace desde la literatura, que se crea metaliterariamente. Este aspecto de su poética personal, junto con algunas peculiaridades irrepetibles en cualquier otro autor coetáneo, como su cercanía con literaturas lejanas e ignoradas en la gran biblioteca latinoamericana del postboom, particularmente las del bloque soviético, son tratadas en esta edición no a manera de recuento anecdótico, sino con la intención de explicar las causas y efectos que tienen las aficiones lectoras y el compromiso autoral, en la escritura de un autor llamado a ser clásico. Queda claro que la intención de Nogales Baena es presentar a Sergio Pitol como un escritor multifacético, que con el tiempo pasó de ser un simple editor, a un intelectual discordante con la usanza latinoamericana de su época, siempre viajante, siempre traductor, siempre un animal político. Quien se acerque a él a través de esta antología, va a entender que ni los temas de Pitol, ni sus recursos creativos, mucho menos su cartografía política, ni sus preocupaciones éticas y estéticas, fueron las del resto de los escritores igual o más célebres que él en la segunda mitad del siglo xx de la literatura en español.

En realidad, puede que ese sea el gran tema por tratar cuando se estudie hoy mismo a Pitol, y no otro, no uno más filológico, o crítico textual sobre sus cuentos, o cuando menos esa es la sensación que deja la lectura del volumen de Nogales Baena. Por ejemplo, en el apartado “Esta edición”, se da noticia del proceso para la fijación de los textos seleccionados, que, en la mayoría de los casos, y al tratarse de un escritor contemporáneo, no requiere mayor esfuerzo que seguir lo que el propio autor ya había decidido en su última edición en vida. Sin embargo, el trabajo no es gratuito y es necesario para fijar la cuentística de un autor que en la recta final de su vida tuvo la responsabilidad de reunir y establecer su obra completa, pero que ya antes, durante las décadas de su creación, volvió frecuentemente a sus textos, creando continuamente nuevas colecciones de sus relatos a partir de la revisión de las ya existentes, recuperando, reacomodando y resignificando, incluso bajo otros títulos, lo que ya había sido publicado (p. 21).

Vale hacer mención que, a pesar de que el volumen se titula Cuentos, además de los relatos seleccionados, 18 de las Obras reunidas, hay dos textos más que no son propiamente cuentos: “Cementerio de tordos”, que es originalmente el cuarto capítulo de la novela Juegos florales (1982), y “De cuando Enrique conquistó Asjabad y cómo la perdió”, que proviene del mutante y memorístico El mago de Viena (2005). Como complemento al mapa de la narrativa pitoleana, Nogales Baena incluye en su edición, en la parte final, un par de apéndices con una miscelánea de textos breves que tienen el propósito explícito de ayudar a una comprensión más general de la narrativa escritor, diplomático y traductor mexicano, y que verdaderamente resulta muy ilustrativa, en particular los fragmentos de sus diarios que dialogan directamente con algunos de los cuentos (p. 103). El aparato crítico de la edición, para nada abrumador, no se detiene en notas gratuitas y sobrantes, por ejemplo, apuntes puramente biográficos que corresponderían al apartado de la “Introducción”, o meras recopilaciones de datos de color, no poco usuales en las ediciones de la colección Letras Hispánicas de Cátedra. Antes bien, González Baena desarrolla de forma justificada una explicación de particularidades lingüísticas o socioculturales, propias del origen y también de las circunstancias epocales y biográficas del autor, que se convierten en un acervo para valorar con mejor comprensión la paleta compleja de orígenes y referencias de la narrativa de Sergio Pitol. Aquí distingo, por ejemplo, la recuperación de intercambios epistolares a los que de otra manera no se tendría fácil acceso, y que también vale la pena citar en el momento preciso del relato ficcional para ejemplificar, o demostrar, el anclaje que, con su propia realidad, con su propia experiencia de vida, tiene lo escrito con lo vivido, y, sobre todo, con lo sentido, en el caso del autor de Domar a la divina garza (1988).

Joserra Ortiz
(San Luis Potosí)

3. HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES: ESPAÑA

Ludger Mees: El contencioso vasco. Identidad, política y violencia (1643-2021). Madrid: Tecnos 2021. 386 páginas.

Este libro del historiador alemán Ludger Mees es, ante todo, un ejercicio de valentía. En primer lugar, porque trata de sintetizar en menos de 400 páginas la historia del nacionalismo vasco y de ETA, una compleja y larga historia, llena de giros, escisiones y múltiples matices y aristas, cuya explicación requiere de una rigurosa contextualización. En segundo lugar, porque, como el mismo autor reconoce, lo ha podido escribir tras superar un momento de bloqueo intelectual y personal provocado por el asesinato de José Luis Korta, empresario vasco a quien Mees conocía personalmente. Y, en tercer lugar, porque tras el largo recorrido por los diferentes escenarios del contencioso vasco, el autor, alentado por la atmósfera de menor crispación que ha proporcionado el fin de la violencia de ETA, no se limita a una descripción histórica de los acontecimientos, sino que toma partido y comparte con el lector sus opiniones.

Los resultados de su investigación fueron publicados por la prestigiosa editorial Routledge en The Basque Contention. Ethnicity, Politics, Violence (2020) y el libro que nos ocupa es la versión revisada, actualizada y en español de dicha obra. Ludger Mees, catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU (Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea), posee una larga trayectoria de investigación en temas relacionados con el nacionalismo vasco y es uno de los referentes en este ámbito. En su dilatada experiencia ha podido comprobar que, sobre todo en el extranjero, se había impuesto una narrativa sustentada en varios prejuicios. Por un lado, pensar que el contencioso vasco nace con ETA. Sin negar que la violencia de ETA ha constituido una parte importante del litigio y ha marcado claramente una etapa de la historia del País Vasco, Mees pretende demostrar que en el problema vasco han estado implicados muchos agentes a lo largo de la historia. Por otro lado, también quiere descartar la interpretación de que ETA es una consecuencia lógica y natural de un conflicto político. Enfocarlo de esa manera respondería a una perspectiva reduccionista.

Por tanto, el objetivo del autor es demostrar que el contencioso vasco ha sido, desde sus orígenes hasta la actualidad, un fenómeno complejo que, además de una dimensión político-administrativa, relativa a la relación entre el País Vasco y los Estados español y francés, posee también una dimensión ética –concerniente al uso de la violencia– y otra social –relacionada con la búsqueda de consenso en el seno del País Vasco–. Y precisamente por la complejidad y multiplicidad del objeto de estudio, Mees apuesta por la utilización del término contencioso contention en inglés–. Este concepto acuñado en los años setenta y basado en las teorías de Charles Tilly, Sidney Tarrow y Doug McAdam, ha sido elegido por el autor porque le permite rebasar la cuestión de la violencia política y situarla en un marco de conocimiento más amplio relativo a procesos políticos y movimientos sociales de mayor alcance. Quizá en castellano no sea el término más adecuado, puesto que requiere de una explicación sobre su significado. De hecho, en principio, el concepto puede confundir al lector castellanoparlante, hasta que conoce, en la introducción, la razón de su elección y el marco teórico del que procede. Asimismo, puede que la utilización de esta expresión responda también a la intención del autor de evitar el sentido añadido que otros conceptos como “conflicto” o “contestación” pueden conllevar.

Así, el contencioso vasco se convierte en el hilo conductor del libro. Mees ofrece un recorrido por diferentes épocas históricas, un “relato analítico” (p. 355) mediante el cual explica el humus histórico en el que tomaron cuerpo las decisiones que, con perspectiva histórica, se reconocen en la actualidad como hitos. Se van describiendo los distintos contextos y los actores y agentes protagonistas en cada una de las épocas. El esfuerzo de contextualización y de huir de la simplificación es tal que, en ocasiones, la abundante información puede dificultar el seguimiento del argumento por parte de un lector no ducho en la materia.

Cada capítulo se abre con varias citas que representan diferentes opiniones u opciones políticas y/o ideológicas, lo cual resulta muy ilustrativo. Excepto en la introducción y en el primer capítulo, se sigue un criterio cronológico; si bien, en el seno de cada uno de los capítulos, los contenidos se organizan temáticamente, e incluso a veces se recurre a los flash-back. En mi opinión, los 9 capítulos se podrían estructurar en cuatro partes: la primera, de explicación y contextualización de la investigación, comprendería la introducción y el capítulo 1. La segunda abarcaría los capítulos 2, 3 y 4, correspondientes a tres amplias etapas de la historia de España y el País Vasco –siglos xvii al xix, finales del xix a la conclusión de la Guerra Civil, y el franquismo–. Los capítulos 5, 6 y 7 son los que corresponderían a las épocas que van desde la Transición hasta el final de ETA. Y, finalmente, en el capítulo 8 y en el epílogo, el autor explica las negociaciones y los acontecimientos previos a la disolución del grupo terrorista, llegando hasta la actualidad y aportando sus reflexiones y propuestas. El apéndice bibliográfico que cierra el libro corrobora que se trata de un trabajo muy documentado. El vacío de bibliografía relativa a los últimos años se suple meritoriamente con otro tipo de fuentes periodísticas e institucionales.

Considero especialmente reseñables la introducción, los capítulos 1 y 8, y el epílogo; es decir, las secciones de apertura y cierre del libro, por cuanto es en ellos donde el autor expresa sus deducciones, valoraciones y opiniones. En la introducción (“Rescatando a los piratas”, pp. 16-31), Mees sitúa su objeto de estudio en un encuadre teórico concreto, argumenta la elección del término contencioso y establece los objetivos y las hipótesis que pretende refrendar a través de los siguientes capítulos. En estas páginas se condensa, sin duda, el nudo gordiano de la investigación, que el autor manifiesta con destreza.

Antes de retrotraer en el tiempo su narrativa, en el primer capítulo (“El contexto: estado y nación en Francia y en España”, pp. 32-51) el historiador alemán contextualiza el nacimiento del nacionalismo vasco como movimiento, y abre el foco para ofrecer un resumen de los debates historiográficos en torno al proceso de construcción nacional español, debate esencial para descubrir los factores que desencadenaron la movilización del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Realiza una puesta al día de la discusión sobre el proceso de nation-building en España, muy interesante y estimulante para los interesados en la materia.

A partir de ese momento, el historiador alemán comienza a tejer la narrativa del contencioso vasco. Sin detenerme en la descripción de los contenidos de cada uno de los capítulos, quisiera recalcar determinados aspectos en cada uno de ellos. Del capítulo 2 (“El particularismo vasco”, pp. 52-80) –en el que el catedrático desarrolla el proceso de “etnogénesis” que desembocó en la formación de una “identidad vasca etnocultural premoderna”–, destacaría la sección en la que se aborda cómo, dónde, cuándo y con qué sentido comenzó a utilizarse el concepto Euskal Herria, información que favorece la compresión de las actuales controversias en torno al nombre en euskera del País Vasco. Cabe señalar, asimismo, que se dedica un apartado al contexto francés para explicar las débiles oportunidades que existían en ese país para la génesis de una identidad nacional alternativa a la francesa. Iparralde –término con el que se denomina al conjunto de las provincias vascas en territorio del Estado francés– está presente en esos primeros capítulos del libro, pero posteriormente el relato se centra en lo sucedido en el Estado español.

En los siguientes dos capítulos, se expone la evolución del nacionalismo vasco desde su creación. En el capítulo 3 (“El reclamo de la soberanía”, pp. 83-129) es particularmente interesante el análisis de los diversos factores por los que el movimiento creado por Sabino Arana tuvo éxito. El capítulo 4 (“Entre la resistencia y el conformismo”, pp. 130-167) –que aborda la etapa del franquismo y consiguiente exilio para muchos políticos vascos, entre ellos los nacionalistas–, el autor argumenta cómo la Segunda Guerra Mundial coadyuvó a que el contencioso vasco se internacionalizara. Sugerente, asimismo, la parte dedicada al nacimiento de ETA (Euskadi ta Askatasuna, Euskadi y libertad) y su incidencia en la transformación de la naturaleza del contencioso.

En el capítulo 5 (“Transitando a la democracia”, pp. 168-205) merecen particular mención los apartados dedicados a la imagen desigual que la Transición mostró en las provincias vascas con respecto a otras zonas del Estado, y los intentos de ETA por crear a su alrededor su particular microcosmos sociopolítico y organizativo. De los capítulos 6 (“Construcción de autonomía y violencia política”, pp. 206-255) y 7 (“La década radical”, pp. 256-293), subrayaría las páginas dedicadas al bascular del PNV entre las negociaciones y acuerdos establecidos con el PSOE y las “tentaciones pan-nacionalistas” (p. 231), el apartado relativo a la violencia de ETA y a la narrativa utilizada por la organización terrorista en unos años en los que la magnitud de la violencia (terrorismo y contraterrorismo de Estado) relegó la dimensión política de la cuestión vasca, y la explicación de la confluencia de motivos que llevó al PNV a unirse con la izquierda abertzale en el denominado Pacto de Lizarra (Pacto de Estella).

En los tres primeros apartados del capítulo 8 (“De la violencia a la política”, pp. 294-351) el autor continúa examinando la evolución del contencioso vasco, a través de las negociaciones, las nuevas estrategias discursivas y las desavenencias varias en el seno del nacionalismo vasco. La última sección, empero, bien podría haber constituido, junto con el epílogo, las conclusiones del trabajo, puesto que el autor detiene su relato para hacer una valoración de la existencia de ETA. Utiliza el original concepto de “suicido inducido” (p. 343) con el objeto de hacer frente, por un parte, a los sectores que afirman que la presión policial y judicial es exclusivamente la que ha terminado con ETA, y, por otra, a la narrativa de ETA que declara que es ella la que decide poner fin a su existencia. Mees subraya que fue la confluencia de distintos factores la que condujo al esperado final de la violencia.

El “Epílogo” (pp. 352-371) me ha resultado especialmente relevante. Escrito en un momento posterior a la pandemia de la COVID-19, en estas páginas el autor recalca el paralelismo entre la naturaleza del contencioso a finales del siglo xix y en la segunda década del siglo xxi, y subraya, recogiendo las hipótesis de partida, dos ideas principales. En primer lugar, incide en el rechazo de la interpretación unidimensional del contencioso vasco como un problema básicamente de violencia política y remarca su multidimensionalidad. Por otro lado, en una coyuntura que proporciona nuevas condiciones para un arreglo democrático, aporta posibles salidas al contencioso vasco, aun a sabiendas de que ninguna de ella va a ser perfecta. Sus reflexiones finales, que –como él mismo reconoce–, trascienden el análisis histórico, pivotan sobre las siguientes consideraciones: la pluralidad ideológica de la sociedad vasca –lo que le lleva a afirmar que el contencioso no ha sido ni es únicamente un conflicto entre el País Vasco y España, sino también un litigio entre los vascos– y la necesidad urgente de recordar el pasado y honrar a las víctimas tanto de la violencia de ETA como de la del Estado.

En conclusión, El contencioso vasco constituye un valioso compendio interpretativo de la historia del nacionalismo vasco, cuyo leitmotiv es el denominado contencioso vasco, entendido este como “el problema del autogobierno y de la relación entre la ciudadanía y los Estados español y francés” (p. 354). La trayectoria trazada por Mees y las reflexiones que va filtrando entre las líneas de su narración, invitan al lector a la autocrítica y a su propia reflexión. Asimismo, valoro especialmente el esfuerzo continuo del autor por huir de perspectivas simplificadas y dicotómicas, por observar la realidad desde diferentes flancos y por aportar soluciones –nunca definitivas– de presente y de futuro. Un trabajo de síntesis de este calibre y complejidad sólo es posible después de años de trabajo, reflexión y maduración.

Leyre Arrieta Alberdi
(Universidad de Deusto, Bilbao/San Sebastián)

Adolfo Fernández Pérez: Historia del socialismo asturiano, vol. 1. De los orígenes a la crisis de 1917. Oviedo: Fundación José Barreiro 2021. 479 páginas.

Desde mediados de los años ochenta del pasado siglo la Fundación José Barreiro, vinculada a la Federación Socialista Asturiana del PSOE, viene realizando una encomiable tarea de recuperación de la historia del socialismo asturiano a través de sus publicaciones, ya sea con biografías o memorias de sus principales dirigentes o referentes históricos o bien con microhistorias sobre algunas de las agrupaciones socialistas de la región. Sin embargo, ahora emprende su tarea más ambiciosa en este ámbito: la edición en seis tomos de una historia del socialismo asturiano, desde sus orígenes hasta la actual democracia, a cargo de varios autores. Es el primero de estos tomos –el que va desde sus orígenes a la crisis de 1917– el que vamos a comentar a continuación.

Su autor es Adolfo Fernández Pérez, que fue durante varios años director de esta Fundación y firmante también de varias publicaciones sobre destacadas personalidades del socialismo asturiano, como la del comandante guerrillero José Mata o la de José Barreiro, el dirigente del PSOE en el exilio, que da nombre a la Fundación. Ahora es el autor de un trabajo que se abre con la fundación de la primera Agrupación Socialista asturiana, la de Gijón en 1891, y que se cierra en vísperas de la crisis de 1917, que puso en quiebra el régimen político de la monarquía de Alfonso XIII. Por tanto, estamos ante un trabajo que aporta un conocimiento de primera mano a la historia del movimiento socialista español y que pone en evidencia la importancia que la Federación Socialista Asturiana (FSA) y sus principales dirigentes han tenido dentro del Partido Socialista y la UGT.

El libro, en sus primeros capítulos, destaca tres importantes realidades: el destacado papel que Manuel Vigil desempeña en esta primera expansión del socialismo en Asturias, la relevancia que tiene la Agrupación Socialista de Mieres en las cuencas mineras y, por último, la importancia que alcanza el periódico La Aurora Social, en la difusión de las ideas socialistas por la región desde su aparición en 1896 y a lo largo de más de treinta años.

A principios del siglo xx, el socialismo asturiano había conseguido crear una veintena de Agrupaciones, todo ello por el activismo que sus militantes más conocidos tuvieron al frente de los numerosos conflictos laborales que se produjeron en la región. Para coordinarlas a todas, a principios de 1901 se decidió fundar la FSA dentro del PSOE. Se hace en un congreso que se celebraba en el Centro de Sociedades Obreras de Oviedo con la asistencia de representantes de trece Agrupaciones que decían reunir a un total de 6.867 afiliados y del que Manuel Vigil salió elegido como presidente de su primer Comité Provincial o Ejecutivo (pp. 83-88).

Ya por entonces, el socialismo asturiano se hallaba impregnado de uno rasgos tácticos más conocidos del “pablismo”: la prudencia a la hora de lanzar un conflicto huelguístico por los destrozos que una derrota obrera podía causar a las organizaciones que lo convocaba. Fue lo que una y otra vez pusieron en evidencia los militantes ugetistas de Gijón, ciudad en la que tenían que compartir la acción sindical con una importante implantación del anarquismo. Pero quizá el aspecto más llamativo que tiene este libro son los capítulos que dedica a analizar los trabajos que realizan estos socialistas asturianos para favorecer la educación obrera, con la creación de escuelas nocturnas y bibliotecas en las Casas del Pueblo, mediante ciclos de charlas y conferencias y con una iniciativa que probablemente sea la aportación más innovadora que hacen los socialistas asturianos en esta primera década del siglo: un acuerdo con la “Extensión Universitaria” de la Universidad de Oviedo que va a llevar a intelectuales como Leopoldo Alas “Clarín”, Rafael Altamira o Adolfo González Buylla a participar en los ciclos de conferencias que organizan las Agrupaciones de Oviedo primero y Gijón después. Unas charlas que más tarde se complementaría con la organización de excursiones populares a museos, monumentos históricos o lugares no sólo de la propia Asturias, sino también de la vecina Cantabria (pp. 114-118).

También se destaca en el libro la incorporación de las primeras mujeres a la vida orgánica de las Agrupaciones, destacando la figura de Teresa Olay en la Agrupación Socialista de Gijón, por lo que tuvo de pionera y porque llevó a otras mujeres a la lucha social, con su presencia en mítines y manifestaciones o integrándolas en los grupos de teatro y orfeones que se creaban en algunas Casas del Pueblo.

El impulso ascendente que tuvo la FSA en los primeros años del siglo xx y que le llevó a tener organizadas 24 entidades cuando celebró su congreso en 1903, se empezó a quebrar a partir de 1904, entrando en un periodo de decadencia que duró casi siete años, hasta 1910. Adolfo Fernández considera que fueron dos los factores que motivaron esta crisis. El primero fue el fracaso con el que terminaron algunos de los más importantes movimientos huelguísticos de estos años, especialmente la llamada “huelgona” de 1906 y sus secuelas de desencanto entre los obreros, la desaparición de sus sociedades, los despidos y la emigración de centenares de familias de mineros a países como Cuba, Argentina, Brasil o la California americana. Y, en segundo lugar, estuvo la crisis de trabajo que se desencadenó a partir de 1905. Solo a partir de 1909, gracias a las ilusiones que despertó la formación de la conjunción republicano-socialista se pudo superar esta etapa depresiva y también por la reorganización societaria que se produce entre los trabajadores asturianos Es entonces cuando emerge con fuerza una de las figuras más importantes de la historia del socialismo y el ugetismo: Manuel Llaneza. Un personaje clave en la historia de este libro, que ya en enero de 1904 había sido uno de los impulsores en Mieres de la primera Juventud Socialista de Asturias y que en 1910 es el promotor del potente Sindicato Minero, vinculado a la UGT, una plataforma de lucha obrera que en 1918 le serviría para llegar a la alcaldía de su municipio (pp. 232-234).

En el libro también se narran algunos de los intentos secularizadores que los obreros asturianos quisieron practicar en su vida cotidiana, como la celebración de matrimonios y entierros civiles y los enfrentamientos dialécticos y literarios con los “círculos católicos” que desde sus minas amparaba el marqués de Comillas. Finalmente, el libro se cierra con un capítulo en el que se destacan las principales luchas que protagoniza el Sindicato Minero, con destacadas victorias por la disciplina y la fortaleza con la que las planteaba, como quedó demostrado en el conflicto que se organizó para reivindicar –y conseguir– un salario mínimo para los mineros en septiembre de 1913. De hecho, sostiene Adolfo Fernández que el afianzamiento definitivo del socialismo en Asturias en vísperas de la crisis de 1917 no fue tanto un resultado del pacto con los republicanos, como de los esfuerzos de sus dirigentes, con Manuel Llaneza al frente, para inculcar entre los obreros sindicados la conciencia política necesaria para ir más allá de las simples reivindicaciones laborales (p. 372).

Estamos ante una historia del socialismo asturiano claramente “militante, lo que justifica que episodios controvertidos como la separación temporal de Manuel Vigil de la dirección de la FSA por sus problemas internos apenas si se esbozan o que se le dediquen varias páginas a reproducir íntegramente los nombres y apellidos de todos los integrantes que en determinados momentos formaban parte de las distintas Agrupaciones Locales que integraban la FSA, como ocurre en las páginas 166-170 y 201-204, que no aportan nada al relato. El libro también carece de un marco comparativo para resaltar lo que peculiar tiene en aquel territorio la construcción de lo que entonces se llamó el Partido Obrero. Un contrate con lo que se cuenta en historias del socialismo de otras comunidades autónomas ya publicadas, como las del País Valenciano, Cataluña, Andalucía o el País Vasco, nos permitiría valorar en sus justos términos lo que de novedoso tuvo la creación de la FSA como organización provincial ya en 1901 cuando en otros territorios como los citados estas estructuras orgánicas intermedias del PSOE tardarían todavía más de tres décadas en aparecer. O lo interesante que resulta la colaboración de la Extensión de la Universidad de Oviedo con las organizaciones socialistas, una experiencia que resultaba completamente novedosa en el socialismo español de entresiglos, sin parangón en otras regiones, por lo que sabemos. De todas formas, este libro permite conocer mejor la historia del socialismo español porque no se centra en el análisis de su élite dirigente nacional, ni de sus organizaciones centrales, sino desde abajo y fuera del estricto círculo capitalino madrileño.

Diego Caro Cancela
(Universidad de Cádiz)

Isabel Bartolomé Rodríguez / Mercedes Fernández-Paradas / Jesús Mirás Araujo (eds.): Bajo la cálida luz del gas. Los mercados regionales de la industria gasista en España (siglos xix y xx). Madrid: Sílex Universidad 2022. 356 páginas.

En los últimos años ha habido un auge destacado en los estudios sobre la industria del gas en nuestro país de la mano de Mercedes Fernández-Paradas y de todo el equipo dedicado al estudio de la historia del gas. Pero lo cierto es que este interés por la industria del gas ha ido más allá al conseguir aunar los intereses de todos aquellos dedicados a este tema. Todos estos trabajos han contribuido a llenar un amplio vacío historiográfico y este libro es buen ejemplo de ello. Así, es de agradecer la labor editorial de Isabel Bartolomé Rodríguez, Mercedes Fernández-Paradas y Jesús Mirás Araujo.

Son las características de la industria gasista las que establecen una clara discontinuidad territorial que obligan a estudiar esta industria desde una perspectiva regional. Antes de proceder adelante es conveniente señalar que la información disponible sobre la industria del gas de varias regiones es aún incompleta por lo que esperamos que los académicos sigan entusiasmados con ello. Más aún cuando las circunstancias actuales impuestas por la guerra en Ucrania y las restricciones del gas nos obligan a todos a echar la vista atrás para comprender los numerosos desafíos que el devenir de los hechos fue imponiendo a esta industria.

El libro consta de trece capítulos dedicándose los dos últimos al caso de Portugal. En el primer capítulo, los autores analizan dos aspectos bien definidos: la difusión territorial del gas en Cataluña y las pautas de consumo. La también temprana llegada de la electricidad llevó a la industria del gas a modernizarse para hacer viable el negocio gasista. Así, la industria del gas, presente en las cuatro provincias catalanas es analizada atendiendo a la población de hecho de las localidades. La significativa presencia del gas en núcleos pequeños, de entre 1.000 y 5.000 habitantes, allá por los años interseculares, se convierte en un rasgo singular del modelo catalán. No obstante, tanto la producción como el consumo por habitante en Barcelona decuplica el valor del resto de provincias de Cataluña, aunque se sitúa Barcelona aún muy lejos del valor de los grandes consumidores de gas en Europa y de las urbes centrales y occidentales europeas de consumo medio. Resulta muy interesante la discusión sobre la diversificación de los usos del gas. Los autores dan a entender que, si bien el gas como fuerza motriz ya se utilizaba hacia 1870-1880, fue a finales de siglo en Barcelona cuando el número de motores era relativamente elevado. Siendo el modelo catalán líder indiscutible, y a pesar de la escasa información, ha llegado el momento de preguntarnos por las industrias que utilizaban el gas como fuerza motriz.

En el segundo capítulo, los autores hacen una comparativa entre dos regiones que comienzan con la implantación del gas en régimen de monopolio. Es un capítulo con mucho contenido pues el periodo temporal que abarca es muy extenso. No sorprende la cantidad de empresas de gas que se establecieron en diferentes ciudades andaluzas entre 1845 y 1890. En Galicia, por el contrario, la llegada del gas fue más tardía, con la excepción de La Coruña, y dicen los autores que la llegada fue “débil”, al limitarse a cuatro ciudades. ¿Creen los autores que este hecho condicionó la estrategia de las gasistas gallegas al aparecer las eléctricas? En el caso de Andalucía, Lebon se hizo con varias centrales de electricidad, ¿cómo afectó esta decisión a su negocio? Volviendo a Galicia, y con el paso del tiempo, sabemos que el negocio del gas quedó integrado en las compañías eléctricas, y el gas se convirtió en una actividad residual. Los autores señalan que “no era una sección rentable”, pero en Asturias, Hidroeléctrica del Cantábrico, implantó el cracking en Oviedo y Gijón y las fábricas continuaron en funcionamiento2 (Valdaliso et al. 2022). La comparativa es una parte vital del análisis historiográfico y Bajo la cálida luz del gas ofrece una interpretación consistente que permite ahondar en aspectos de este tipo.

En el tercer capítulo, los autores realizan una importante contribución al analizar exclusivamente el caso valenciano. El análisis realizado sobre el origen del capital y la importancia del conseguidor de la concesión es extremadamente valioso para la literatura. Lo deseable hubiese sido conocer exactamente la participación de cada inversor local, pero en ausencia de ello, resulta absolutamente esclarecedora la explicación ofrecida sobre el papel de estos inversores en la economía valenciana y fuera de ella. El interés mostrado por un importante grupo empresarial inglés, que se aventuró a invertir en varios municipios mediterráneos, entre ellos Xátiva y Dénia, abre la puerta a futuras investigaciones.

En el cuarto capítulo, los autores analizan detalladamente la introducción del gas en las Baleares (1859-1927). Los mismos autores, dan continuidad a este estudio en el capítulo quinto, “Gas y electricidad en Baleares (1927-1960)”. Así, en primer lugar, se hace uso de la información que aparece en las Memorias de la Sociedad del Alumbrado por Gas (1859-1865). A pesar de la apuesta por las bajas tarifas, los costes del carbón inglés no hacían sino subir, también los fletes, por lo que finalmente la empresa terminará subiendo el precio del gas. Finalmente, La Económica, terminará haciéndose con la concesión del alumbrado público. La primera gran crisis que enfrenta fue la del carbón hacia 1917 y ahí se desvela el obligado entendimiento que las dos empresas estaban llamadas a tener en el futuro. En segundo lugar, se analizan las ganancias derivadas del gas y de la electricidad y se deja claro que el negocio estaba en la distribución de la electricidad, pero para los americanos, el gas canalizado tenía un importante valor, más allá de la ausencia de beneficios en aquel momento. Es obvia la conexión existente entre la industria gasista y la eléctrica y, los autores, a pesar de las dificultades, no olvidan este vínculo. Otro tema de gran interés y que presenta un nuevo interrogante hace referencia a la importancia que tuvo el control del capital extranjero en GESA: ¿fue inevitable la nacionalización de GESA? Los autores hacen referencia a las “fuerzas vivas de Mallorca” pero quizás los lectores no somos capaces de entender el alcance de estas palabras. Todo el capítulo ofrece un análisis comprensivo de gran originalidad analítica y el lector se ve arrastrado, página a página, hacia el entendimiento.

En el sexto capítulo, el autor analiza la prensa sobre el gas durante los años de la Gran Guerra. Así, se obtiene información detallada sobre los problemas de abastecimiento de materia prima en el transcurso de la guerra y se examinan los casos de Valladolid y Madrid. Si bien en el caso de Valladolid se suspendió el suministro de gas debido a la falta de carbón, la ciudad tomó ventaja de la existencia de alumbrado eléctrico. Señala el autor que la decisión del Ayuntamiento de Madrid de incautar la fábrica y rescindir el contrato no fue la panacea pues las dificultades de acceso al carbón afectaban a otras fábricas. Esta conclusión es coincidente con lo que se indica en el capítulo séptimo. En este capítulo, la autora sostiene que la gestión directa de la fábrica de gas en Madrid fue un fracaso. La creación de una Comisión municipal integrada por miembros del Ayuntamiento no solventó los problemas de la fábrica. Conscientes del error y, preocupados por el erario municipal, se nombró un Consejo de Administración con mayoría de personas externas, elegidas en base a sus competencias técnicas. El nombramiento nuevamente de una Comisión municipal llevaría a la fábrica, en poco tiempo, de vuelta a la gestión privada y a la aparición de Gas Madrid. En suma, se señala que “no se contaba aún con los medios adecuados” para gestionar la fábrica como una empresa privada pero, ¿a qué se refiere exactamente la autora? Todo sería rotundamente inobjetable si se realizase un análisis de la situación económica de la fábrica durante el periodo de municipalización o, al menos, durante el breve periodo en el que estuvo nombrado el Consejo de Administración.

En el octavo capítulo, los autores se ocupan de la industria del gas en Bilbao durante el primer franquismo. El capítulo se centra en las trabas para la adquisición de hulla y equipamiento tecnológico confirmando para Bilbao lo que también sucedía en otras fábricas. La comparativa realizada en el texto ha de recibir la atención que merece: la Fábrica Municipal de Bilbao sorteó la situación gracias principalmente al consumo asociado a los usos industriales.

El noveno capítulo contiene el meollo de la aportación del ingeniero Yvern Ballester a la modernización de la industria española del gas. Pudiera pensar el lector que la tecnología era siempre extranjera pero este capítulo, dedicado íntegramente a Yvern Ballester, constituye una prueba irrefutable de que, en el periodo estudiado, no era así. Además, se ha decir que tiene lugar en “la etapa más activa en cuanto a construcción y reforma de hornos de gas”. Su vívida trayectoria académica y profesional le permitió absorber la tecnología de vanguardia del momento y, con gran agudeza, innovó y logró competir con los sistemas de producción extranjeros.

El décimo capítulo se centra en evaluar la figura de Pedro Durán Farrell, figura representativa de Catalana de Gas y de Gas Natural. Los autores señalan que “es necesario acudir a los detallados trabajos de Fàbregas”. Y lo hacen con brillantez, presentando la lógica esencial de la competencia de Durán en la industria de la electricidad y del gas. Antes de pasar al siguiente capítulo sobre el desarrollo y difusión del gas natural en España, es obligatorio señalar que no fue Durán el único que vislumbró la posibilidad de introducir el gas natural en España, aunque sí fue quién lo consiguió. En 1959, vinculado a Lacq, hubo una primera iniciativa para traer gas natural al País Vasco. Así, en ese mismo año, ingenieros guipuzcoanos realizaron una visita a las instalaciones de Lacq y hubo sendas conversaciones entre la Fábrica Municipal de Gas de San Sebastián y las Fábricas de Bilbao, Oviedo y Gijón (Valdaliso et al., 2022). Así, el undécimo capítulo, los mismos autores dan continuidad al tema a partir de información recogida en el Archivo de la Fundación Naturgy. Un primer objetivo es subrayar la labor de Durán que, consciente del atraso tecnológico, logró producir gas de naftas y modernizar la tecnología utilizada en las fábricas de Catalana de Gas. Esto cobra especial relevancia al ser muchas las fábricas en España que, o bien no pudieron hacer frente a semejante inversión, o bien cerraron como consecuencia de un cambio en la estrategia de la empresa. Un segundo objetivo es explicar la importancia, el seguimiento realizado y la implicación de los actores, para lograr transportar el gas natural desde Argelia y Libia. Podemos preguntarnos por los usos del gas natural a partir de 1969 pues la demanda que esperaba su llegada tuvo que sacar provecho de la disponibilidad de gas y, en otras palabras, reducir el consumo de otros combustibles. En mi opinión, pudiera añadirse al último párrafo del capítulo que el apoyo de la Administración también fue determinante para que “España contase con la energía de gas natural”.

En el duodécimo capítulo, el autor lleva a cabo una comparativa entre Lisboa y Cádiz en la segunda mitad del siglo xix. Si bien ambas ciudades iniciaron la iluminación pública a gas en la década de 1840, los inicios no fueron sencillos y el debate, especialmente intenso en el caso de Lisboa, se centró en el perjuicio que generaría a las industrias nacionales proveedoras de aceite. El cambio del aceite nacional por el carbón de piedra extranjero no pasó desadvertido y se convirtió en la principal resistencia del cambio. El detalle ofrecido por el autor en cuanto a uso de aceites y el análisis de la industria nacional de aceites es una de las principales aportaciones del capítulo, al ser este un tema que no siempre se trata de forma exhaustiva. Acordada la iluminación por gas, llegaba el momento de aprobar las condiciones para la subasta. Una mayor atención a la historia de los concesionarios en Cádiz y, sobre todo, a la compañía de Lebon, hubiese permitido manejar otros argumentos en el mecanismo de fijación de precios. En el caso de Lisboa, el proceso fue menos transparente, entre “gallos y medianoche”, y terminó con la creación de la Companhia Lisbonense de Iluminação a Gas. El autor señala que la ausencia de una subasta “permitió a la gasista ser sustentable en el largo plazo”. Esta hipótesis merece una consideración aparte y su desarrollo daría lugar a otro capítulo.

Para finalizar, en el decimotercer capítulo se compara el desarrollo del gas en Évora y la región de Andalucía. Lo cierto es que la mayor parte del capítulo se dedica a la ciudad de Évora. El enfoque utilizado en el texto, basado en el análisis de la información archivística disponible sobre la fábrica de gas en Évora, permite analizar los obstáculos a los que se enfrentó la Companhia Geral de Iluminação a Gas desde sus inicios. La municipalización del servicio del gas se produjo en una coyuntura de crisis para la gasista que se saldó la propuesta de la Companhia Eborense de Electricidad para comprar la fábrica de gas. Tenemos aquí otro caso de municipalización del servicio del gas que puede servir de base para futuras investigaciones.

Concluiré la discusión agradeciendo el debate que suscita la lectura del libro y reivindicando lo apropiado que resulta el análisis regional. Para el lector familiarizado con la historia del gas, los resultados, capítulo a capítulo, llegan a ser verdaderamente útiles. El relato de la historia del gas involucra a numerosos académicos y, ofrece una explicación decisiva, en retrospectiva pero también explicativa de los desafíos actuales.

Patricia Suárez Cano
(Universidad de Oviedo)

Aritza Sáenz del Castillo Velasco: La historia de las naiperas de Heraclio Fournier. Expresión de una memoria viva. Vitoria: Diputación Foral de Álava 2021. 147 páginas.

En 2013 el profesor Sáenz del Castillo defendió su tesis doctoral sobre “La participación de las mujeres en el mercado laboral vitoriano, 1950-1975”. A partir de esa investigación se han sucedido otros trabajos vinculados, por lo general, a la historia social y, más en particular, a la historia de las mujeres y de género en el periodo franquista. Se podría decir, por tanto, que su labor investigadora se inserta en una corriente historiográfica que, a día de hoy, está en pleno auge. De forma que su aportación en la materia a la historiografía vasca resulta de sumo interés. A este respecto, el libro que ahora se presenta se inserta perfectamente en esta línea y aborda un tema especialmente interesante para la ciudad de Vitoria: la recuperación de la memoria de todas aquellas mujeres que trabajaron en la conocida fábrica de naipes de Heraclio Fournier, negocio que echó a andar en 1870.

A diferencia de Vizcaya y Guipúzcoa, Álava fue una provincia de muy escasa industrialización durante el siglo xix. De hecho, mientras Bilbao y San Sebastián se convirtieron en focos activos de modernización, gracias al desarrollo de la industria, la banca, el comercio o el turismo en el caso donostiarra, Vitoria siguió siendo una pequeña capital de provincia con escasísimo dinamismo económico. Esa ciudad levítica, como la denominara hace años Antonio Rivera, acogía a un buen número de curas y militares, pero pocos emprendedores. Uno de éstos fue, precisamente, Heraclio Fournier González (1849-1916), quien, nacido en Burgos, se instaló en la capital alavesa para poner en marcha uno de los negocios más longevos de esa ciudad. Aquí estableció su primer taller de estampación de litografía y tipografía. Siendo verdad que sus inicios fueron más bien modestos, lo cierto es que el taller de Fournier, dedicado fundamentalmente a la elaboración de naipes, pronto se convirtió en una de las empresas más sobresalientes de Vitoria en particular y de Álava en general. Es más, por su especialización en cartas de gran calidad, tanto por su diseño como por su proceso de elaboración, la fábrica de Fournier no tardaría en convertirse en todo un referente nacional e internacional.

Ahora bien, el libro de Sáenz del Castillo no se centra en estos aspectos más propios de la historia económica, aunque sí que hay importantes pinceladas a lo largo del texto. Su obra, como bien se señala en el título, está dedicada al mundo del trabajo dentro de la casa Fournier y, más en concreto, a la mano de obra femenina: a las conocidas popularmente en Vitoria, como naiperas. De hecho, desde su instalación en la Plaza Nueva de Vitoria, hay constancia de mujeres trabajando en el proceso de fabricación de dichos naipes. En concreto, se encargaron de las tareas previas y posteriores a la impresión. Tareas todas ellas realizadas a mano y que precisaban de gran destreza, empleando técnicas completamente artesanales para la producción de las cartas. Aunque en la medida en que poco a poco se fueron incorporando nuevas máquinas que eran accionadas aún por fuerza manual, la mano de obra masculina tuvo un papel protagónico. Lo que no quiere decir, en modo alguno, que las mujeres desaparecieran de la fábrica, como sí sucedió en otros ramos propios de la segunda revolución industrial. Como se demuestra en este estudio, a pesar de la incorporación de esa maquinaria moderna, hubo un número muy importante de tareas que siguieron siendo realizada por las naiperas. A este respecto, no podemos olvidar que los salarios femeninos eran inferiores a los masculinos, por lo que a la empresa le convenía este tipo de trabajadores, que, en general, siempre fueron más numerosas que los hombres. Sobre todo, en la medida en que la producción fue aumentando. En el último decenio del siglo xix, la fábrica de Heraclio Fournier contaba con 110 empleados, de los cuales la mayoría eran trabajadoras. Cabe recordar que si, a principios del siglo xx, se fabricaban a diario entre 5.000 y 6.000 naipes, en 1914 se estaban produciendo ya 5.000 juegos diarios. Sin duda, en este aumento de la producción, las naiperas llegaron a jugar un papel fundamental. Por lo general, estaríamos hablando de chavalas que entraban a trabajar sobre los 14 años y que una buena parte de ellas abandonaba la fábrica al casarse.

Atendiendo al ideario del propietario de la empresa, aparte de la división del trabajo por sexos para evitar toda tentación, la fábrica se convirtió en un espacio de recristianización. En este sentido, hubo muchas iniciativas encuadradas dentro de la acción social católica, imperante en una ciudad tradicional como era Vitoria entonces y donde la Iglesia tenía un enorme peso, sobre todo, por ser sede episcopal. Fournier contribuyó, pues, a la formación académica, profesional y espiritual de sus trabajadoras, así como a mantenerlas fuera de las ideologías revolucionarias que por entonces empezaban a asomar. Tanto Heraclio Fournier como su mujer, Nieves Partearroyo, fueron valedores de iniciativas de gran raigambre en la sociedad vitoriana. Estaríamos hablando de las Escuelas Dominicales para obreras, de la Escuela de Artes y Oficios y la Sociedad Obrera La Blanca para obraras católicas. Pues bien, un número importante de naiperas acudieron a estos centros. Mayoritariamente alavesas, estas naiperas desempeñaron un rol significativo en la ciudad, convirtiéndose en la aristocracia de las mujeres obreras, aunque sin alcanzar el reconocimiento merecido. Pese a lo cual, es cierto que las naiperas llegaron a cobrar por encima de lo que era habitual en otros oficios considerados femeninos, si bien no les permitía una gran autonomía. Por lo demás, fueron las primeras trabajadoras en Vitoria en disfrutar de la jornada de ocho horas tras el decreto de 1919 o en computar la tarde del sábado y el domingo como jornadas festivas en 1933.

Tras la Guerra Civil, la situación de la mujer en el trabajo cambió radicalmente. La licencia marital redujo al máximo la autonomía de las mujeres casadas en materia laboral, razón por la cual muchas mujeres se recluyeron en el hogar. “Hijos de Heraclio Fournier”, sin embargo, siguió apostando por el trabajo femenino en su fábrica. Si habían respondido perfectamente en la etapa anterior, ¿por qué prescindir de ellas? La firma siguió confiando en las naiperas vitorianas, al punto que en los años cuarenta el 70% de sus trabajadoras seguía siendo de origen local. Pervivía aún esa simbiosis entre Fournier y Vitoria. Aunque en muy poco se paliaron las diferencias existentes entre trabajadoras y trabajadores, los cuales aspiraban a los puestos mejores y más remunerados, además de poder formarse en la Escuela de Aprendices de la propia empresa. Una empresa, cabe recordar, que contaba con medio millar de empleados (varones y mujeres) a principios de 1960 y unos mil a finales de la década. Es decir, una de las más importantes de España dentro del sector de las artes gráficas. Así, fue entonces, con una Vitoria en plena expansión económica, demográfica y urbanística, cuando esa vinculación entre naiperas y vitorianismo empezó a romperse, fruto de la inmigración. Este tránsito coincidió, además, en especial en los setenta, con la crisis económica, política y social de una época marcada por una mayor conflictividad y una mayor reivindicación de derechos por parte de las mujeres, que aspiraban ocupar puestos de mayor responsabilidad dentro de la empresa y de la sociedad. Años turbulentos a los que siguieron en los noventa una drástica reconversión, de manera que en la actualidad la empresa cuenta con una plantilla aproximada de 60 trabajadores y trabajadoras, donde, ahora sí, éstas realizan todo tipo de funciones.

Dicho todo esto, creo que el autor ha llevado a cabo una labor relevante de recuperación de memoria de unas trabajadoras que fueron toda una “institución” en Vitoria. Las famosas naiperas, aunque ahora sean pocas y ya no tengan el significado social que tuvieron en el pasado, merecían un libro de estas características, donde se recogiera su historia y su contribución en el devenir social, económico y cultural de esa ciudad, como apunta Sáenz del Castillo en el epílogo. De suerte que las entrevistas realizadas a antiguas naiperas constituyen valiosos documentos para este propósito. En especial, porque estamos hablando de una empresa con más de 150 años de historia siempre ligada a la ciudad de Vitoria. Pero no sólo las entrevistas, pues el material gráfico es de enorme importancia en esta obra. La cantidad de ilustraciones que acompañan el texto es digna de encomio. De ahí que, por todas estas razones, piense que este libro resulta interesante y que constituye una buena aportación a la historia del trabajo femenino y a la historia de la propia Vitoria, debido a la estrecha ligazón existente entre fábrica y ciudad.

Carlos Larrinaga
(Universidad de Granada)

Carlos Larrinaga: De la fonda al hotel. Turismo y hotelería privada en España entre 1900 y 1959. Granada: Editorial Comares (Comares Historia) 2021. 151 páginas

Carlos Larrinaga es autor de numerosas publicaciones sobre la historia del turismo en España. En los últimos años ha centrado sus investigaciones en el desarrollo de la hotelería entre los siglos xix y xx, y en este libro ofrece una visión global de la evolución del sector hotelero durante las seis décadas que recorren el reinado de Alfonso XIII, la Segunda República, la Guerra Civil y el primer franquismo.

El volumen se estructura en seis capítulos, de los que los cuatro primeros tienen un carácter introductorio, ya que abordan, sucesivamente, la definición conceptual de lo que se entiende como alojamientos para turistas, las relaciones entre el termalismo y el nacimiento de la hotelería moderna, la situación del sector hotelero en la España de finales del siglo xix y la aparición de los primeros hoteles de lujo antes de la llegada del modelo Ritz. El núcleo del trabajo de Larrinaga se centra en los dos últimos capítulos, que ocupan la mayor parte del contenido del libro. Uno de ellos aborda el primer tercio del siglo, hasta 1936, y el siguiente queda dedicado a los años de la Guerra Civil y a las dos primeras décadas del franquismo.

El autor delimita como objeto de estudio los alojamientos de carácter privado sujetos a regulación y tributación y cuya finalidad es en todo o en parte la recepción de turistas, quedando fuera tanto las iniciativas hoteleras promovidas por entidades públicas (la red de paradores, en concreto) y la amplia oferta de alojamiento informal existente en los núcleos turísticos.

El lento desarrollo de la actividad turística desde mediados del siglo xix, especialmente en torno a los balnearios de costa y de interior, fue dando lugar al nacimiento de iniciativas destinadas a facilitar el alojamiento. La industria hotelera fue atrayendo inversiones y los nuevos edificios de hospedaje fueron incorporando las innovaciones tecnológicas y constructivas de la época con el objetivo de ofrecer las mejores condiciones de comodidad y confort a su clientela. Precisamente el título del libro hace alusión a esa transformación del tipo de establecimiento, desde la fonda, el paradigma del alojamiento de cierto nivel desde mediados del siglo xix, hacia el hotel o gran hotel que sigue modelos internacionales, se adapta a los gustos de la burguesía y está diseñado para atraer al viajero de placer.

A la altura de 1900 los alojamientos españoles estaban a mucha distancia en calidad y servicios de los existentes en otros países europeos. A lo largo del primer tercio del siglo xx esta situación cambió con la aparición de una red de hoteles de lujo, la mejora generalizada de los alojamientos y la formación de las primeras cadenas hoteleras. Entonces se fijó una primera regulación legal de los establecimientos destinados al hospedaje de viajeros y se crearon organizaciones sectoriales como la Asociación de Fondistas y Similares de España, que más tarde se transformó en la Federación Hostelera Española. La gran eclosión de la hotelería se produjo durante la década de 1920, coincidiendo con los preparativos de las exposiciones internacionales de 1929 y con la ampliación de los hábitos vacacionales a las clases medias. La renovación y diversificación de la oferta se acompañó de un progresivo desplazamiento del eje turístico desde el litoral cantábrico a la costa mediterránea.

El sector se vio seriamente afectado por la Guerra Civil, tanto por la interrupción de los flujos turísticos como por la incautación de los edificios para otros usos. Las nuevas autoridades franquistas procedieron a la reorganización del sistema turístico a partir de los principios aplicados en la regulación del conjunto de la economía. El intervencionismo estatal limitó el campo de acción de la iniciativa privada imponiendo una estructura organizativa basada en el sindicalismo vertical, estableciendo una reglamentación que incluía una clasificación oficial en categorías y, sobre todo, interviniendo los precios con un sistema muy rígido de tarifas. El turismo era un buen instrumento para obtener divisas y la fijación de precios pretendía asegurar la competitividad internacional de los hoteles españoles. Este control limitó las posibilidades de negocio de los empresarios, pero el continuo aumento del número de turistas de procedencia extranjera durante la década de 1950 estimuló el incremento de la inversión y la construcción de nuevos hoteles, que buscaban una ubicación preferente en la costa mediterránea. El número de plazas hoteleras casi se duplicó entre 1951 y 1959. Cuando España se incorporó definitivamente al turismo de masas contaba ya con una planta hotelera turística de calidad y preparada para dar un gran salto en cantidad. Quedaban muy lejanas las extendidas críticas que denunciaban las múltiples carencias de los alojamientos españoles a finales del siglo xix.

El sector hotelero ha despertado una menor atención de la investigación respecto a otros sectores turísticos, en buena medida por la dificultad para localizar fuentes primarias. La ausencia de registros oficiales de la actividad de alojamiento hasta mediados del siglo xx y la pérdida de la documentación de la mayoría de las empresas hoteleras obliga a recurrir a otro tipo de fuentes. El autor ha utilizado principalmente fuentes fiscales, archivos nacionales y locales y registros mercantiles de varias provincias. Además, ha manejado guías de viaje, prensa y anuarios financieros y se apoya en una extensa bibliografía de ámbito nacional e internacional. En cuanto a las fuentes fiscales, destaca el uso de la Estadística de la Contribución Industrial y de Comercio, ya utilizada en publicaciones anteriores por Vallejo, Lindoso y Villar y por el propio Larrinaga, que, siendo un indicador de indudable utilidad, presenta problemas derivados de su falta de homogeneidad, la excepción de los territorios forales y la ausencia, a partir de 1900, de las sociedades por acciones. Esto afecta a las empresas de mayores dimensiones, que, a pesar de ser una minoría en el sector, protagonizaron muchas de las experiencias inversoras más interesantes de la época. Para solventar esta carencia recurre a los anuarios financieros que sí proporcionan información de las sociedades anónimas, pero no de manera exhaustiva.

En este libro encontramos un ejercicio de síntesis que aporta un marco general de interpretación de la evolución del sector hotelero como uno de los elementos fundamentales de un sistema turístico tan potente como el español, a lo largo de una etapa en la que el país ascendió a la cima del turismo mundial. Aunque se aprecia un cierto desequilibrio en el tratamiento del tema en los dos capítulos principales (el dedicado al primer tercio del siglo se extiende en casos concretos, el del primer franquismo se centra en la política estatal y apenas aborda nombres propios), este trabajo proporciona una referencia bibliográfica útil para continuar abordando el desarrollo del sector del alojamiento en base a estudios de carácter local y regional, que hagan una explotación intensiva de fuentes documentales como las matrículas industriales, los registros oficiales de las delegaciones provinciales de Turismo, los archivos municipales y de protocolos y otros recursos informativos como los que pueden aportar las obras literarias (mucho menos precisas pero a veces muy interesantes) y, si se localizan, los archivos de las empresas hoteleras.

Víctor M. Heredia Flores
(Universidad de Málaga)

Mª Soledad Álvarez Martínez / Carmen Bermejo Lorenzo / Natalia Tielve García (eds.): Paisajes portuarios: Avilés y Bilbao. Arquitectura y patrimonio. Gijón: Ediciones Trea (Museología y Patrimonio Cultural) 2021. 301 páginas.

Las cinco aportaciones clave que recoge el libro estructuran una tarea investigadora fruto del proyecto I+D centrado en los puertos y patrimonios industriales de las ciudades estudiadas: Avilés y Bilbao, unido al Grupo de investigación Escenarios para el Arte (EsArt). La Editorial Trea avala esta publicación necesaria que refrenda el trabajo continuo en el seno de la universidad, transmitiendo los conocimientos generados tanto a la comunidad científica como a la sociedad a fin de interceptar y detectar, analizar, detallar escenarios y referencias historiográficas, geográficas y territoriales, artísticas; para valorar críticamente el devenir humano acontecido en sendas urbes hermanas y cercanas, donde confluyen fenómenos postindustriales semejantes, gradualmente divergentes.

En la primera aproximación pormenorizada, Mª Soledad Álvarez y Carmen Bermejo exponen un campo complejo de objetos desvelado en bienes normalmente inmobiliarios, provenientes de diversas fases productivas agotadas o en retroceso. También ciertos empeños que nunca llegaron a materializarse más que sobre las planimetrías, tal como, salvando las distancias; Nieves Basurto, Paloma Rodríguez-Escudero y Jaione Velilla realizaron en: El Bilbao que pudo ser (1999). Se pone el acento sobre infraestructuras y equipamientos vinculados, a menudo directamente, a las juntas de obras y autoridades portuarias, emergiendo la importancia que tuvieron estos órganos durante los siglos xix-xx. No es baladí que se remarque la extensión metropolitana bilbaína como característica intrínseca de su evolución temporal, con un desarrollo netamente industrial algo más tardío de Avilés, mediante el empuje a nivel nacional que en Bilbao se solaparía con intereses de la burguesía novecentista, lo que ayudaría a la interacción con los ensanches urbanos.

Cuestiones como estas tienen su traducción espacial-estética en las ubicaciones de las sedes directoras, utilizando en Bilbao palacetes y residencias integradas en ámbitos privilegiados hasta época relativamente reciente, en tono distinto a las propuestas constructivas de calado más racionalista y funcional de Avilés, en una línea de modificaciones y transformaciones que nos ubican en las puertas del siglo xxi. Otro tanto sucede con edificaciones como las aduanas o tinglados, lonjas de contratación y depósitos-franco de almacenaje. Constituyen arquitecturas que adquieren reminiscencias artístico-monumentales, apelan sin ambigüedad a la función de uso portuario, subrayando las rulas pesqueras en Avilés frente a Bilbao.

Natalia Tielve hurga de modo crítico en las profundas llagas y fallas del pasado industrioso despreciado que desacredita la historia de actividades ligadas a la cultura laboral. Las bases estructurales de su existencia denotan formas de habitar y de trabajo desde la ocupación inmemorial del litoral costero asturiano y vasco. Ni qué decir de la lógica postmoderna al amparo de la efectividad utilitarista, reescribiendo paisajes y paisanajes al son del palimpsesto mercantilista.

Coinciden en ambos puertos (Bilbao y Avilés) remodelaciones urbanísticas en zonas depauperadas y ‘pastillas’ de ribera desafectadas al ímpetu fabril apagado y detenido, en pos de amortizaciones especulativo-inmobiliarias en los waterfronts; láminas fluviales predispuestas a la arquitectura ensimismada por repetida e intercambiable, y planes estratégicos que la autora acierta en señalar. El objetivo de estos capítulos radica en presentar las vicisitudes de los complejos industriales avilesinos calificados de ‘colosos’, una vez desvirtuado su empaque paisajístico, cercenando funcionalidades utilitarias-estéticas, de cara a la acometida de reformas como el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer. Operaciones mediadas por instrumentos normativos tendentes a la activación de las ubicuas ‘factorías culturales’ o semilleros empresariales.

Los ‘parajes fusionados’ de Iñigo Sarriugarte nos sitúan en la magnitud geográfica de Bilbao a lo largo de los 14 kilómetros de su ría (antes) navegable. Determinada como entidad administrativa Gran Bilbao en el ecuador del siglo xx, sufre un proceso postindustrial contundente en aspectos y escalas. El autor estima los episodios de recambio al albur de las expectativas económicas devenidas de programas decididos a instancias políticas estatales-autonómicas, animados por fondos financieros nacionales-internacionales otorgados desde Europa, para afirma el sector terciario de servicios avanzados. Contexto en el que se inscriben las magnas actuaciones del Guggenheim, Palacio congresual o recién consolidada área de Zorrotzaurre, susceptible de convertirse en último ‘buque insignia’ de tracción.

Lo cual encuentra un enclave concreto para materializarse en Abandoibarra; cúmulo de arquitecturas-emblema y jardines, mobiliario con semblante de simulacro o el eufemístico Paseo de la Memoria cuando todo rastro y vestigio ha sido esmeradamente eliminado para no perturbar recuerdos colectivos. Aparte de los Master Plan y similares que vienen sucediéndose desde 1990, Sarriugarte describe e interpreta con maestría un recorrido escultórico-plástico en las márgenes izquierda y derecha de la ría, advirtiendo que algunas de esas muestras pertenecen al repertorio iconográfico del Museo Guggenheim, mezcladas con escultura pública.

Introduciéndose en el Avilés anterior a la industrialización, Aida Villa refresca uno de los hitos que acompañaron el auge industrial; la Empresa Nacional Siderúrgica. Un tanto diferente a Bilbao, el despegue decimonónico se atisba asociado a un sector pesquero-conservero en paralelo a la Real Compañía Minera Asturiana. Estas adaptaciones de suelos en sintonía con las canalizaciones del cauce que se producen tanto en Bilbao como en Avilés, interfieren en la alteración y reconfiguración de los skyline que la investigadora escruta e ilustra con tomas fotográficas sobre el terreno. En ese rico conglomerado edilicio, no faltan guiños estilísticos hacia la modernidad y las vanguardias constructivas, o inclusive permanencias de acervo clásico, como el edificio restaurado de turbinas Ilgner en Bilbao o imágenes simbólicas de tipo figurativo-abstracto en fachadas conservadas.

Patrimonio material-icónico escasamente protegido que a duras penas persiste, cuya incomodidad genera tensión a la hora de ejecutar proyectos de atracción turística y de reinscripción de las ciudades en mapas mundializados. Enfoque bastante compartido en la mirada de Rubén Domínguez, quien interpela a los conceptos perfilados desde las raíces industriales ‘arrancadas’ a la tierra para intercalar capas de ‘vaporización’ que, terciando documentos oficiales, pueden transferirse de unas ciudades a otras (PGOU, planificaciones parciales, etc.). El autor enseña que incluso esculturas y chimeneas son susceptibles, en su habitual verticalidad, de acondicionar sitios de nostalgias memorables o disolutas.

Resueltas las demoliciones precipitadas (1990-2000), mientras Avilés rescata las viejas marismas y Bilbao torna su faz al río, ambas ciudades comparten residuos subyacentes y fagocitan retos de futuro. Bilbao Ría 2000, Sociedad Avilés 2000, Parque empresarial de Asturias, Parque tecnológico de Bilbao y mini-acerías son apuestas novadoras. Astilleros Euskalduna o Altos Hornos de Vizcaya (Bilbao) y compañías como Endasa/Ensidesa (Avilés) condujeron los designios y delirios de ambas villas. Restan ahora Espacios Portus, Ruta de Acero con apoyo de grupos ciudadanos avilesinos, concienciados y activos, así como la Isla de la Innovación (tan resonante a Innovarea de antaño en Bilbao). Empero, intervenciones operativo-especulativas colmadas de piezas-escultura testimonian olvidos premeditados.

Isusko Vivas Ziarrusta
(Universidad del País Vasco UPV/EHU, Bilbao)

4. HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES: AMÉRICA LATINA

Ismael Sarmiento Ramírez: Alimentación y sociabilidad en la Cuba decimonónica. Santiago de Cuba: Universidad de Oriente 2021. 517 páginas.

Este libro escrito por Ismael Sarmiento Ramírez, profundo y placenteramente didáctico, examina la mixtura histórico-cultural de la cocina cubana durante el siglo xix. El autor se adentra en la construcción histórica de la culinaria nacional y devela hábitos y costumbres alimentarias de diversos grupos sociales: españoles, africanos, cimarrones, mambises. Lo que constituye antecedentes de lo comprendido como alimento culturalmente aceptable; mediado por las elecciones de lo comestible y no comestible. Estos recursos teórico-metodológicos tienen un punto de convergencia con lo logrado por el antropólogo Marvin Harris en Bueno para comer.

El análisis que se nos presenta, desde lo histórico-mutante, revela determinados antecedentes de la dependencia de importación de alimentos en el sistema alimentario del país. El uso de notas aclaratorias, la elaboración de cuadros y esquemas, el tratamiento de las fuentes documentales, los censos realizados durante varios años, el empleo de la Balanza General de Comercio, la recurrencia a obras literarias como las novelas Cecilia Valdés (1839) de Cirilo Villaverde y Filigrana (1999) de Emilio Bacardí Moreau, las biografías –entre las que destaca Biografía de un cimarrón (1972), la de Esteban Montejo novelada por Miguel Barnet– y diversos testimonios de viajeros responden, a partir del prisma de la alimentación, al proceso histórico-cultural acaecido en Cuba durante el último siglo colonial, con marcado énfasis en los treinta años de guerra por la independencia nacional. Además, se incluyen diversas terminologías, entre ellas la relacionada con ‘mondongo’. Se dice que es una voz mestiza y criolla, y que se aplica, generalmente, a los despojos del matadero; siendo “tirarlo a mondongo” una expresión popular que en Cuba significa “despreciarlo, tirarlo a cosa despreciable” (p. 28).

Con agudeza investigativa y fina pluma, Sarmiento Ramírez se recrea en los significados culturales de los alimentos, los hábitos alimentarios y la sociabilidad. Considera significativo, por su valía y posible revitalización del uso en el presente, los consejos que se vierten en la época para que no se alteren los caldos, los métodos para conservar la leche, carnes, pescado, huevos frescos y las técnicas de fabricación de vinos y licores.

La obra muestra con excepcionalidad el carácter inter y transdiciplinar de la alimentación, al ubicar los elementos de encuentro entre historia, literatura, antropología sociocultural, antropología de la alimentación, sociología de la alimentación, economía, agricultura de subsistencia y nutrición. Hay una conexión con los aportes vertidos por Almeida Vera en Ecuador (Prácticas de alimentación en adolescentes ecuatorianos: una incursión sociológica interdisciplinar, 2014) y Basto Estrada en Cuba (Gobernanza local y vulnerabilidad social, luces en tiempos grises de pandemia: reflexiones socio-antropológicas en Santiago de Cuba, 2021; y, Mirada socio-antropológica de las prácticas de alimentación familiar en La Magdalena, municipio Guamá, 2022). Este último autor, al asumir las prácticas de alimentación familiar como el conjunto de actividades desarrolladas por el individuo en el ámbito doméstico-familiar, como satisfacción de sus propias necesidades alimentarias y donde los procesos de interacción social, es decir, selección-preparación-consumo-usos-significados-modos-maneras-relaciones de los diferentes grupos, con las particularidades inherente a lo etario, responde al amplio universo de la cultura culinaria y a su vez dibuja el mapa gastronómico cubano.

En un contexto actual de la economía nacional e internacional que se debate entre la seguridad alimentaria nutricional y la soberanía alimentaria, Sarmiento Ramírez, de nuevo desde lo histórico-mutante, centra más su mirada en determinados segmentos de la seguridad alimentaria en la isla, como son el abasto y la comercialización de alimentos dentro de las dimensiones y limitaciones de la propia disponibilidad. De esta manera destaca, como problema para el abasto, al sistema recurrente de las importaciones de todo tipo de alimentos, incluso aquellos que podían obtenerse sin ser adquiridos en el extranjero –dígase la carne y sus derivados– y a las ínfimas cantidades de estos, teniendo en cuenta el total de la población y más el significativo número de esclavos.

El libro, sin lugar a duda, posee un alto valor histórico-cultural y se sustenta en un estricto y renovado rigor científico, plasmado en la diversidad y riqueza de dato y en los análisis histórico, antropológico, sociológico y nutrimental. Desentrañándose y sistematizándose así los antecedentes históricos y económicos del abasto y la comercialización de alimentos, aportes aborígenes, hispánicos, africanos, francés, asiáticos y del entorno caribeño, a la cultura alimentaria cubana; además de la explicación de los ciclos y horarios de alimentación, los hábitos de consumo, el uso y el abuso de las bebidas como gusto extendido, las comidas y estrategias de alimentación de los mambises –los miembros del Ejército Libertador de Cuba–, y la división de lo criollo versus lo español a través de la alimentación. Todos estos temas concatenados desde una variable social multidimensional: la vida cotidiana.

También se nos muestran una diversidad de doscientas recetas de la cocina criolla cubana pertenecientes al Manual del cocinero cubano, de Eugenio de Colmada y Garcés (1856) (p. 349); preparaciones que poseen un alto valor en el rescate y salvaguarda de nuestro patrimonio culinario y gastronómico.

El lector, investigador y público en general se enfrenta a una obra que sistematiza de manera excepcional los elementos configuradores de la alimentación cubana. El libro aquí reseñado constituye una reflexión histórico-cultural y un encuentro con el fascinante universo culinario cubano. Cabe resaltar también las imágenes, grabados e ilustraciones, de alto valor estético y factura artística que reflejan escenas costumbristas a la usanza de la época, algunas pertenecen a la colección personal del autor.

Vivian Basto Estrada
(Universidad de Oriente,
Santiago de Cuba)

Silvia Marina Arrom: La Güera Rodríguez: The Life and Legends of a Mexican Independence Heroine. Oakland: University of California Press 2021. 250 páginas.

Cuando Günter Gaus, en una memorable entrevista, preguntó a Hannah Arendt qué opinaba de que la filosofía se considerase un espacio reservado a los hombres, ella contestó: “bueno, no tiene por qué seguir siendo así, es perfectamente factible que algún día una mujer sea filósofa”. La respuesta que ofreció Arendt al afamado periodista puede servirnos para introducir la biografía de María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, la Güera Rodríguez, dama de la élite criolla mexicana a quien la posteridad ha querido realzar como protagonista del independentismo, un proceso repleto de próceres elevados a la categoría de mitos por unas historiografías patrias contundentemente masculinas. ¿Es posible que algún día tengamos biografías de personajes históricos alejadas de estereotipos más dignos de telenovelas que de rigurosos análisis históricos? Es perfectamente factible. El libro de la profesora Silvia Marina Arrom demuestra que reconstruir la vida de “la Güera heroína”, o simplemente la de “una mujer de su tiempo”, es una tarea relativamente fácil cuando se consultan con exhaustividad y profesionalidad las fuentes documentales y cuando se huye de alcobas, pasiones, traiciones y románticos relatos que suelen acompañar la historia de muchas de estas mujeres. Por lo menos es lo que nos hace sentir este libro, desde ahora imprescindible para la historiografía mexicana del proceso independentista. Me pregunto cuántas biografías de héroes se podrían rebajar a lo cotidiano si se analizaran desde una praxis profesional las fuentes disponibles. Probablemente más de uno perdería su pedestal. Empiezan a aparecer tímidamente algunos trabajos que sacan a la luz las actividades de las mujeres que apoyaron la insurgencia mexicana, como Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro o Gertrudis Bocanegra, por citar a algunas de las más significativas. Recordemos ¿Dónde estás?, ¿qué haces, Leona Vicario? de Anne Staples (2020). Las celebraciones del bicentenario y la profusión de estudios académicos han favorecido que se escribiera e investigara algo más sobre ellas; a pesar de lo cual, en la avalancha inabarcable de monografías y artículos científicos de estos años, los estudios sobre mujeres o con perspectiva de género son escasos, salvo alguna mención para cubrir un cupo impuesto más que buscado. En pleno siglo veintiuno es incomprensible esta invisibilidad, que el interés editorial sea todavía minoritario; acaso se publica algún estudio en relación con los grupos subalternos, pero debemos demandar una historiografía reparadora que compense décadas de omisión. Sin mujeres no es verosímil la comprensión del pasado; es sorprendente que la explosión bibliográfica de esta conmemoración, especialmente la de la academia mexicana, siga cubriendo su historia en este periodo con una espesa niebla.

Silvia Marina Arrom demuestra que rastrear la vida de la Güera, que bucear en los archivos, arroja luz y despeja claroscuros que huyen de la ficción. Para ella es seguir haciendo oficio, ha dedicado parte de su vida al estudio de las mujeres; recordemos dentro de su dilatada trayectoria investigadora: La mujer mexicana ante el divorcio eclesiástico, (1800-1857) (1976); The Women of Mexico City, 1790-1857 (1985) y Volunteering for a Cause: Gender, Faith, and Charity in Mexico from the Reform to the Revolution (2016), por citar algunos de sus más afamados trabajos. La lectura de las obras de Fanny Calderón de la Barca, Life in Mexico, During a Residence of Two Years in that Country (1843), y La Güera Rodríguez (1949), de Artemio de Valle-Arizpe, han sido fundamentales para que la autora emprendiese esta nueva aventura, con el objetivo de hacer una biografía definitiva que, visto el resultado, ha abordado con eficacia. El libro se estructura en dos partes, “The Life”, una historia factual centrada en la vida de la Güera Rodríguez, y “The Afterlife”, enfocada en analizar la construcción cultural del personaje tras su muerte; completan el volumen dos apéndices con una cronología y una genealogía, más un glosario de los términos en español que la autora ha utilizado a lo largo del libro. Salvando las lagunas documentales, esta primera sección reconstruye la trayectoria vital de María Ignacia Rodríguez a partir de los expedientes consultados en archivos españoles, mexicanos y estadounidenses, como el Archivo General de Indias de Sevilla, el Archivo General de la Nación o el Archivo General de Notarías de México, entre otros. Nace la Güera en 1778 en el seno de una familia privilegiada de la élite virreinal: su padre era regidor perpetuo del Ayuntamiento, alcalde honorario de la Real Audiencia y miembro del Consejo Real. Sus parientes por parte de madre ocuparon puestos relevantes en la ciudad; por ejemplo, su tío materno fue administrador de la Casa de la Moneda. Creció al lado de sus dos hermanas, Josefa y Vicenta, la primera se casó con el quinto marqués de Uluapa y la pequeña Vicenta lo hizo con un oficial de la Real Aduana. A los dieciséis años contrajo matrimonio con el teniente López de Peralta de Villar Villamil y Primo, aristócrata criollo con el que tuvo cinco hijos; matrimonio que, en palabras de Arrom, “was quite stormy and because the couple aired their conflicts publicly, they left a rich documentary trail” (p. 19). Los celos del marido, las continuas acusaciones de adulterio y el intento de asesinato de Ignacia llevaron a un inhabitual y farragoso proceso de divorcio, plagado de denuncias falsas y malas artes por parte del iracundo Villamil, cuya muerte prematura la convirtió en viuda a los veintiséis años, sin haberse resuelto su divorcio y en una situación económica precaria. Dos años después contrajo nuevamente matrimonio, para enviudar a los seis meses, embarazada de una niña que fallecería con apenas año y medio. La tragedia perseguía a la Güera y los problemas con la familia de su segundo marido la llevaron una vez más a los tribunales para litigar por la herencia. Las circunstancias en las que se desarrolló esta etapa propiciaron la maledicencia social en torno a su vida privada y a la búsqueda de fortuna.

El periodo de 1808 a 1820 coincidió con un momento convulso en las luchas independentistas a las que María Ignacia no era ajena, ya que mantenía, como es obvio, estrechas relaciones con la élite criolla protagonista del levantamiento contra la metrópoli, incluido el mismo Iturbide. Su cercanía con estos círculos la comprometieron más de una vez, con graves acusaciones como su implicación en el caso de Aguirre y Viana. El relato de la profesora Arrom detalla los aspectos de una biografía plagada de vicisitudes, aun siendo conscientes de que muchas facetas están incompletas o son de dudosa verosimilitud para la reivindicada como “Madre de la Patria”. Lo que sí es cierto es que estuvo “close to the seat of power” (p. 69), cerca del nuevo orden que se impuso en México. Como apuntó Virginia Guedea, su salón era una extensión de la Corte instaurada por el nuevo emperador. Por ejemplo, en su hacienda La Patera se negociaron las cláusulas de rendición entre Iturbide y O’Donojú y sus yernos fueron actores destacados del proceso independentista. A pesar de contribuir en dos ocasiones con donaciones a la causa o relacionarse con sus protagonistas, no significó que fuera partícipe de los asuntos políticos o que compartiera pareceres sobre los mismos. Como concluye la autora, los documentos no permiten afirmar su implicación real en dichos temas. El capítulo “An Aristocratic Lady” se centra en el periodo comprendido entre 1825 a 1850. Su tercer matrimonio, con el chileno Juan Manuel de Elizalde, tuvo como testigo a José María Guridi Alcocer, lo que indica el grado de amistad que mantenía la Güera con la élite mexicana. Es destacable el apartado destinado a explicar sus costumbres y hábitos sociales, su relación con Fanny Calderón de la Barca, Carlos María de Bustamante o con Mathieu de Fossey. En definitiva, una vida extraordinaria en un país en construcción, pero menos legendaria de lo que se ha divulgado; los documentos no señalan que fuera esa “glamorous vixen or defiant rebel who would become an icon of Mexican history” (p. 109). Es decir, se ha rebajado a la normalidad a la semificticia heroína.

Esta primera parte, basada en las fuentes históricas disponibles, antecede a un segundo bloque donde se analiza la construcción cultural del personaje. Para Arrom “her reappearance began slowly” (p. 113), ayudada por el primer centenario del Grito de Dolores y el testimonio de uno de sus tataranietos, Manuel Romero de Terreros Villar Villamil, a lo que hay que sumar el libro ya citado Life in Mexico, de Calderón de la Barca y el Bosquejo ligerísimo de Vicente Rocafuerte, que pueden considerarse textos fundacionales en la recuperación y mitificación de la Güera Rodríguez. Los tres capítulos de esta segunda parte resumen la asociación de esta mujer con una narrativa romántica plagada de ficciones, seducción y engaños, incluso se ha escrito sobre ella con títulos tan insultantes y de mal gusto como el de “La puta libertadora” –así se despacha un tal Arturo Vigil en un libro publicado en 2019–.

Uno de los éxitos de esta monografía es el esfuerzo por poner algo de cordura en una figura que ha estado rodeada de estereotipos y de un machismo exacerbado, aunque es difícil que pueda trascender a la cultura popular, más propensa a perpetuar estas visiones novelescas y falsas. Tenemos en Malintzin un caso similar de romantización de un personaje histórico; es decir, a pesar de disponer de pocos documentos para armar una biografía, han proliferado de manera desmedida invenciones y especulaciones, muchas redactadas por reputados especialistas que han llenado páginas de vacuas interpretaciones. El repaso que hace Arrom a las publicaciones dedicadas a María Ignacia es un minucioso ejercicio de investigación, hasta llegar a su consagración como heroína popular con la novela La Güera Rodríguez, del prolífico Artemio de Valle-Arizpe, editada en 1949. Si Valle-Arizpe es responsable de fomentar la leyenda –su libro llegó a tener hasta nueve ediciones y fue reimpreso en 2006 y 2011–, los aniversarios independentistas han relanzado al personaje con una extraordinaria profusión de títulos que la autora recopila y disecciona a lo largo de estas amenas páginas. La Güera demandaba una historia crítica, deseo que le ha sido concedido, sin ningún género de dudas por Silvia Marina Arrom. Las mujeres exigen investigaciones basadas en fuentes documentales contrastadas para evitar exageraciones discursivas; son prioritarios más ejercicios de rescate como este. Espero que pronto podamos disfrutar de su traducción al español.

Izaskun Álvarez Cuartero
(Universidad de Salamanca)

Heinrich Wilhelm Schäfer: Die Taufe des Leviathan. Protestantische Eliten und Politik in den USA und Lateinamerika. Bielefeld: Bielefeld University Press 2021. 835 páginas.

Como uno de los cofundadores de los estudios interamericanos, Heinrich Wilhelm Schäfer es sin duda el erudito del mundo de habla alemana que mejor conoce el protestantismo evangélico en las Américas. Sus trabajos sobre el tema figuran desde hace décadas entre los de referencia y se caracterizan por la agudeza de sus análisis y juicios. En el caso del presente volumen, se aplica el lema nomen est omen, pues el mero tamaño de esta obra, que consta de más de 800 páginas de letra pequeña, recuerda al Leviatán. Dado el ascenso de la derecha religiosa al poder político en las Américas, el tema es de enorme relevancia social y la lectura de este masivo volumen merece la pena aunque solo sea por el lenguaje claro, a veces punzante, y por la desafiante comparación entre las Américas del Norte y del Sur, que rara vez se practica con seriedad.

Schäfer parte de la interdependencia de las esferas religiosa y política en las Américas. En su opinión, esta interrelación contribuye a reforzar dos tendencias que él identifica como rasgos centrales de nuestro tiempo: el neoliberalismo, que profundiza la desigualdad social, y las alianzas entre la derecha religiosa y la derecha política, que socavan las democracias desde dentro usurpando el Estado y “bautizando” figurativamente al Leviatán. En casi ninguna región del mundo se ha hecho más evidente recientemente esta alianza impía que en el doble continente americano. En casi ninguna otra región la proclamación de las expectativas de salvación evangélicas y pentecostales está tan abiertamente vinculada por las élites religiosas al aumento de la riqueza individual. No cabe duda de que los movimientos pentecostales de las Américas hace tiempo que dejaron de lado al protestantismo clásico.

El Leviatán de Schäfer se divide en siete grandes capítulos, algunos de ellos de carácter monográfico. Los dos primeros sirven para teorizar en el marco del habitus de Bourdieu, que Schäfer desarrolla más adelante. El autor se ocupa de los “expertos religiosos” que ofrecen bienes religiosos para satisfacer una necesidad y ganar así poder en el ámbito político. Schäfer también plantea una reivindicación normativa, ya que quiere averiguar cómo pueden introducirse alternativas religiosas en los debates políticos en el sentido de un “diálogo postsecular”.

Los cinco capítulos siguientes son estudios de países, empezando por Estados Unidos. Cada uno de ellos contiene recopilaciones estadísticas, así como una introducción histórica, que merece la pena leer por sí mismas, ya que proporcionan una muy buena contextualización de los respectivos casos. En primer lugar, Schäfer muestra que el evangelismo blanco está en declive frente al auge de las Iglesias no blancas en el fragmentado panorama eclesiástico de Estados Unidos. El racismo como dimensión de la desigualdad social es, por tanto, también un elemento importante del análisis. Por último, Schäfer se centra en el fenómeno del god talk con el que los actores sociales de Estados Unidos legitiman su pretensión de verdad absoluta.

Los capítulos sobre América Latina comienzan con una visión general de la historia y las estructuras del catolicismo en la región. Frente al factor de la “raza”, Schäfer identifica el factor de la posición socioeconómica en América Latina como el decisivo para la diferenciación interna del paisaje religioso. Los ejemplos de países que se analizan en los capítulos siguientes están bien elegidos para una comparación contrastada: Guatemala como país con la mayor proporción de protestantes, Brasil, cuya proporción se sitúa en el medio, y México con la proporción más baja. En Guatemala, el análisis deja claro que el Estado laico se está erosionando cada vez más. Al mismo tiempo, el god talk también se está afirmando aquí como una tendencia fundamentalista que reclama el dominio.

En Brasil, a diferencia de Guatemala, existe una elevada proporción de pentecostalismo en la población protestante. Sin embargo, este no ha penetrado en las élites durante mucho tiempo. A diferencia de Guatemala, el panorama eclesiástico en Brasil es aún más heterogéneo e incluye elementos afrobrasileños. Las condiciones para actuar en el ámbito político son buenas, ya que la separación entre Estado e Iglesia, aunque teóricamente presente, apenas se cumple en la práctica. El contraejemplo es México, donde el laicismo se considera un bien elevado. El deseo de estabilidad, ciertamente presente debido al altísimo índice de criminalidad, no ha contribuido al auge de los evangélicos en México como en otros lugares. A pesar del alto nivel de religiosidad, la religión ha hecho hasta ahora pocas incursiones en la política, aunque el presidente populista López Obrador utiliza el potencial de movilización de los símbolos religiosos. Pero, como muy bien señala Schäfer, la religiosidad popular y el agnosticismo y laicismo de las élites urbanas van de la mano.

Cuando entran en juego la revelación divina y la demonización, la política racional se complica. El estudio de Schäfer muestra vívidamente que este dictum se aplica a las Américas. En su diversidad, sus ejemplos son bastante representativos del doble continente y causan consternación en el lector. Pero en sus capítulos finales, Schäfer también da esperanzas al argumento de una “humanidad universal” y a la posibilidad de mediar entre los ámbitos religioso y político teniendo en cuenta consideraciones éticas. Esta obra magna es, sin duda, pesada –en todos los sentidos–, pero vale la pena leerla no sólo para los americanistas, sino también para quienes se interesan por el factor de la religión en la historia reciente y el presente en todas las disciplinas de las ciencias sociales y culturales.

Stefan Rinke
(Freie Universität Berlin)

Andrea Heidy Müller: Repensar la Revolución del Poncho. Activismo católico y políticas de representación en el espacio andino del Ecuador (1955-1988). Bielefeld: transcript 2021. 378 páginas.

La presente obra es una versión de la tesis de la doctora Andrea Heidy Müller, y representa un apreciable esfuerzo por conocer e interpretar las transformaciones del catolicismo latinoamericano de la segunda mitad del siglo xx, en el marco de las mutaciones políticas y culturales del continente. El objetivo del trabajo es poner en relación dos fenómenos: el despliegue del activismo católico –término que prefiere al de Teología de la Liberación– y su vínculo con la metamorfosis del indigenismo en el Ecuador. Estas dos variables están íntimamente vinculadas a Leónidas Proaño, obispo de Riobamba, a quién una literatura apologética ha identificado como el líder de una “Revolución del Poncho”. Su principal objetivo es cuestionar este mito, identificado como un despertar de los indígenas ecuatorianos en la década de 1980 que culminó con el gran alzamiento de 1990. El libro se ha divido en tres partes. La primera gira en torno al desarrollo de un indigenismo eclesiástico entre los años de 1955 y 1969. Müller introduce este concepto en el marco más general de la profesionalización del indigenismo y de las estrategias de la Iglesia católica. Sostiene que la labor indigenista no fue monopolio de los sectores progresistas del catolicismo, sino parte de la estrategia eclesiástica de renovarse para no desaparecer. El primer capítulo de esta primera parte está dedicado a explicar el papel de la iglesia católica en la sierra ecuatoriana. El segundo, a la institucionalización del indigenismo eclesiástico y su conexión con la denominada “Misión Andina”, y el tercero, se dedica a los años 60 y la Reforma Agraria, que se da en el contexto del Concilio Vaticano II (1962-1965) y la reunión de Medellín (1968), con la proclamación de la “opción por los pobres”. Lo que intenta destacar la autora es la continuidad del indigenismo eclesiástico en Ecuador (desde un perfil desarrollista y anticomunista a un perfil liberacionista), pero haciendo una lectura de la participación de Proaño “menos legendaria y sensacional”, enmarcándola en este indigenismo eclesiástico de larga duración, ubicándolo como “un ejemplo específico dentro de la tradición indigenista de la época”, muy vinculado al estado ecuatoriano y sus políticas (p. 135). En ese sentido la autora detecta que en esa reivindicación del indígena hay un intento de poner paños fríos a la situación prerrevolucionaria que vivía Ecuador y América Latina, y a la desesperación de la iglesia que buscaba “renovarse o morir”. También señala que cuando las divisiones se hicieron cada vez más profundas en el catolicismo, el indigenismo sirvió para mantener un terreno común en una institución fragmentada.

La segunda parte está dedicada analizar el activismo católico en las décadas de 1970 y 1980. Lo define como el “conjunto de prácticas, interacciones y colaboraciones que, a partir de las reformas de la Iglesia Católica de mediados del siglo xx, se han extendido globalmente” (p. 139). Lo que propone en esta sección es que lejos de ser una idea coherente y uniforme, la Teología de la Liberación se manifestó de formas muy diversas. Al mismo tiempo, sostiene que la euforia que generó esta corriente debe contextualizarse en coyunturas eclesiásticas, sociales y políticas más amplias. Y afirma que “el activismo católico no puede ser estudiado independientemente de las condiciones institucionales” (p. 140). El primer apartado de esta sección está dedicado al discurso de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, que trató de imponer su visión y propuesta al conjunto del catolicismo y la sociedad. El segundo está centrado en los testimonios de curas, laicos, religiosas y activistas de la diócesis de Riobamba durante el obispado de Proaño, buscando alejarse del enfoque institucional e introduciéndose en las prácticas concretas. Allí encuentra el carácter polifacético y a veces contradictorio del activismo católico que anhelaba la liberación del pobre. La tercera sección está centrada en la presencia de actores transnacionales que jugaron un papel decisivo en la planificación y realización de diferentes iniciativas sociopolíticas en Ecuador. Como conclusión sostiene que el carácter “radical” y “progresista” de esta “iglesia popular” en oposición a la “iglesia institucional” opaca una realidad más compleja que la narrativa de la Revolución del Poncho. El análisis de las prácticas de los actores relativiza la percepción de la literatura posconciliar de un estallido católico latinoamericano, y que el supuesto inicio de una nueva cristiandad estaba condicionado y delimitado por contextos locales. Finalmente, afirma que la Teología de la Liberación no fue contradictora con la presencia de agencias internacionales, y que el desarrollismo siguió y fue contemporáneo al liberacionismo. Por otro lado, en términos de las políticas de representación, en 1986 se oficializa una pastoral indígena que identifica al indio en términos culturales y esencialistas, como pobre, indígena, humilde, comunitario, un enfoque étnico que produce un debilitamiento del carácter político y activista del proyecto liberador, perspectiva que se fortaleció a expensas de la Teología de la Liberación. Sin embargo, matiza esta última afirmación señalando que “no es conveniente categorizar estas tendencias de forma simplista ni marcar una diferencia estricta entre un proyecto de liberación y otro de evangelización inculturada” (p. 237). La tercera y última parte está dedicada a las derivas del movimiento indígena entre 1972 y 1988. Lo que propone la autora, en oposición a la narrativa de la Revolución del Poncho, es que la representación específica de los indígenas en este periodo fue sujeto de una disputa entre distintos actores, entre los que la iglesia fue solo uno. Destaca, por supuesto, la relevancia de sujetos ligados al catolicismo en el proceso de movilización de los sectores campesinos y en la constitución de una agenda de lucha. Pero la iglesia, en un contexto de convulsión política y eclesial, intentó defender y fortalecer su poder de representación sobre los indígenas. En el primer capítulo analiza el panorama político de las luchas sociales de las décadas de 1970 y 1980. El segundo se dedica a analizar el surgimiento del movimiento indígena Ecuarunari, mostrando cómo una serie de disputas complicaron su fundación, sobre todo, en torno a la dicotomía entre etnia y clase. Finalmente, en el tercer capítulo, analiza el papel que tuvo la lucha por los derechos humanos, frente a las acciones represivas de los gobiernos de seguridad nacional. En este último apartado analiza también cómo los indígenas pudieron resistir a las representaciones dominantes como la que les quería imponer la iglesia, con su dicotomía clase-etnia. A este acto lo denomina “resistencia a la representación”. Como conclusión de esta sección, señala que el obispo Proaño no se auto percibía como un actor más, sino que veía a la iglesia como la única que verdaderamente podía defender al indio. Por otro lado, el movimiento indígena se resistió a esta representación esencialista, dado que no cuajaba con las demandas y las necesidades de los sectores organizados.

El texto propone una loable labor crítica, en la que se relativiza el papel del obispo Proaño, para destacar el papel de otros actores, religiosos y laicos, así como de los propios indígenas. El obispo no llegó para despertar a los aborígenes y devolverles “su voz”. Por otro lado, cuestiona el carácter revolucionario de la Teología de Liberación, señalando que no es una teoría, ni tampoco un catálogo coherente de prácticas. En ese sentido, opone una revolución “autentica” (como la cubana), a las narrativas de supuestas revoluciones “culturales” o “indetenibles”. Desde la década de 1950 y por temor a un alzamiento indígena se busca integrar a los pueblos originarios. Luego, Concilio Vaticano II y Medellín mediante, aparece un neoindigenismo con el que se romantiza al indígena y su pobreza. Hay una elección para representar a los subalternos como indígenas y no como campesinos, una opción por lo étnico en desmedro de la clase. Si bien la autora no cree que sean términos contradictorios, subraya que luego de la muerte de Proaño (1988) sus sucesores mantuvieron el elemento cultural y dejaron de lado el elemento clasista. La contraposición entre etnia y clase dificultó la unidad de los subalternos, y por ende debilitó su fuerza. Esa opción por el neoindigenismo no fue casual, sino que obedeció a una estrategia de poder la iglesia católica que estaba en decadencia. Finalmente, el poncho como símbolo de los subalternos y que Proaño adoptaría como propio, es presentado como emblema ambiguo dado que solo adquiriría su honor al ser utilizado por un obispo o por el mismo papa Juan Pablo II.

Sin duda el trabajo de la doctora Müller representa un gran avance en nuestro conocimiento sobre las complejas relaciones entre la sociedad, la política y las transformaciones eclesiales de la segunda mitad del siglo xx, que afectaron particularmente a América Latina, con el surgimiento de prácticas e ideas disruptivas con lo que había sido, hasta ese momento, el carácter conservador y en muchos casos reaccionario de la iglesia católica. Su aporte permitirá cuestionar las narrativas sobre esta etapa y sobre el liberacionismo, poniendo, como lo hace la autora, el análisis en un marco histórico e incorporando variables extra eclesiásticas para su comprensión cabal.

José Zanca
(Investigaciones Socio Históricas Regionales-CONICET, Buenos Aires)

Brian Whitener: Crisis Cultures. The Rise of Finance in Mexico and Brazil. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press 2019. 224 páginas.

There is a growing recognition in academic scholarship of the relationship between the fields of finance and culture. Despite the methodological and theoretical challenges, scholars are increasingly incorporating cultural research into finance. Brian Whitener’s Crisis Cultures contributes to this endeavor but takes a different approach. The book explores the ways in which finance has permeated into the cultural manifestations of contemporary societies, particularly in Mexico and Brazil. It examines the interrelationship between cultural production and the growth and dominance of finance, as well as the increasing incidence of financial meltdowns over the last fifty years. Whitener views crisis as a fundamental historical continuity in both countries during this period, and it puts the relationship between finance and culture in conversation with growing problems of state violence, racial formation, and the surplus population that has affected them.

The book begins by tracing the history of finance in Mexico and Brazil, examining its evolution and major fallouts within the broader Latin American context since the birth of modern financial globalization in the late 1960s and early 1970s. It is then divided into two sub-periods: the debt crisis of 1982 through the turbulent years of the 1990s up to 2001, and the relatively more tranquil period between 2001 and 2015, despite a major global financial crisis. Each sub-period is covered in four chapters that separately examine each country during these historical moments. In each chapter, the book addresses how the rise of finance transformed the social and cultural space in the countries by reflecting on the relationship between financial features central to their respective historical contexts and popular texts or films produced during the period. For example, Jorge Volpi’s novel En busca de Klingsor and Paulo Lin’s Cidade de Deus, along with the blockbuster film Tropa de elite, are carefully examined to interpret Mexican and Brazilian social and cultural life during times of recurrent crises and heightened financial instability between 1982 and 2001. Meanwhile, the film El infierno, and to a lesser extent Norteado, La jaula de oro, among others, and the soap opera Cheias de charme, are analyzed to assess the post-2001 period.

From a methodological perspective, what is most notable is the absence of proper discussion regarding the choice of novels and films at the center of the author’s reflection. It’s worth considering to what extent, and on which aspects, these texts and footage are better suited for analysis compared to other cultural imageries such as music, art, religion, dance, and sports. Additionally, it’s unclear why these particular novels and films were chosen from the vast number of literary and audio-visual productions in both countries over the forty years of analysis. Volpi’s En busca de Klingsor provides perhaps the clearest illustration of how the absence of a justification and situating of the text within the purposes of the book is problematic. The rationale behind choosing a science fiction book from the late 1990s by a Mexican author on the imbrication of scientific debates in Nazi Germany to assess the reactions of social and cultural life in Mexico to the increasing importance of finance during the “lost decade” of the 1980s and the times of the Tequila crisis of 1994-1995 is far from evident and deserves an explanation. On the other hand, Cidade de Deus or Tropa de elite make more immediate sense as representations of the development of Brazilian social and urban reality during the period. Nevertheless, the rationale behind the choices, particularly regarding financial underpinnings, is not easy to grasp.

In his article “The Aesthetics of the Financial Crisis: Work, Culture, and Politics,” international political scientist Matt Davies offers an alternative method for gauging the relationship between finance and cultural imageries, serving as a benchmark for assessing Crisis Cultures.3 To reflect on the permeation of social relations by financialization through the media, Davies examines short-animated YouTube film clips that analyze and explain the financial crisis from 2007 to the present, with a focus on the visual fields deployed in the videos. By reviewing graphic images, animation tools, and communication techniques in articulation with the financial instruments and notions mobilized in the clips, Davies provides an opportunity to see how the subjects of finance condition and shape the perceptions of the artists and their visual conceptualizations. In contrast, in Crisis Cultures, the study and discussion of financial aspects and cultural productions that served as units of analysis are largely placed in juxtaposition within the chapters and not as part of an integrated narrative. Consequently, in my opinion, it is difficult to bridge the different parts of the text and follow the thread of the storylines in the book as well as the arguments that the author develops.

The book also delves into challenges faced by states beyond finance and culture, highlighting how violence and elements of racism are used to cope with the drawbacks and failures of financially driven realities. It explores, for example, whether persistent financial problems in Brazil during the 1980s and 1990s, as well as the polarization of urban spaces between favelas and other parts of the city, have led to racial democracy and the enforcement of socialization of crisis. It also examines how the combination of expansionary finance with a deterioration of social and economic infrastructures in post-2001 Mexico has undermined the traditional role of the state in favor of violent forms of state and non-state interventions. However, the reader may miss an organic perspective of the different elements mobilized by the author in his reflections. Without it, it becomes challenging to view the book as a prism, as the author suggests, and to comprehend how the shades of light that arise from it, such as the discussions of finance, culture, racialization, population, and violence, are integrated within the narrative and analyses of the novels and films.

Sebastián Álvarez
(Universidad Adolfo Ibáñez,
Viña del Mar)

María Emma Wills Obregón: Memorias para la paz o memorias para la guerra. Las disyuntivas frente al pasado que seremos. Bogotá: Planeta 2022. 296 páginas.

El más reciente texto de la politóloga colombiana María Emma Wills Obregón abarca la producción de memoria en Colombia sobre el conflicto armado. Esta misma se construye en un escenario de disputa pública por la forma en que se recordará la guerra. Es un fenómeno en el que la autora trabajó durante más de diez años en el Grupo de Memoria Histórica desde 2007 y que era (en adelante GMH) remplazado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (en adelante CNMH), un organismo creado en 2011 por la ley de reparación de víctimas para la construcción de memoria y la reparación simbólica.

Para las colombianas y los colombianos resulta difícil crear un consenso, no solo en torno a una fecha de iniciación de la guerra interna, sino del mismo reconocimiento del conflicto, el cual, según lo apunta Wills, cuya existencia a menudo es negado por un sector de la élite política colombiana quien no lo quiere reconocer. Quiénes son las víctimas y quiénes los perpetradores: estos son los puntos claves de ruptura que componen la semilla de la discordia sobre el pasado. Esta batalla por la memoria es narrada por Wills. Este texto, según lo apunta la autora, es aporte de resistencia al olvido mismo, ese gran enemigo de los trabajadores de la memoria y de las víctimas en su búsqueda de verdad y justicia.

El libro está dividido en siete capítulos. En el primero la autora nos introduce con un mapa conceptual las coordenadas del escenario de la disputa por la memoria en Colombia. Define desde su experiencia las posibilidades que tenemos para no olvidar el pasado: las memorias personales expresadas en testimonios, las memorias colectivas expresadas en actividades de consenso, la memoria histórica expresada en testimonios puestos en narrativas con contexto, y la historia, expresada en narrativas producto de la contrastación de fuentes. Se establece para cada uno de estos campos de enunciación del pasado, el género del lenguaje utilizado, los públicos a los cuales se dirige y sus criterios de validación. Son las herramientas con las que abordará los diferentes temas del libro. Es su experiencia como trabajadora de la memoria la que le permite a Wills identificar dos tendencias dentro de las narrativas de memoria. Según ella, en este escenario de batalla mnemónica hay unas memorias para la paz, las cuales son iniciativas abiertas generadas para el encuentro, que permiten la escucha de la diferencia y que reconocen incluso sus propios sesgos y limitaciones; y otras memorias para la guerra, iniciativas generadas para promover el arrasamiento de otras memorias, memorias para exaltar héroes propios a las que denomina memorias totales y abarcadoras, que terminan convirtiendo el relato histórico en un panfleto institucional.

El segundo capítulo es empleado por la autora para ofrecer una mirada a un inusual ciclo de memoria histórica en Colombia: el periodo que iba de 2005 a 2021, durante el cual los colombianos no han encontrado un consenso en torno a cómo debe ser recordado el conflicto armado. A pesar de las iniciativas que desde el Estado se han generado para la producción de memoria, en este periodo se ha dado una batalla entre memorias que intentan dar sentido al pasado desde posiciones diferentes y muchas veces encontradas. Para ayudar a comprender este entramado de memorias que luchan por imponerse ante las otras, la autora divide su periodo de estudio en tres momentos. Estos están divididos por puntos de inflexión donde las políticas de la memoria van cambiando inscritas en un dinamismo socio político. En el primer momento que va desde 2005 a 2010, se dan una serie de voces fuertes como las de los paramilitares con discursos heroicos y justificadores que incluso fueron escuchados en el congreso de la república, que se enfrentan a las memorias de las víctimas a la que Will denomina memorias sin domesticar, las cuales encuentran un aliado institucional en el Grupo de Memoria Histórica, el cual es creado por una primera ley de justicia transicional y donde sus funcionarios a través de lo que la autora denomina imaginación burocrática logran distanciarse de la posición negacionista del gobierno y trabajar con independencia.

El segundo momento empezó en el año 2011 y va hasta 2018. El cambio de gobierno en 2010 dio un giro a las políticas de la memoria. Era en este momento cuando se gestó la semilla de la discordia, la cual es denominada por Wills como la escisión maestra y que contiene los puntos de ruptura en esta batalla por la memoria. Cómo nombrar el conflicto, quienes son las víctimas y quienes los perpetradores, cuándo comienza el conflicto son algunas de esas inquietudes que generaron tensión, en este segundo momento donde se da una negociación entre el nuevo Gobierno de Juan Manuel Santos que empieza en 2012 y termina con la firma de un Acuerdo en el 2016. Es aquí donde lxs lectores pueden enterarse de quienes son lxs impulsores de estas memorias para la guerra y quienes lxs impulsores de unas memorias para la paz. Los actores colectivos que sobresalen en esta batalla por la memoria son las víctimas, la Fuerza Pública, el gremio ganadero y el CNMH. Cada uno desde su posición asume narrativas propias que se disputan el pasado sobre el conflicto en Colombia en el debate público.

El siguiente punto de inflexión se dio cuando volvía asumir la presidencia un candidato de la extrema derecha del Centro Democrático, Iván Duque, quien mostró durante su campaña una fuerte posición al acuerdo, del que resultaron otro tipo de medidas de justicia transicional, tanto de carácter punitivo, como de esclarecimiento de lo acontecido a cargo de una Comisión de la Verdad. En este último momento, que iba del año 2018 a 2021, de esta batalla mnemónica, el nuevo ejecutivo tomó posesión del CNMH para impulsar contra memorias y negacionismos. La autora cierra este capítulo vaticinando una nueva oleada de tensiones en torno al proceso de la Comisión de la verdad. El aporte central de este capítulo, está en que aborda un tema del que varios autores colombianos como Gonzalo Sánchez, exdirector del GMH y el CNMH, o Darío José Antequera Guzmán, director del Centro de Memoria Paz y Reconciliación y académicos como el sociólogo Jefferson Jaramillo han señalado su existencia: una lucha por/de la memoria sobre el conflicto armado, desatada por políticas de memoria implementadas a principios de siglo xxi. Sin embargo, es Wills quien por primera vez aborda con criterios analíticos esta batalla por los sentidos del pasado, la pone en contexto y les da rostro a los actores involucrados, asignándoles posiciones y describiendo sus estrategias. Deja claro que el campo de la memoria sobre violaciones de derechos humanos es un campo dinámico donde nada está escrito en piedra y donde los actores involucradxs luchan por imponer sus discursos narrativos sobre los otros. Es un escenario caracterizado por tensiones y marcado por el dinamismo del contexto político social.

En el capítulo 3 la autora se propone establecer un diálogo académico con los principales críticos del trabajo del GMH al que perteneció. Entre los que se encuentra Renan Vega Cantor y Jefferson Jaramillo. Como respuesta, en este capítulo la politóloga describe el proceso del GMH desde su comienzo en el 2007 hasta el 2011. Emplea el concepto de la imaginación burocrática para referirse al proceso que les permitió alejarse de la posición negacionista del gobierno, para visibilizar los nexos del mismo Estado con grupos ilegales a través de sus informes. Wills argumenta que el grado de autonomía metodológica, operativa e intelectual alcanzada por el GMH le permitió visibilizar este tipo de fenómeno de alianzas entre el ejército y los paramilitares.

En el capítulo 4 Wills nos cuenta de primera mano cómo se estableció y desarrolló, no sin ausencia de tensión y distanciamiento, una relación entre el CNMH y la Escuela Superior de Guerra (ESDEGUE) desde el 2012 hasta el año 2019. Ella caracteriza dos posiciones dentro de las Fuerzas Públicas en torno a los ejercicios de memoria, una línea aperturista que acepta revisiones críticas del pasado de las fuerzas militares y otra línea intransigente que solo acepta la versión del héroe de la patria y no permite el reconocimiento los hechos victimizantes ocasionados a la población civil. Esta parte del texto muestra lo problemático que resulta que el sector de defensa y seguridad del Estado promueva una memoria histórica bajo una visión de victoria precisamente en un contexto donde se planea la firma de un acuerdo de paz. Cómo pueden estos ejercicios de memoria de la Fuerza Pública contribuir o dificultar la transición hacia escenarios más democráticos, es un tema de que no se conoce mucho al respecto. Este ejercicio académico de Wills entonces proporciona un interesante material sobre la instrumentalización institucional de la memoria.

El capítulo 5 aborda uno de los temas más espinosos de la guerra, la violencia sexual. Debido a la carga moral que conlleva este tipo de delitos en los contextos sociales donde se desarrolla la guerra, la violencia sexual resulta de los hechos más difíciles de esclarecer. El temor al señalamiento y el estigma social lleva en muchas ocasiones a las víctimas de estas violencias a no denunciar. En Colombia la violencia sexual fue empleada como un arma de guerra por los grupos armados. Esta parte del texto es una aproximación conceptual sobre los conceptos empleados por el CNMH para abordar este tipo de violencias en este contexto y para desarrollar los dos últimos capítulos de su libro. Quedan explicados aquí no solo los tipos de repertorios de este tipo de violencia sino las diferencias entre violencia sexual y violencia basada en género y como estas violencias están determinadas por los tipos de arreglos de género que se establezcan dentro de los grupos sociales. Estos arreglos son replicados en las dinámicas internas de la guerra y pueden ser patriarcales totalitarios, autoritarios o democráticos según quién y cómo se tomen las decisiones de los recursos a distribuir.

Una vez realizadas estas aclaraciones conceptuales, Wills emprende un ejercicio al que considera necesario como forma de legado para futuras investigaciones que busquen encontrar mecanismos para frenar este tipo de violencias. El capítulo 6 constituye un estudio empírico del enfoque de género del primer informe del GMH el cual fue sobre la masacre de Trujillo. Este trabajo desarrolló un enfoque de género cuya labor de escucha y análisis estuvo a cargo de Wills y es el que presenta en esta parte de su texto. Un ejercicio de escucha y análisis de los repertorios de violencia en una zona dominada por la mafia en alianza con militares y grupos armados ilegales. Se describe cómo se aplicaron los conceptos de arreglos de género para poder diferenciar las violencias ejercidas sobre las mujeres sobre las demás violencias.

En su último capítulo, la autora reflexiona sobre la participación de las mujeres en ese Acuerdo de Paz firmado entre las FARC y el Gobierno en 2016. Deja claro que la presencia de las mujeres en aquella mesa de negociación en La Habana no siempre significó representatividad y poder de decisión. Este capítulo muestra quién cometió más actos de violencia sexual dentro del conflicto en Colombia siendo los paramilitares y los agentes del Estado los actores con más acciones victimizantes. También define los contextos donde las violencias sexuales y de género se manifestaron: en escenarios de disputa entre los grupos armados, en escenarios que ya se controlaban y en sus propias filas. La exposición de los repertorios de violencia sexual y de género intrafilas en paramilitares, guerrilleros y Fuerza Pública es empleado para demostrar el planteamiento del continuum de violencias donde los arreglos de género a nivel social comunitario se replican (continúan) en las dinámicas del conflicto.

Es difícil concluir un texto de estas características, el cual desarrolla aristas tan disímiles de un tema tan complejo como la memoria de un conflicto armado que ha dejado tantas víctimas. Wills opta por unas conclusiones en forma de ensayo, donde enmarca el problema de la memoria en los debates globales del radicalismo y la desinformación y los problemas sociales agudizados por la pandemia. Por lo variado de la temática que aborda, este texto puede interesar a toda la gama de académicas y académicos provenientes de las ciencias sociales, sobre todo aquellas y aquellos interesados en temas aun inexplorados de los estudios de la memoria y de género.

Manuel Cardozo Ruidiaz
(Katholische Universität
Eichstätt-Ingolstadt)

Peter J. Watson: Football and Nation Building in Colombia (2010-2018). The Only Thing That Unites Us. Liverpool: Liverpool University Press 2022. 276 páginas.

While figuring among the most popular sports in most countries world-wide, passion for football is particularly widespread in Latin America. Well beyond the beauty and popularity of the game itself, football has globally evolved into a salient tool for social change (Cárdenas 2014). This makes it relevant from a political point of view: As such, it has the potential to make entire nations (temporarily) shift their attention away from misery and polarisation as the world could recently witness following Argentina’s 2022 world cup win. However, it is also susceptible to politization and elite interference. Although less successful in sporting terms than its rivals from the Southern Cone, Colombia is no exception to this.

Against this background, Peter Watson’s highly insightful book Football and Nation Building in Colombia (2010-2018): The Only Thing That Unites Us further broadens our notions of how football can be used for political purposes. In his examination of the ‘why’ and the ‘how’ of the football strategy of Colombia’s former president (2010-2018) and Nobel prize winner Juan Manuel Santos, he skilfully unpacks the government’s three-pronged approach which he classifies as “the most concerted and most multi-faceted project so far attempted by politicians in Latin America” (Watson 2022: 4) and consists of “1) presidential rhetoric about football in official speeches and Twitter broadcasts, 2) football-specific legislation and public policies and 3) government-organised Sport for Development and Peace (SDP) campaigns’ (ibid.: 3). It recurs to classical definitions of nation (Smith 1991; Anderson 1991) to highlight numerous difficulties in establishing a common sense of Colombian-ness. Accordingly, Santos relied on football as potent tool for overriding numerous and deep domestic divisions which likewise threatened the success of what Santos intended to become his main legacy: the peace process with the FARC-EP guerrilla (Watson 2022: 12).

The book comprises five chapters. Chapter one provides the theoretical background “how and why football serves national projects” (ibid.: 39). Embedded in a growing scholarly literature on the relationship of sport and, most prominently, football with political and social processes, it situates the case of Juan Manuel Santos’ nation-building approach to football in its larger Latin American and global context. Chapter two zooms further into this relationship and looks at sporting nationalism in Colombia, focusing in particular on the role of football (success) at different moments in time. Based on the landmark work of the Argentine sociologists Eduardo Archetti (1999) and Pablo Alabarces (2002), Watson deconstructs how a lack of success and a sense of inferiority resulting therefrom long prevented football from developing nation-building potential in Colombia. Likewise, he ably foregrounds the particularities of Colombian sporting nationalism “in that it positioned Colombia against an ‘other’ that was Colombia itself, the ‘Narcolombia’ image of the country caused by its reputation for violence and drug trafficking” (Watson 2022: 19). As such, this first part not only engages with previous core contributions to the scholarly study of football and politics, but likewise provides the necessary contextualisation for the subsequent empirical analysis of the main point of attention of this study: the ‘footbalisation’ of Colombian politics during the two terms in office of Juan Manuel Santos (2010-2018).

Relying on the quantitative and qualitative analysis of an impressive data corpus, including ninety-nine speeches, more than a thousand tweets and complementary in-depth interviews with officials of relevant government entities, the book’s third chapter makes the argument ‘that football was an essential part of President Santos’s communication strategy towards nation building’ (ibid.: 72), aiming at fostering an image of the (men’s) national team as “a representation of how Santos wanted the nation to be recognized. It is the nation’s calling card to the world. The message then becomes one that Colombia can overcome other obstacles to achieve its goals through similar qualities shown by the national team” (ibid.: 148). The increasing and more sophisticated use of twitter thereby broadened Santos’s outreach. Such communication strategies tie into sports-specific legislation and public policies of his government which are analysed in chapter four. The Ten-Year Plan for Security, Comfort and Coexistence in Football (PDSCCF) is the focal point of attention here. It finds that the aims spelled out in the PDSCCF are congruent with Santos’s football discourse and legislatively cement a broader notion of the political relevance of football. Hence, it moves beyond a one-sided emphasis on violence-deterring sanctions and complements them with prevention and pedagogy measures to exploit football’s peace- and nation building potential. The final chapter further deepens this relationship via an analysis of a much stronger articulation of Sport for Development and Peace (SDP) campaigns under Santos which sought to extend the ‘new’ national unity to previously excluded groups, e. g. (ex-)FARC combatants, and territories, most notably Colombia’s most violence-affected, predominantly rural territories where historically rooted imaginaries of the State as weak and/or absent persist until these days.

Watsons’s valuable contribution is of relevance for readers from a variety of disciplinary backgrounds and interests, including but not limited to history, politics, sociology, communication, peace and conflict as well as sports studies. Among the numerous strengths, it is worth highlighting that Watson’s book not only claims interdisciplinarity but seeks to put into practice, too. Consistently clear about the range and ambition of the study, he connects a wide range of literatures, sources and methodologies in a very insightful manner. In doing so, he manages to extend previous scholarship in several ways. First, apart from foregrounding the lack of scholarly attention to Colombian football politics thus far, the book’s scope also tends to be larger than usual in the literature in that it goes beyond the coverage of world cups or other large football events and likewise includes rather little studied subjects, such as football legislation. In conjunction with the careful analysis of a large primary data corpus –which also includes for the first time Twitter data– this enables Watson to develop an impressively multi-faceted account of the intersections between football communication, legislation and public policy, as well as SDP campaigns. Likewise, he successfully enhances the trustworthiness of his arguments through interviews with key government officials, including Santos’ director of communications for instance. Finally, his attention to Santos’ lack of equal attention to women’s football throughout the book is laudable. Yet, this gender sensitivity does not extend to the same extent to the bibliography the book is based on: Disproportionally written by men, the motivations and possible implications of this choice are not reflected upon.

Nevertheless, it is unquestionable that Watson’s book makes an important contribution future research can (and should) draw on to investigate related questions in Colombia and beyond. For Colombia, these may include, for example, the question how shortcomings in the PDSCCF and the SDP campaign implementation (Watson himself refers to) undermine government’s potential to (fully) exploit football as a peace- and nation building tool. Likewise, it remains to be seen whether the nation-wide collective enthusiasm vis-à-vis the unexpected success of Colombia’s female sub-17 team in the 2022 World Cup and the arrival of Gustavo Petro at the Presidency could not only foster a promotion of women’s football but a more gender-inclusive vision of football and its relevance to a Colombia that is far from being a nation in peace and unity.

Theresa Bachmann
(University of Kent)

Índice de títulos reseñados

Álvarez Martínez, Mª Soledad/Bermejo Lorenzo, Carmen/Tielve García, Natalia (eds.): Paisajes portuarios: Avilés y Bilbao. Arquitectura y patrimonio (Isusko Vivas Ziarrusta) 270

Arrom, Silvia Marina: La Güera Rodríguez: The Life and Legends of a Mexican Independence Heroine (Izaskun Álvarez Cuartero) 274

Bartolomé Rodríguez, Isabel/Fernández-Paradas, Mercedes/Mirás Araujo, Jesús (eds.): Bajo la cálida luz del gas. Los mercados regionales de la industria gasista en España (siglos xix y xx) (Patricia Suárez Cano) 260

Becerra Mayor, David: Después del acontecimiento. El retorno de lo político en la literatura española tras el 15-M (José Luis Bellón Aguilera) 233

Dhondt, Reindert/Mandolessi, Silvana/Zícari, Martín (eds.): Afectos y violencias en la cultura latinoamericana (Maravillas Moreno Amor) 242

Fernández Pérez, Adolfo: Historia del socialismo asturiano, vol. 1. De los orígenes a la crisis de 1917 (Diego Caro Cancela) 258

Gallego Cuiñas, Ana: Cultura literaria y políticas de mercado. Editoriales, ferias y festivales (María Belén Riveiro) 248

Gonzalez Seligmann, Katerina: Writing the Caribbean in Magazine Time (Adriana Rodríguez Alfonso) 238

Gutiérrez Koester, Isabel/García-Wistädt, Ingrid (coords.): Grenzen überschreiten: Frauenreisen zwischen Deutschland – Spanien – Hispanoamerika / Traspasando fronteras: viajeras entre Alemania – España – Hispanoamérica (Jaime Cárdenas Isasi) 228

Ingenschay, Dieter: Eine andere Geschichte der spanischen Literatur. Von Cervantes bis zur Gegenwart (Alexander Altevoigt) 213

Larrinaga, Carlos: De la fonda al hotel. Turismo y hotelería privada en España entre 1900 y 1959 (Víctor M. Heredia Flores) 267

López García, José Ramón (ed.): Escrituras del exilio republicano de 1939 y los campos de concentración (Pablo Rojas) 220

Magnussen, Anne (ed.): Spanish Comics. Historical and Cultural Perspectives (Virginie Giuliana) 225

Mees, Ludger: El contencioso vasco. Identidad, política y violencia (1643-2021) (Leyre Arrieta Alberdi) 254

Müller, Andrea Heidy: Repensar la Revolución del Poncho. Activismo católico y políticas de representación en el espacio andino del Ecuador (1955-1988) (José Zanca) 279

Phaf-Rheinberger, Ineke/Hagimoto, Koichi (eds.): Geografías caleidoscópicas. América Latina y sus imaginarios intercontinentales (Miguel González-Abellás) 246

Pitol, Sergio: Cuentos (Joserra Ortiz) 251

Romero, Sergio Santiago (ed.): Cien años de Luces. Ensayos en torno a Luces de bohemia (M.ª Carmen Lechosa Maldonado) 217

Sáenz del Castillo Velasco, Aritza: La historia de las naiperas de Heraclio Fournier. Expresión de una memoria viva (Carlos Larrinaga) 265

Sarmiento Ramírez, Ismael: Alimentación y sociabilidad en la Cuba decimonónica (Vivian Basto Estrada) 272

Schäfer, Heinrich Wilhelm: Die Taufe des Leviathan. Protestantische Eliten und Politik in den USA und Lateinamerika (Stefan Rinke) 278

Watson, Peter J.: Football and Nation Building in Colombia (2010-2018) (Theresa Bachmann) 288

Whitener, Brian: Crisis Cultures. The Rise of Finance in Mexico and Brazil (Sebastián Álvarez) 282

Wills Obregón, María Emma: Memorias para la paz o memorias para la guerra. Las disyuntivas frente al pasado que seremos (Manuel Cardozo Ruidiaz) 284

 

 

 


1 “In addition to the location writing strategies […], literary magazines also provide coordinates for maps of their literary networks or worlds that indicate the relational forms of dialogue and exchange that shaped their perspectives and interventions in world literary space” (p. 130).

2 Valdaliso, Jesús M. (dir.), Alvarado, Carlos y Suárez, Patricia. 2022. Nortegas 1845-2021: Historia de la industria de gas en el norte de España. Madrid: Marcial Pons.

3 Davies, M. 2012. “The Aesthetics of the Financial Crisis: Work, Culture, and Politics”. Alternatives, 37 (4): 317-330.